Cinco años después de un devastador terremoto, Haití da señales de recuperación

Por Lynette Wilson
Posted Jan 16, 2015
Las aulas de la escuela primaria y secundaria de la escuela episcopal de la Santa Trinidad, en Puerto Príncipe, están llenas de alumnos. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Las aulas de la escuela primaria y secundaria de la escuela episcopal de la Santa Trinidad, en Puerto Príncipe, están llenas de alumnos. Foto de Lynette Wilson/ENS.

[Episcopal News Service] Las aulas de la escuela primaria y secundaria en el complejo de la catedral de La Trinidad en Puerto Príncipe, están llenas de alumnos, los estudiantes de música siguen preparándose en lo que fue un convento y se ha levantado un espacio provisional para el culto en los terrenos, señales de vida todas ellas que la obispa primada Katharine Jefferts Schori advirtió cuando estuvo en la catedral durante su visita a Haití a mediados de diciembre.

“La Iglesia Episcopal en Haití sigue desempeñando un papel importante y esencial en este renacimiento. La iglesia catedral de Puerto Príncipe fue considerada durante mucho tiempo el alma espiritual y cultural de Haití. En la actualidad, sus campanas guardan silencio (en un almacén), casi todos sus murales de fama mundial están destruidos (tres de ellos han sido preservados para reutilizarlos) y la desnuda plataforma de su altar aguarda la reconstrucción de la catedral”, dijo Jefferts Schori en una declaración dada a conocer el 8 de enero por la Oficina de Relaciones Públicas de la Iglesia Episcopal.

“Los terrenos de la catedral están animados, con una escuela primaria y secundaria que ahora tiene más niños que antes, una escuela de música que sigue preparando a coros e instrumentalistas de renombre internacional y una escuela técnica que se está levantando en el mismo sitio donde yacieron cadáveres durante días en las ruinas del edificio anterior que se desplomó” [agregó la Primada].

El 12 de enero de 2010, Haití sufrió un catastrófico terremoto de magnitud 7 que causó más de 300.000 muertes, dejó igual número de heridos y desplazó a más de millón y medio de personas, en lo que ha sido uno de los peores desastres naturales de la historia reciente. La Diócesis Episcopal de Haití, la mayor en número de fieles de las 109 diócesis de la Iglesia Episcopal, en cuestión de segundos perdió el 80 por ciento de su infraestructura en Puerto Príncipe y Léogâne, el epicentro del terremoto a menos de 30 kilómetros al oeste de la capital.

La obispa primada Katharine Jefferts Schori, el obispo de Haití Jean Zaché Duracin y Alexander Baumgarten, director del Departamento de Actividad Pública y Comunicación de la Misión de la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera, contemplan uno de los tres murales que se conservan de los 14 mundialmente famosos —que representaban relatos bíblicos, escenas religiosas y motivos haitianos— que alguna vez adornaron los muros de la catedral. Los murales que sobrevivieron se conservan en los terrenos de la catedral. Foto de Lynette Wilson/ENS.

La obispa primada Katharine Jefferts Schori, el obispo de Haití Jean Zaché Duracin y Alexander Baumgarten, director del Departamento de Actividad Pública y Comunicación de la Misión de la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera, contemplan uno de los tres murales que se conservan de los 14 mundialmente famosos —que representaban relatos bíblicos, escenas religiosas y motivos haitianos— que alguna vez adornaron los muros de la catedral. Los murales que sobrevivieron se conservan en los terrenos de la catedral. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Inmediatamente después del terremoto, gobiernos y organismos internacionales de socorro, se comprometieron a contribuir con miles de millones de dólares para ayudar a reconstruir la nación caribeña, considerada durante mucho tiempo la más pobre del Hemisferio Occidental.

“El 13 de enero de ese año, el mundo estuvo en Haití ayudándonos”, dijo el Rvdmo. Ogé Beauvoir, obispo sufragáneo de la Diócesis de Haití, en una declaración que conmemoraba el quinto aniversario del terremoto. “En marzo de 2010, estuve en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York viendo que todo el mundo se comprometía con unos 11.000 millones de dólares para ayudar a reconstruir Haití”.

El millón y medio de personas desplazadas buscaron albergue y ayuda humanitaria en 1.500 campamentos que se crearon después del terremoto. Y durante meses fue casi imposible para vehículos y peatones transitar por las calles de la capital, dijo Beauvoir.

Por el momento, los miembros de la catedral de La Trinidad se reúnen en un espacio temporal techado en los terrenos de la catedral. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Por el momento, los miembros de la catedral de La Trinidad se reúnen en un espacio temporal techado en los terrenos de la catedral. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Además del progreso visible en los terrenos de la catedral de La Trinidad, también puede apreciarse en la manera en que han limpiado los escombros de las calles, se han construido nuevos edificios gubernamentales y se han puesto en vigor nuevos códigos de construcción, y ya más del 90 por ciento de las personas que vivían en campamentos se han ido.

“El gobierno le ha dado ayuda a esas personas para que se mudaran a sus antiguos barrios, les ha ayudado a renovar sus viviendas y ha construido nuevos complejos de apartamentos para los demás. La zona del Campo de Marte [Champs-de-Mars] y otros lugares de Puerto Príncipe y Léogâne ya están libres de esos campamentos”, dijo Beauvoir. “El gobierno actual ha hecho muchísimos esfuerzos”.

Electo en 2011, el presidente Michel Martelly ha supervisado el grueso de la reconstrucción del país, aunque en los últimos meses las violentas protestas contra su gobierno y el llamado a elecciones legislativas y locales, demoradas durante mucho tiempo, han debilitado su papel.

El 12 de enero, el mismo día en que se cumplía el quinto aniversario del terremoto, el parlamento del país estaba a punto de disolverse y el presidente a gobernar por decreto si no se llegaba a un acuerdo.

Beauvoir integró recientemente una comisión de 11 miembros compuestas de ex funcionarios y líderes religiosos para ayudar a resolver el impasse político que ha atascado las elecciones desde 2011.

Siempre ha habido inestabilidad política en Haití, dijo Duracin, durante una entrevista con Episcopal News Servicie a mediados de diciembre en Haití, en la que hizo notar que muchos jóvenes se sienten abandonados por el gobierno.

Beauvoir reconoció la inestabilidad y las preocupaciones de los jóvenes en su declaración.

“En el quinto aniversario del terremoto, nuestro mayor reto es reconstruir a la persona haitiana en mente, espíritu y cuerpo. Debemos desarrollar un nuevo haitiano, una nueva haitiana, que proporcionen el nuevo liderazgo que exige llevar a Haití al siglo XXI”, afirmó.

Una pared exterior de la catedral de la Santa Trinidad que aún se mantiene en pie y que se integrará a la nueva catedral. Foto de Lynette Wilson/ENS

Una pared exterior de la catedral de la Santa Trinidad que aún se mantiene en pie y que se integrará a la nueva catedral. Foto de Lynette Wilson/ENS

La Obispa Primada hizo una visita histórica al norte de Haití a mediados de diciembre y predicó en la parroquia del Espíritu Santo en Cabo Haitiano, visitó la escuela parroquial y la cercana escuela técnica del Espíritu Santo, antes de dirigirse al sur para pasar un día en la capital. Fue su sexto viaje a Haití, siendo el primero en 2008.

Después del terremoto, la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera comenzó a recaudar dinero para reconstruir la catedral y su ministerio.

La Sociedad Misionera Nacional y Extranjera (DFMS por su sigla en inglés) es el nombre legal y canónico con que la Iglesia Episcopal está incorporada, realiza sus negocios y lleva a cabo la misión.

Ya se han aprobado los planos arquitectónicos y la catedral se construirá en tres fases, dijo Elizabeth Lowell, directora de la Oficina de Desarrollo de la DFMS, añadiendo que hasta ahora se han recaudado $2,5 millones para financiar la reconstrucción. El proyecto total se calcula que cueste entre $21 y $25 millones.

Además, muchas de las pequeñas escuelas rurales de fuera de la capital ya han sido reconstruidas, gran parte de las cuales con la ayuda de las 600 parroquias y entidades episcopales que han formado asociaciones haitianas, dijo Lowell.

Sin embargo, “desde el punto de vista de lo que hemos hecho, las necesidades aún son muy grandes y costosas”, añadió ella, citando un hospital episcopal que sigue afectado en Léogâne.

Desde 2012, la DFMS ha conducido siete peregrinaciones a Haití en un empeño por asociar a los episcopales en Estados Unidos con la reconstrucción de la Iglesia y del país, y ha trabajado con asociados locales para determinar sus necesidades.

La Diócesis de Haití incluye a 46 clérigos que atienden a más de 200 iglesias, 254 escuelas, dos hospitales y 13 clínicas.

El ochenta por ciento de los haitianos viven en la pobreza; el terremoto puso al descubierto las luchas diarias por la vida. Los campamentos, que les proporcionaron vivienda a personas desplazadas por el terremoto, también atrajeron a haitianos de las zonas rurales que buscaban ayuda de organizaciones internacionales de socorro y de gobiernos extranjeros comprometidos con la ayuda y los empeños de reconstrucción.

Finalmente, las organizaciones no gubernamentales y los donantes se dieron cuenta de que necesitaban invertir en desarrollo rural y urbano fuera de la capital para alentar a los haitianos a regresar a sus lugares de origen. Esa labor puede verse tanto en el Centro de San Bernabé para la Agricultura cerca de Cabo Haitiano, donde la diócesis está preparando a 54 estudiantes en labores agrícolas, como en la escuela técnica donde ofrece cursos de mecánica, plomería y electricidad.

Con más de 120 hectáreas de tierra fértil en una país donde la inseguridad alimentaria es común, San Bernabé ha atraído el apoyo de socios episcopales, de otras organizaciones, así como del gobierno y las universidades haitianas.

– Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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