Anglicanos participan en la Comisión de la ONU sobre la Condición de la Mujer

De la redacción de ENS
Posted Mar 16, 2015
Los participantes se reúnen en el salón de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante la apertura de la 59ª. Sesión de la Comisión sobre la Condición de la Mujer (CSW). La reunión, que tiene lugar en la sede de la ONU del 9 al 20 de marzo, revisará lo que se ha progresado en la puesta en práctica de la Declaración de Beijing y la Plataforma de Acción, 20 años después de haber sido adoptada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995. Foto de la ONU.

Los participantes se reúnen en el salón de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante la apertura de la 59ª. Sesión de la Comisión sobre la Condición de la Mujer (CSW). La reunión, que tiene lugar en la sede de la ONU del 9 al 20 de marzo, revisará lo que se ha progresado en la puesta en práctica de la Declaración de Beijing y la Plataforma de Acción, 20 años después de haber sido adoptada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995. Foto de la ONU.

[Episcopal News Service] Más de 100 anglicanos concurren en Nueva York para participar en la 59ª. Sesión de la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Condición de la Mujer (UNCSW, por su sigla en inglés), que tendrá lugar del 9 al 20 de marzo.

Durante las dos semanas que dura la sesión anual de la comisión, representantes de estados miembros de la ONU, organizaciones de la sociedad civil y entidades de las Naciones Unidas se reunirán en la sede de la organización internacional en Nueva York, donde discutirán los progresos y lagunas de la puesta en práctica de la Declaración de Beijing y la Plataforma de Acción de 1995, el documento de política global sobre igualdad de género, y la 23ª. Sesión especial de la Asamblea General celebrada en 2000 (Beijing+5), así como nuevos problemas que afecten la igualdad sexual y la potenciación de las mujeres. Los estados miembros convienen en acciones ulteriores para acelerar el progreso y promover el disfrute de las mujeres de sus derechos en los terrenos político, económico y social. Los resultados y las recomendaciones de cada sesión se remiten al Consejo Económico y Social de la ONU para que le haga seguimiento.

La comisión debe adoptar una declaración política en ocasión del 20º. Aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing. El anteproyecto de esa declaración puede leerse aquí. A la sesión se le ha pedido también que adopte un anteproyecto de la organización y métodos de trabajo futuros de la comisión.

El Secretario General Ban Ki-moon (centro derecha) asiste aun evento especial en Nueva York titulado “Planeta 50-50 para 2030: acelerar la igualdad de género”. Organizado por la Entidad de Naciones Unidas por la Igualdad de Género y la Potenciación de las Mujeres (UN Women), el evento marca el vigésimo aniversario de la Declaración de Beijing y de la Plataforma de Acción, que fue adoptada por la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en septiembre de 1995. En la foto también aparecen, en primera fila, la esposa de Ban, Yoo Soon-taek (centro) y la presidente de la República de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf (centro izquierda). Foto de la ONU.

El Secretario General Ban Ki-moon (centro derecha) asiste aun evento especial en Nueva York titulado “Planeta 50-50 para 2030: acelerar la igualdad de género”. Organizado por la Entidad de Naciones Unidas por la Igualdad de Género y la Potenciación de las Mujeres (UN Women), el evento marca el vigésimo aniversario de la Declaración de Beijing y de la Plataforma de Acción, que fue adoptada por la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en septiembre de 1995. En la foto también aparecen, en primera fila, la esposa de Ban, Yoo Soon-taek (centro) y la presidente de la República de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf (centro izquierda). Foto de la ONU.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en sus palabras de apertura el 9 de marzo, definió el 2015 como “un año vital para hacer progresar la causa de la igualdad de género”.

“Las mujeres siguen sufriendo desproporcionadamente a causa de la crisis económica, de los impactos del cambio climático, de los desplazamientos ocasionados por los conflictos, de la persecución y de tantas cosas más”, dijo. “Los grupos extremistas siguen atacando brutal y sistemáticamente a niñas y mujeres. La comunidad internacional debe traducir su indignación en ayuda, servicios, apoyo y justicia”.

Sin embargo, siguió diciendo Ban “las mujeres no son sólo víctimas; son agentes del progreso y del cambio.

“Potenciar a las mujeres y las niñas es el mejor vehículo de desarrollo, la mejor esperanza de reconciliación y la mejor defensa contra la radicalización de la juventud y la repetición del ciclo de la violencia”, afirmó.

El Secretario General ha presentado un informe a la sesión sobre el progreso alcanzado desde la reunión de Beijing.

 

Tradicionalmente, ha habido una notable presencia anglicana y episcopal en las anteriores sesiones anuales de la UNCSW y más de 100 participantes de provincias anglicanas de todo el mundo han acudido a Nueva York para la reunión de 2015. Hay 19 delegadas de la Comunión Anglicana acreditadas, cada una de ellas en representación de su provincia. La Rda. Joan Grim Fraser, de la Diócesis de Long Island, es la delegada provincial que representa a la Iglesia Episcopal en la delegación de la Comunión Anglicana.

Las delegadas de la Comunión Anglicana provienen de Australia, Hong Kong, Jordania (Jerusalén y el Oriente Medio), Malawi (África Central), Myanmar, Papúa Nueva Guinea, Aotearoa, Nueva Zelanda y Polinesia, Brasil, la Iglesia Episcopal Escocesa, Canadá, Ghana (África Occidental) e Inglaterra.

Muchas de las mujeres visitarán las misiones permanentes de sus países ante la ONU para abogar por el levantamiento de barreras a la activa participación de las mujeres en todas las esferas de la vida pública y privada con igual capacidad de decisión que los hombres, el objetivo fundamental de la Plataforma de Acción de Beijing.

“Las mujeres anglicanas están presentes en comunidades urbanas y rurales de todo el mundo”, dijo Ann Skamp, coordinadora de la Red Internacional de Mujeres Anglicanas que acompaña a la delegación. “Ellas saben lo que está sucediendo en la base y aportan conocimiento y perspectivas locales valiosas al diálogo. Aportan también los valores de su fe y su radiante esperanza para el futuro”.

Mujeres Ecuménicas, organización de la cual son miembros la Iglesia Episcopal y el Consejo Consultivo Anglicano (el principal organismo legislador de la Comunión), ha presentado una declaración oficial a la sesión en la cual dice que muchos de los objetivos de la Plataforma de Beijing siguen sin cumplirse.

“Los prejuicios de género de las estructuras institucionales generan desigualdades y discriminación, que siguen existiendo en sectores públicos y privados, en el mundo académico y en las estructuras religiosas”, dice la declaración, añadiendo que el grupo también está preocupado por los empeños de hacer retroceder los logros” alcanzados desde Beijing.

“Afirmamos que el mundo de Dios está llamado a ser un mundo de abundancia para todas las personas, con derechos fundamentales y dignidad para toda las mujeres y todos los hombres. Para [lograr] sociedades sanas y sostenibles, las mujeres deben ser parte integrante del proceso de toma de decisiones en el terreno de las leyes, las políticas y los programas de desarrollo”.

La Iglesia Episcopal cuenta con su primera delegación oficial desde que obtuviera un estatus consultivo especial en el Consejo Económico y Social en julio pasado

Un resumen del resto de las actividades de la UNCSW relacionadas con los anglicanos/episcopales puede encontrarse aquí.

La Rvdma. Chilton Knudsen, obispa auxiliar de Long Island, predicó el 9 de marzo en la eucaristía de apertura para los participantes anglicanos y episcopales. La obispa primada Katharine Jefferts Schori presidió la eucaristía en la capilla de Cristo el Señor [Christ the Lord] en el Centro Denominacional de la Iglesia, que se encuentra a dos cuadras de la sede de las Naciones Unidas.

Sigue aquí el texto del sermón de Knudsen:

 

Sermón para la eucaristía de apertura de la UNCSW 2015, 14 de marzo

Centro Denominacional de la Iglesia Episcopal, Nueva York, NY

Texto: Juan 20: 11-18

María Magdalena fue a la tumba donde habían colocado el cuerpo de Jesús después de su muerte en la Cruz.

Ella fue a llorar su ausencia, a recordar. Quería cerciorarse de que podía encontrar esperanza para vivir el resto de su vida sin Jesús. Su querido amigo Jesús.

Jesús la había tratado con dignidad, la había sanado, la había realzado y había compartido con ella la Mesa de la Fraternidad. ¿Cómo podía ella seguir adelante sin Jesús?

Dos ángeles estaban sentados en la tumba, uno donde habían estado sus pies y el otro donde había reposado su cabeza.

—Mujer, ¿por qué lloras? —preguntaron los ángeles.

María Magdalena lloraba porque su corazón estaba quebrantado. Lloraba porque Aquel que ella amaba había sido brutalmente ejecutado. Sus lágrimas eran la señal de la profundidad de su amor, de que ella se había dedicado a la misión de compasión y justicia y paz que Jesús demostrara. Lloraba porque los seres humanos se hacen cosas horribles unos a otros. Los seres humanos siguen haciéndose unos a otros cosas horribles, porque los sistemas de dominación y de poder y de codicia y de violencia —entonces y ahora— trituran la bondad.

—Mujer, ¿por qué lloras?

Justo en el momento de responder, “porque se han llevado a mi Señor…”, se volvió y vio a alguien a quien no reconoció, tal vez era el hortelano.

Este misterioso extraño también le hizo la misma pregunta:

—Mujer, ¿por qué lloras?

Esta es una pregunta para toda la humanidad, en nuestro tiempo como en el tiempo de Jesús.

Venimos aquí a esta reunión de la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Condición de la Mujer porque hay en nuestro mundo muchos motivos para llorar. Lloramos porque los niños son vendidos como esclavos. Porque mujeres y niños se mueren de hambre por falta de comida. Porque la violencia y la opresión siguen dominando, de manera que las mujeres se ven privadas de libertad y dignidad. Lloramos porque las mujeres son tratadas en sus sociedades como miembros de segunda clase.

—Mujer, ,por qué lloras?

María Magdalena responde otra vez, suponiendo que alguien se ha llevado el cadáver de Jesús: —Señor, si tú te lo has llevado, dime donde lo has puesto y yo lo llevaré.

En ese momento, Jesús la llama por su nombre, “¡María!”. Ella escucha esa voz familiar que dice su nombre. Enseguida, sabe que es Jesús, que está vivo en el glorioso poder de la resurrección.

¡La esperanza está viva! El mensaje de Jesús —de compasión y de justicia— vence sobre los sistemas de poder y codicia y opresión.

Jesús luego le pide dos cosas a ella: primera, que no se aferre a él, que no se quede en la alegría de su derrota de la muerte para vivir en la gloria de su resurrección. Segunda, Jesús le pide que vaya y le diga a otros que él está ahora maravillosamente vivo y que su misión continuará.

Jesús le confía a María Magdalena la proclamación de su resurrección de la muerte. ¡Jesús vive! ¡Su mensaje vive!

Este relato nos dice que la santa y misteriosa agenda de Dios le es dada a todos los creyentes. Como creyentes, hemos de propagar este Buena Nueva en todos los lugares del mundo.

La Buena Nueva de la resurrección de Jesús nos inspira a trabajar por la justicia y la paz para todas las personas.

Y por ser gente que llora, somos también gente de acción.

Estamos aquí, pues, rogando juntos por la fuerza para llevar adelante la misión de Jesús. Nuestro llanto ha creado en nosotros el fuego de la determinación. El poder de Dios está con nosotros, según pasamos del llanto a la acción. Al hacer esto nos unimos con nuestro hermana María Magdalena para proclamar que Jesús ha resucitado. Y porque Jesús ha resucitado, nuestra esperanza está cumplida y nuestra obra de resurrección está infundida del mismo poder que levantó a Jesús de la muerte.

Participemos de esa tarea de la resurrección. A partir de ahora en nuestro culto y en nuestra solidaridad.

– El Servicio de Noticias de la Comunión Anglicana [Anglican Communion News Service] colaboró con este artículo. Traducción de Vicente Echerri.

 


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