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[Episcopal News Service] Para los misioneros del Cuerpo de Servicio de Jóvenes Adultos (YASC, por su sigla en inglés) de la Iglesia Episcopal que sirven a través de la Comunión Anglicana, la ayuda es simplemente una llamada telefónica, un mensaje electrónico, un mensaje de texto o una conferencia a través de Skype.
“Hacemos grandes esfuerzos para estar localizables y disponibles las 24 horas de los 7 días de la semana para todos nuestros misioneros”, dijo el Rdo. David Copley, funcionario encargado del personal de la misión y de asociaciones globales.
En fecha más reciente, el 20 de diciembre, a raíz de que estallara la violencia en Sudán del Sur, Copley ayudó a la evacuación de Ed Eastman y Noah Hillerbrand, dos misioneros que estaban prestando servicios en la Diócesis de Renk, en la Iglesia Episcopal del Sudán y de Sudán del Sur.
“Luego de que comenzó el conflicto se decidió que debíamos evacuar inmediatamente, ya que el único vuelo disponible de Medair era al día siguiente, y luego no había más vuelos”, dijo Eastman en un correo electrónico a ENS desde Tanzania. “David Copley se puso en contacto conmigo por teléfono y me informó de esto. Eran las 11 P.M. de su hora y él estaba tomando todas las disposiciones desde su casa debido a la urgencia de la situación [gracias, David]”.
El conflicto estalló en Juba, la capital de la nación, el 15 de diciembre, luego de una disputa política. Renk se encuentra en el nordeste de Sudán del Sur, en el estado del Alto Nilo, cerca de la frontera con Sudán, y aunque se mantuvo tranquilo en los primeros días y semanas de la ola de violencia, el conflicto ya se ha extendido a la región del Alto Nilo.
La embajada de EE.UU. en Sudán del Sur comenzó a evacuar al personal en diciembre y posteriormente lo redujo a principios de enero, cuando también instó a todos los ciudadanos estadounidenses a abandonar el país.
El Departamento de Misión de la Iglesia Episcopal no dirige una organización de ayuda de emergencia y desarrollo y no envía misioneros a zonas de guerra. Dicho eso, ha habido casos en que los misioneros han sido evacuados de países luego de desastres naturales o de otro tipo, agitaciones políticas y conflictos armados.
“No enviamos personas a zonas inseguras, normalmente, pero la realidad es que uno no puede garantizar ningún lugar como perfectamente seguro”, dijo Copley.
Luego del devastador terremoto de magnitud 7 del 12 de enero de 2010, cuyo epicentro estaba a 16 kilómetros de Puerto Príncipe [la capital de] Haití, los misioneros Mallory Holding y Jude Harmon, del Cuerpo de Servicio de Jóvenes Adultos, abandonaron el país. Steven Hart, misionero del YASC, prestaba servicio en el Instituto Rural Asiático en 2011 después del desastre nuclear de Fukushima.
Cuando estallaron las protestas en la plaza de Tahrir durante la revolución egipcia de 2011 contra el ex presidente Hosni Mubarak, el Rdo. Paul Gorden-Chandler, misionero, fungía como rector en la iglesia de San Juan el Bautista en El Cairo.
La Iglesia Episcopal tiene 60 misioneros adultos y del Cuerpo de Servicio de Jóvenes Adultos que prestan servicio en más de 20 países a través de la Comunión Anglicana, desde Haití hasta Brasil, pasando por Hong Kong, Sudáfrica y las Filipinas, en naciones en desarrollo y desarrolladas.
Además de atención pastoral, evaluaciones regulares, apoyo logístico y de otra clase que brinda el Departamento de Misión, los misioneros tienen cobertura de salud y seguro de evacuación.
Los misioneros, ordenados y laicos, algunos de ellos profesionales con años de experiencia y otros recién graduados universitarios, desempeñan una variedad de papeles, tales como sacerdotes, maestros, médicos, enfermeras, diseñadores de comunicaciones electrónicas, administradores, contadores, granjeros, soldadores y músicos.
Algunas veces habrá quien diga, “no puedo ser misionero porque no soy médico”, dijo Copley, encargado del personal de la misión y de asociaciones globales, añadiendo que parte de su trabajo es facilitar el discernimiento. “Todo el mundo tiene dones.
“A veces se trata tan sólo de convencer a alguien de que un ministerio de presencia es tan importante como un talento técnico”.
Servir como misionero adulto o joven adulto de la Iglesia Episcopal sirve no sólo para robustecer los ministerios y programas locales, sino también para conectar a los episcopales con los 85 millones de miembros de la Comunión Anglicana esparcidos por el mundo, para reforzar los vínculos comunes. La Iglesia envía misioneros para servir y ayudar en programas que responden a las prioridades estratégicas de una provincia o una diócesis, y para fortalecer las relaciones de compañerismo, nuevas o ya existentes.
Por ejemplo, el difunto Michael Tedrick, misionero de la Diócesis de California, sirvió en la Diócesis Anglicana de Curitiba, en Brasil, facilitando la relación de compañerismo entre las diócesis, añadió Elizabeth Boe, funcionaria de la Iglesia para la red global.
Antes de situar a un misionero, el personal del Departamento de Misión de la Iglesia lleva a cabo una amplia evaluación del lugar, incluida la seguridad y protección; la existencia de instalaciones adecuadas y de una labor con sentido; y, especialmente en el caso de jóvenes adultos, [comprueba] la presencia de un mentor, dijo Copley.
La Iglesia Episcopal puede enviar misioneros “prácticamente a cualquier parte; dicho eso, elegimos sitios donde contamos con una estrategia de salida”, afirmó Copley, añadiendo que incluso aunque los grupos de misión visitan regularmente la República del Congo, no es en la actualidad un país al que la Iglesia enviaría misioneros.
La Diócesis de Renk, dada su situación aislada, no es un sitio donde la Iglesia suele enviar misioneros tampoco, agregó Copley, pero Eastman y Hillerbrand habían planeado ir allí de todos modos, de manera que el Departamento de Misión “adoptó” los misioneros.
Eastman, miembro de la iglesia de Sagrada Familia [Church of the Holy Family] en Chapel Hill, Carolina del Norte, llegó a Renk el 10 de diciembre y se proponía comenzar la construcción de una cerca para una granja de 10 hectáreas perteneciente a la diócesis, que es parte de la Iglesia Episcopal del Sudán y Sudán del Sur.
“Los materiales se compraron en Juba y se pusieron en una barcaza para Renk justo antes de que estallara el conflicto”, explicó Eastman, añadiendo que la granja es de vital importancia para proporcionar alimentos para los estudiantes y el personal del Colegio Teológico de Renk, así como ingresos para la diócesis.
“Esperábamos que el conflicto se controlara y que pudiéramos regresar, pero en lugar de eso se ha tornado mucho, mucho peor”, dijo Eastman, que planeaba regresar a Estados Unidos esta semana. “El obispo Joseph [Atem] me ha invitado a que regrese a Sudán del Sur cuando se alcance la paz. Esto puede que no sea en el futuro próximo”.
– Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerr