Los episcopales van a Washington para un desfile piadoso contra la violencia

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Mar 28, 2013
Mariann Edgar Budde, la obispa episcopal de la Diócesis de Washington, reza en la primera estación del Via crucis en la plaza de Lafayette, Washington D.C. el 25 de marzo. Atentos junto a ella, de izquierda a derecha, James Curry e Ian Douglas, el obispo sufragáneo y el diocesano de Connecticut, respectivamente. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

Mariann Edgar Budde, la obispa episcopal de la Diócesis de Washington, reza en la primera estación del Via crucis en la plaza de Lafayette, Washington D.C. el 25 de marzo. Atentos junto a ella, de izquierda a derecha, James Curry e Ian Douglas, el obispo sufragáneo y el diocesano de Connecticut, respectivamente. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

[Episcopal News Service – Washington, D.C.] Lluvia, nieve y temperaturas apenas por encima del punto de congelación no disuadieron a un grupo de unos 400 episcopales de recorrer las calles de la capital de la nación el 25 de marzo para transformar la representación tradicional de trayecto al Calvario y a la tumba de Jesús, en una procesión piadosa que se proponía desafiar lo que llamaron [sus organizadores] una cultura de la violencia.

La versión moderna del antiguo ritual del Vía crucis comenzó en el exterior de la iglesia episcopal de San Juan [St. John’s Episcopal Church], en la plaza Lafayette, frente a la Casa Blanca. La liturgia móvil se desplazó desde la Casa Blanca y concluyó en la escalinata occidental del Capitolio federal aproximadamente dos horas y media después. Obispos, presbíteros y diáconos en la procesión llevaban sotanas u otros atuendos clericales, y a los participantes los encabezaba una cruz de madera mientras desfilaban desde la Casa Blanca por una de las sendas de la avenida Pensilvania que estaba cerrada al tránsito.

“Ustedes salieron a caminar por Cristo en un momento en que la mayoría de la gente se habría quedado dentro [de sus casas] y habría encontrado otra cosa que hacer”, le dijo a los feligreses James Curry, obispo sufragáneo de Connecticut, una vez concluido el Via crucis.

En un encuentro con los medios de información antes de que comenzara el Via crucis, Curry expresó que “el lugar de la Iglesia en nuestra sociedad es el lugar de Jesucristo que se enfrentó a la violencia y murió a consecuencia de ello”.

“Sabemos que ésta es una lucha que tomará años y años, y nuestro compromiso es seguir cargando esa cruz por nuestros hijos y por nuestra sociedad”, añadió.

Si bien no se mencionó en la liturgia el fácil acceso a las armas de fuego y la aflicción que causan los tiroteos, los feligreses durante sus paradas, cerca de monumentos, edificios del gobierno y obras de arte, ofrecieron sus oraciones fundamentalmente por el fin de una cultura de la violencia y por las condiciones sociales y económicas que engendran la violencia.

El Via crucis  o estaciones de la Cruz, es un antiguo ritual que conmemora el sufrimiento de Jesús desde que fuera condenado por Poncio Pilato hasta su crucifixión y sepultura. Los fieles caminan metafóricamente con Jesús, deteniéndose a orar inspirados por los sucesos, algunos de ellos legendarios, que ocurrieron mientras Jesús cargaba su cruz.

Laura Ahrens, obispa sufragánea de la  Diócesis de Connecticut, dirige el Via crucis  frente a la Casa Blanca, mientras James Curry, quien también es obispo sufragáneo de esa diócesis, la ayuda con el sistema de sonido. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

Laura Ahrens, obispa sufragánea de la Diócesis de Connecticut, dirige el Via crucis frente a la Casa Blanca, mientras James Curry, quien también es obispo sufragáneo de esa diócesis, la ayuda con el sistema de sonido. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

La liturgia escrita especialmente para este Via crucis  se encuentra aquí.

Curry, el diocesano de Connecticut Ian T. Douglas y la obispa sufragánea Laura J. Ahrens organizaron el servicio días después de la matanza de 28 personas, entre alumnos, maestros y empleados, en la escuela elemental “Sandy Hook” de Newtown, el 14 de diciembre de 2012. Entre los que murieron estaba Benjamin Andrew Wheeler, de 6 años, que era miembro de la iglesia episcopal de La Trinidad [Trinity Episcopal Church] en Newtown. Los obispos llevaron a cabo el proyecto en colaboración con Mariann Edgar Budde, obispa de Washington, D.C.,  y un equipo de su diócesis.

Otros obispos episcopales que participaron, total o parcialmente, en el evento, fueron Wayne Wright,  de Delaware; Nedi Rivera, de Oregón Oriental; Mary Glasspool, de Los Ángeles; Larry Provenzano, de Long Island; Gayle Harris, de Massachusetts; Steven Miller, de Milwaukee; Mark Beckwith, de Newark; David Bailey, de Navajolandia; Rob Hirschfeld, de Nuevo Hampshire; Gene Robinson, (jubilado) de Nuevo Hampshire; W. Nicholas Knisely, de Rhode Island; Dorsey Henderson, de Alta Carolina del Sur; Shannon Johnston, de Virginia; Douglas Fisher, de Massachusetts Occidental y Porter Taylor, de Carolina del Norte Occidental. También participó el Rvdmo. Dinis S. Sengulane, obispo de Lebombo, Mozambique, de la Iglesia Anglicana de África del Sur, quien ayudó a ponerle fin a la guerra civil en su país e inspiró la recogida y conversión de armas de la guerra [en instrumentos] para fines pacíficos.

Antes de que comenzara el Via crucis, los obispos se reunieron, en la iglesia de San Juan, con Stephanie Valencia, subdirectora de la Oficina de Compromiso Público y con Paul Monteiro, director asociado de esa oficina, a fin de discutir sobre la legislación pendiente para reducir la violencia.

Muchos de los obispos forman parte de Episcopales Contra la Violencia Armada, un grupo ad hoc de obispos, clérigos y laicos episcopales que laboran, colectiva e individualmente, para reducir la violencia con armas de fuego. El grupo tiene una presencia en Facebook y está en Twitter. La etiqueta para el Via crucis es #DCWitness.

Clérigos y laicos de todas las edades acudieron de todo el nordeste para asistir al Via crucis: un desfile en Washington D.C., el 25 de marzo, en desafío a una cultura de la violencia. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

Clérigos y laicos de todas las edades acudieron de todo el nordeste para asistir al Via crucis: un desfile en Washington D.C., el 25 de marzo, en desafío a una cultura de la violencia. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

Poco después de concluido el Via crucis, la mayoría de los participantes se reunió en el Salón Montpelier del edificio James Madison Memorial, que forma parte de la Biblioteca del Congreso para unos breves comentarios de líderes de la Iglesia y del gobierno en apoyo al llamado del presidente Barack Obama a favor de una reforma de la política sobre las armas de fuego y las decisiones legislativas que están pendientes en el Congreso.

Los obispos Curry y Douglas, y Sengulane de Mozambique, estuvieron entre los oradores. Hablaron también el Rep. John Larson (demócrata por Connecticut), la Rep. Eleanor Holmes Norton y la Rda. Brenda Griton-Mitchell, directora de la Oficina de Asociaciones [de organizaciones] de Carácter Religioso y Vecindarios [Faith-Based and Neighborhood Partnerships] del Departamento de Educación de EE.UU.

Holmes Norton, que fue bautizada en la Iglesia Episcopal, dijo “Nosotros en el Distrito de Columbia conocemos el lobby de las armas más que los demás”, haciendo notar los constantes esfuerzos para evitar que el Distrito imponga regulaciones más estrictas para [la adquisición] de armas de fuego.

Sin embargo, afirmó ella, hay personas en todo el país que se están movilizando para reclamar la imposición de leyes que reduzcan la violencia armada “y esta vez no retrocederemos”.

El 25 de marzo, cerca de 400 personas recorrieron devotamente la avenida Pensilvania en un Washington frío y lluvioso, desde la Casa Blanca hasta el Capitolio federal para hacer un llamado a ponerle fin a la violencia. Foto de  Mary Frances Schjonberg para ENS.

El 25 de marzo, cerca de 400 personas recorrieron devotamente la avenida Pensilvania en un Washington frío y lluvioso, desde la Casa Blanca hasta el Capitolio federal para hacer un llamado a ponerle fin a la violencia. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

Griton-Mitchell, abogada y ministra bautista, dijo “Preferiría ver un sermón que oír uno cualquier día”. Ella insistió que en el Vía crucis en verdad había visto un sermón.

Sengulane, que celebró el 38º. Aniversario de su ordenación y de su consagración como obispo el 25 de marzo, dijo que tener un arma en la casa como protección es como tener una serpiente venenosa por la misma razón. No hay ninguna garantía de a quién ha de morder. Un arma es también “muy mal consejero” respecto a como manejar un conflicto, apuntó.

El Via crucis del 25 de marzo fue la última de una serie de medidas tomadas por episcopales a través de la Iglesia que intentan eliminar la violencia armada. Los líderes a nivel denominacional también se han pronunciado al respecto.

Mary Glasspool, obispa sufragánea de Los Ángeles, capta en vídeo a Gayle Harris, obispa sufragánea de la Diócesis de Massachusetts, dirigiendo las oraciones en una de las estaciones del Via crucis. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

Mary Glasspool, obispa sufragánea de Los Ángeles, capta en vídeo a Gayle Harris, obispa sufragánea de la Diócesis de Massachusetts, dirigiendo las oraciones en una de las estaciones del Via crucis. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

A mediados de febrero, la obispa primada, Katharine Jefferts Schori, en un testimonio por escrito al Subcomité Judicial sobre la Constitución, los Derechos Civiles y los Derechos Humanos del Senado de Estados Unidos, instó a los legisladores a “presionar por una verificación completa y universal de antecedentes para [adquirir] la propiedad de un arma de fuego, independientemente de dónde y cómo se compre el arma; a prohibir el acceso de los civiles a fusiles de asalto y a cargadores de alta capacidad, y a la puesta en vigor de políticas concebidas para regular mejor la fabricación de armas”.

Jefferts Schori hizo notar que la Iglesia Episcopal ha dicho continuamente durante más de 40 años “que no puede ignorarse el papel de las armas en la cultura de violencia de nuestra sociedad”. Y, si bien la Iglesia “apoya el derecho constitucional a portar armas de los ciudadanos respetuosos de las leyes”, dijo la Obispa Primada, la Iglesia “es clara en que las leyes y las actividades policiales federales, estatales y locales deben centrar sus esfuerzos en mantener las armas fuera del alcance de los menores y de aquellos que las podrían usar para la comisión de delitos violentos”.

La Obispa Primada no pudo participar en el Vía crucis de Washington, D.C. porque se encontraba en Inglaterra para una reunión del Comité Permanente de la Comunión Anglicana, que siguió a la investidura del arzobispo de Cantórbery Justin Welby. Douglas, que también es miembro del Comité Permanente y que asistió a la ceremonia de investidura, estuvo presente en los primeros dos días de la reunión antes de regresar para ayudar a la conducción de este evento.

Las 13ª. Y 14ª. estaciones del Via crucis fueron en el césped húmedo y lodoso del Capitolio federal. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

Las 13ª. Y 14ª. estaciones del Via crucis fueron en el césped húmedo y lodoso del Capitolio federal. Foto de Mary Frances Schjonberg para ENS.

A fines de febrero, el Consejo Ejecutivo de la Iglesia pidió a los episcopales que “se arrepintieran de sus propios papeles en la glorificación y trivialización de la violencia”. La resolución insta a los episcopales a laborar en pro de “respuestas sociales globales que busquen la eliminación de los ciclos de la violencia que estimulan los delitos con armas de fuego”.

Pidió también que los servicios de salud mental estuvieran disponibles y fueran accesibles “sin estigma en toda una variedad de escenarios”, y que estuvieran a la disposición de “los que han sufrido traumas por haberse visto expuestos a la violencia o a medioambientes violentos”.

La Resolución A&N004 instó a los funcionarios electos a hacer del tráfico de armas un delito federal y a facultar a los funcionarios de los cuerpos de orden público para investigar a intermediarios, traficantes de armas y a  la totalidad de sus redes delictivas”.

E instó a los episcopales a “examinar sus propias actitudes culturales hacia la violencia, mediante campañas en congregaciones y comunidades [y] a arrepentirse de nuestros propios papeles en la glorificación y trivialización de la violencia, y a comprometernos a [obrar] de otro modo”.

Inmediatamente después de la reunión del Consejo, la Rda. Gay Clark Jennings y el Hon. Byron Rushing, presidente y vicepresidente respectivamente de la Cámara de Diputados, enviaron una carta a los diputados a la Convención General en que bosquejaban la resolución del Consejo y decían que esperaban que los diputados “ayudaran a conducir a la Iglesia al cumplimiento de esta resolución”.

El 22 de marzo, la Red Episcopal de Política Pública, con sede en Washington, D.C., expidió una alerta normativa aquí en que sugerían tres medidas que los episcopales podían tomar para responder a los llamados del liderazgo de la Iglesia a abogar por el fin de la violencia armada.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.