Carta a la Iglesia Episcopal del Obispo Presidente, Presidente de la Cámara de DiputadosPublicado en enero 22, 2018 |
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El Obispo Presidente de la Iglesia Episcopal, Michael B. Curry, y el Presidente de la Cámara de Diputados, el Reverendo Gay Clark Jennings, han escrito la siguiente carta a la Iglesia Episcopal.
Enero 22, 2018
Querido pueblo de Dios en la Iglesia Episcopal:
En las últimas semanas, el convincente testimonio de mujeres que han sido acosadas sexualmente y agredidas por hombres poderosos ha hecho que nuestras mentes se vuelvan hacia un pasaje particularmente difícil de las Sagradas Escrituras: la historia de la violación de la hija del rey David, Tamar, por su medio hermano Amnón (2 Samuel 13: 1-22). Es un pasaje en el que una conspiración de hombres trama la explotación y violación de una joven. Ella es despojada del poder de hablar o actuar, su padre ignora el crimen y se lamenta el destino del violador, no de la víctima. Es una historia bíblica desprovista de justicia.
Durante más de dos décadas, las mujeres africanas de las comunidades marginadas han estudiado este pasaje de las Escrituras utilizando un método llamado estudio bíblico contextual para explorar y hablar sobre el trauma de la agresión sexual en sus propias vidas. Utilizando un manual publicado por Campaña Tamar, preguntan: "¿Qué puede hacer la Iglesia para romper el silencio contra la violencia de género?"
Es, como dicen los viejos predicadores, una pregunta convincente. A medida que nuestras sociedades se han visto obligadas a reconocer que las mujeres en todos los ámbitos de la vida han sufrido un trauma no expresado a manos de agresores y acosadores masculinos, nos hemos convencido de que la Iglesia Episcopal debe trabajar aún más duro para crear una iglesia que no sea simplemente segura , pero santo, humano y decente. Debemos comprometernos a tratar a cada persona como un hijo de Dios, merecedor de dignidad y respeto. También debemos comprometernos a terminar con el sexismo sistémico, la misoginia y el mal uso del poder que afectan a la iglesia al igual que corrompen nuestra cultura, instituciones y gobiernos.
Al igual que nuestros hermanos africanos en la fe, debemos crear contextos en los que las mujeres puedan hablar de su trauma no hablado, ya sea que sufran dentro de la iglesia o en otro lugar. Y debemos hacer más.
Nuestra iglesia debe examinar su historia y comprender mejor cómo ha manejado o manejado mal los casos de acoso sexual, explotación y abuso a lo largo de los años. Cuando los hechos lo exigen, debemos confesar y arrepentirnos de aquellos momentos en que la iglesia, sus ministros o sus miembros han sido antagónicos o no responden a las personas, mujeres, niños y hombres, que han sido explotados o abusados sexualmente. Y debemos reconocer que en nuestra iglesia y en nuestra cultura, la explotación sexual de las mujeres es parte del mismo sistema injusto que también causa brechas de género en el pago, la promoción, la salud y el empoderamiento.
Creemos que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en nuestro arrepentimiento colectivo. Y así, hoy, lo invitamos a unirse a nosotros en un Día de Oración del Miércoles de Ceniza en febrero 14 dedicado a meditar sobre las formas en que nosotros en la iglesia no hemos podido apoyar a las mujeres y otras víctimas de abuso y acoso y a considerar, Como parte de nuestras disciplinas cuaresmales, cómo podemos redoblar nuestro trabajo para ser comunidades de seguridad que se opongan a la violencia física y espiritual de la explotación y el abuso sexual.
Ninguno de nosotros profesa tener toda la sabiduría necesaria para cambiar la cultura de nuestra iglesia y la sociedad en la que ministra, y en la Convención General de este verano, queremos escuchar la voz de la iglesia en general mientras determinamos cómo proceder en tanto para expiar el pasado de la iglesia como para dar forma a un futuro más justo. Que podamos encontrar en nuestras deliberaciones oportunidades para escucharnos unos a otros, para ser honestos sobre nuestras propias fallas y quebraduras, y para discernir en oración las formas en que Dios nos está llamando a apoyar a Tamar en todos los lugares donde la encontramos, tanto dentro del Iglesia y más allá de nuestras puertas, que con demasiada frecuencia hemos utilizado para excluirla.
Fielmente,
El Reverendísimo Michael B. Curry El Reverendísimo Gay Clark Jennings
Obispo Presidente Presidente, Cámara de Diputados
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