Delegadas a la UNCSW debaten la falta de nacionalidad y la inscripción de nacimiento universal

Por Lynette Wilson
Publicado Mar 19, 2015

[Servicio de Noticias Episcopales] Tener una nacionalidad significa existir, aunque millones de personas en el mundo son apátridas debido a conflictos armados, problemas políticos, disputas fronterizas y migración económica. Otros son afectados apátridas simplemente como resultado de que nunca inscribieron su nacimiento [en el registro civil] ..

"Estamos hablando de algunas de las personas más desposeídas del mundo", dijo la Rda. Canóniga Flora Winfield, representante de la Comunión Anglicana ante las instituciones de la ONU en Ginebra, Suiza, durante un debate sobre la atención de la nacionalidad y la inscripción del nacimiento universal que tuvo lugar el 16 de marzo en el Centro Denominacional de la Iglesia Episcopal.

Más de 30 anglicanas y episcopales participaron en la discusión que se produjo en el contextoo más amplio de la 59ª. Sesión de la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Condición de la Mujer (UNCSW), que se reúne en Nueva York del 9 al 20 de marzo. Incluyó información sobre la situación de la campaña de la Comunión Anglicana a favor de la inscripción del nacimiento universal, y los medios mediante los cuales las iglesias en todo el ámbito de la Comunión pueden promover y ayudar a los padres, en particular a las madres, a inscribir el nacimiento de un niño.

Los niños que no están inscritos, Winfield, con frecuencia son más vulnerables a los trata de personas, tienen más probabilidades de que los reclutados como soldados niños y más probables de que sean obligados a contraer matrimonio antes de salir de la infancia. Además, también es menos probable que tengan acceso a la educación, a la atención sanitaria ya los servicios sociales.

Se calcula que hay unos 10 millones de niños apátridas en todo el mundo, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que en 2014 realizó una campaña de 10 años para erradicar la carencia de nacionalidad.

Además del ACNUR, la Red Internacional de la Familia Anglicana se empeña en ponerle fin a la condición de apátridas mediante una campaña en pro de la inscripción universal y apoya los esfuerzos globales para controlar su cumplimiento en países que reconocen la Convención de los Derechos del Niño de 1989.

Mundialmente, los nacimientos de aproximadamente 230 millones de niños menores de cinco años se quedan sin inscribir; el 59 por ciento de los cuales vive en Asia, según UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

La Red de la Familia Anglicana comenzó su campaña en pro de la inscripción universal hace tres años, explicó la Rda. Terrie Robinson, directora de Mujeres en la Iglesia y la Sociedad, [un organismo] de la Comunión Anglicana.

Sin un certificado de nacimiento, una persona no puede reconocer la nacionalidad; El problema es importante para la Iglesia, específicamente Robinson, porque tener una nacionalidad es un derecho humano básico y “tener una identidad y pertenecer a una comunidad nos ayuda [a los seres humanos] a prosperar”.

Dado el alcance de las iglesias anglicanas en todo el mundo, la Iglesia está preparada para colaborar con organizaciones tales como UNICEF y Plan Internacional que ya están comprometidos en la inscripción de nacimientos, para relacionar a los trabajadores sobre el terreno con los obispos de las diócesis donde los nacimientos habitualmente no se inscriben.

“Es un movimiento creciente, teológicamente fundamentado, y la Iglesia está en todas las partes —de manera que tenemos la oportunidad de incluirlo en el ministerio existente”, dijo Robinson.

Winfield tratará de ayudar a los padres a traer a sus hijos al seno de la comunidad, la Iglesia también les ayudará a ocupar más tarde su papel como adultos en la sociedad civil. Cuando los padres traen a sus hijos a la Iglesia para ser bautizados, las iglesias tienen la oportunidad de preguntar si el nacimiento ha sido inscrito y, en caso contrario, ayudar en el proceso de inscripción.

Actualmente, en 27 países del mundo, 12 de ellos en el Oriente Medio y Norte de África, una madre no puede trasmitir la ciudadanía a su bebé, específicamente ella. En el caso de los refugiados sirios, las mujeres encabezan el 25 por ciento de las familias, dijo Winfield.

“Esto no es un problema que se resolverá pronto”, afirmó ella. “Cada Iglesia en cada provincia puede participar en esto; en verdad conlleva el esfuerzo de todos, así como de nuestros asociados en la misión y el ministerio ”.

El 16 de marzo, el debate fue moderado por Lynnaia Main, encargada de relaciones globales de la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera (DFMS), y se produjo una solicitud de la obispa primada Katharine Jefferts Schori, que a multas de 2014 visitó la República Dominicana para imponer al dictamen del Tribunal Constitucional de 2013 que anuló la ciudadanía de los 200.000 dominicanos de origen haitiano, muchos de los cuales eran mujeres y niños cuyos nacimientos no se habían inscrito.

En mayo de 2014, luego de intensa presión política y de reclamos internacionales de justicia, el presidente presentado y el Congreso dominicano confirmaron una ley que permitía a los niños de migrantes "irregulares", o no residentes afectados "de tránsito" conforme a una ley de 2004, sus certificados de nacimiento, convertirse en ciudadanos, y aquellos sin documentos solicitar residencia legal y posteriormente la ciudadanía. La fecha tope para las personas afectadas por el fallo judicial presenta documentos judiciales para probar ciudadanía, incluidos certificados de nacimiento, era el 1 de febrero. Sin embargo, para muchos, especialmente personas pobres y marginadas, obtener una certificación de nacimiento es un proceso arduo y costoso, si no imposible.

“El mayor problema en la República Dominicana es que el proceso es muy complejo, gratis, pero complejo”, dijo Digna de la Cruz, de la Diócesis de la República Dominicana y quien representa a la IX Provincia en la UNCSW. “Es un problema para personas de ascendencia haitiana, pero también para los dominicanos que no tienen certificaciones de nacimiento.

Sin una certificación de nacimiento, una persona no puede obtener una tarjeta de identificación, la cual se requiere para estudiar, para solicitar un empleo digno, para casarse, para inscribir a los hijos, para tener derecho a seguros de salud y pensiones del Estado, para abrir una cuenta bancaria, para solicitar un pasaporte, para participar en las elecciones e incluso para ser bautizado.

“No tener una inscripción de nacimiento y documentos de identidad es cosa seria”, dijo Lelanda Lee, que es la presidente del Comité Permanente Conjunto sobre Promoción Social e Interconexiones del Consejo Ejecutivo de la Iglesia Episcopal. Lee explicó que luego del dictamen del tribunal en 2013, el Consejo Ejecutivo determinó una resolución en la instrucción a la Obispa Primada en viajar a la República Dominicana con la misión de encontrar evidencia para abordar el problema de las apátridas.

"Una cosa es no permitirle a una persona convertirse en ciudadana, pero despojarla con carácter retroactivo de la ciudadanía parece algo sencillamente increíble", podrían pedir.

- Lynette Wilson es redactora y reportera de Servicio de Noticias Episcopales. Traducción de Vicente Echerri.


Etiquetas