Panel ecuménico da inicio a un foro de la ONU sobre cuestiones indígenas

Por Lynette Wilson
Posted May 9, 2012

Sarah Eagle Heart (a la derecha), misionera de la Iglesia Episcopal para el ministerio de los indígenas, lee una oración luego de la presentación del panel "Las iglesias repudian la Doctrina del Descubrimiento: un llamado a la reducción de la pobreza y a la restauración" el primer día de la 11ª. Sesión del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas. Foto de ENS/ Lynette Wilson

[Episcopal News Service] En los años cincuenta del siglo XIX, los pueblos nativos que vivían en el oeste de Estados Unidos firmaron tratados de “paz” con el gobierno estadounidense a cambio de tierras; tierras que habrían de proporcionar un hogar seguro y oportunidades económicas, explicó Cheryle Kennedy, presidente de las Tribus Confederadas de la Grand Ronde de Oregón Occidental, durante la discusión de un panel ecuménico en el Centro Eclesial de las Naciones Unidas el 7 de mayo.

Un siglo después, en 1954, en un “acto de revocación”, cuando el gobierno recuperó la tierra y despojó a los pueblos nativos de su estatus indígena, “sucedieron muchas cosas malas, pero no nos quebrantamos”, continuó diciendo ella.

En los años setenta, las tribus confederadas resolvieron anular la decisión del gobierno y para 1983 les habían restaurado su estatus; en 1986, les habían devuelto más de 4.000 hectáreas. Desde entonces, dijo Kennedy, hemos estado comprando de nuevo la tierra, hectárea por hectárea.

La Iglesia episcopal y otras agrupaciones religiosas se encuentran entre los auspiciadores del panel que sesionó en las Naciones Unidas con el título de “Las iglesias repudian la Doctrina del Descubrimiento: un llamado a la reducción de la pobreza y a la restauración”, que se propuso abordar los temas de la educación, los derechos a la tierra, la reconciliación, la restauración y las medidas prácticas a seguir. Asistieron casi dos docenas de personas.

La discusión del panel tuvo lugar el primer día de la 11ª. Sesión del Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas (UNPFII, por su sigla en inglés), que se reúne del 7 al 18 de mayo, bajo el título “La Doctrina del Descubrimiento: su impacto duradero en los pueblos indígenas y el derecho a enmendar las conquistas del pasado (artículos 28 y 37 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del los Pueblos Indígenas).

La “Doctrina del Descubrimiento” se refiere a la manera en que se interpretaron ciertas leyes internacionales para establecer las formas en que las potencias coloniales se atribuyeron los territorios recién descubiertos desde principios del siglo XVI hasta el siglo XVIII (A lo largo del siglo XIX, se creía que Estados Unidos, específicamente las personas de ascendencia anglosajona, estaban destinadas a expandirse a través del continente, conforme a una doctrina que se llamó “Destino manifiesto”).

La reunión de 2009 de la Convención General de la Iglesia Episcopal aprobó una resolución (2009-D035) en que repudiaba la Doctrina del Descubrimiento. La Iglesia Anglicana del Canadá tomó una medida semejante en 2010, como lo hizo luego, en 2012, el Consejo Mundial de Iglesias.

Además de Kennedy, el panel incluía a la obispa primada de la Iglesia Episcopal, Katharine Jefferts Schori; a Robert J. Miller, profesor en la Escuela de Derecho Lewis & Clark de Portland, Oregón, y a Sarah Augustine, directora del Fondo de Salud Indígena del Surinam y miembro de la Iglesia Menonita.

Sarah Eagle Heart, misionera de la Iglesia Episcopal para el ministerio de los indígenas, moderó el panel, que comenzó con la proyección de un vídeo producido por la Iglesia Episcopal que explora el impacto duradero de la Doctrina del Descubrimiento.

La lesión dejada por la doctrina entre los pueblos nativos de América del Norte puede apreciarse en las altísimas tasas de suicidio, de alcoholismo y de consumo de drogas, así como en la preponderancia de la violencia y las violaciones sexuales. No resulta fácil emprender la obra de la reconciliación; y es más fácil para los no nativos alejarse e ignorar las acciones de sus antepasados, dijo Eagle Heart.

“Es mucho, mucho más difícil sentarnos juntos y hacerle frente al sufrimiento”, afirmó ella. “Librarse de un sufrimiento insoportable sigue siendo necesario en la actualidad”.

Luego de la expulsión del Huerto del Edén, la Biblia está llena de historias que se centran en las comunidades humanas y en su lucha por regresar “a una patria que será fuente de bendición para toda la comunidad, dijo Jefferts Schori durante el panel.

“A lo largo de lo siglos, la comprensión profética de esa comunidad se ha ido ampliando para incluir a todas las naciones de la tierra. Aun así, el conflicto, al parecer eterno, entre dominadores y mayordomos [de la creación] continúa hasta el presente.

“La mayoría de los pasajes bíblicos que hablan acerca de tierras se refieren al anhelo de un lugar fértil, donde la gente pueda plantar sus cultivos, pastorear sus rebaños y vivir juntos en paz. La prole de esos primeros seres humanos dio lugar a personas hambrientas de tierra y muchas de ellas cometieron grandes actos de violencia a través de las edades a fin de ocuparla y poseerla. Los imperios cristianos de Europa batallaron hasta la extenuación por tierras durante siglos, y finalmente enviaron expediciones militares al otro lado del Mediterráneo con el propósito de restablecer un derecho cristiano sobre lo que llamaban Tierra Santa”, continúo diciendo [la obispa primada].

Miller, profesor de derecho, habló brevemente acerca del derecho internacional y la Doctrina del Descubrimiento, remontándose a las Cruzadas, cuando Roma y las monarquías cristianas de Europa se propusieron dominar el mundo y subyugar y esclavizar a todos los pueblos no cristianos.

En 1436, el papa Eugenio IV promulgó una bula papal por la cual le cedía el control y soberanía de las islas Canarias a Portugal, en lugar de España, lo cual puso luego a Portugal en camino a la colonización de la costa occidental de África. España, sintiéndose excluida, se dirigió al oeste. En 1493, el papa Alejandro VI, promulgó cuatro bulas papales que, de hecho, dividieron el mundo en dos: entre España y Portugal, dijo Miller.

“Cuando los europeos se aparecieron, los pueblos nativos perdieron el derecho a su tierra”, prosiguió él.

Otras naciones europeas siguieron [esta ruta], reclamando el derecho a territorios mediante la plantación de banderas y cruces, pero no fue hasta 1823, con el caso Johnson v. McIntosh, que Estados Unidos definió la Doctrina del Descubrimiento como “descubrimiento” y “conquista”, limitando las tierras tribales y los derechos de soberanía. El caso judicial, resultado una disputa de tierras entre dos hombres blancos en Indiana, se convirtió en un modelo internacional.

Aun en la actualidad, dijo Augustine, los pueblos indígenas están siendo “colonizados”. Augustine trabaja con pueblos indígenas del Surinam que han sido desplazados y que se han enfermado por el crecimiento de la industria minera en ese país sudamericano, que hasta 1975 perteneció a Holanda.

“Las personas a quienes ayudo necesitan ayuda todos los días”, dijo Augustine, instando a los presentes a ayudar a los pueblos indígenas a través del apoyo de movimientos de base. Ella también instó el apoyo para que naciones como Surinam y Estados Unidos adoptaran en sus constituciones [el documento de la ONU sobre] los derechos de los pueblos indígenas.

El panel del 7 de mayo fue coauspiciado por la Iglesia Episcopal, la Comunión Anglicana, el Consejo Mundial de Iglesias, El Comité Central Menonita, la Federación Mundial de Mujeres Metodistas y de las Iglesias Unidas, El Grial (un movimiento internacional de mujeres), las Panteras Grises, el Movimiento Internacional por la Unión Fraterna entre Razas y Pueblos, el Fondo de Salud Indígena del Surinam, el Comité de ONG sobre la Década Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo de la ONU, el Ejército de Salvación, la Federación Mundial de Estudiantes Cristianos y la Oficina del Capellán del Centro Eclesial para las Naciones Unidas.

— Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducido por Vicente Echerri.