La visita del Obispo Primado alienta a los habitantes de las Islas Vírgenes exhaustos por el huracán

‘No están solos’ les dijo Curry a los residentes que enfrentan estrés y recuperación a largo plazo

Por Amy Sowder
Posted Jan 17, 2018

El obispo primado Michael Curry abraza y saluda a episcopales luego de presidir un nutrido oficio eucarístico el 11 de enero en la catedral de Todos los Santos de Santo Tomás, en las Islas Vírgenes de Estados Unidos. El oficio y la recepción que siguió fueron parte de su visita pastoral para ofrecer aliento a los afectados por los huracanes Irma y María en septiembre. La Iglesia está comprometida a ayudar a través del proceso de recuperación a largo plazo, dijo Curry. Foto de Amy Sowder/ENS.

[Episcopal News Service — Santo Tomás, Islas Vírgenes de EE.UU.] George Sebastian se acuclilló en el pasillo con su esposa mientras presenciaba cómo el huracán Irma levantaba el techo de su casa en Santo Tomás [St. Thomas] Islas Vírgenes de EE.UU., el 6 de septiembre.

“Estaba observando, esperando, orando”, dijo Sebastian, feligrés de la catedral de Todos los Santos [All Saints Cathedral] mientras señalaba hacia su casa en una cuesta distante. “Estaba angustiado. Perdí todo en unos minutos”.

Unos cuatro meses después, Sebastian tiene un techo nuevo y conduce al obispo primado Michael Curry y a su grupo alrededor de la isla durante una visita pastoral a la Diócesis de las Islas Vírgenes del 10 al 12 de enero. Curry escuchó a los episcopales compartir las dificultades y el estrés que siguieron al huracán. Él discutió de qué manera la Iglesia puede contribuir a fortalecer los espíritus y las comunidades.

Desde la horrenda temporada ciclónica de 2017, los relatos como el de Sebastian abundan en la Diócesis de las Islas Vírgenes. Curry se esforzó en alentar a los feligreses.

“Si siguen a Jesús, no están solos”, dijo Curry a un nutrido público en la catedral de Todos los Santos. “La verdad es que resulta fácil olvidar eso porque la vida tiene su modo de abrumarnos”.

George Sebastian, miembro de la catedral de Todos los Santos en Santo Tomás, Islas Vírgenes de EE.UU., perdió el techo de su casa y gran parte de lo que estaba dentro. Foto cortesía de George Sebastian.

Además de los problemas logísticos causados por la distancia física entre las islas y el territorio continental de EE.UU., existe el estrés de la desconexión emocional. Muchos isleños dicen que se sienten muy lejos de los pensamientos de los habitantes del continente y de los beneficios que estos disfrutan. La aparentemente interminable embestida de desastres naturales u ocasionados por los seres humanos puede dar lugar a que la gente padezca también de fatiga de la compasión.

“Cuando se vayan, no nos olviden”, instó Derek Gabriel, un feligrés de la catedral de Todos los Santos.

Los efectos a largo plazo sobre las Islas Vírgenes

El 6 de septiembre, el huracán Irma azotó las Islas Vírgenes, y el 20 de septiembre, María le dio a las islas una segunda batida, ciclones tropicales ambos de categoría 5. Irma castigó más a Santo Tomás y a San Juan [St. John]. Luego María se ensañó con Santa Cruz [St. Croix], la mayor de todas las Islas Vírgenes.

Cuatro meses después, los cruceros han regresado, pero algunos edificios siguen destrozados, sin muros y con las vigas al aire, y los techos de metal corrugado siguen enrollados, como prueba de los feroces vientos de las tormentas. Gran parte de las Islas Vírgenes sigue sin reparar con lonas azules coloreando el paisaje, aunque ya se ha restaurado el 90 por ciento de la energía eléctrica.

La casa de George Sebastian, el presidente del club de hombres de la catedral de Todos los Santos ya está reparada y él y su esposa pueden vivir allí de nuevo. Foto cortesía de George Sebastian.

La Diócesis Episcopal de las Islas Vírgenes consta de 14 congregaciones en las cinco islas, algunas gobernadas por Estados Unidos y otras por Gran Bretaña. Las islas estadounidenses con iglesias episcopales son Santa Cruz, Santo Tomás y San Juan. Las islas británicas tienen iglesias anglicanas en Virgen Gorda y Tórtola.

Como el único individuo del personal que es empleado de jornada completa, el obispo diocesano Ambrose Gumbs dirige cuatro oficios en tres localidades cada domingo. Cuando Curry le preguntó cómo lo hacía, Gumbs replicó: “Sobreviviendo. A veces uno desea poder escaparse y cuando regresas, es igual que antes”.

Varias personas mayores han muerto desde el paso del huracán. ´´Hay muchísima gente estresada. Muchísimos que no tienen seguros. Aún hay caos, y el costo del trabajo se ha puesto por las nubes”.

Curry y su grupo se reunieron con Osbert Potter, el Teniente Gobernador de las Islas Vírgenes, quien les dijo que la recuperación tomaría mucho tiempo.

“Nuestro próximo empeño es soterrar las líneas de la electricidad”, dijo Potter.

De izquierda a derecha: el obispo Todd Ousley de la Oficina de Desarrollo Pastoral de la Iglesia Episcopal, el obispo primado Michael Curry, el teniente gobernador de las Islas Vírgenes de Estados Unidos Osbert Potter y el obispo de las Islas Vírgenes Ambrose Gumbs conversan sobre la recuperación  [de los estragos causados por] el huracán y el papel de la Iglesia en ayudar a la comunidad,  en una reunión el 10 de enero en la Casa de Gobierno en Santo Tomás. Foto de Amy Sowder/ENS.

El éxodo de más de 4.000 personas ha causado toda clase de problemas. Los agentes de la policía y los maestros se han ido. Los empleados de los hoteles también se han ido o están desempleados, ya que muchos hoteles no podrían abrir hasta el verano, dijo Potter. Los territorios estadounidenses perdieron cuatro escuelas, de manera que bien las familias se han mudado al continente o han enviado a sus hijos a vivir en el continente.

Iniciativas del Fondo Episcopal de Ayuda y Desarrollo

 “Si ante no sabíamos acerca del Fondo Episcopal de Ayuda y Desarrollo, ahora ciertamente sí sabemos”, dijo Rosalie Simmonds-Ballentine, canciller diocesana y representante laica ante el Consejo Consultivo Anglicano.

“Ellos realmente le hicieron frente al reto y nos ayudaron”, dijo Simmonds-Ballentine, que también es miembro de la junta directiva de la organización.

Trabajadores del Fondo Episcopal de Ayuda y Desarrollo han inspeccionado todas las iglesias y otras propiedades de la diócesis en las cinco islas, dijo Jay Rollins, el asesor de asistencia en caso de desastres de la organización, el cual vive en Santa Cruz.

La organización evaluó lo que el equipo de voluntarios puede hacer inmediatamente, en el medio plazo y a largo plazo, dijo Rollins. Él ayudó a crear un comité diocesano de respuesta al desastre que incluye a representantes de cada isla, más un representante de la juventud.

“Estamos atendiendo no sólo a la recuperación, sino a la preparación para el desastre. No sólo para los huracanes”, dijo Rollins.

Rob Radtke, presidente del Fondo Episcopal de Ayuda y Desarrollo, se unió a la gira pastoral de Curry para orientar y aprender cómo los miembros de la diócesis están manejando las iniciativas de recuperación a largo plazo.

“Creo que en tiempos problemáticos, todo el mundo se une”, dijo Radtke.

Iglesias de las Islas Vírgenes

Donnalie Cabey saltó y gritó con entusiasmo mientras estaba de pie al fondo de la nave de la iglesia episcopal de San Andrés [St. Andrew’s]  en Santo Tomás. “Acabo de recobrar la energía eléctrica esta tarde. El Obispo Primado trajo la energía”, dijo Cabey, esposa del Rdo. Lenroy K. Cabey, rector de la iglesia.

El agua subió casi un metro dentro de la iglesia, de manera que hubo que quitar la alfombra, y no hubo electricidad en cuatro meses. Las primeras semanas después del huracán Irma, los episcopales se reunían en el oscuro salón parroquial valiéndose de linternas. Luego, un generador les proporcionaba energía durante los oficios.

El 10 de enero, representantes de los tres deanatos de la diócesis informaron sobre el estado de sus edificios y su feligresía.

“Les llamaremos Irmaría”, dijo el subdeán Leroy Claxton refiriéndose como un solo fenómeno a los dos huracanes, Irma y María, que azotaron en septiembre.

Representantes de los tres deanatos de las Diócesis de las Islas Vírgenes  presentaron informes de los daños ocasionados por el huracán al obispo primado Michael Curry y su grupo el 10 de enero en la catedral de San Andrés, Santo Tomás, en las Islas Vírgenes de EE.UU. Foto de Amy Sowder/ENS.

Los episcopales describieron a Tórtola después de Irma como un sitio bombardeado. En Santa María [St. Mary’s ] en Virgen Gorda, además de los daños del techo, la destrucción del pabellón y la inundación de la rectoría, el campanario se desplomó directamente sobre las tumbas, y rompió varias lápidas.

“Necesitamos ayuda. No voy a pintar un panorama esperanzador”, dijo Denise Reovan, la deana de Santa María.

Los residentes de Santa Cruz [St. Croix] vaciaron las tiendas para ayudar a Santo Tomás después del huracán Irma, pero luego vino María y azotó Santa Cruz apenas dos semanas después cuando sus suministros estaban en falta.

En San Andrés, la membresía descendió de más de 300 a alrededor de 50, dijo Hilarie Baker, guardiana mayor. Veinticinco miembros reportaron sus casas como pérdidas totales.

“Muchos se relocalizaron debido a enfermedad, pérdida de empleo o al cierre de las escuelas de sus hijos. Estamos esperanzados de que muchos miembros regresarán”, dijo Baker.

El obispo primado Michael Curry ofrece aliento y dirección espiritual mientras también escucha testimonios de tristeza, de dolor y de esperanza de clérigos de distintas partes de la Diócesis de las Islas Vírgenes en una reunión el 11 de enero en la oficina diocesana en Santo Tomás. Foto de Amy Sowder/ENS.

A la mañana siguiente, el 11 de enero,  clérigos de todas las islas se reunieron en la oficina diocesana  para compartir con Curry su dolor, sus preocupaciones y sus esperanzas.

“Puede que no haya ningún llamado más difícil, en buenos y malos tiempos”, dijo Curry a unos 15 miembros del clero. “Este va a ser un trabajo a largo plazo, no un remedio inmediato, y estamos comprometidos a hacerlo”.

Escuelas episcopales reducidas

La matrícula escolar se ha reducido en todas las islas. El número de alumnos de las escuelas públicas se ha duplicado en todos los centros docentes que no quedaron destruidos, algunos de los cuales asisten a sesiones matutinas mientras otros asisten por la tarde.

“Nada es lo mismo en la escuela. Nada es lo mismo en la casa. Es un reto”, dijo Gumbs.

En la escuela de la catedral de Todos los Santos, alumnos de 3 a 18 años disfrutaron de un mensaje del obispo primado Michael Curry el 12 de enero. Él les contó anécdotas divertidas para recordarles a los estudiantes que ellos cuentan todo el tiempo con la fuerza de Dios. Foto de Amy Sowder/ENS

Aunque las clases han estado en marcha a jornada completa desde el 2 de octubre, con exclusión de los días feriados, ha habido muchísimos daños en la escuela secundaria de San Jorge [St. George’s Secondary School] que es parte de la iglesia anglicana de San Jorge [St. George’s] en Tórtola, una isla británica, dijo la directora Antoinette Rock. La matrícula descendió de 111 alumnos a 72 después de los huracanes. Eso significa menos dinero de matrículas para pagar los salarios de los maestros y los gastos.

“Nos juntamos para limpiar los escombros y remover los árboles, y sin financiación”, dijo Rock. “Pero he llegado a un punto en el que me estoy sintiendo muy frustrada. Tuvimos dos huracanes en septiembre, y estamos en enero, y aún no se han hecho reparaciones en la escuela”.

En la catedral de Todos los Santos, en Santo Tomás, la matrícula de los alumnos de 3 a 18 años descendió de 240 a 214 después de Irma, dijo la presidente de la junta escolar Lynette Petty-Amey.

No obstante, las clases avanzaban a toda máquina. Krishiv Amarnani, de 10 años, salió de su clase para compartir que la mitad del techo del condominio de su familia en un central azucarero había volado por los aires.

“Gran parte de mis equipos deportivos se han perdido, pero sí pude salvar mis trofeos de  fútbol y de ortografía”, dijo Krishiv.

Los funcionarios docentes crearon una página de donaciones para la recuperación de huracanes en su página web al objeto de financiar reparaciones de techos y compra de  baldosas de techo, mallas de ventana, libros y material didáctico, dijo Ardrina Elliott, la directora de desarrollo de la escuela.

“Nos mantenemos optimistas por los niños, porque resulta muy fácil deprimirse. Muchísimas tiendas han cerrado. La gente ha perdido empleos, no hay ningún hospital que esté trabajando a plena capacidad, hay correos que están dañados. Recibir correspondencia toma tres semanas”.

Estos habitante de las Islas Vírgenes instan al resto del mundo a tenerles presente mientras rehacen sus vidas.

La Rda. Sandra Walters Malone, vicaria de la misión de San Pablo [St. Paul’s Mission] en Tórtola, tiene una casa que ha quedado gravemente afectada y miembros de su congregación que se encuentran sin hogar, algunos de ellos viviendo en autos y recibiendo alimentos semanalmente.

“Luego de la inmediatez del desastre, las personas prosiguen con sus vidas y se olvidan que aún están en medio del caos”, dijo Malone. “A veces ayuda saber tan sólo que otros piensan en uno”.

— Amy Sowder es corresponsal especial de Episcopal News Service y escritora independiente radicada en Brooklyn. Pueden dirigirse a ella a amysowderepiscopalnews@gmail.com.


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