[Diócesis de Florida] Al reflexionar sobre la tragedia de decenas de asesinados y aún más heridos el domingo en Orlando, recordamos cómo fue que “Jesús lloró” por la muerte de su amigo Lázaro.

Hoy lloramos por estas horribles muertes que afligen nuestros corazones incluso cuando afligen el corazón de nuestro Salvador.

Entonces, en medio de las cosas que no podemos entender, caemos de rodillas en oración.

Oramos por el descanso de las almas de los difuntos.
Oramos por los heridos y por su curación.
Oramos por los que lloran.
Oramos por aquellos cuyos corazones están tan endurecidos por el odio y la ira que cometerían semejante atrocidad. Que lleguen a conocer a Dios y el poder de su amor.
Oramos por Orlando y por nuestra nación.
Oramos porque sabemos que la oración tiene poder, en última instancia más fuerte que cualquiera de las fuerzas oscuras enviadas contra nosotros o entre nosotros.

Únase a mí mientras oramos en las palabras de San Francisco:
Señor, haznos instrumentos de tu paz.
Donde hay odio, sembremos amor;
Donde haya dolor, perdón; donde hay discordia, unión;
donde hay duda, fe; donde hay desesperación, esperanza;
donde hay oscuridad, luz; Dónde hay tristeza, alegría.
Concede que no busquemos tanto consolarnos como consolar;
ser entendido como entender; ser amado como amar
Pues es al dar que recibimos; es al perdonar que somos perdonados;
y es al morir que nacemos para la vida eterna. Amén.

Fielmente,
El Rt. Rev. Samuel Johnson Howard