En la espera (y el tránsito) de Adviento

Por Pat McCaughan
Posted Dec 17, 2012

[Episcopal News Service] La única manera que Mark Roberts, un autotitulado “advientófilo”, se concentra en el motivo de la estación es con un árbol de Adviento.

“Tengo un pequeño árbol artificial en mi oficina que adorno con luces moradas”, dijo Roberts, pastor presbiteriano, blogero y director de retiros en la Logia del Laicado [Laity Lodge] cerca de San Antonio, Texas.

En una reunión devocional que él tiene una vez a la semana con su grupo “animo a las personas a reflexionar piadosamente sobre un aspecto de nuestra esperanza en este Adviento en particular”, dijo Roberts durante una entrevista con ENS el 11 de diciembre. “Aliento a cada uno a tomar uno de mis adornos morados y, mientras meditan en esa esperanza, ofrecérselo a Dios y ponerlo en el árbol como un signo de su oración.

“Oro cada día y ofrezco esas esperanzas a Dios. Es una extraña combinación de cosas, pero para mí y para los que están en nuestra organización se ha convertido en una manera significativa de recordar las esperanzas que tenemos y ofrecérselas a Dios”.

Del mismo modo, Linda Roberts, su esposa, ha salido con su propia resistencia creativa a la prisa hacia la Navidad [que impone] la cultura imperante: ella hace dibujos a mano alzada con letreros.

Por ejemplo, el décimo día de Adviento, uno de estos bocetos muestra la semejanza de un puente rodeado de citas de la Escritura, preguntas y exclamaciones, así como de la afirmación en negrita: “No se preocupe, Dios ha oído su oración”.

Los amantes del Adviento de toda clase están personalizando enfoques híbridos de la estación expectante. Están siendo, al mismo tiempo, jubilosos y graves, todos están de acuerdo en que experimentar visceralmente el anhelo, la vulnerabilidad, la necesidad de la esperanzas y el austero deseo de Dios prepara el camino para la transformación navideña.

En un retiro reciente en la Diócesis de Los Ángeles, los líderes del retiro, Barbara Braver y el ex obispo primado Frank Griswold, caracterizaron la espera del Adviento como las piezas de un rompecabezas que, con suerte, completaremos para Navidad.

“Las personas se afanan mucho por ser íntegras de tantas maneras, por tratar de hacer lo correcto. Nos prometemos a nosotros mismos que haremos esto, o aquello o lo otro y fracasamos. Con tanta frecuencia no dejamos cabida a la misericordia de Dios”, dijo Braver durante una entrevista telefónica el 11 de diciembre desde su casa en Gloucester, Massachusetts.

Los retiros de Adviento, [así como] los días de recogimiento y los rituales propios [de la estación] son recordatorios útiles de que “uno sólo necesita a Dios ahora —ni en el futuro, ni en el pasado—; pero vivir en el presente resulta difícil para nosotros.

“Especialmente porque en esta época del año estamos a la espera, muchos de nosotros, de las agotadoras realidades de la mañana de Navidad”, añadió Braver. “Los regalos perfectos, si tenemos dinero para adquirirlos, y la comida y la ropa que nos vamos a poner y tal vez que estamos muy delgados o muy gruesos e intentamos que el árbol se mantenga derecho y las agujas [del pino] tal vez ya han comenzado a caerse y aún es demasiado temprano.

“O quizá estamos pensando en otras navidades, en quienes estuvieron y quienes faltan ahora y acaso en errores que cometimos en ocasiones pasadas. Hay muchas cosas asociadas en nuestra psique a la Navidad; mucho tiene que ver con lo que aún no es, de manera que esto ayuda a reservar algún tiempo y poner toda la intención en ello, y ser conscientes de la presencia de Dios, de que el reino de Dios es ahora”.

Encontrarse con Dios en la oración, o en la poesía o la música o el pan y el vino, o en la Escritura y otros rituales son todos ellos medios que nos ayudan a devolvernos a la realidad del misterio de la presencia de Dios siempre con nosotros, dijo Griswold durante una reciente entrevista telefónica desde Filadelfia, Pensilvania.

“Esperar en Adviento ¿consiste en descender a ese lugar más profundo, para pedir lo que más profundamente deseamos? Sí asocio el Adviento con lo que más profundamente deseo porque eso es probablemente lo que Dios quiere darme”, afirmó él.

“Y no se trata de un auto o una camisa nuevos o del cuerpo perfecto o de cualesquiera de esas cosas que se nos ofrecen a diario como parte de nuestra cultura”, añadió. “Pero, ¿cuál es el deseo más profundo? ¿Alegría? ¿Felicidad? ¿Deseo un sentido de relación con el misterio de mi propia vida y de que Dios y Jesús sean parte de ella?

Así como las lecciones bíblicas de Adviento describen las ansias de un pueblo sometido y derrotado por una nueva identidad y por una renovada vida pública basada en la justicia y la compasión, así los anhelos contemporáneos son “de esas profundas restauraciones del espíritu humano y de las realidades sociales que nos sostienen y nos definen”, dijo Griswold.

El rompecabezas se arma mientras “esperamos en silencio, encontrándonos con nuestra propia pobreza y permitiendo que el espíritu se manifieste dentro de nosotros con gemidos demasiado profundos para expresarlos en oración y nos haga conscientes de algunas cosas que en nuestras ocupaciones no seríamos capaces de advertir o de ver”, agregó.

Él crea ese espacio necesario mediante la incorporación de música meditativa [del monasterio] Taizé, en lugar de los himnos procesionales y finales de las mañanas del domingo. Los ujieres bajan simultáneamente las luces para acentuar el efecto, explicó.

“En Adviento, en verdad hemos tratado, como congregación, de buscar un modo de juntarnos que sea muy distinto del mundo… de llevar el mensaje al hogar de que la atmósfera es de silenciosa expectativa y meditación”, dijo Yaw el 11 de diciembre durante una entrevista desde Southfield.

Él también ofrece una alternativa estacional con la celebración de la fiesta de San Nicolás. Este domingo, 16 de diciembre, San Nicolás llegará como parte del oficio de lecciones y villancicos de Adviento de la congregación.

“En lugar de ir a los centros comerciales o al club o a cualquier otro lugar donde uno encuentra a Santa Claus, San Nicolás saldrá este domingo, y el coro de niños será parte de las lecciones y los villancicos”, agregó.

Después habrá una cena y fotos con San Nicolás en lugar de Santa, como una manera de hacer “de la iglesia un apacible lugar alternativo de la espera y la expectativa de Adviento que sí resuene con algunas de las cosas de la cultura [circundante]”.

En Denver, Colorado, en la Casa para Todos los Santos y Pecadores (HFASS, por su sigla en inglés) el vicario Alex Raabe, y Nadia Bolz-Weber, la promotora de la misión, han creado un espacio alternativo con un “salón de espera de Adviento” al aire libre.

Ellos colgaron luces de Navidad azules en el patio de la Iglesia Episcopal de Santo Tomás [St. Thomas Episcopal Church], donde la HFASS, una nueva congregación de la Iglesia Evangélica Luterana en América, se reúne a las 5:00 P.M. los domingos.

“Decidimos que Adviento se trata de esperar, así que, cuando todo el mundo se reúne, en lugar de sentarse en sillas o de ir a las barras del café, pensamos, por qué no esperamos afuera como una manera realista de recordar que estamos a la espera, no sólo de la venida de Cristo, estamos a la espera de muchas otras cosas, comunidad, solidaridad, calidez. Este salón de espera cumple con ese fin”, dijo Raabe el 12 de diciembre durante el curso de una entrevista desde Denver.

“Es realmente una manera hermosa de relacionarnos los unos con los otros de una forma que no se produce cuando uno está adentro, en un ambiente tibio y confortable, y puede compartir con sus amigos…  en lo que a veces puede ser un clima terriblemente frío. Pero eso hace que el calor del edificio despierte mucho más entusiasmo y sea mucho mejor y más adventual”.

Los calentadores de propano, el chocolate caliente y la sidra ayudan a alejar el frío, añadió. Adicionalmente, después del sermón, una proyección de diapositivas muestra la respuesta de la congregación a los temas de Adviento de esperanza, paz, alegría y amor.

“La gente ha estado buscando entre sus fotos y hemos tenido muchísimas imágenes de mujeres embarazadas” y de un niño de la congregación que no se esperaba que viviera, pero que ya tiene 2 años, puntualizó Raabe.

“Eso nos ayuda a captar lo que hemos estado oyendo todo el tiempo, pero de una manera diferente”, añadió. Es otra forma, distinta y novedosa, que la gente tiene de relacionarse y de oír la palabra de Dios”.

–La Rda. Pat McCaughan es corresponsal de Episcopal News Service y está radicada en Los Ángeles.

Traducido por Vicente Echerri