Episcopales manifiestan temor e incertidumbre frente a la cancelación del gobierno de Trump de la condición de protegidos de los haitianos

Por David Paulsen
Posted Nov 22, 2017
Haitian rally

Inmigrantes haitianos y personas que los apoyan protestan, el 21 de noviembre en Nueva York, contra la decisión del Departamento de Seguridad Nacional de cancelar el TPS de los haitianos. Foto REUTERS.

[Episcopal News Service] Episcopales haitianos que viven en Estados Unidos sufrieron una conmoción esta semana por la noticia de que el gobierno de Trump cancelaba un programa que protegía de la deportación a los haitianos que no pudieron regresar a su país luego del devastador terremoto de 2010.

Las comunidades haitianas en algunas ciudades de Estados Unidos han crecido lo suficiente para constituir un apoyo importante de las congregaciones episcopales, como la de San Pablo y los Mártires de Haití, [St. Paul’s et Les Martyrs d’Haiti] en Miami, Florida, y la Congregación Haitiana del Buen Samaritano [Haitian Congregation of the Good Samaritan] en Nueva York. El decreto del gobierno dejaría en un limbo legal a algunos de esas familias.

“Es una situación muy difícil” dijo el Rdo. Panel Guerrier, sacerdote asociado de la congregación haitiana en la iglesia episcopal de San Pablo  [St. Paul’s Episcopal Church] en Naples, Florida. Él es residente permanente, pero su hija de 23 años está entre los que podrían ser deportados en 2019 a menos de que ellos puedan cambiar su condición de residentes.

Guerrier dijo que la esperanza de su comunidad en una solución legislativa está mezclada con mucha incertidumbre.

“No sé si se aparecerán con algún cambio en la ley de inmigración que ayude al pueblo haitiano”, afirmó. “Para ellos sería muy difícil regresar”.

La Iglesia episcopal hace mucho que se ha unido a otros grupos religiosos en abogar porque les concedan lo que se conoce como Estado de Protección Temporal a inmigrantes que no pueden regresar a sus países de origen debido a desastres naturales o a conflictos armados. Ese estatus el entonces presidente Barack Obama se lo concedió a los haitianos que se encontraban en EE.UU. en el momento del terremoto.

La Convención General de la Iglesia Episcopal aprobó una resolución en 2015 por la que se comprometía a apoyar el Estado de Protección Temporal“para todos los inmigrantes que buscan refugio de la violencia, el desastre medioambiental, la devastación económica o el abuso cultural u otras formas de abuso”.

El gobierno de Trump había anunciado anteriormente que cancelaba el Estado de Protección Temporal para ciudadanos de SudánNicaragua y Honduras. Sigue estando en vigor para los de El Salvador, Nepal, Somalia, Sudán del Sur, Siria y Yemen.

Que los haitianos pierdan el Estado de Protección Temporal “afecta directamente a varios miembros de nuestra congregación”, entre ellos una madre con dos hijos, dijo el Rdo. Sam Owen, sacerdote a cargo de la congregación haitiana de El Buen Samaritano.

“Ellos son líderes de la iglesia”, dijo Owen a ENS. “Si los obligan a regresar, no sólo va a ser un golpe al liderazgo de la iglesia, sino que nos va a desgarrar el corazón. Son personas a las que amamos y que nos aman”.

El Estado de Protección Temporal, o TPS “ha sido un salvavidas para cientos de miles de individuos que ya estaban en Estados Unidos cuando súbitos problemas en sus países de origen hicieron el regreso insostenible”, expresaba la Red Episcopal de Política Pública, (EPPN por su sigla en inglés en un aviso que hizo circular en octubre en que llamaba a los episcopales a defender el TPS.

Meses atrás, la Iglesia Episcopal se unió a más de otros 400 líderes y organizaciones religiosas en la firma de una carta en la que instaban al gobierno de Trump a extenderles a los haitianos el Estado de Protección Temporal. El 21 de noviembre, la Oficina de Relaciones Gubernamentales [de la Iglesia] emitió un comunicado en el que expresaba su decepción por la decisión del gobierno.

“Las condiciones en Haití son actualmente inseguras e inestables, con decisiva falta de mejoras ya que el terremoto de 2010 se complicó por la devastación del huracán Matthew y una epidemia de cólera”, dice el comunicado.“En este momento, Haití no puede repatriar con seguridad a 50.000 personas, y la decisión de terminar el programa afectará a nuestras comunidades, a los haitianos que serán obligados a regresar y a las comunidades en Haití”.

Más de 50.000 haitianos viven en Estados Unidos gracias al programa. El Departamento de Seguridad Nacional anunció el 20 de noviembre que había decidido dejar que esas protecciones caducaran para los haitianos, dándoles hasta julio de 2019 para obtener estatus de residentes permanentes, regresar voluntariamente a su país natal o enfrentar la deportación.

“La decisión de cancelar el TPS para Haití se tomó luego de revisar las condiciones en que se basó en un principio la designación del país y si esas condiciones extraordinarias pero temporales le impedían a Haití manejar adecuadamente el regreso de sus nacionales”, decía la declaración de la Seguridad Nacional.  El departamento“determinó que esas condiciones extraordinarias, pero temporales, causadas por el terremoto de 2010 ya no existen”.

El arcediano J. Fritz Bazin, de la Diócesis del Sudeste de la Florada, discrepa enérgicamente de esas evaluaciones optimistas de las condiciones en Haití.

“Haití no está y no estará en condiciones de recibir unos 50.000 repatriados de EE.UU. en 2019”, dijo Bazin, natural de Haití, en un email a ENS.“Claramente debe considerarse una solución más global”, afirmó, señalando una propuesta legislativa [que se ha presentado] ante el Congreso con vistas a crear un camino a la residencia permanente para esos haitianos.

La Diócesis de Haití es parte de la Iglesia Episcopal, y la Iglesia ha estado profundamente involucrada en los empeños de reconstrucción en el país desde el terremoto de magnitud 7 que lo golpeó el 12 de enero de 2010. El terremoto mató a más de 300.000 personas, dejó otros tantos heridos y desplazó a más de 1 millón y medio.

En tanto el país se va recuperando lentamente, los estragos dejados por el terremoto han perdurado. [El sismo] destruyó el 80 por ciento de la infraestructura de la Diócesis de Haití en Puerto Príncipe, incluida la catedral de la Santa Trinidad, que aún tiene que ser construida.

“Casi toda la infraestructura en el ámbito local fue destruida por el terremoto y no ha sido reconstruida”, dijo el Rdo. Nathanael Saint-Pierre, sacerdote haitiano de Nueva York.

Él era el sacerdote encargado de la congregación haitiana del Buen Samaritano en 2010 y percibió un aumento de inmigrantes haitianos que se incorporaron a la congregación después del terremoto, mientras la iglesia les proporcionaba ayuda a los que buscaban acogerse al Estado de Protección Temporal.

Saint-Pierre, que ahora es rector de la iglesia episcopal de San Agustín de Hipona  [St. Augustine of Hippo Episcopal Church] en Manhattan, dijo que le preocupaba lo que le ocurriría a los inmigrantes haitianos que de repente debieran obtener su residencia permanente. Ellos no tendrían muchas opciones.

“El efecto en la comunidad [haitiana] es definitivamente negativo”, añadió. “No creo que haya mucha esperanza para estas personas”.

La falta de infraestructura reconstruida es uno de los problemas que enfrentarían los que se vieran obligados a regresar a Haití, país al que por mucho tiempo se le ha considerado la nación más pobre del Hemisferio Occidental. Las dificultades para encontrar empleo y la atención sanitaria también son preocupaciones, dijo Saint-Pierre, especialmente si hay un gran influjo de personas a un tiempo.

Esas inquietudes las compartía el Rdo. Smith Millien, sacerdote a cargo de San Pablo y los Mártires de Haití en Miami, justo al norte del barrio de la ciudad conocido como el Pequeño Haití.

“Estamos decepcionados porque conocemos la situación de Haití. Es muy difícil”, dijo Millien.

El oficio del domingo en francés y creole en su iglesia suele atraer a más de 100 personas. Millien no cree que la decisión de cancelar el Estado de Protección Temporal afectaría mucho a su congregación, porque la mayoría de los miembros son ciudadanos de EE.UU., pero repercutirá en la comunidad haitiana de la localidad.

Otras preocupaciones adicionales enfrentan los que podrían ser obligados a regresar a Haití, entre ellas se incluyen las recientes protestas políticas que se han vuelto violentas y la amenaza del delito, dijo Guerrier, el sacerdote de Naples.

Ese peligro motivó a los líderes episcopales el mes pasado a aplazar la gran celebración de apertura de una escuela reconstruida en Haití, debido a la preocupación general por la seguridad en medio de un brote de violencia política, parte del cual había afectado a visitantes extranjeros.

La hija de Guerrier ha solicitado la residencia permanente en Estados Unidos y la familia espera que ella pueda quedarse. Él calculó que unos 15 de sus feligreses, en una congregación de alrededor de 50 personas, se encuentran también en un limbo legal debido a la cancelación del Estado de Protección Temporal.

Su esposa y su hijo, por otra parte, ya están en vías de obtener la residencia permanente y se encuentran a la espera de las entrevistas de inmigración. El estatus de Guerrier es seguro y él ha solicitado la ciudadanía estadounidense.

“Hemos de seguir orando, y actuando”, afirmó.

Owen dijo que él siente“un poquito de desesperación”tocante a cómo la decisión del gobierno de Trump afectará a su congregación de Nueva York de unos 70 haitianos y a la comunidad haitiana local, pero ellos también encuentran esperanza en Dios.

“Esto sólo ha servido para fortalecer nuestra fe y ponerla donde pertenece, junto a los marginados y estando allí de manera que sea para servirles”, subrayó.

– David Paulsen es redactor y reportero de Episcopal News Service. Pueden dirigirse a él a dpaulsen@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri.


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