Un ministerio que sirve a los obreros agrícolas mediante los sacramentos y la acción comunitaria

Por Lynette Wilson
Posted Oct 13, 2014
Los obreros agrícolas usan pantalones, mangas largas y guantes para trabajar en los campos, en parte para protegerse del contacto con pesticidas. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Los obreros agrícolas usan pantalones, mangas largas y guantes para trabajar en los campos, en parte para protegerse del contacto con pesticidas. Foto de Lynette Wilson/ENS.

[Episcopal News Service – Newton Grove, Carolina del Norte] En una mañana lluviosa y húmeda de mediados de septiembre, cinco horas antes de la eucaristía dominical del mediodía en la iglesia de la Sagrada Familia [Sacred Family], el Rdo. Tony Rojas se puso detrás del volante de una furgoneta blanca y comenzó a hacer las rondas para recoger a obreros agrícolas de los campamentos situados detrás de autopistas y carreteras. entre las casas rodantes, dobles y sencillas, y las más señoriales viviendas de ladrillo de la Carolina del Norte rural.

Recogió a hombres como Abraham Cruz, de 47 años, oriundo del estado de Tlaxcala, en la zona centro-oriental de México, que durante los últimos siete años ha viajado a Estados Unidos con una visa de obrero agrícola temporal para trabajar de ocho a 12 horas diarias en los campos, plantando y cosechando pepinos, sandías, tabaco y batatas. Las ganancias de Cruz sirven para sostener a su familia en México, a la que él ve dos o tres meses al año.

A lo largo de los últimos 18 años, Rojas ha levantado el Ministerio Episcopal del Obrero Agrícola, un ministerio conjunto de las diócesis de Carolina del Norte y del Este, con un terreno de más de 6 hectáreas en la calle Easy en Newton Grove. El ministerio sirve a obreros agrícolas de 47 campamentos esparcidos a través de los condados de Sampson, Harnett y Johnston.

La edad de los obreros agrícolas suele oscilar entre 18 y 19 años hasta más de 50. Foto de Lynette Wilson/ENS.

La edad de los obreros agrícolas suele oscilar entre 18 y 19 años hasta más de 50. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Los hombres llegan temprano en furgonetas o en autobuses escolares que han sido retirados del servicio para recibir, del ministerio, clases de inglés como segundo idioma, cortes de pelo, servicios de inmigración y asesoría legal o en materia de impuestos, y para jugar fútbol. Los obreros agrícolas, que pasan seis días trabajando en los campos con camisas de mangas largas y pantalones para protegerse del contacto con los pesticidas, los domingos cambian su atuendo a shorts, suéteres y zapatos de fútbol, preparándose para un torneo anual de un día entero de duración organizado por el ministerio.

El ministerio comenzó en 1982 cuando una sola asistente social identificó una necesidad y, desde su auto, comenzó a distribuir ropa y artículos de aseo personal a los obreros agrícolas. En la actualidad, con un ministerio sacramental que incluye tres congregaciones de misión y más de 20 programas de extensión social, el ministerio llega directamente a 3.500 obreros agrícolas y afecta positivamente la vida de otros mil.

Hay alrededor de 150.000 obreros agrícolas, la mayoría de ellos procedentes de México, que trabajan en los campos de Carolina del Norte; algunos documentados, algunos indocumentados. El ministerio atiende a todos ellos por igual.

El ofrecer sacramentos y asistencia social a los obreros agrícolas, independientemente de su estatus migratorio, se basa en el llamado del Pacto Bautismal a “luchar por la justicia y la paz entre todos los pueblos y a respectar la dignidad de todo ser humano”.

Al concentrarse en los sacramentos y en la extensión social, el ministerio sigue siendo “bipartidista”, dijo Michael Curry, obispo de Carolina del Norte, durante una entrevista con ENS en su oficina de Raleigh, la capital del estado. “Esa es la obra de Jesús que tanto republicanos como demócratas pueden hacer”.

Curry ha pedido públicamente una reforma migratoria que reuniría a las familias, pero la promoción social de la Iglesia en pro de la justicia para los obreros agrícolas o de la reforma migratoria a nivel del estado está coordinada a través del Consejo de Iglesias de Carolina del Norte, del cual las diócesis de Carolina del Norte Septentrional, Oriental y Occidental, son todas miembros.

Los obreros agrícolas se dirigen a los campos al amanecer a recoger batatas en grandes cantidades para llenar camiones como éstos. Foto de Christine McTaggart/Diócesis de Carolina del Norte.

Los obreros agrícolas se dirigen a los campos al amanecer a recoger batatas en grandes cantidades para llenar camiones como éstos. Foto de Christine McTaggart/Diócesis de Carolina del Norte.

La agricultura tiene un rico legado en Carolina del Norte que, en la actualidad, ocupa el quinto lugar en toda la nación con 3,39 millones de hectáreas dedicadas al cultivo y más de 50.000 granjas que producen $11.700 millones anualmente en productos agrícolas. Aunque el maíz, la soja y el algodón son cultivos que se cosechan con máquinas, el 85 por ciento de las frutas y las hortalizas —frijoles, melones, batatas, tabaco, fresas— se recogen a mano.

Cuando los miembros de la Asociación de Productores de Carolina del Norte son capaces de probar que la fuerza laboral es insuficiente para responder a las necesidades de producción de las granjas, pueden corregir el déficit a través del programa de obreros agrícolas temporeros H-2A del Departamento del Trabajo de EE.UU. Carolina del Norte tiene cerca de 7.000 obreros agrícolas H-2A, y se encuentra entre los primeros estados agrícolas que utilizan el programa. (El programa de visas ofrece ingreso legal para trabajar, pero los críticos lo ven como un medio de mantener bajos los jornales agrícolas).

Los productores pueden solicitar cualquier cantidad entre 20 y 200 obreros agrícolas, dijo Rojas.

En 2000, los latinos constituían hasta el 50 por ciento de los obreros agrícolas del estado; en la actualidad ese porcentaje es del 95, dijo Jennie Wilburn, asociada del programa con el Consejo de Iglesias de Carolina del Norte, con sede en Raleigh.

El historial del Consejo de Iglesias de Carolina del Norte de defender los derechos de los obreros agrícolas se remonta a décadas, encabeza las campañas de concienciación públicas en inglés y español y se vale de un currículo basado en la Biblia para hacer que las iglesias participen, dijo Wilburn.

Sin embargo, afirmó, “el clima político para los grupos vulnerables no es favorable”.

Wilburn dijo, “una cosa que ha captado muchísima atención recientemente es el informe de Human Rights Watch sobre el tabaco”.

Los obreros agrícolas viven en casas rodantes como ésta, estacionadas cerca de carreteras rurales. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Los obreros agrícolas viven en casas rodantes como ésta, estacionadas cerca de carreteras rurales. Foto de Lynette Wilson/ENS.

El informe de 138 páginas, publicado en mayo, documenta las peligrosas condiciones y el envenenamiento con nicotina a que se exponen los menores que trabajan en los primeros cuatro estados productores de tabaco, entre ellos Carolina del Norte.

Alice Freeman, que es miembro de la junta del ministerio de los obreros agrícolas, sabe los que significa trabajar en una hacienda tabacalera.

“Soy hija de aparceros… mi papá tuvo cinco hijas, su hermano tuvo cinco hijas, siempre trabajaron juntos, sin varones”, contó ella. “Cuando uno crece en una finca, una finca de tabaco con algodón, tabaco, soja, maíz, uno hace el trabajo. No teníamos hermanos para hacer el trabajo, no teníamos mucho dinero para contratar a otros obreros, hacíamos la labor de los campos. Sé lo que significa estar en los campos”.

El ministerio del obrero agrícola aborda una necesidad, procura tratar a las personas como seres humanos, ser compasivo. “Cuando uno está muy lejos de su hogar, un rostro amable, una mano de ayuda significa mucho”, dijo Freeman.

(Haga clic aquí para ver un vídeo de Alice Freeman hablando acerca del Ministerio del Obrero Agrícola y sus programas).

Además de trabajar durante largas horas bajo el ardiente sol, los obreros agrícolas migrantes y temporeros con frecuencia se alojan en viviendas de inferior calidad, en las que duermen en colchones mugrosos o en el piso; donde podrían compartir un inodoro o una letrina, una sola ducha y un lavadero para la ropa.

El Rdo. Tony Rojas, o “Padre Tony” llegó al Ministerio Episcopal del Obrero Agrícola hace 18 años. Rojas proviene de la tradición catolicorromana. Foto de Lynette Wilson/ENS.

El Rdo. Tony Rojas, o “Padre Tony” llegó al Ministerio Episcopal del Obrero Agrícola hace 18 años. Rojas proviene de la tradición catolicorromana. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Durante sus primeros tres años de ministerio a los obreros agrícolas y de ser testigo de las condiciones en que viven, Rojas dijo que tenía problemas para dormir. Él visitaría los campamentos a las 2 A.M. y todas las luces estarían encendidas y los obreros agrícolas estarían preparando sus almuerzos, que a veces se lo comerían debajo del autobús para escapar del sol del mediodía. Él ha visto a obreros agrícolas que padecen de intoxicación de nicotina —debido a la exposición de la piel a este tóxico— rodar por el suelo en agonía.

Aun después de 18 años de trabajar con los obreros agrícolas, Rojas no entiende todavía como pueden hacerlo. Al igual que los productores, que enfrentan los retos del cultivo y que con frecuencia soportan préstamos onerosos, el trabajo agrícola es una vocación. Los obreros agrícolas y los productores proporcionan a los seres humanos el alimento necesario para sostener el milagro que es la vida. “Sin alimento no podemos sobrevivir, no podemos conservar la vida”, afirma él.

En 1960, antes de que César Chávez fundara la Asociación Nacional de Obreros Agrícolas que atrajo la atención hacia las dificultades de los trabajadores del campo, el periodista radial Edward R. Murrow, coprodujo el documental Cosecha de vergüenza [Harvest of Shame], de una hora de duración, que examinaba la manera en que vivían los obreros agrícolas migrantes y la pobreza que marcaba sus vidas.

La película de Murrow muestra las vidas de obreros agrícolas en su mayoría blancos y afroamericanos; hoy los obreros agrícolas provienen mayoritariamente de México y Centroamérica. Salvo eso, las vidas de los obreros agrícolas migrantes ha cambiado poco, según Cosecha de la dignidad [Harvest of Dignity] un documental de 30 minutos que le sirve de secuela [al de Murrow], producido en 2011 en asociación con Acción Estudiantil con los Obreros Agrícolas, una organización que radica en Durham.

A los obreros agrícolas con estatus de trabajadores temporeros, o estacionales, les garantizan ciertos derechos laborales, el pago de su viaje —de ida y regreso— a Estados Unidos, vivienda y comida, y residen en la granja donde se les asigna. Los obreros estacionales dependen de los productores para volver a venir a trabajar año tras año, y pueden permanecer ociosos mientras esperan que lleguen los cultivos; los obreros indocumentados tienden a ser migratorios y siguen a sus líderes de grupo hasta donde hay trabajo.

Un informe del Instituto Nacional de la Salud, publicado en 2011, que estudia las condiciones de vivienda de los obreros agrícolas migrantes en Carolina del Norte, reveló normas de vivienda aplicadas inadecuadamente y a obreros agrícolas que viven en condiciones de inferior calidad y a trabajadores indocumentados que viven en peores condiciones que los trabajadores temporeros.

Rojas dijo que, a lo largo de los años, él ha visto mejorar algunas condiciones de vida de los campamentos. Y a través de iniciativas de base, como el Consejo de Iglesias de Carolina del Norte, la Acción Estudiantil con los Obreros Agrícolas y la Red de Defensa del Obrero Agrícola, más y más personas en zona urbanas, como Raleigh, Durham y Research Triangle Park, están cobrando conciencia de los obreros agrícolas que viven en un área que no dista más de 80 kilómetros de donde ellos se encuentran.

Por ejemplo, Cosecha de dignidad, dijo Wilburn, llevó al Departamento del Trabajo de Carolina del Norte, que inspecciona la vivienda de obreros agrícolas migrantes y estacionales, a exigir que los campamentos tengan un inodoro por cada diez personas y una ducha por cada 30 residentes.

(Jon Showalter y su familia, miembros de la iglesia de la Natividad [Church of the Nativity] en Raleigh, Carolina del Norte, han conducido durante una década el Trasporte Interreligioso de Alimentos a unos 64 kilómetros hasta el Ministerio Episcopal del Obrero Agrícola en Newton Grove, el primer sábado de cada mes. “Ha sido una bendición para nuestra familia el participar en este ministerio”, dijo Showalter. Haga un clic aquí para ver el vídeo del transporte de alimentos).

Demografía cambiante
“Firmes raíces, nuevo crecimiento”, dice un letrero a la entrada del Condado de Harnett, donde, a un lado de la Autopista 55, están las instalaciones de Stoney Run, de la Iglesia Bautista Pentecostal del Libre Albedrío [Pentecostal Free Will Baptist Church] y de la otra la Iglesia de Dios Cristo Redentor.

Para la Iglesia Episcopal, dijo Rojas, tener una presencia en esta parte del estado es, en sí mismo, una anomalía, y afianzarse en medio de la población latina, con sus raíces católicas, no resultó fácil.

“Los latinos, por cultura y tradición, vienen de la Iglesia Católica Romana, que es [según ellos] la única Iglesia verdadera”, dijo. Para ellos, una Iglesia diferente “significa la llegada del Diablo.

Ahora, sin embargo, en el pico de la cosecha, la misión de la Sagrada Familia, que se reúne en una placa de concreto bajo un techo de zinc es la propiedad del ministerio, es una de las más grandes congregaciones episcopales de Carolina del Norte, que atiende a obreros agrícolas, así como a familias e inmigrantes que se han radicado en el estado.

El fútbol siempre ha desempeñado un importante papel en el ministerio de Rojas. Aquí el domingo por la mañana, antes de la eucaristía, los obreros agrícolas practican para un próximo torneo anual. Foto de Lynette Wilson/ENS.

El fútbol siempre ha desempeñado un importante papel en el ministerio de Rojas. Aquí el domingo por la mañana, antes de la eucaristía, los obreros agrícolas practican para un próximo torneo anual. Foto de Lynette Wilson/ENS.

A los 78 años, Rojas, ex sacerdote católico romano que fue jugador profesional de fútbol en su Colombia natal, mantiene una apariencia juvenil. Y cuando comenzó su ministerio en los campamentos, fue el fútbol el que le dio entrada, no la Biblia.

“Así fue cómo establecí una relación personal con los obreros agrícolas”, explicó. Después que se ganó su confianza, ellos comenzaron a pedirle bendiciones y sacramentos.

Le llevó siete años, trabajando durante tres de esos años con las mismas 18 personas.

Sin embargo, en la actualidad, dijo Rojas, se entiende que todos son bienvenidos y el mensaje es sencillo: “Cristo es nuestro Señor y Salvador… y vivir una vida cristiana [consiste en]: amar a Dios, amarse uno mismo y amar a los demás”.

Al padre Tony le conmueve administrar la eucaristía a hombres, como Abraham Cruz aquí, con manos callosas, porque en la cultura latina, es más probable que sean las mujeres las que se acerquen a comulgar, dijo él. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Al padre Tony le conmueve administrar la eucaristía a hombres, como Abraham Cruz aquí, con manos callosas, porque en la cultura latina, es más probable que sean las mujeres las que se acerquen a comulgar, dijo él. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Luego de hacer progresos en la comunidad latina y de levantar el ministerio del obrero agrícola, sirviendo durante un tiempo tanto como ministro sacramental que como director ejecutivo del ministerio, la próxima prioridad de Rojas es fortalecer la Sagrada Familia, que tiene su sede en las instalaciones administrativas del ministerio en Newton Grove, así como las otras dos congregaciones que él atiende, San José [St. Joseph’s] en Smithfield y San Francisco [St. Francis] en Goldsboro.

Después de la eucaristía del mediodía, Rojas lleva a algunos de los obreros agrícolas de regreso a los campamentos, y luego conduce unos 40 kilómetros hasta Dondsboro para una eucaristía a las 4:00 P.M. (Haga un clic aquí para ver un vídeo de Rojas reflexionando sobre su ministerio).

Desde el año 2000, la población hispana de Carolina del Norte ha aumentado en 111 por ciento, según un informe del Centro para el Progreso Americano, un instituto educacional bipartidista independiente con sede en Washington, D.C.

En las escuelas rurales, como la Escuela Intermedia Hobbton, en la cual la niña Idalia Rubio Trejo, de 12 años, cursa el sexto grado, casi la mitad del cuerpo estudiantil es latino, dijo Rubio Trejo.

El padre de Idalia es obrero agrícola y su madre es ama de casa. Idalia, que es completamente bilingüe, tiene tres hermanos y dos hermanas; la familia ha estado en Carolina del Norte durante 16 años y asiste a los oficios de la Sagrada Familia los domingos.

Además de Rojas, el Ministerio Episcopal del Obrero Agrícola está compuesto por Silvia Cendejas, directora auxiliar, y María Acosta, especialista en inmigración que ayuda anualmente a unos 3.000 inmigrantes a enfrentarse con el papeleo, las renovaciones de la visa de trabajo y las peticiones de reunificación familiar.

Un solo obrero agrícola debe recoger, como promedio, dos toneladas, o 4.000 libras, de batatas para ganar $50. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Un solo obrero agrícola debe recoger, como promedio, dos toneladas, o 4.000 libras, de batatas para ganar $50. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Una necesidad que Cendejas y Acosta han identificado y que no está siento atendida es la de ofrecer ayuda a mujeres en situaciones de violencia doméstica. Las mujeres se enfrentan con tres o cuatro casos semanalmente.

El aumento de la población y el hecho de que con mayor frecuencia los obreros agrícolas y sus familias deciden permanecer en Carolina del Norte el año entero le ha impuesto mayores tareas al ministerio, dijo Patti Trainor, coordinadora de desarrollo para el ministerio del obrero agrícola de la Diócesis de Carolina del Norte.

Rolffs Pinkerton, psicólogo jubilado y miembro de la iglesia de la Sagrada Familia [Church of the Holy Family] en Chapel Hill, que hace 10 años comenzó a trabajar voluntariamente como traductor, lo planteó de esta manera: “se nos pide que sirvamos a los más necesitados de los necesitados”, dijo Pinkerton, un nativo de Carolina del Norte que creció en Venezuela. “Y esto es probablemente lo más cerca de eso a que uno pude llegar en Carolina del Norte; no conozco un grupo humano más necesitado”.

Para responder a las demandas de una creciente población latina y continuar sirviendo a los obreros agrícolas, la Diócesis de Carolina del Norte inició en 2013 la Cosecha para la Hospitalidad, una campaña concebida para recaudar $400.000 —el doble del presupuesto anual del ministerio— para junio de 2015.

Robert E. Wright, que copreside la campaña, dijo que la Cosecha para la Hospitalidad es una inversión: “Ellos [los inmigrantes] son parte de nuestra comunidad, y nosotros somos parte de la suya.

“Es un ministerio holístico, cuerpo, alma y espíritu; es realmente ver a las personas como personas, como seres humanos semejantes. Es [un programa] capacitador, no paternalista”.

Cosecha para la Hospitalidad también tiene por objeto introducir el ministerio del obrero agrícola en el siglo XXI, dijo la Rda. Lisa Fischbeck, que copreside la campaña con Wreight y que atiende como vicaria la iglesia del Intercesor [Church of the Advocate] en Chapel Hill.

Una campaña exitosa no sólo le proporcionará al ministerio los recursos económicos necesarios para la transformación —la contratación de un nuevo director ejecutivo y de una persona que sirva como enlace entre los productores y los obreros agrícolas—, sino que también captará a jóvenes, como participantes en el ministerio tanto como sostenedores económicos.

Ya hay jóvenes activamente dedicados al programa de visitación. En junio, por ejemplo, la agrupación de jóvenes en la iglesia episcopal Emanuel [Emmanuel Episcopal Church] en Southern Pines ayudó en un programa de ventaja [head start] para hijos de migrantes, hizo trabajo de jardinería y, junto con Rojas, visitó los campamentos distribuyendo ropas y objetos de uso personal a los obreros agrícolas.

Los participantes, dijo Paul Collins, ministro de los jóvenes en Emanuel, trajeron de vuelta sus experiencias y sus historias acerca de los obreros agrícolas y las compartieron; seguirán participando en esta labor e instruyéndose sobre los problemas que afectan a los obreros agrícolas. Después de todo, agregó, ellos son los futuros electores.

– Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.