Mensaje de la Obispa Presidente de la Iglesia Episcopal sobre la Convención General

Posted Aug 3, 2012

[2 de agosto de 2012] “Salimos con abundante esperanza, mejor disciplina para trabajar juntos y con socios más allá de esta Iglesia, para nuestra razón fundamental de ser, el compromiso con la misión de Dios”, la Obispa Presidente de la Iglesia episcopal Katharine Jefferts Schori, afirma en su mensaje a la Iglesia acerca de la 77ma Convención General de la Iglesia Episcopal, celebrada en julio en Indianápolis, IN.


Mensaje a la Iglesia

La Convención General que se celebró en julio en Indianápolis ofreció respuestas nuevas y creativas a la llamada del evangelio en nuestro tiempo. Oímos respuestas cordiales y pastorales a problemas polarizantes, así como una nueva honradez acerca de la necesidad de un cambio.

La Convención General trató una serie de cuestiones importantes que afectarán, en el futuro, la vida y el testimonio de esta Iglesia durante años, y que incluyen muchas más cosas más allá de lo que usted haya oído en las noticias. La forma en que trabajamos juntos también representó una nueva realidad, trabajando para adaptarnos de manera más creativa a nuestra diversa naturaleza como Iglesia.

Es esa forma de compromiso creativo la que a la larga será la más transformadora de la Iglesia Episcopal y en el mundo más allá de ella. Tema tras tema, las resoluciones presentadas por la Convención General surgieron en respuestas creativas que consideraron, pero no terminaron en las posiciones polarizadas que se esperaban cuando íbamos a la Convención. La gente escuchaba ante los movimientos del espíritu y discernía un camino a seguir que era mutuamente edificante, en lugar de crear una mayor división o resultados de ganar-perder.

Los temas candentes de la última década no han sido eternamente resueltos, pero hemos, como cuerpo, encontrado formas creativas y pastorales para vivir con las diferencias de opinión, en lugar de recurrir a viejos patrones de conflicto. Hay una cierta gracia expansiva en cómo se han tomando estas decisiones y en las respuestas que se les ha dado, una gracia que es una reminiscencia del acuerdo isabelino. Hemos dicho, como Iglesia, que no existe ningún impedimento en la participación de las minorías de todo tipo, y estamos encontrando formas pastorales para asegurar que una posible ofensa en el comportamiento o en la posición de otro se reduzca al mínimo, con la esperanza de que podamos crecer celebrando esa diversidad como un don de Dios. Si todos somos pecadores, entonces cada uno de nosotros puede estar equivocado acerca de lo que opinamos. Los seres humanos, hechos de humus, se convierten en cristos cuando conocen la humildad.

Los principales temas abordados en la Convención General incluyen la aprobación de un rito de prueba para bendecir uniones del mismo sexo. Puede ser utilizado en las congregaciones a partir de Adviento, con la aprobación del obispo diocesano. Los obispos están dando variadas respuestas al rito – un buen ejemplo de esta realidad emergente de la adaptación local en función del contexto – algo que es profundamente anglicano.

La decisión de proporcionar un rito de prueba para bendecir uniones del mismo sexo fue anticipada por muchos en la Iglesia, algunos con temor y temblor, otros con júbilo, y todavía otros con la frustración de que no se les ofreciera más. La decisión de la Convención General puede que no haya satisfecho totalmente a nadie, sin embargo, ha proporcionado más espacio para la diferencia de lo que muchos esperaban. El rito debe ser autorizado por un obispo diocesano, lo que permite a los obispos que lo creen inapropiado salvaguardar su propia posición teológica. Algunas de las respuestas de los obispos con preguntas sobre la idoneidad de estos ritos en sus diócesis muestran creatividad y enorme respeto pastoral hacia los que apoyan tales bendiciones. El uso de este rito está abierto a la opción local, de la misma manera que a menudo pensamos acerca de la confesión privada: ” todos pueden, algunos deben, ninguno tiene [que hacerlo]”.

La Convención General también ofreció respuestas creativas a una serie de otros temas difíciles, en particular, el construir la paz en Israel y Palestina, el Pacto Anglicano, y el llamado a la restructuración de la Iglesia Episcopal. Las resoluciones adoptadas reflejan un mayor nivel de inversión en el vigor de las diversas opiniones y posiciones sobe la Iglesia de lo que hemos visto durante mucho tiempo. Podemos celebrar un poco lo de “crecer hasta llegar a la plena estatura de Cristo” y el tipo de bienvenida que afirmamos ejemplificar: “La Iglesia Episcopal le da la bienvenida”, quienquiera que usted sea y opine lo que opine. Como Iglesia, cuando estamos en nuestro mejor momento, creemos sinceramente que esa diversidad nos ayuda a conducirnos hacia la mente de Cristo.

El llamado a la restructuración de la Iglesia es una respuesta a la creciente toma de conciencia de las bases de que debemos cambiar o morir. He oído decirlo de esta manera: “No es una cuestión de tradición o de cambio, ¡la tradición ES el cambio!”. Vivimos en una época de rápidos cambios, y si vamos a ser fieles a nuestro trabajo bautismal de ir al mundo y proclamar el evangelio, nuestros métodos y sistemas de apoyo también tienen que cambiar. Tenemos que ser más sensibles y capaces de participar en las oportunidades, ser más ágiles.

Ágil no es una palabra normalmente asociada con las iglesias episcopales, pero la pasión y la energía demostradas en nuestra Convención General se orientan sin duda en esa dirección. La mayoría de nosotros probablemente asociamos esa palabra con Mother Goose y Jack, que son lo suficientemente ágiles como para saltar por encima del candelero. Pero hay una peculiaridad en el ministerio de Jesús que tiene algo que ver con una capacidad de respuesta flexible y creativa que podría llamarse ágil. Sin duda, así se caracterizó la explosión de sus seguidores por todo el mundo mediterráneo y luego por India, África y Europa. Agilidad tiene algo que ver con la aceptación de riesgos creativos, puede tener un carácter lúdico que también es profundamente creativo, y que participa de la alegría.

Estamos en busca de una Iglesia episcopal para el siglo XXI que pueda adaptarse y responder a una miríada de diversos contextos locales y a las oportunidades misioneras. Hemos comenzado a darnos cuenta, muy ampliamente a través de la Iglesia, que la forma en que hemos “hecho iglesia” durante el último siglo o más ya no se ajusta a muchos de nuestros contextos. No hemos sido muy eficaces en la evangelización con las poblaciones que no tienen iglesia, no hemos sido muy eficaces en la retención de los niños nacidos de padres episcopales, las estructuras familiares están cambiando y nuestra capacidad para atender las necesidades de esas familias no ha seguido el mismo ritmo, ya sea que estamos hablando de las Mujeres de la Iglesia Episcopal [por su sigla en inglés, ECW] y de las mujeres en el mundo laboral, o de las familias monoparentales, o de los niños con necesidades especiales.

La Convención General decidió responder a las necesidades de un cambio estructural, al observar la manera en que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser como Iglesia. Un grupo de trabajo será creado para que escuche ampliamente dentro de la Iglesia y ofrezca una propuesta a finales del 2014.

La Convención General aprobó un presupuesto para el próximo trienio sobre la base de las Cinco Marcas de la Misión Anglicana, que incluye algunas iniciativas creativas en colaboración con las diócesis, con otras partes de la Comunión Anglicana, o con aquellas iglesias con las que estamos en plena comunión o de otra índole. Un ejemplo notable: “Las zonas de iniciativas misioneras” van a facilitar iniciativas creativas en el ámbito diocesano, financiadas en colaboración con la Iglesia en general.

La Convención General pidió que se formara un grupo de trabajo para que estudie nuestra teología del matrimonio. Sorprendentemente, esto sucedió solo unos pocos días después que la Provincia Anglicana de Aotearoa, Nueva Zelanda y Polinesia hicieran lo mismo. Esto puede ofrecer algunas oportunidades muy creativas para el estudio a través de las fronteras provinciales en la Comunión Anglicana.

La Convención General afirmó la aplicación del Plan de salud de la denominación, y ofreció cierta mayor flexibilidad y más tiempo para abordar cuestiones de paridad de atención de salud a los laicos y al clero empleados a nivel diocesano.

Todo este trabajo creativo significa que emergemos con abundante esperanza, mejor disciplina para trabajar juntos y con socios más allá de esta Iglesia, para nuestra fundamental razón de ser: el compromiso con la misión de Dios. Hemos ido más allá del conflicto arraigado de los últimos años. Rezo para que nuestra creciente confianza sea un signo de nueva humildad, sabiendo que somos criaturas finitas que siempre pueden estar equivocadas, que podemos realizar la obra de Dios solamente como parte del Cuerpo, y que el desacuerdo es un signo de posibilidad.

Parece que Dios todavía puede utilizar esta Iglesia, si podemos recordar nuestro foco central: amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, dondequiera que vayamos, y dondequiera que nos encontremos. Que Dios bendiga nuestro viaje, y que sepamos viajar ligeros de equipaje.

La Reverendísima Katharine Jefferts Schori
Obispa Presidente y Primado
La Iglesia Episcopal