Oraciones por Orlando: Declaración del obispo del sureste de Florida

Publicado en junio 15, 2016

Cuando se conoció por primera vez la madrugada del domingo sobre la matanza sin sentido de personas inocentes en un club nocturno gay en Orlando, ninguno de nosotros podría haber imaginado el alcance total del horror que se ha revelado desde entonces. Cuarenta y nueve vidas arrebatadas innecesariamente y más de cincuenta heridas por un individuo cuyos motivos aún no están claros, pero cuyas acciones ahora parecen indicar una violencia dirigida hacia personas LGBT, muchas de las cuales también eran latinas. Las imágenes de dolor, conmoción y horror permanecerán con nosotros durante mucho tiempo mientras familias y comunidades enteras luchan por comprender la tragedia que tan cruelmente ha trastornado sus vidas. Como personas de fe, lloramos con aquellos que han perdido a sus seres queridos y nos comprometemos a buscar oportunidades para superar el mal y el odio que perpetuaron tal tragedia.

En este momento, el obispo, el clero y la gente de la Diócesis del Sureste de Florida “lloran con los que lloran y lloran con los que lloran” en nuestra Diócesis hermana de Florida Central. Mantenemos en nuestras oraciones a los muertos, a aquellos cuyas vidas aún están en juego, a los que se recuperan de sus heridas, a sus familias, amigos y comunidades, al igual que a los socorristas, el personal médico y las agencias de aplicación de la ley que ahora trabajan para brindar respuestas nuestras preguntas.

Unidos en el dolor, unidos en el amor y la compasión, y fortalecidos en la resolución, nos solidarizamos con nuestras hermanas y hermanos, particularmente con aquellos en la comunidad LGBT, quienes continúan enfrentando violencia, prejuicios e intolerancia. También reconocemos el dolor y la presión con que viven nuestros fieles conciudadanos musulmanes y que también condenan este y todos los actos de violencia llevados a cabo en nombre de su antigua y venerable tradición abrahámica. Permanecemos firmes en nuestra convicción de que el amor eterno de Dios abraza a todas las personas. Es este amor divino el que nos cuida en la pérdida y el dolor, nos sostiene en el dolor y no permitirá que nos abrumemos ante el mal.

Confiados en nuestra fe en el Dios vivo, nos sentimos animados a continuar orando y trabajando juntos por una sociedad más justa en la que defendamos y respetemos la dignidad de todas las personas, en la que nadie tendrá motivos para vivir con miedo, y en cual violencia no existirá más.

+ Peter Eaton
Obispo del sudeste de Florida


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