Ex deán de Bethlehem pastoreó la catedral de Delaware durante sus últimos días

Por Sharon Sheridan
Posted May 28, 2013

El Muy Rdo. William “Bill” Lane pastoreó la iglesia catedral de San Juan [St. John] de la Diócesis de Delaware hasta su clausura en 2012. Antes había sido deán de la catedral de la Natividad [Nativity] en la Diócesis de Bethlehem en Pensilvania. Foto de Danny N. Schweers/www.photoprayer.com

El Muy Rdo. William “Bill” Lane pastoreó la iglesia catedral de San Juan [St. John] de la Diócesis de Delaware hasta su clausura en 2012. Antes había sido deán de la catedral de la Natividad [Nativity] en la Diócesis de Bethlehem en Pensilvania. Foto de Danny N. Schweers/www.photoprayer.com

[Episcopal News Service] Conforme a la definición del Muy Rdo. William Lane, la típica catedral episcopal es una parroquia con algo más: más hospitalidad para la diócesis, más ministerio profético para la comunidad, más una vitrina para las mejores costumbres en lo tocante a culto y a programas.

“Las catedrales son un avis rara en la Iglesia Episcopal”, dijo Lane, que sirvió como deán de la iglesia catedral de la Natividad [Nativity] de la Diócesis de Bethlehem en Pensilvania y luego como deán interino de la iglesia catedral de San Juan [St. John] en Wilmington, hasta su clausura en julio de 2012.

La mayoría de las catedrales episcopales, dijo, son semejantes a aquellas en las cuales él trabajó: “una combinación de iglesia parroquial con una añadidura, y el tamaño de esa añadidura varía, supongo yo, de una diócesis a otra… Con bastante frecuencia es un punto central para las funciones diocesanas y para las principales actividades de la vida de la diócesis”.

Pero para quien sirve como rector y deán de una catedral, como para cualquier otro párroco, “una buena parte de nuestro ministerio” se concentra en responder a necesidades pastorales, dirigir la parroquia y supervisar la vida, la educación, el culto y la liturgia parroquiales, dijo. “Eso fue muy cierto en Bethlehem y lo es también aquí en Delaware”.

Ordenado al sacerdocio en la Diócesis de Maryland en 1964, Lane sirvió en ministerios parroquiales y diocesanos de Delaware desde 1975 hasta su llamado a Bethlehem en 1997. Se jubiló en enero de 2006 y regresó a Delaware para convertirse en el deán interino de la catedral en junio de ese año. “Estuve allí con uno de los más largos interinatos de la historia de la Iglesia, creo yo”.

La Natividad era “una activa parroquia en crecimiento y no sospechaba de las posibilidades de que la cerraran”, recuerda él. Además de dirigir una serie completa de programas parroquiales, era la sede de la mayoría de las convocaciones diocesanas, así como de las renovaciones de votos clericales y de muchas ordenaciones.

“Muchas de esas cosas, desde luego, incluían tanto a personal diocesano como a personal de la catedral”, dijo Lane. “A veces resultaba arduo, pero era el tipo de tarea que a uno le place hacer, y podíamos contar con un buen liderazgo laico en la catedral para echar una mano… Nunca lo sentí como una carga”.

Hasta cierto punto, San Juan era un vivo retrato de eso, agregó. “Teníamos un buen liderazgo aquí en San Juan. Teníamos un magnífico programa de música… Una vez más, era una satisfacción ser el anfitrión de muchas de las actividades diocesanas, y la diócesis proporcionaba muchísima ayuda…  muchísimo poder popular.”

El problema era que había poca gente. Lane llegó como interino a sabiendas de que la catedral podría cerrar al cabo de dos años. La asistencia dominical promedio era de 70 a 90, incluido el coro, en comparación con 180 en Bethlehem.

“Era una comunidad en peligro” afirmó. “Con el transcurso de los años, la congregación se había ido reduciendo, en parte por demografía y localización, y luego la congregación estaba envejeciendo, y entonces el problema económico empezó a afectar. Los problemas sencillamente comenzaron a multiplicarse según disminuía el número [de feligreses], según disminuían las promesas”.

Una subvención vino a ayudar, pero el rédito que de ella se derivaba no fue suficiente cuando el mercado se hundió.

El deán William Lane dirige un estudio bíblico durante un campamento de verano en 2010 en la catedral de San Juan, Wilmington, Delaware. Foto de Danny N. Schweers/www.photoprayer.com

El deán William Lane dirige un estudio bíblico durante un campamento de verano en 2010 en la catedral de San Juan, Wilmington, Delaware. Foto de Danny N. Schweers/www.photoprayer.com

Durante los seis años que estuvo en el cargo, se exploraron diferentes opciones para mantener la catedral abierta. Pasaron cerca de un año en conversaciones con una escuela particular subvencionada que se había mostrado interesada en localizarse allí, “y luego, en el último minuto… la escuela se retiró y encontró otro lugar”.

El mayor “ministerio social y de misión” de la catedral era la escuela coral, que servía a niños en riesgo e incluía servicios tales como ayuda doméstica y mentoría así como preparación musical. Resultaba conmovedor, en cualquier temporada había aproximadamente de 25 a 40 niños, la mayoría de ellos de comunidades en riesgo de la ciudad”, dijo Lane. “Habíamos hablado de las posibilidades de hacer la escuela coral en una guardería infantil”.

Pero, eso tampoco dio resultado.

“Le dimos un empujón y realmente trabajamos duro, pero sencillamente no pudimos lograrlo”, afirmó Lane. “Finalmente, resultó claro que no era por falta de ministerio ni por falta de un buen culto ni por falta de cosas de las que uno carecía, era simplemente falta de fondos, y no había suficiente acción popular allí para generar los fondos”. Y, agregó “la diócesis no creía contar con la cuantiosa cantidad de dólares [que se necesitaban] para mantener la catedral a flote”.

“No hubo otra opción” que cerrar,  añadió. “Como pueden imaginar, fue un momento de pesar”.

En los últimos meses de la catedral, tuvo lugar una celebración llamada “30 y más”, para marcar el tiempo que algunos de los feligreses llevaban allí. Cuando Lane hizo una encuesta entre los asistentes sobre el tiempo habían estado asistiendo a la catedral, “hubo personas que habían estado allí 70 años”.

“Para todos ellos” afirmó, el cierre de la catedral “fue descorazonador”.

“Parte de mi tarea, de mi ministerio, fue ayudar a la gente a superar eso, no en reprimirse el duelo… sino en reconocer que no sólo había muerte, sino también resurrección, y encontramos la resurrección a veces en diferentes sitios.

“Nunca podré decir con demasiada vehemencia cuánto admiro a los fieles de San Juan, de la manera en que vivieron esa pena, pero sin dejar, en definitiva, que el pesar controlara sus vidas y sus vidas espirituales”, dijo. “Podrían haber dejado que la amargura se apoderara de ellos, y no lo hicieron”.

Algunos miembros de la catedral comenzaron a asistir a la iglesia de los Santos Andrés y Mateo [Church of Saints Andrew and Matthew], donde él ahora es sacerdote adjunto. “Ésa es una de las razones que me trajeron aquí, estar con ellos a través de un tiempo de transición. Algunos de ellos fueron a otros lugares, a otras parroquias”.

La escuela coral se relocalizó en Andrés y Mateo y “sigue funcionando bien”, añadió.

Brindar programas ejemplares tal como ése es parte del papel de una catedral, dijo él. “Creo que la catedral debe ejercer ministerios que sienten pautas y le ofrezcan una enseñanza a las parroquias”.

“Por otra parte, depende de los recursos de que disponga la catedral”, añadió, haciendo notar que en la Diócesis de Delaware “las parroquias tenían muchos más recursos humanos, económicos y clericales”.

“Para mi criterio, eso no significa necesariamente que por tratarse de una iglesia catedral va siempre a ser el ejemplo supremo de ministerio urbano o de ministerio de enseñanza o educación, pero es ciertamente una función por la que debe esforzarse, siguió diciendo. Y pase lo que pase, debe hacer todo lo posible para garantizar que “todo lo que haga, lo haga muy bien”.

“El deán de una catedral”, agregó, “debe tener la vista o la mano en el pulso de la comunidad”. Y el deán debe estar dispuesto a permitir que ocurran cosas en la catedral que una parroquia podría rehusar. “Uno debe brindar oportunidades para que se exprese la controversia”.

En Bethlehem, por ejemplo, trajeron a activistas palestinos e israelíes para que predicaran y enseñaran acerca de los problemas de Israel y Palestina.

“Con una iglesia catedral, el deán también tiene que tener un sentido pastoral, dijo como conclusión. “No estoy tan seguro de que un deán es diferente en modo alguno de un rector parroquial. Pero uno tiene que estar definitivamente abierto al ministerio de la hospitalidad para la diócesis y al ministerio profético de la comunidad”.

— Sharon Sheridan es corresponsal de ENS. Traducción de Vicente Echerri.