El Seminario del Sudoeste facilita el camino a la capellanía militar

Por Amy Sowder
Posted Oct 16, 2017

El Rdo. Nathan Ferrel, capellán de la reserva en la Armada de EE.UU. fue nombrado el 23 de abril de 2017. Foto de la Oficina del Obispo para las Fuerzas Armadas y los Ministerios Federales.

[Episcopal News Service] Joshua Woods sintió su primer llamado mientras ministraba a los pacientes en fase terminal en Fort Walton Beach, Florida.

Muchos pacientes eran veteranos de las Fuerzas Armadas y sus cónyuges. Mientras les administraba atención pastoral,  Woods, un capellán laico, se enteraba del impacto que habían tenido en sus vidas los capellanes militares.

Fue entonces que Woods, que ahora tiene 34 años, se persuadió de que quería convertirse en capellán militar. Tal capellán es un miembro del clero que le ofrece orientación espiritual, consejería y servicios religiosos a una institución diferente a una parroquia, tal como puede ser una prisión, una universidad, un hospital o una rama de las fuerzas armadas.

Pero el proceso para convertirse en capellán militar es particularmente arduo. Woods no conocía de ningún seminario que tuvieran una especialidad en capellanía militar, existen tantos requisitos, lo mismo de parte de la Iglesia como de las fuerzas armadas, que puede resultar un camino a seguir tedioso y frustrante.

“Una de las razones por las cuales resultaba un camino largo y tortuoso para mí era porque lo estaba haciendo sin orientación”, dijo Woods, aunque él sí obtuvo ayuda del Rdo. Dave Scheider, capellán del Ejército durante 25 años y actualmente jubilado, que era profesor del Seminario del Sudoeste en Austin, Texas.

Woods cursa ahora su cuarto año [de licenciatura en Teología] en ese seminario episcopal, pero  a los que vengan tras él debe resultarles más fácil. El 12 de septiembre, el Seminario del Sudoeste anunció que iniciaba una especialización en capellanía militar para su maestría en teología. Esa es la primera de este tipo entre los seminarios episcopales.

El seminario no creó esta especialización de la nada, dijo Eric Scott, director de comunicaciones y mercadeo del seminario. Durante 15 años, el Seminario del Sudoeste ha sido el único seminario episcopal que ofrece un diploma de maestría acreditado en salud mental para estudiantes que han de graduarse de consejeros profesionales, explicó Scott. Es un diploma clínico, completamente separado del mundo religioso.

El contraalmirante retirado Don Muchow (izquierda) y dos reclutadores militares durante el evento del 12 de septiembre en que se dio a conocer la nueva especialización en capellanía militar en el Seminario del Sudoeste en Austin, Texas. Foto del Seminario del Sudoeste.

“Debido a estas clases de consejería, y porque gran parte de lo que los capellanes militares hacen en la práctica es atención de la salud mental, el lado pastoral, podemos ofrecer algunas clases electivas de esos temas específicos, tales como estas clases de consejería, para tratar el síndrome postraumático, la adicción y la recuperación —todas las cosas que sabemos que tienen que enfrentar los soldados”, dijo Scott.

Los seminaristas que siguen la vía de la capellanía militar, tomarán los mismos cursos obligatorios de sus compañeros que hacen la maestría en teología, en tanto aprovechan sus cursos electivos para la especialización.

También ayuda que el seminario se encuentra a menos de 160 kilómetros de tres de las mayores bases militares del país, donde los seminaristas pueden hacer las prácticas obligatorias en parroquias cercanas que apoyen a las fuerzas armadas y sus familias: Fort Hood, del Ejército de EE.UU. en Kileen, y las bases Lackland y Randolph  de la Fuerza Aérea.

El Rvdmo. Carl Wright, obispo sufragáneo para las Fuerzas Armadas y los Ministerios Federales, visitó el campus de Austin cuando se anunció formalmente el programa. Él brinda supervisión eclesiástica a 130 capellanes militares episcopales que se encuentran en la nómina federal y le encantaría duplicar esa cifra si hubiera suficientes sacerdotes adiestrados y llamados a ese ministerio. Él ve el crecimiento de ministerios especializados como una tendencia en la Iglesia Episcopal.

“La especialización militar de la Maestría en Teología es una innovación, y es la onda del futuro en nuestra Iglesia, porque siempre hemos sabido que todo el mundo no siente el llamado específicamente al ministerio parroquial”, dijo Wright, en recuerdo de su visita. Él encomia al Seminario del Sudoeste “no sólo por el reconocimiento de otros llamados, sino también por crear una vía para que nosotros los procuremos”.

La Rda. Hope Benko, directora de reclutamiento, y el Rvdmo. Carl Wright, obispo sufragáneo para las Fuerzas Armadas y los Ministerios Federales, asistieron el 12 de septiembre al evento inaugural en el Seminario del Sudoeste. Foto del Seminario del Sudoeste.

Estos seminaristas recibirán adiestramiento en prevención de suicidios, consejería de matrimonio y relaciones y ministrarán a los soldados con síndrome del estrés postraumático, problemas de adicción y otros tipos de crisis. El diploma también conlleva trabajo práctico en los hospitales de veteranos y otras instalaciones médicas.

Hay escasez de capellanes episcopales en las fuerzas armadas, donde aquellos que no responden a creencias más conservadores se encuentran necesitados de orientación y consejería espirituales, dijo Scheider. Él supervisa tres de los programas graduados del seminario concebidos para laicos y clérigos en consejería, capellanía y formación espiritual. Scheider supervisará a los estudiantes de capellanía militar.

“La competencia para ministrar a todo el mundo, en unidades que abarcan todo el espectro político y teológico, exige mucho. Es realmente difícil de hacer, y eso es lo que deseamos que se preparen para hacer”,  afirmó Scheider.

Él quiere capellanes que entren en las fuerzas armadas equipados para dominar la cultura y las presiones políticas, tales como poder aconsejar a los jóvenes soldados, con frecuencia provenientes de las minorías, que se incorporan a los grados inferiores para salir de la pobreza. Los capellanes también deben ganarse el respeto de los oficiales de alto rango que tienden a ser más conservadores, dijo Scheider.

Hay un aumento de las minorías sexuales en las fuerzas armadas, pero un decremento en el número de capellanes de denominaciones que son más tolerantes con sus creencias y estilos de vida, siguió diciendo. Durante la semana en que los capellanes no están dirigiendo oficios religiosos, aconsejan a personas que atraviesan por serios problemas y, si bien ellos no son oficialmente consejeros de salud mental, podrían ser los miembros más valiosos de la unidad.

El Rdo. Dave Scheider, el Rvdmo. Carl Wright y el Rdo. David Peters, un ex alumno del Seminario del Sudoeste y capellán del Ejército de EE.UU., asistieron al evento del anuncio el 12 de septiembre en el seminario. Foto del Seminario del Sudoeste.

“Todo lo que tienen que hacer es dirigirse a un capellán y decirle: ‘hola, dispone usted de un minuto’”, dijo Scheider, y el soldado puede esperar completa confidencialidad, incluso si hubiera un intento de suicidio. Los capellanes se consideran clérigos, no profesionales de la salud, y por tanto no están sujetos a las mismas excepciones a lo dictaminado por la Ley [federal] de Transferencia y Responsabilidad de Seguro Médico (HIPPA, por su sigla en inglés) como tampoco a las excepciones estatales, que exigen o permiten revelar serias e inminentes ideas de los pacientes de atentar contra sí mismos. Estas reglas, requisitos y excepciones, junto con la responsabilidad que conllevan, pueden ser complicadas, pero el objetivo es resguardar a la persona que busca ayuda, y brindar la suficiente confianza para lograrlo.

“Los capellanes son en extremo prudentes para que los soldados sencillamente abran su corazón y no experimenten ningún resultado negativo [por ello]”, apuntó Scheider.

En esta última década de servicio militar activo, Scheider se especializó en ayudar a parejas que habían tenido relaciones extramaritales, una porción de los cuales se casaban jóvenes para salir de los dormitorios militares y recibir beneficios. Él obtuvo diplomas adicionales de consejería y una licencia en terapia matrimonial y de familia para realizar mejor esa tarea.

“Todas las parejas deben tener ese nivel de apoyo y no verse discriminadas, y nosotros somos una de las pocas denominaciones que alentamos a nuestros capellanes a ofrecer ese tipo de apoyo a parejas del mismo sexo”, dijo él.

Sobre todo, Scheider y Woods coincidieron en que un capellán militar debe ser primero sacerdote y en segundo lugar militar. Es por eso que es tan importante una base firme en el seminario.

Hasta ahora, no ha habido ninguna ruta específica dentro de un seminario episcopal para estudiantes que quieran prepararse para llegar a ser capellanes militares en lugar de servir en una parroquia. La Iglesia Episcopal sí tiene un programa para seminaristas que aspiren a convertirse en “candidatos a capellanes”. Entran en las reserva para adiestrase durante sus vacaciones de verano entre el tercer y cuarto años del seminario. Esos candidatos a capellanes continúan adiestrándose y ejercitándose como reservistas hasta que terminan su período obligatorio de experiencia parroquial (hasta dos años), según la Rda. Leslie Núñez Steffensen, canóniga del Obispo de las Fuerzas Armadas y Ministerios Federales.

Los seminaristas o clérigos interesados deben entrar en el proceso de reclutamiento de capellanes militares de EE.UU. y, en un determinado momento, recibir el llamado respaldo eclesiástico de su denominación.

El Rdo. Todd Delaney, capellán de las Fuerzas Armadas de EE UU, desempeñando sus deberes no importa donde esté destacado. Foto de la Oficina del Obispo para las Fuerzas Armadas y los Ministerios Federales.

Algunas personas estuvieron primero en las fuerzas armadas, y luego se fueron para ser ordenadas y hacer su adiestramiento de capellanía en un seminario. Otros se hicieron primero sacerdotes, y después ingresaron en las fuerzas armadas. El Ejército de EE.UU., por ejemplo, resalta tres de los principales requisitos: recibir un respaldo eclesiástico, obtener una licenciatura y ser un estudiante graduado de curso regular en un seminario o escuela de teología.

En el caso de Woods, él tuvo que descubrir primero que quería ser episcopal. Anteriormente, había trabajado como capellán laico y pastor auxiliar en una iglesia no denominacional.  Antes de eso, había obtenido una maestría en estudios teológicos de la Universidad de Vanderbilt, y eso fue conforme a la doctrina de la Iglesia de su infancia, las Asambleas de Dios. Pero, en la medida en que maduraba, Woods fue encontrando restrictiva esa denominación, y le encanta la apertura al cuestionamiento y el carácter inclusivo de la Iglesia Episcopal.

Se convenció, en su primera visita a una iglesia episcopal —San Simón del Canal [St. Simon’s on the Sound] en Fort Walton Beach—, cuando vio, en el estacionamiento, durante la elección presidencial de Obama-Romney, casi igual número de pegatinas de parachoques republicanas y demócratas.

Los capellanes deben sentirse cómodos con la diversidad y el multiculturalismo para hacer un buen trabajo en las fuerzas armadas, dijo Scheider. Esa misma clase de acogida, de espíritu de aceptación, es lo primero que atrajo a Woods a la Iglesia Episcopal, y porque los militares necesitan más capellanes episcopales con una base firme en ambos mundos, afirman él y Woods.

“En las fuerzas armadas, serás sacerdote o pastor para algunos, pero serás capellán para todos”, dijo Woods. “Todos los que atiendo no serán episcopales. Necesitaré  un juego de herramientas diferente para atender a todas las otras personas con diferentes tipos de creencias”.

— Amy Sowder es corresponsal especial de Episcopal News Service y escritora y redactora independiente radicada en Brooklyn, NY. Pueden dirigirse a ella en amysowderepiscopalnews@gmail.com. David Paulsen, redactor y reportero de Episcopal News Service, colaboró en este artículo. Pueden dirigirse a él en dpaulsen@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri.


Tags