Productos exclusivos de algunas iglesias sirven a los pobres y los vulnerables

Por Pat McCaughan
Posted Oct 21, 2013

[Episcopal News Service] Con caramelos tostados and cafés, cremas corporales y geles de baño, vinos y cervezas, aceite e incienso, turrón de maní, una “Salsa de Fudge Celestial” e incluso una “Santa Miel” ocasional, iglesias e instituciones episcopales a través del país destinan productos exclusivos a sufragar buenas obras.

En Nashville, Tennessee, por ejemplo, Katrina Robertson sobrevivió al abuso y a la vida en las calles para convertirse en gerente nacional de ventas de Thistle Farms, un ministerio de empresas sociales fundado por la Rda. Becca Stevens, el cual espera vender más de 800.000 productos naturales para el cuidado del cuerpo este año.

“Yo tengo un largo historial delictivo, y la gente no quiere contratar delincuentes, pero era residente del programa Magdalena [Magdalene] y me preguntaron si quería venir a trabajar a Thistle Farms”, recordaba Robertson, de 46 años. “Resultó perfecto. Necesitaba un empleo. No quería volver a la prostitución”.

Magdalena, fundado en 1997 por Stevens, capellana episcopal de la Universidad de Vanderbilt, es un programa residencial de dos años que ofrece opciones a mujeres que han sobrevivido a vidas de tráfico, prostitución y adicción. Robertson tenía 11 años cuando su padrastro abusó sexualmente de ella “y puso en marcha un ciclo de disfunción que facilitó que me fuera a la calle”, dijo ella durante una reciente entrevista telefónica.

“Necesitaba un lugar seguro para sanar. Poco después de empezar en Magdalena me preguntaron si quería venir a trabajar a Thistle Farms y así ha sido desde entonces”.

Al igual que la mayoría de los 40 y tantos empleados de Thistle Farm, ella ayuda a empacar y mercadear productos naturales tales como crema para la piel, jabones y gel de baño, lociones, ambientadores, velas de soya y otros artículos. “Sacamos nuestros productos y contamos nuestras historias y las vendemos nosotras mismas”, añadió Robertson.

“Esto no es la iglesia ni el ministerio convencional; administramos la compañía y las utilidades de las ventas se destinan al pago de nuestros salarios y a la compra de materias primas”, explicó Robertson, que supervisa las ventas en más de 280 tiendas en todos los Estados Unidos y Canadá. A ella le complace particularmente el haberse asociado con cooperativas en Ecuador, Ruanda y Kenia “compuestas por mujeres con antecedentes como nosotras”.

Preparándose activamente para la primera conferencia nacional de Thistle Farms, que se celebró del 13 al 15 de octubre cerca de Vanderbilt, Robertson dijo que a veces le resulta difícil creer en los efectos que han resultado de su participación con el programa Magdalena.

“Es increíble y es generacional. Ahora, mi hija de 23 años estuvo interna con nosotras este verano y está trabajando con la conferencia”, agregó. “Eso dice mucho de cómo esta compañía, el programa y la comunidad han afectado [positivamente las] vidas [de personas]. Es un enorme movimiento generacional. Si no lo hubiera vivido no lo hubiera creído”.

Aceite e incienso

Las sociedades del altar y los sacristanes pueden sentirse tentados a probar el “Aceite de Albano”, que viene de la iglesia de San Albano [St. Alban’s Church] en Monroe, Georgia, o el aromático “Incienso del Ángelus” de New Haven, Connecticut.

Wilbur Ward dice que el “Aceite de Albano” es de primera calidad, extremadamente puro y económico, “podrá competir con cualquier otro aceite en cualquier parte” y se produce específicamente para su uso en velas y antorchas artificiales —así como para “hacer la obra de Dios”.

“El cien porciento de todas nuestras utilidades se destina al apoyo de los servicios comunitarios” en una variedad de empeños que incluyen un ministerio cristiano local, Fe en el Servicio de la Humanidad [Faith in Serving Humanity] (o FISH, por su sigla en inglés), el cual ofrece comida, ropa, albergue y otros servicios de emergencia a individuos desatendidos, así como un proyecto de huerta en la cárcel local del condado “donde los reclusos ayudan a plantar una huerta todos los años.

“Suministramos equipos, semillas y todo. Los reclusos ponen la mano de obra y el producto se destina a FISH donde lo usamos para alimentar y socorrer a personas de bajos ingresos, dijo Ward, veterano de 40 años en la industria química y guardián mayor de la iglesia de San Albano, en Monroe, Georgia, en la Diócesis de Atlanta.

Los precios varían, de ahí que las compras más grandes resulten más económicas, explicó él. Por ejemplo, “si compras cuatro galones [15 litros], termina costándote unos $20 el galón [3,8 litros]”. El aceite, que llega desde una refinería en Luisiana, es reempacado y pesado meticulosamente antes de enviarlo a los clientes de las iglesias a través del país.

De manera semejante, el Rdo. David Cobb dice que la iglesia de Cristo [Christ Church] en New Haven, Connecticut, ha estado fabricando y vendiendo incienso para otras iglesias por tanto tiempo como cualquiera podría recordar.

La “mezcla distintiva”, una receta de aroma floral, es un secreto bien guardado que ha llegado a formar parte de la identidad de la parroquia, localizada en la vecindad de la Escuela de Teología Berkeley en Yale.

El incienso se vende por unos $25 la libra [0,453 kg.] y se despacha para toda la nación. Él calculaba que la iglesia vende alrededor de cinco libras [2,26 kg.] en un mes promedio. Las utilidades se destinan en su mayor parte al sostén de gastos litúrgicos, lo cual contribuye a la formación de los estudiantes a través del año académico, apuntó.

“Creemos realmente que el culto es la misión en una parroquia como ésta, donde cada domingo nos encontramos con jóvenes adultos y personas con inquietudes espirituales”, dijo Cobb. “La gente joven parece sentirse realmente atraída hacia algo con un claro sentido de lo trascendente y fuera del dominio normal de la experiencia sonora y sensorial, que sugiere una presencia más profunda y convincente en medio de la vida”.

Caramelo tostado, turrón de maní y café


ens_101513_goodShepherdCoffee_spAlgunas congregaciones han convertido los antojos de dulces y bebidas calientes y estimulantes en recaudaciones de ingresos, asociaciones creativas, campañas globales y reconocimiento local.

Por ejemplo, los que visitan por primera vez la iglesia del Buen Pastor [Good Shepherd Church] en Town and Country, Misurí, reciben un cartucho gratuito de café en grano, y la iglesia incluso se los muele, dijo la rectora,  Rda. Pamela Dolan, en una entrevista telefónica reciente.

“Siempre les digo a los visitantes que la primera bolsita es gratis; luego tienen que comprarlas”, subrayó Dolan riéndose por lo bajo.

La decisión de vender café, comparable a las infusiones de alta calidad, comenzó con una campaña para “salvar la brecha presupuestaria” hace varios años. Desde entonces, ha ayudado a comunidades en Ruanda y en Costa Rica, donde los granos se compran a buen precio, ha dado lugar a otras posibilidades de ministerio creativo y ha distinguido localmente al Buen Pastor “como la iglesia que en verdad tiene un buen café”, dijo Dolan.

Con el apoyo de la congregación, Pamela Evans se asoció con Kuva Coffee, una planta artesanal en San Luis. Tim Drescher, el fundador de Kuva, tuesta y entrega los granos semanalmente, los cuales se venden a $15 la bolsita de 12 onzas [340 g.].

“Es maravilloso ser capaz de asociarse con alguien”, dijo Drescher, durante una entrevista telefónica reciente. “Todo viene junto porque están usando nuestro producto para un propósito superior”.

Han surgido otras posibilidades, entre ellas el utilizar las ganancias para ayudar a establecer una huerta comunitaria que contribuya a proporcionar verduras frescas para las comidas de paz de una iglesia episcopal de la localidad; así como otra empresa, que se estrenará en esta próxima temporada festiva: granos de café bañados de chocolate, dijo Evans en un correo electrónico a ENS.

“¿Qué mejor manera de cambiar vidas y evangelizar que tener una conversación en torno a una taza de café?, preguntó ella. “En consecuencia, nuestra consigna es: Cambiando vidas taza a taza [©Changing lives one cup at a time]”.

Adicionalmente, el respaldar la idea de Evans ha potenciado a toda la comunidad, dijo Dolan. “Es tan fácil, cuando alguien se te acerca con una idea, pensar en todo lo que podría no funcionar y en todas las cosas que podrían salir mal. Me alegra mucho ver a personas en la parroquia que respaldan la visión de Pam. Se siente uno bien diciéndole que ‘sí’ a alguien y contribuyendo a que sus sueños se hagan realidad”.

Para una iglesia de Iowa y para otra de Ohio, la cercanía de las fiestas navideñas, es la ocasión de crear equipos que transformen venerables recetas de repostería en dulces creaciones.

La iglesia de Santo Tomás [St. Thomas Church] en Sioux City, Iowa, comenzó a fabricar y a mercadear el “Caramelo de Hazel” hace pocos años luego de una serie de epifanías, según el rector, Rdo. Torey Lightcap.

La congregación participó en un taller del Fondo de Edificios de la Iglesia Episcopal [Episcopal Church Building Fund] sobre la readaptación de los bienes inmuebles, el cual “nos hizo adquirir conciencia de que no estábamos utilizando nuestras instalaciones a lo largo de la semana de un modo que se tradujera en una óptima mayordomía” de los recursos, dijo él.

Fue ahí cuando el recuerdo que una feligresa tenía de una valiosa receta de caramelo inglés nos llevó por nuevos rumbos. “Ella se lo dijo a alguien y , como era de esperar, al igual que muchas iglesias episcopales, habíamos publicado libros de recetas en el pasado y en uno de ellos había una receta de caramelo tostado [toffee] que nos la había suministrado Hazel, quien había muerto pocos años antes, contó Lightcap.

La receta se probó y se modificó, se hicieron muestras, se sometió a votación hasta que se perfeccionó y nació el “Caramelo de Hazel”, recuerda él. La venta de los pegajosos dulces por $5 el cuarto de libra [113 g.] ha prosperado desde entonces, de una venta parroquial a convenciones diocesanas y otros eventos en la zona, a ventas por Internet, y ahora la estamos expandiendo a empresas locales y otras posibilidades.

Entre tanto, los niveles de energía, “se dispararon”, dijo Lightcap. “Hemos aprendido muchísimo de cosas en las que una iglesia normalmente no podría dedicar mucho tiempo a pensar… y eso ayudó a cambiar la percepción de nuestra parroquia en la comunidad. Somos el lugar de la huerta comunitaria y el que vende el caramelo tostado. Cuando oyen hablar de nosotros, suelen decir ‘oh, bien, la iglesia del caramelo tostado’”.

En la iglesia de San Andrés [St. Andrew’s Church] en Washington Court House, Ohio, ya se están recibiendo pedidos del “famoso turrón de maní” y feligreses como Claudia Coe ya se están preparando para hornear la crocante golosina.

“Se nos conoce tanto por el turrón de maní que la gente nos pregunta si hemos comenzado a hacerlo y un cliente tiene un pedido adelantado de 50 libras [22 kg.]”, según cuenta la vicaria de la iglesia, Rda Gayle Hansen Browne. “Él tiene una pequeña empresa y se lo da a los empleados como parte de su regalo de Navidad”.

Valiéndose de una receta que ha pasado de mano en mano a lo largo de generaciones, equipos de feligreses se comprometieron a hacer las hornadas [del turrón], que se vende en bolsitas de media libra a $5 cada una, hasta un total de unas 200 libras [90 kg.] anuales.

Las utilidades suelen dedicarse a la mejora de edificios y terrenos, promoviendo indirectamente la misión de la iglesia, incluido un ministerio comunitario ecuménico con 32 congregaciones locales para ayudar a zonas desatendidas, explicó ella.

El Rdo. David Peck (a la derecha) y Chad Rieker, maestro cervecero de la destilería de cerveza Iron Hill, en Lancaster, Pensilvania, levantan sus jarras de la cerveza negra que fabrican en el lugar. Foto de Richard Hertzler

El Rdo. David Peck (a la derecha) y Chad Rieker, maestro cervecero de la destilería de cerveza Iron Hill, en Lancaster, Pensilvania, levantan sus jarras de la cerveza negra que fabrican en el lugar. Foto de Richard Hertzler

Coe dijo que los equipos trabajan en turnos de tres horas haciendo —y horneando— el turrón de maní. “Es divertidísimo. Ha generado un montón de buenas relaciones, aquí y afuera en la comunidad. Somos conocidos en la localidad como la iglesia que ora y la iglesia que hace turrón de maní”.

Cerveza y vino

No se discute la relación entre las iglesias y el vino, pero el Rdo. David Peck, rector de la iglesia de Santiago [St. James Church] en Lancaster, Pensilvania, también está a favor de la cerveza.

“La mayor parte de mi vida y de mi ministerio han transcurrido en Inglaterra, donde, históricamente, la fabricación de vino y de cerveza han sido ocupaciones de la Iglesia, y en Europa aún tienen conexiones muy profundas”, dijo Peck durante una reciente entrevista telefónica.

De manera que, cuando un feligrés se convirtió en maestro cervecero y consiguió un empleo en un restaurante y destilería local, él se ofreció a apoyar su empeño inicial y la llamó “Cerveza Negra de Santiago” [St. James Brown Ale] como una “respuesta de gratitud a Dios” dijo Peck, que bendice las hojuelas de cebada que entran en  la fermentación estacional todos los años.

La St. James Brown Ale es una popular cerveza local, pero la iglesia no se beneficia directamente de las ventas, explicó Peck. En lugar de eso, la cervecería auspicia un programa de sopa de Cuaresma y las utilidades, unos $4.000, se donan para un ministerio que da 30.000 comidas al año a personas económicamente vulnerables.

“Hay una relación muy buena y profunda con el personal de servicio allí, que experimenta el ministerio social, el ministerio de la iglesia y sus propios empeños de recaudación”, dijo Peck.

Peck dice que él está al tanto el año entero de la cerveza, que se fermenta en noviembre y diciembre. “Tenemos personas que se conocieron y se casaron  gracias a la cerveza. Comunica con un lugar que es abierto y receptivo y divertido, y que también es santo”.

En Agoura Hills, California, miembros de la iglesia de la Epifanía [Church of the Epiphany] se dieron cuenta de que a su jardín bíblico no estaría completo sin una vid. De manera que hace unos pocos años plantaron una.

Ahora tienen unas 420 vides de Zinfandel, Cabernet y otras uvas, que finalmente son cosechadas, trituradas y embotelladas, según cuenta la Rda. Melissa McCarthy.

En el ínterin, la iglesia estableció el ministerio de la Viña Puerta Roja [Red Door Vineyard] al crear su propia mezcla para vino de comunión y otros, a través de una bodega local, y los ofrece a suscriptores. Aunque al principio era una medida para cubrir una brecha presupuestaria, “el ministerio funciona como una cooperativa y “acabamos de terminar nuestro segundo embotellado, que estará listo más adelante en el año”, dijo McCarthy durante una entrevista telefónica reciente.

Ella espera usar el vino para evangelizar. Ya los miembros de la comunidad se han unido al ministerio, que enfatiza la fraternidad y el trabajar juntos para cultivar las vides y el jardín bíblico.

“Ha sido una manera en que las personas que se relacionaban marginalmente con la iglesia encontraran una vía de regreso”, dijo ella, “y ha sido un lugar donde personas que son nuevas para la iglesia han podido conectarse y entablar relaciones”.

Salsa de fudge y santa miel


Jeff Colburn, de la iglesia de Santo Tomás [St. Thomas Church] en Croom, Maryland, realmente estaba pensando como convertir limones en limonada —y el resultado fue “Santa Miel”.

Todo comenzó cuando un campanario afectado por un terremoto no podía repararse debido a un enjambre de abejas que se habían posesionado de él. “Hay una historia de abejas que han invadido la iglesia a lo largo de los años. Desde los años setenta han estado intentando sacarlas, y siempre regresan”, dijo.

Así fue que Colburn, que es avicultor, entró a trabajar, sacó las abejas con cuidado hacia un recipiente valiéndose de una aspiradora y luego recogió el panal. “Toda la miel que sacamos pesaba más de 100 libras [45 kg.]. Embotellamos la “Santa Miel” y la vendimos en el mercado campesino local”.

La Rda. Debbie Brewin-Wilson bendijo la miel, las abejas y a los avicultores, y se ofrecieron obsequios de la “Santa Miel” a unos cuantos visitantes. La iglesia vendió toda la miel, dijo Christina Manucy, una feligresa.

Aunque las abejas volvieron este año, el ministerio tuvo muy corta vida porque no resultaron tan productivas. Y Colburn agregó: “No hay Santa Miel este año aunque saquemos las abejas”.

Varias veces al año, por propia confesión del Rdo. Aaron Gerlach, la iglesia de Santiago [St. James Church] en Piqua, Ohio, “se convierte en una fábrica de salsa de fudge”.

El resultado son unas tentadoras golosinas tales como la “Salsa de Fudge Celestial” [Heavenly Hot Fudge Sauce] con sabores de chocolate, mantequilla de maní y menta, embotellada y lista para comer con helados y postres.

Se vende por $5 la pinta [medio litro] y el dinero se utiliza para financiar varios proyectos de misión de la parroquia. “Uno de los principales proyectos misioneros que tenemos es que auspiciamos una de las mayores despensas de Piqua”, dijo Gerlach durante una entrevista telefónica reciente.

La salsa de fudge también “le ha dado a la parroquia un incentivo para relacionarse; les ha energizado [a sus miembros] para interactuar con la comunidad en los festivales municipales y para habilitar quioscos en las convenciones diocesanas y en los eventos locales, agregó.

–La Rda. Pat McCaughan es una corresponsal de Episcopal News Service radicada Los Ángeles. Traducción de Vicente Echerri.