La diócesis de Jerusalén brinda servicios de salud y educación a los palestinos

Por Lynette Wilson
Posted Jan 18, 2013

[Episcopal News Service] Por cada niño física o evolutivamente discapacitado que atienden en el Centro Princesa Basma para Niños Discapacitados de Jerusalén Oriental, otros 20 son atendidos en centros locales o intermedios a lo largo y ancho de la Cisjordania.

“Somos el único centro de calidad que ofrece completa rehabilitación en Palestina; competimos con otros en el mundo árabe y ninguno obtiene nuestros resultados”, dijo Maha Yasmineh, directora ejecutiva en funciones de Princesa Basma. “Hemos alcanzado un nivel que tenemos que mantener, nadie más puede hacerlo”.

En 2005, el Centro Princesa Basma fue reconocido por el innovador servicio de alta calidad que le presta a los niños y sus familias. El centro se inauguró en 1965 y en 1987 fue la primera escuela en integrar niños discapacitados en las clases ordinarias.

“Ha sido un éxito tal que nos estamos convirtiendo en mentores de otras escuelas”, dijo Yasmineh, añadiendo que muchos de los discapacitados que se gradúan en la escuela han continuado estudiando en la universidad.

La escuela no tenía clases y los pasillos estaban silenciosos, salvo por unas cuantas madres y sus hijos, cuando la obispa primada Katharine Jefferts Schori visitó el Princesa Basma a fines de diciembre durante su viaje de 12 días a Israel y los Territorios Palestinos en Navidad y Año Nuevo.

La obispa primada visitó la diócesis atendiendo la invitación de Suheil Dawani, obispo anglicano de Jerusalén.
“La Diócesis de Jerusalén tiene una larga e importante relación con la Iglesia Episcopal americana, vuestro apoyo a la diócesis ha sido firme y generoso”, dijo Dawani a Jefferts Schori durante la visita.

En el curso de su visita a Princesa Basma —que debe su nombre a la princesa de Jordania que inauguró el centro en los años sesenta—, la obispa primada se enteró del Programa de Capacitación Materna y de algunos retos a los que el centro se enfrenta.

Cada año, de 250 a 300 madres y sus hijos pasan entre dos y cuatro semanas viviendo en el centro. Los niños reciben un tratamiento de rehabilitación completo y las madres aprenden atender a sus hijos, muchos de los cuales padecen de anomalías congénitas.

“Muchísimas madres no saben nada sobre la discapacidad”, dijo el Dr. Waddah Malhees, director médico del programa de rehabilitación. “Las enseñamos a cuidar a sus hijos, y a continuar con la rehabilitación”.

(En 2012, añadió Malhees, el centro Princesa Basma llegó a ser el primero en tratar a niños palestinos autistas, y es el único centro que trata a niños autistas y capacita a sus familias).

Más recientemente, sin embargo, debido a reducciones presupuestarias, las madres y los hijos deben abandonar el centro los jueves por la noche y regresar los sábados, lo cual significa que deben pagar los costos de transporte y pasar por los puntos de control entre Jerusalén y sus hogares en Cisjordania explicó el personal.

Ochenta y siete por ciento del presupuesto del centro es generado por costos de servicio y matrícula escolar. El 13 por ciento de déficit del presupuesto que se prevé para 2013 representa alrededor de $268.000, dijo Yasmineh.

“El trece por ciento es muchísimo dinero”, afirmó. “Estamos atendiendo niños necesitados en los Territorios Palestinos, y si nosotros no lo hacemos, nadie lo hará”.

La Diócesis Episcopal de Jerusalén dirige 35 instituciones sanitarias y docentes a través de cinco países y la Cisjordania controlada por la Autoridad Palestina y también en Gaza, donde se encuentra el hospital Ahli Arab, que es una de sólo tres instituciones dirigidas por cristianos.

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“Estas instituciones llevan a cabo un ministerio maravilloso y asombroso en un lugar con un historial multirreligioso y multiétnico y, en consecuencia, es vital para la Iglesia seguir ofreciendo estos servicios, porque estas instituciones, así como las iglesias, desempeñan un papel moderador y muy importante en la sociedad”, dijo el Muy Rdo. Hosam Naoum, deán de la catedral de San Jorge [St. George’s Cathedral] en Jerusalén, en una entrevista el 1 de enero en el patio de la hostería de San Jorge.

“Existimos para edificar una comunidad de tolerancia, de reconciliación y una comunidad que tiene una comprensión mutua de la fe, la cultura y la tradición del otro”. Y añadió: “Estas instituciones, así como el ministerio parroquial, ofrecen un terreno sano y fértil para futuros y potenciales líderes de la comunidad. Y [para] personas que están bien preparadas y que sostienen relaciones positivas. Y esto es lo que soñamos, establecer realmente una comunidad que le permita tanto a judíos como a palestinos convivir para crear una sociedad donde todo el mundo importe”.

Las escuelas son la mayoría de las instituciones diocesanas, y la escuela de San Juan en Haifa ha educado a generaciones de niños musulmanes, judíos y cristianos. Cada mañana, los 575 estudiantes, 50 por ciento de ellos musulmanes, se reúnen en una asamblea matutina y a la escuela no sólo se le reconoce por su alta calidad docente (ya en el kindergarten se introducen nociones de investigación científica), sino también por su formación a favor de la “paz”.

“Estamos haciendo un magnífico trabajo, pero no evangelizamos”, dijo Wajeeh Awad, que ha estado 52 años en la escuela, durante un almuerzo en Haifa a fines de diciembre. Awad es ex director y ahora es miembro de la junta directiva de la escuela.

Además del Princesa Basma, el hospital de Gaza y la escuela de Haifa, la obispa primada visitó también el hospital de San Lucas en Nablus; una clínica de diabetes que está a punto de inaugurarse en los terrenos de la iglesia de San Andrés en Ramala; así como el sitio donde se construye un hogar de ancianos y centro comunitario de 40 camas en los terrenos de la iglesia de San Pedro en Birzeit, un suburbio de Ramala.

Reflexionando sobre las visitas, la obispa primada dijo: “es obvio que los cristianos son los principales constructores de puentes, y ven su ministerio como el servicio a todo el pueblo de Dios, a todos los hijos de Abraham.

“La obra que la diócesis de Jerusalén lleva a cabo es de profunda importancia”.

En los territorios palestinos, del 10 al 15 por ciento de la población padece de diabetes, de la cual el alto nivel de estrés se cree que sea un factor, en contraste con el tres por ciento de la tasa global, dijo el Dr. Hisham Nassar, que es el asesor de atención sanitaria de la diócesis. Nassar abordó el tema durante un almuerzo en la iglesia de San Andrés en Ramala en diciembre pasado.

La clínica diabética localizada en la iglesia abrirá seis días a la semana y se espera que atienda de 300 a 400 personas al mes. La clínica también ofrecerá sesiones de información mensualmente, explicó Dawani durante un recorrido por la modernísima clínica en diciembre pasado.

En el hospital de San Lucas, en Nablus, nueve comadronas partean un promedio de 180 bebés al mes. Si una madre tiene un parto normal, su estada en el hospital es de seis horas. El hospital cuenta también con una unidad neonatal de terapia intensiva para los casos complicados.

Con 150 empleados, el hospital médico y quirúrgico de 60 camas atiende anualmente a más de 70.000 pacientes de Nablus y las aldeas circunvecinas “independientemente de su raza o de su condición social”.

Sin embargo, un tomógrafo computarizado, roto desde 2010, permanece inactivo en la planta baja del hospital, lo cual constituye un problema para esta institución que tiene el único departamento de urgencias traumáticas del norte de Cisjordania, un área de 500.000 habitantes, por lo cual también funciona como un centro de referencia para todos los casos de neurocirugía.

“Aquí tenemos un personal que brinda atención médica a bajo costo, sirviendo a todo el que entra por la puerta. ¿Cómo se las arreglan para [tratar casos de] neurología y cardiología [sin el funcionamiento de un tomógrafo]? El ver esta máquina que no funciona realmente me inspiró [a ayudar]”, dijo el obispo James Magness, obispo sufragáneo de la Iglesia Episcopal para los ministerios federales, luego de una visita al hospital.

“Su nivel de compromiso [del personal del hospital] es inspirador y en verdad me motiva a querer ayudar. Ver las escuelas y hospitales y la manera en que trabajan atrae a las personas”.

Los diversos ministerios diocesanos enfrentan muchos desafíos, algunos como resultado de la crisis económica mundial, algunos como consecuencia de la política en Israel y los Territorios Palestinos. Pero la reducción presupuestaria en el Princesa Basma, que también dio lugar a que 12 empleados perdieran sus empleos, y que puede obligar al cierre del taller ortopédico del centro; el tomógrafo roto del San Lucas y la transición del hospital de Gaza luego de perder el apoyo económico de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina, no han afectado la capacidad de la institución [diocesana] de brindar atención de calidad a los pacientes.

“El lugar donde uno ve esperanza es en el campo de la medicina”, dijo el Rdo. Canónigo Robert Edmund, encargado de asociaciones globales de la Iglesia Episcopal con el Oriente Medio, en una entrevista con ENS en Jerusalén. “Tratan a todo el que entre por la puerta. Y el nivel de atención que se brinda es el nivel que pueden ofrecer. Hacen todo lo más que pueden con lo que disponen”.

– Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service.
Traducción de Vicente Echerri