En las marchas de las mujeres: ‘la Iglesia Episcopal está aquí’ y ‘le preocupa esto’

Por Pat McCaughan
Posted Jan 23, 2017

Los episcopales de Minnesota hicieron acto de presencia en la manifestación de mujeres del 21 de enero frente al capitolio estatal de San Pablo, una de las aproximadamente 600 “marchas hermanas” que se hicieron en todo el mundo. Foto de LeeAnne Watkins

[Episcopal News Service] Portando pancartas que decían “La Iglesia Episcopal está aquí” y “A la Iglesia Episcopal le preocupa esto”, la Rda. LeeAnne Watkins y otros episcopales de Minnesota se unieron a los millares de manifestantes en San Pablo el 21 de enero, poniendo en marcha un movimiento en “un día miserable de charcos y hielo”.

Un día después, Watkins ya estaba atendiendo el llamado del movimiento de la Marcha de las Mujeres a la acción local posterior. Con ayuda de un coordinador profesional y de una compañía de teatro, la iglesia episcopal de Santa María [St. Mary’s Episcopal Church] en San Pablo auspiciaba un foro intergeneracional el 22 de enero que incluía una representación destinada a que los “mayores enseñaran a los jóvenes lo que significa respetar a las mujeres”, dijo Watkins, de 50 años, que lleva 18 de rectora.

Como en cualquier otro lugar, el número de los manifestantes excedieron las expectativas. En San Pablo, por ejemplo, Watkins dijo que, si bien los organizadores habían contemplado la participación de unas 20.000 personas, la policía calculó la asistencia en alrededor de 100.000.

“Fue alegre y pacífico y divertido”, dijo ella. “Hubo abrazos cuando la gente se reconocía. Había grupos de centros de trabajo y montones de jóvenes y personas en sillas de ruedas.

“Yo fui porque se trataba de manifestarse a favor de las mujeres…de los derechos de las mujeres y las niñas, acerca de la libertad reproductiva, respecto a los inmigrantes en nuestro estado, acerca de la dignidad de todas las personas. No fue una marcha en contra [de algo]. Fue una marcha en pro de todos los valores que sostengo y que están conformados por mi fe”.

Ella añadió que: “dondequiera que fuimos, la gente nos salía al encuentro y nos decía ‘me alegra que la Iglesia Episcopal esté aquí. Cuénteme de la Iglesia Episcopal’. Ser una presencia episcopal allí fue realmente importante para nosotros”.

La Rda. Sarah Quinney dirige a los miembros de la Iglesia, entre ellos a la Rda. Anne Smith (a la izquierda) y a Myles Clarke (a la derecha) en una oración por la paz antes de comenzar la Marcha de las Mujeres en Sacramento, California. Foto de Paula Schaap.

Desde Nueva York a Sacramento pasando por Washington D.C., los episcopales se unieron a las entusiastas manifestaciones. Los organizadores dijeron que unas 600 “marchas hermanas” atrajeron montones de participantes en todo el mundo. Se calcula que más de un millón de mujeres, hombres y niños, algunos llevando gorros rosados tejidos con orejas de gato —el símbolo extraoficial de la marcha— ocuparon las calles de la capital de la nación y en muchos otras ciudades, cantando coreando consignas y portando mensajes de esperanza y de paz.

Nota de la redacción: Un álbum de fotos de las marchas en Estados Unidos puede verse aquí.

La iglesia episcopal de La Trinidad en Wall Street [Trinity Wall Street], Nueva York, envió a la capital de la nación dos autobuses llenos de “gente de todas las edades, niños, adolescentes, adultos… era asombroso, mucha más gente de lo que cualquiera habría esperado. Fue sencillamente tremendo y el espíritu fue amable y entusiasta y realmente deseoso de relacionarse con otras personas”, dijo Ruth Frey, principal encargada del programa de justicia social y reconciliación de La Trinidad.

Frey expresó que participar de la marcha era importante para ella, tanto desde el punto de vista profesional como personal. “Hablé con bastantes personas para saber que ha sido una temporada deprimente”, dijo ella a ENS. “Pero este fue un momento de esperanza y de luz en esa temporada deprimente, y hubo allí personas de todo tipo, que se ocuparon de una variedad de distintos asuntos. Pero todos sentimos de alguna manera que el gobierno que acababa de entrar no está dispuesto a proteger y promover los derechos de todos”.

Personalmente, dijo ella, la marcha conduce directamente a la promesa del Pacto Bautismal de “trabajar por la justicia y por la paz y respetar la dignidad de todo ser humano. Ese lenguaje ha estado muy lejos de la retórica que nuestro nuevo presidente ha estado usando”.

El tamaño masivo de la multitud le impidió a ella acercarse a la tribuna para escuchar a destacados oradores, que iban desde la notable feminista Gloria Steinem al cineasta Michael Moore, las actrices America Ferrera y Ashley Judd, y las cantantes Madonna y Alicia Keys, así como las senadoras demócratas Tammy Duckworth (Illinois), Kamala Harris (California) y la representante federal Maxine Waters del 43er. distrito congresional de California.

Pero Frey dijo que eso no tenía importancia. Lo que importaba era el momento, el movimiento, la presencia del Espíritu, los mensajes coreados por la multitud, entre ellos: “La democracia es como esto” y “somos el voto popular” y “Necesitamos un líder, no un pavoroso [usuario de] Twitter”.

El Muy Rdo. Michael T. Sniffen, deán de la catedral de la Encarnación [Cathedral of the Incarnation] de la Diócesis de Long Island, hablando vía telefónica mientras desfilaba a lo largo de la avenida Pensilvania, acercándose a la Casa Blanca, dijo: hay una apasionado sentido de estar aquí para demostrar los valores democráticos que rogamos que perduren en esta nación”.

Sniffen, cuyo grupo de la catedral viajó a Washington con el de La Trinidad de Wall Street, dijo que él se había encontrado con manifestantes de otras tradiciones religiosas.

“Es maravilloso encontrarse con personas que están trabajando a favor de la justicia para todos y de respeto por la dignidad de todo ser humano”, afirmó. “Es un día maravilloso para la Iglesia, ver a tanta gente reunida aquí, recordándonos que todos las libertades que disfrutamos y que Dios nos ha dado sólo nos pertenecen cuando luchamos por ellas.

“Por la gracia de Dios, tendremos la pasión y el coraje y la energía de proseguir esta lucha”.

Mujeres sacerdotes episcopales sostienen una pancarta durante la Marcha de las Mujeres el 21 de enero en Washington. La Rda. Lura M. Kaval, segunda de derecha a izquierda, diseñó el logo. Entre algunas de las otras sacerdotes que concurrieron pueden verse a la Rda. K. Jeanne Person, la segunda de izquierda a derecha seguida por la Rda. Deborah Dresser y la Rda. Alison Quin, en la extrema derecha. Foto del programa de K. Jeanne Person en Facebook.

Spencer Cantrell, de 28 años, reside en Silver Spring, Maryland, y asiste a la parroquia episcopal de Santo Tomás [St. Thomas Parish Episcopal Church] Dupont Circle, en Washington, D.C., y trabaja con supervivientes de violencia doméstica. Ella definió la marcha como “un momento conmovedor” y dijo que era importante estar allí “para que nuestras voces se escuchen”.

“Se corre la voz de que Trump podría quitar alguna financiación [para combatir] la violencia contra las mujeres, o para las artes, y ya está haciendo cambios en la atención sanitaria”, dijo ella.

“Trabajo con los supervivientes de la violencia y es importante hacerles saber que los apoyamos y que seguiremos llegando a nuestros representantes y haciéndoles saber nuestro sentir”. Es importante también, dijo ella, mantenerse conectados con la Red Episcopal de Política Pública y con la Oficina de Relaciones Gubernamentales de la Iglesia Episcopal.

Michelle Cox, miembro de la iglesia de La Trinidad [Trinity Church] en Nueva Orleáns, dijo que ella estaba acostumbrada a las multitudes del Martes de Carnaval, pero que se sentía sorprendida por la energía positiva y la muestra de apoyo y de simpatía hacia los extraños del masivo número de personas que fluyó hacia la capital de la nación.

Ella también se mostró impresionada de escuchar a Gloria Steinem e incluso a Madonna, cuyo lenguaje salaz provocó disculpas de varios medios que estaban reportando la marcha.

“Fue sencillamente fantástico”, dijo Cox, madre y ama de casa con dos hijas, de 9 y 12 años. “No recuerdo la última vez que tuve un día en que no encontrara alguna forma de negatividad. Allí no hubo ninguna; fue notable”.

Cox calificó el lenguaje de Madonna de “desafortunado”, pero añadió, “creo que fue su recurso efectista. Ella tenía que encontrar una manera de escandalizar y escogió el lenguaje. No obstante, fue estupendo tenerla allí”.

Lianne Thompson, guardiana mayor de la iglesia episcopal de Santa Catalina, en Nehalem, Oregón, sostiene la bandera de la Iglesia Episcopal mientras se prepara para desfilar por Astoria, Oregón. Foto de Ann Fontaine vía Facebook.

Una oradora en particular, Sophie Cruz, joven activista de los derechos de los inmigrantes, le sacó las lágrimas. “Ella habló acerca de juntarnos y de la apertura del mundo y del amor, y fue exactamente un mensaje absoluto de amor. En verdad de la boca de los niños”.

Cox dijo que ella se había unido a la marcha porque “no recuerdo unas elecciones donde me sintiera tan descontenta con lo que pensaba que iba a suceder y lo que realmente sucedió y que en verdad me afectó, y también a mis buenos amigos.

“Sentimos que las mujeres en particular quedaron excluidas de la manera en que tuvieron lugar las elecciones. Las mujeres estaban siendo muy denigradas y me resultó sorprendente que mi país eligiera a alguien que yo encontraba tan en contradicción con la manera en que creo que debemos respetar a todas las personas. Buscaba una forma de enfrentarme con eso”.

Ella espera seguir a los organizadores de “Diez cosas que hacer en los primeros cien días” después de la marcha, como enviar tarjetas de prensa a líderes del Congreso.

Pero añadió que “es el momento de tener conversaciones con la gente y no temer a hablar de política en tu vida diaria. Debemos cerciorarnos que escuchamos a muchísima gente y que hablamos con muchísima gente y ese va a ser nuestro punto de partida”.

Su grupo llevaba gorros púrpura, dijo ella, porque el púrpura es una mezcla del rojo y del azul. “No puedes avanzar si eres sólo roja o azul. Tenemos que unirnos y ese fin es el verdadero espíritu de la jornada”.

Sarah Steffner, de 44 años, vive en Chattanooga, Tennessee, pero voló a Washington, D.C., con algunos amigos y se encontró con otros en la marcha, la mayoría ex alumnos de Sewanee, la Universidad del Sur.

Ella se sumó a los manifestantes por “la obvia actitud de irrespeto de nuestro presidente, y las palabras que utiliza para calificar a las mujeres. Ella espera que será en definitiva una lección para sus hijos, de 8 y 11 años, respecto a cómo tratar a otras personas que son diferentes de uno o cuyas necesidades difieren de las de uno. “Era importante para mí mostrarles a mis hijos que existe un límite… y que estas no son cosas que nadie está bien que diga, incluso si es el presidente electo de Estados Unidos”.

La marcha también fue un lugar para establecer conexiones, dijo Steffner. Ella recordaba haberse puesto en contacto con la oficina de su senador para abogar por el control de las armas de fuego “y la mujer que respondió al teléfono en verdad se rió de mí.

“Me sentí personalmente tan desalentada de que mis representantes a nivel estatal y federal no les importe”, dijo. “Pero, lo que esto (la marcha) me demuestra es que no puedo dejar que ese sentimiento se imponga.

Victoria Lynn Garvey, líder laica de la Diócesis de Chicago y ex miembro del Consejo Ejecutivo de la Iglesia Episcopal se prepara a participar en la manifestación en el centro de Chicago. Foto de Shawn Shreiner vía Facebook

“Tengo que seguir expresando mis creencias y manteniéndome activa y participando en protestas y personándome en defensa de cosas y diciendo que sé que vivo en un estado donde el 70 por ciento de la gente no concuerda conmigo, pero eso no me convierte en una inútil”.

En Chicago, Antoinette Daniels, feligresa de la iglesia de San Pablo y el Redentor [St. Paul and the Redeemer] dijo que la esperada asistencia de 50.000 a la marcha aumentó hasta las 250.000, y que, en lugar de desfilar, los participantes celebraron una concentración en el lugar.

“Participe en la marcha por decoro, respeto y cortesía entre seres humanos”, comentó Daniels en un blog. “Creo que nos hemos alejado de esos valores desde el pasado diciembre”.

En Sacramento, California, los manifestantes corearon: “El amor, no el odio, es lo que hace grande a [Estados Unidos de] América” y la Rda. Betsey Monnot, co-rectora de la iglesia episcopal de Todos los Santos [All Saints Episcopal Church] dijo que la marcha fue para mostrar “el poder de la comunidad”.

“Hay personas aquí que están ejerciendo el derecho que les da la Primera Enmienda para decir que no están contentos con el rumbo que parecen tomar las cosas, y quiero que la Iglesia Episcopal sea parte de ello”.

Los carteles de algunos manifestantes decían “El amor vence al odio” [Loves Trumps Hate haciendo un juego de palabras con el apellido del presidente] y “Hagan a América generosa otra vez”. La Rda. Anne Clarke sostenía un cartel pintado a mano que decía: “Practica la justicia, ama la misericordia y humíllate ante tu Dios —Miqueas 6:8”.

Steffner, de Chattanooga, dijo que asistir a la marcha la había llevado, tal como sugerían los organizadores, a volcar su entusiasmo en las oportunidades locales. Ella se propone unirse a la Unión Americana de Libertades Civiles para abogar a favor de leyes que regulen el uso de las armas de fuego.

“Una de las grandes cosas que he aprendido de esto es lo que significa una respuesta rápida”, dijo ella. “Cuando uno se entera de un proyecto de ley no dispone de seis meses para llamar y hacer una declaración. Quiero unirme a esos prestos respondedores y participar siempre que pueda y hacer oír mi voz aunque perciba como que nadie escucha”.

–La Rda. Pat McCaughan es corresponsal de Episcopal News Service. Paula Schapp, funcionario de comunicaciones de la Diócesis de California Norte colaboró con este reportaje. Traducción de Vicente Echerri.


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