Los líderes ecuménicos emiten una declaración después de la visita a Cuba

Publicado en diciembre 6, 2011

Nota del editor: La obispa presidente Katharine Jefferts Schori es signataria de esta declaración y formó parte de la delegación ecuménica que visitó Cuba.

Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo (EE. UU.) Y el Consejo de Iglesias de Cuba

Declaración conjunta

De aquí en adelante, por lo tanto, no consideramos a nadie desde un punto de vista humano; aunque una vez conocimos a Cristo desde un punto de vista humano, ya no lo conocemos de esa manera. Entonces, si alguien está en Cristo, hay una nueva creación: todo lo viejo ha pasado; Mira, todo se ha vuelto nuevo! Todo esto es de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo y nos ha dado el ministerio de reconciliación; es decir, en Cristo, Dios estaba reconciliando el mundo consigo mismo, sin contar sus transgresiones contra ellos y confiándonos el mensaje de reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo, ya que Dios está haciendo su llamado a través de nosotros; Te rogamos en nombre de Cristo que te reconcilies con Dios. (II Corintios 5: 16-20)

Nosotros, líderes de iglesias protestantes, episcopales y ortodoxas de los Estados Unidos y del movimiento ecuménico en Cuba, y miembros de ambos consejos de iglesias, comenzamos esta declaración conjunta dando gracias por las señales de la presencia reconciliadora de Dios en nuestro mundo profundamente dividido. Un signo de este tipo, creemos, es la historia de las relaciones de mutuo cuidado entre nuestras iglesias. Estas relaciones se fortalecieron cuando una delegación de representantes de la iglesia cubana participó en la Asamblea General 2010 del Consejo Nacional de Iglesias (EE. UU.) Y el Servicio Mundial de Iglesias, y esta visita a Cuba de los líderes de la iglesia de EE. UU. Diciembre 28, 2. Estos momentos de oración y testimonio compartidos, organizados por los consejos de iglesias en nuestros dos países, son expresiones de la unidad que tenemos en Jesucristo, una unidad mucho más fuerte que los embargos y las disputas políticas. ¡Gracias a Dios!

Recordamos la intención declarada públicamente por el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, de “revisar y revisar la política estadounidense de larga data hacia Cuba” y oramos por su rápido y completo cumplimiento. Damos gracias por los pasos reales, pero aún demasiado vacilantes, hacia las relaciones normales entre nuestros países, incluido el levantamiento de algunas restricciones de viaje por parte de la administración Obama en enero de 2011.

Hemos examinado juntos otros desarrollos contemporáneos, especialmente la actual “actualización” de las políticas económicas cubanas; y la creciente disparidad de ingresos y el alto nivel de desempleo que ahora afectan a tantos en los Estados Unidos. Claramente, nuestros países se encuentran en medio de transiciones significativas, momento histórico marcado tanto por la ansiedad como por el potencial. Juntos oramos por la guía del Espíritu Santo para que nuestras iglesias puedan dar testimonio de la voluntad de Dios de justicia en la vida económica (por ejemplo, Isaías 3, Jeremías 6 y Amós 4).

Damos gracias, no solo por la presencia de Dios en el pasado, sino también por las promesas de Dios para un futuro diferente, un futuro en el que la reconciliación es más fuerte que la alienación (por ejemplo, Isaiah 65: 25). Con esto en mente, declaramos la siguiente convicción compartida: que debe terminar el medio siglo de animosidad entre nuestros países.

¡Mucho ha cambiado en cincuenta años! ¡Las historias de nuestras naciones (a solo noventa millas de distancia) y sus pueblos están tan profundamente entrelazadas! No tenemos dudas de que a Cuba y a los Estados Unidos les conviene iniciar el tipo de relaciones normalizadas apropiadas para los países soberanos y vecinos. Esta posición es apoyada por la comunidad internacional, que ha buscado el levantamiento del embargo veinte veces en la Asamblea General de las Naciones Unidas, y es una expresión de nuestra fe en el poder de Dios para unirnos.

Hay, por supuesto, cuestiones importantes que aún necesitan nuestra atención, como ocurre en cualquier relación entre naciones, especialmente naciones con una larga historia de conflictos y diferencias políticas, que causan malentendidos y sufrimientos humanos injustificables. Nuestro compromiso pastoral, basado en la fe en Jesucristo, nos impulsa a trabajar en la resolución de tales problemas humanitarios.

Estos problemas humanitarios incluyen:

  1. El bloqueo, que es el principal obstáculo para la resolución de diferencias, para la interacción económica y para un compromiso más completo de nuestros pueblos e iglesias;
  2. El encarcelamiento en Estados Unidos de los Cinco Cubanos (cuyas sentencias han sido consideradas injustas por numerosas organizaciones de derechos humanos, incluidas Amnistía Internacional y Naciones Unidas); y
  3. El encarcelamiento en cuba del ciudadano estadounidense Alan Gross.

Escribimos esta declaración conjunta al comienzo del Adviento, una temporada de espera esperanzada por la venida de nuestro Señor, por el cumplimiento de la promesa de Dios de "paz en la tierra y buena voluntad para todos" (Lucas 2:14). Juntos, afirmamos la importancia de vivir con esperanza, pero también de demostrar la credibilidad de nuestra esperanza actuando para ayudar a que así sea. Por lo tanto, nos comprometemos a promover, aún más vigorosamente, la relación entre nuestras iglesias y la iglesia y los concilios ecuménicos, y a abogar, aún más enérgicamente, por la normalización de las relaciones entre nuestros países. Tal compromiso, confesamos, es una respuesta a Aquel que nos ha unido los unos a los otros (por ejemplo, Efesios 4: 6) y nos envió a ser embajadores del amor reconciliador de Dios.

Para ampliar nuestros compromisos, nos comprometemos a reunirnos nuevamente en el año 2013.

La Habana, Cuba.

2 de diciembre de 2011


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