Los peregrinos de #ShareTheJourney siguen compartiendo su viaje y haciéndose promotores de los refugiados

Por Lynette Wilson
Posted Apr 13, 2015

A principios de marzo, un grupo de episcopales que tomó parte en una peregrinación de #ShareTheJourney a la región africana de los Grandes Lagos visitó la oficina de la Organización Internacional para la Migración en Kigali, Ruanda, donde se reunieron con Didacus Obunga, director de operaciones de esa institución —que aparece a la derecha— y con el Dr. Samuel A. Baghuma, médico del [Servicio] Nacional de Salud para la Migración —que se ve al centro. Foto de Lynette Wilson/ENS.

A principios de marzo, un grupo de episcopales que tomó parte en una peregrinación de #ShareTheJourney a la región africana de los Grandes Lagos visitó la oficina de la Organización Internacional para la Migración en Kigali, Ruanda, donde se reunieron con Didacus Obunga, director de operaciones de esa institución —que aparece a la derecha— y con el Dr. Samuel A. Baghuma, médico del [Servicio] Nacional de Salud para la Migración —que se ve al centro. Foto de Lynette Wilson/ENS.

[Episcopal News Service] La Iglesia Episcopal ha estado reasentando refugiados durante 75 años, y trabajando con congregaciones locales y agencias de reasentamiento a través de Estados Unidos para darle acogida a algunas de las personas más vulnerables del mundo que huyen de la violencia, la guerra y la opresión política, étnica y cultural.

A principios de marzo, ocho episcopales viajaron a Kenia y a Ruanda para aprender cómo es el reasentamiento de refugiados en la actualidad a través de las lentes de refugiados congoleses en una peregrinación de #ShareTheJourney organizada por el Ministerio Episcopal de Migración, el servicio de reasentamiento de refugiados de la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera (DFMS).

La DFMS [Domestic and Foreign Missionary Society] es el nombre con el cual la Iglesia Episcopal está incorporada, funciona empresarialmente y lleva a cabo la misión.

“Nuestra esperanza”, dijo Deborah Stein, directora del Ministerio Episcopal de Migración, “es que los participantes puedan compartir el entusiasmo que han mostrado a través de esta peregrinación con las personas de sus parroquias, de sus comunidades, de sus diócesis, y convertirse en campeones y promotores de los refugiados: comunicarle a la Iglesia en su sentido más amplio las maravillosas oportunidades que tienen los episcopales que participan en la labor salvavidas del reasentamiento de refugiados, y en última instancia que los episcopales vean que existe un lugar para ellos en este quehacer”.

Alyssa Stebbing, directora de servicios comunitarios de la iglesia episcopal de La Trinidad [Trinity] de The Woodlands en la Diócesis de Texas, fue a la peregrinación con una conciencia acerca de los refugiados que se acrecentó durante el viaje.

“Esta experiencia realmente me ha quitado las anteojeras”, dijo Stebbing, quien se propone participar con la comunidad interreligiosa del área metropolitana de Houston y compartir lo que ella ha aprendido en la peregrinación.

El Ministerio Episcopal de Migración es una de nueve agencias asociadas con el Departamento de Estado de EE.UU. para acoger y reasentar refugiados en Estados Unidos. A través de la Iglesia, el Ministerio Episcopal de Migración colabora con 30 comunidades en 26 diócesis.

De los 15,5 millones de refugiados en todo el mundo, menos de un 1 por ciento serán reasentados, de los cuales más de un 75 por ciento vendrá a Estados Unidos.

El Dr. Muddassar Ban Abad, que supervisa el Centro de Evaluación de la Salud de la Organización Internacional para la Migración en Nairobi, Kenia, conduce a los peregrinos de #ShareTheJourney en un recorrido por las instalaciones. Foto de Lynette Wilson/ENS.

El Dr. Muddassar Ban Abad, que supervisa el Centro de Evaluación de la Salud de la Organización Internacional para la Migración en Nairobi, Kenia, conduce a los peregrinos de #ShareTheJourney en un recorrido por las instalaciones. Foto de Lynette Wilson/ENS.

En 2014, el Ministerio Episcopal de Migración y sus asociados ayudaron a reasentar a 5.155 de las decenas de miles de refugiados que llegaron a Estados Unidos a través del proceso de selección del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR). Ellos se esforzarán en servir a otras tantas personas este año, de los 70.000 refugiados que Estados Unidos planea reasentar.

Muchos de esos refugiados provendrán de la República Democrática del Congo. A lo largo de los próximos años, el UNHCR se propone reasentar 50.000 refugiados del Congo, el 80 por ciento de los cuales vendrán a Estados Unidos.

La peregrinación, que se extendió del 2 al 13 de marzo, financiada por una subvención del Fondo Constable de la Iglesia Episcopal, instruyó a los participantes en la difícil situación de los refugiados y en el proceso que deben seguir [para obtener refugio], de manera que puedan compartir su experiencia con sus iglesias, diócesis y comunidades.

En Ruanda, visitaron Gihembe, un campamento que alberga a 14,500 refugiados provenientes del Congo Oriental. Allí escucharon preguntas y preocupaciones de los refugiados en el contexto de una reunión comunitaria. Los peregrinos también se impusieron del proceso de reasentamiento desde una perspectiva exterior a través de reuniones con el UNHCR, el Centro de Apoyo al Reasentamiento en África del Servicio Mundial de Iglesias y otras organizaciones no gubernamentales.

El Rdo. Frank Logue, canónigo del Ordinario en la Diócesis de Georgia, les habla a los refugiados durante una reunión comunitaria en el campamento de refugiados de Gihembe. Foto de Lynette Wilson/ENS.

El Rdo. Frank Logue, canónigo del Ordinario en la Diócesis de Georgia, les habla a los refugiados durante una reunión comunitaria en el campamento de refugiados de Gihembe. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Para el Rdo. Frank Logue, canónigo del Ordinario en la Diócesis de Georgia, poder reunirse con los refugiados y escuchar sus frustraciones respecto al proceso de reasentamiento resultó ilustrativo.

“Creo que es difícil para cualquiera de nosotros apreciar lo que es huir de su país, lo que significa ser un refugiado, de manera que haber tenido la experiencia de reunirme y hablar con los refugiados resultó provechosa”, dijo Logue, que viajó con su esposa, Victoria.

La visita al campamento de refugiados incluyó un recorrido por su clínica sanitaria, un aula de una escuela primaria, una iniciativa para la capacitación de mujeres y un aula de inglés como segundo idioma para refugiados que ya han sido aprobados para el reasentamiento.

Reunirse con 10 mujeres portadoras del VIH en el campamento de refugiados, que encuentran esperanza en plantar hongos, le hizo una gran impresión a Cookie Cantwell, coordinadora del ministerio de los jóvenes en la IV Provincia.

“Una vez que uno se ve expuesto a algo que sabes que cambiará para siempre tu perspectiva, tienes que compartirlo”, dijo Cantwell, que proviene de la Diócesis de Carolina del Este. “Una vez que has sido tocada, tienes que tomar una decisión sobre lo que vas a hacer al respecto”.

Una refugiada somalí que trabaja como asistente de salud de la comunidad posa con Cookie Cantwell, durante una visite a Refugee Point, una organización que se dedica a capacitar a algunas de las refugiadas más vulnerables en Nairobi y otras localidades del mundo entero. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Una refugiada somalí que trabaja como asistente de salud de la comunidad posa con Cookie Cantwell, durante una visite a Refugee Point, una organización que se dedica a capacitar a algunas de las refugiadas más vulnerables en Nairobi y otras localidades del mundo entero. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Para Cantwell eso significa compartir la historia de las mujeres. “Están viviendo, no se están muriendo”, afirmó.

Muchos de los peregrinos compartieron sus experiencias en blogs.

“Una de las cosas que les pedimos a todos los peregrinos que han participado en el viaje de #ShareTheJourney es que, cuando regresen a sus hogares, utilicen su experiencia para hablarles a tantas personas como les sea posible a fin de compartir lo que han aprendido: convertirse en promotores de los refugiados, visitar una oficina local de EMM, ver lo que sucede en el otro extremo donde reciben a los refugiados, ver lo que pueden hacer para compartir la información de lo que aprendieron mientras estuvieron en Nairobi [en Kenia] y en Ruanda”, dijo Stein.

Jessica Benson, de la Diócesis de Idaho, había entablado una relación con una familia congolesa reasentada en Boise a través de la Agencia para Nuevos Americanos. Pero ver el proceso de reasentamiento desde el extremo opuesto fue una experiencia completamente distinta, dijo ella.

Los peregrinos aprendieron, por ejemplo, que una vez que a una familia la destinan para reasentamiento y comienza el lento proceso de los antecedentes, los exámenes médicos y de seguridad, cualquier cambio en el estatus familiar, tal como el nacimiento de un niño, puede retrasar el proceso.

“Una de las cosas que se fijó en mi mente es que los niños son examinados al mismo nivel de los adultos”, dijo Benson, añadiendo que ella tampoco conoció a muchos refugiados que vivieran en ciudades, fuera de los campamentos.

Antes de que la peregrinación hubiera terminado, Benson ya se había puesto al habla con un legislador estatal para coordinar una reunión. Ella también se proponía hablarles a los estudiantes, en el sistema de educación pública donde el número de estudiantes refugiados haya aumentado, a fin de educarlos en el proceso de reasentamiento, afirmó.

Alice Eshuchi, directora nacional de Heshima en Kenia, conversa con Alyssa Stebbing, directora de servicios comunitarios de la iglesia episcopal de La Trinidad en The Woodlands, Diócesis de Texas, durante una visita a la oficina de operaciones de Heshima. Heshima Kenya se especializa en identificar y proteger a niños y jóvenes que aparecen solos y separados de sus familias, especialmente niñas y mujeres jóvenes y sus hijos que viven en Nairobi. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Alice Eshuchi, directora nacional de Heshima en Kenia, conversa con Alyssa Stebbing, directora de servicios comunitarios de la iglesia episcopal de La Trinidad en The Woodlands, Diócesis de Texas, durante una visita a la oficina de operaciones de Heshima. Heshima Kenya se especializa en identificar y proteger a niños y jóvenes que aparecen solos y separados de sus familias, especialmente niñas y mujeres jóvenes y sus hijos que viven en Nairobi. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Luego de visitar el campamento de refugiados en Ruanda, los peregrinos visitaron Heshima, un programa urbano en Nairobi, Kenia, que se dedica a capacitar a niñas y mujeres jóvenes, muchas de las cuales han perdido a sus familias o se encuentran separadas de ellas.

Para Spencer Cantrell, miembro del Proyecto Nacional de Defensa de las Mujeres Inmigrantes en Washington, D.C., el contraste entre el campamento de refugiados y el programa urbano era pasmoso. En el campamento, ella visitó el alojamiento de un hombre que había perdido toda esperanza, a pesar de que su familia había sido reasentada en Misisipí. Eso era difícil de reconciliar con la esperanza que emanaba de las actitudes positivas de las niñas y mujeres jóvenes en Nairobi, muchas de ellas sobrevivientes de traumas y violencia sexual y muchas de ellas madres adolescentes, dice ella.

“Estoy buscando los medios de compartir esto con la Iglesia”, dijo Cantrell, ex misionera en Hong Kong con el Cuerpo de Servicio de Jóvenes Adultos, que ahora vive en la Diócesis de Washington.

Entrar en un aula en el campamento de refugiados llena de muchachos impacientes, cuatro años por debajo de su nivel de escolaridad y compartiendo dos o tres libros, resultó descorazonador para el Rdo. Burl Salmon, capellán de una escuela intermedia y decano de vida comunitaria en la escuela episcopal de La Trinidad [Trinity Episcopal School] en la Diócesis de Carolina del Norte. Sin embargo, el se sintió alentado por la compenetración que el maestro tenía con sus alumnos, dijo. “Él veía la educación como la puerta que ellos tenían para alcanzar el éxito”.

“La educación es universal”, dijo Salmon. “Para uno es un salvavidas y para el otro es un hecho”.

De vuelta a Estados Unidos, además de establecer relaciones con una oficina afiliada al Ministerio Episcopal de Migración, entre las formas en que los peregrinos y otros episcopales pueden seguir aprendiendo sobre los refugiados y seguir abogando por ellos se incluyen: organizar un evento para el Día Mundial del Refugiado, que tiene lugar anualmente el 20 de junio; animar a una congregación a copatrocinar a una familia refugiada; compartir sus experiencias con refugiados en la Convención General de la Iglesia Episcopal; abogar por los refugiados en la esfera local y estatal mediante citas con funcionarios electos y hablando en reuniones cívicas, y hacerse miembro de la Red Episcopal de Política Pública, que participa en política pública a escala federal.

Una de las cosas que la Iglesia Episcopal, que está presente en muchos países, debería de hacer es alentar a otros países a aumentar el número de refugiados que reasientan, dijo el Rdo. canónigo Scott Gunn, de la Diócesis de Ohio Sur, uno de los peregrinos y director ejecutivo del Movimiento Adelante [Forward Movement], un ministerio de la Iglesia episcopal con sede en Cincinnati, Ohio, que estimula el discipulado.

Hay 2,7 millones de refugiados y solicitantes de asilo en África Oriental, en el Cuerno de África y en la región de los Grandes Lagos. Etiopía y Kenia acogen a la mayoría de las personas que huyen de la violencia y la inestabilidad política en Somalia, Sudán del Sur, Eritrea y el Congo.

“Noventa y nueve por ciento de los refugiados no serán reasentados”, dijo Gunn. “También debemos hacer todo lo que podamos para influir en la estabilización de las condiciones en África Oriental; un país está recibiendo los refugiados de otro país.

“Si 2,7 millones de personas pudieran ser repatriadas, todo el mundo saldría ganando. Es un juego moralmente escandaloso el que se lleva a cabo con las vidas de las personas”, dijo Gunn. “Ningún ser humano debería jamás tener que pronunciar estas palabras: ‘yo no tengo esperanza’”.

– Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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