La Cámara Episcopal de los Obispos ofrece una palabra a la Iglesia

Posted Mar 20, 2013

[20 de marzo de 2013] La Cámara de los Obispos de la Iglesia Episcopal, reunidos en retiro en el Centro de Conferencia de Kanuga, Hendersonville, Carolina del Norte, ofrece a la Iglesia la palabra siguiente.

Una palabra a la Iglesia:
Liderazgo divino ante la violencia

Oh Dios, que por la pasión de tu bendito Hijo convertiste a un instrumento de muerte vergonzosa en un medio de vida para nosotros: concede que de tal modo nos gloriemos en la cruz de Cristo que suframos con alegría la vergüenza y privación por causa de tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén (Colecta del martes de la Semana Santa. Libro de Oración Común. (LOC) p. 135).

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

La Cámara de los Obispos de la Iglesia se reunió en un retiro del 8 al 12 marzo en el centro de conferencias de Kanuga en Hendersonville, Carolina del Norte. Durante el tiempo pasado juntos el tema tratado ha sido el “liderazgo divino en medio de la pérdida”. Hemos oído conmovedoras reflexiones sobre la pérdida a consecuencia de: los tiroteos en Newtown, en Hurricane Sandy, las luchas en curso en Haití, el trauma histórico experimentado por los nativos americanos en Dakota del Sur, y la enfermedad física. Al estar juntos en conversación, oración y adoración común, hemos compartido la realidad de una nueva vida en Jesús resucitado que ha vencido la muerte y redime nuestras pérdidas.

El tiempo que estuvimos juntos nos condujo a un nuevo momento de reconocimiento con respecto a cómo la violencia infecta y afecta nuestras vidas. Hemos considerado cómo la realidad de la violencia en nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestras iglesias, nuestros hogares, y en nosotros mismos, nos aleja de Dios y mutuamente. Y nos arrepentimos de que muy a menudo hemos descuidado desafiar la violencia de cualquier tipo y buscar la paz y la reconciliación. En este tiempo de cuaresma rezamos: “Acepta nuestro arrepentimiento, Señor, por el mal que hemos obrado: por nuestra ceguera ante las necesidades humanas y el sufrimiento, y nuestra indiferencia ante la injusticia y la crueldad” (De la Letanía de penitencia del Miércoles de Ceniza, (LOC) p. 186)

En particular, nos afligimos por los muertos a causa de la violencia armada sin sentido en los diversos contextos de donde provenimos. Lamentamos y hemos llorado por los tiroteos masivos ampliamente reportados en este país, recordando tragedias como Aurora, Oak Creek y Newtown. Estamos indignados por la masacre diaria, a menudo invisible y no reconocida, de nuestros jóvenes en ciudades como Chicago, Newark, Baltimore, Port-au-Prince, y Tegucigalpa. Esta matanza debe terminar.

Como obispos de la Iglesia Episcopal incorporamos una amplia variedad de experiencias y puntos de vista con respecto a las armas de fuego. Muchos de nosotros somos cazadores y tiradores deportivos, anteriores miembros militares y oficiales de la policía. Respetamos y honramos que no somos de la misma opinión con respecto a las cuestiones relacionadas con la legislación de armas. Sin embargo, estamos convencidos de que es necesario que haya una nueva conversación en Estados Unidos, que desafíe la violencia armada. Debido a la amplia variedad de contextos en los que vivimos y a nuestro compromiso con un discurso razonado y respetuoso que mantiene unidos a diferencias significativas en una tensión creativa, creemos que la Iglesia Episcopal puede y debe liderar este esfuerzo. De hecho, muchos en esta Iglesia ya lo están haciendo, por lo que damos gracias a Dios.

En nuestras ordenaciones como obispos nos comprometemos a “proclamar con valentía e interpretar el evangelio de Cristo, iluminando las mentes y despertando las conciencias” de los que estamos llamados a servir (LOC p. 420). Hacemos un llamamiento a todos los episcopales a que oren y trabajen para lograr el fin de la violencia armada. Nos comprometemos a liderar una nueva conversación en nuestras naciones en cuanto al uso apropiado y la legislación de las armas de fuego. Y además nos comprometemos a realizar obras concretas en este sentido.

Orando y trabajando juntos podemos ser instrumentos del amor de Dios restaurador y reconciliador del mundo entero. Gloria a Dios, cuyo poder que obra en nosotros puede lograr infinitamente más de lo que podemos pedir o imaginar (Efesios 3:20).