Destacan históricas raíces americano-escocesas en visita del Obispo Primado a Aberdeen

Por Matthew Davies
Posted Nov 6, 2017

Los escudos ornamentados de los estados de EE.UU. en el techo de la nave de la catedral episcopal de San Andrés en Aberdeen, Escocia, simbolizan la profunda conexión entre las iglesias episcopales escocesa y estadounidense. Foto de Matthew Davies/ENS.

[Episcopal News Service – Aberdeen, Escocia] Escudos ornamentados de los estados norteamericanos adornan el techo de la catedral episcopal de San Andrés [St. Andrew’s Episcopal Cathedral] en Aberdeen, Escocia. Es un recordatorio del papel decisivo desempeñado por la Iglesia Episcopal en Estados Unidos en echar los cimientos del anglicanismo mundial cuando envió a Samuel Seabury a las Islas Británicas en 1784 para que fuera consagrado como su primer obispo.

Enfrentado con la inviable condición de la Iglesia de Inglaterra que le exigía a Seabury jurar fidelidad a la Corona, él fue hasta Aberdeen, donde tres obispos escoceses aceptaron consagrarlo a cambio de promover la liturgia del Libro de Oración Escocés en suelo americano.

Más de 230 años después, el obispo primado Michael Curry llegó a Aberdeen para una visita de cuatro días a Escocia para reconocer la importancia de ese singular momento histórico y para celebrar la asociación que ha florecido entre las dos provincias desde entonces. Curry está acompañado por la asistente ejecutiva Sharon Jones y el Rdo. Chuck Robertson, canónigo para el ministerio fuera de la Iglesia Episcopal, quien fue instalado el 5 de noviembre como canónigo honorario de la catedral episcopal de San Andrés en Aberdeen durante un oficio cantado de Oración Vespertina. Curry predicó en el oficio.

“Nuestros obispos en la actualidad remontan su sucesión a Samuel Seabury… de manera que nuestras raíces están realmente aquí, en Aberdeen, Escocia”, dijo Curry a Episcopal News Service el 6 de noviembre antes de participar en un simposio que exploraba la historia social y los intereses comunes de la Iglesia Escocesa y de la Iglesia Episcopal en Estados Unidos. “Ciertamente, Escocia es nuestra Iglesia madre, de manera que hicimos bien en venir a la casa y darle las gracias a nuestra madre Iglesia y reafirmar nuestra alianza en Jesucristo”.

La referencia de Curry de volver a la casa materna fue mutuamente reconocida por sus anfitriones escoceses al tiempo que le invitaban, en una recepción que tuvo lugar después del oficio, a cortar un pastel adornado con las palabras “Welcome Home”[bienvenido a casa]. A la delegación la colmaron luego de regalos de whisky escocés y de agitadores de gachas, que representaban acaso dos antiguos elementos de la dieta escocesa.

El Rvdmo. Mark Strange, obispo de Moray, Ross y Caithness y primus de la Iglesia Episcopal Escocesa, dijo que la Iglesia Episcopal Escocesa “se enorgullece de su papel en el nacimiento de lo que ahora es la Comunión Anglicana en todo el mundo, y estoy encantado en darle la bienvenida al Obispo Primado en su primera visita a Escocia cuando podemos compartir nuestros vínculos pasados, presentes y futuros de comunión y de interés por el pueblo al que servimos en nuestras respectivas provincias”.

Strange, que de niño cantó en el coro de la catedral de San Andrés, dijo a ENS que durante tanto tiempo como él podía recordar “ha habido un vínculo con Estados Unidos. Anoche tuve el genuino placer de instalar a Chuck Robertson como canónigo. He visto instalar canónigos de Estados Unidos toda mi vida. Y tengo la sensación, cuando estoy en Norteamérica, de estoy en casa.

“Para la Iglesia Episcopal Escocesa, el tener conocimiento de que, de alguna manera, estamos conectados… significa que estamos más proyectados hacia fuera que hacia adentro”.

El vínculo histórico que la catedral de San Andrés comparte con la Iglesia Episcopal incluye una invitación al Obispo Primado a nominar a alguien para que sea instalado como canónigo honorario.

“Su afecto por nuestra Iglesia y nuestro afecto por la Iglesia Episcopal Escocesa es antiguo y profundo”, dijo Curry. “Y ahora debemos asumir ese afecto en una obra concreta que ayude a cambiar el mundo en algo afín al sueño que Dios tiene para él, de manera que hacer al canónigo Robertson canónigo honorario es una manera simbólica de encarnar eso en una persona”.

Entre tanto, el Muy Rdo. Isaac Poobalan, deán de la catedral, espera que la visita cree una mayor conciencia del papel que desempeña la catedral en el centro de la ciudad de Aberdeen y más allá.

Cuando Seabury llegó a Londres en 1784, los obispos de la Iglesia de Inglaterra frustraron su misión al episcopado. La Iglesia inglesa, firmemente anclada en sus ideales postreformistas, insistió en que él jurara un voto de obediencia al Rey. Tal voto habría violado la Declaración de Independencia de Estados Unidos, y puesto que las colonias habían ganado la guerra de independencia un año antes, Seabury fue prudente en rehusar.

Como alternativa, se dirigió a Escocia, más de 640 kilómetros al norte. Allí la Iglesia Episcopal en Aberdeen y Orcadas estuvo dispuesta a asistir en su consagración, y con una condición más viable: que él promoviera el Libro de Oración Escocés al regreso a su patria.

La catedral de San Andrés en Aberdeen, Escocia, mantiene un lugar especial en los legados tanto de la Iglesia Episcopal en EE.UU. como de la Iglesia Episcopal Escocesa. Foto de Matthew Davies/ENS.

Este acontecimiento con frecuencia se resalta como el principal catalizador, si no el inicio, de lo que finalmente llegaría a conocerse como la Comunión Anglicana. La relación entre la Iglesia Episcopal en EE.UU. y la Iglesia Episcopal Escocesa ha profundizado y ha florecido a lo largo de más de dos siglos desde esa singular ocasión, incluida una estrecha relación de compañerismo entre la Diócesis de Connecticut y la Diócesis de Aberdeen y Orcadas.

Hasta la fecha, pese a varias revisiones del libro de oración, la Plegaria Eucarística del Rito I del Libro de Oración Común de la Iglesia Episcopal es notablemente similar a la misma liturgia que se encuentra en el Libro de Oración Escocés.

Pero Curry también hizo notar que “el rojo, blanco y azul —y esa particular tono de azul de la bandera de la Iglesia Episcopal—  provienen de Escocia. Y ciertamente, nuestro nombre mismo, Iglesia Episcopal, proviene de la Iglesia Episcopal Escocesa. Luego, en esas formas simbólicas y no obstante significativas, hay vínculos que nos unen. Pero yo tengo la sensación de que existe un ADN más profundo. Hay un tipo de espíritu americano que tiene mucho que ver, creo yo, con el espíritu de Escocia, y es esa sensación de libertad e independencia. Eso es muy norteamericano, y tengo la sensación de que nosotros recibimos eso de Escocia”.

Samuel Seabury

Seabury nació en Groton, Connecticut, y se graduó del Colegio Universitario de Yale en 1748. Estudio teología bajo la tutela de su padre y luego medicina en la Universidad de Edimburgo, de 1752 a 1753. Seabury fue ordenado diácono el 21 de diciembre de 1753, y sacerdote el 23 de diciembre del mismo año en Inglaterra. Fue misionero de la Sociedad para la Propagación del Evangelio en New Brunswick, Nueva Jersey, de 1754 a 1757, y rector en Jamaica, Nueva York, de 1757 a1766.

De 1766 a 1776 sirvió como rector en la iglesia de San Pedro [St. Peters Church] en  Westchester, Nueva York, y de 1776 a 1783 ejerció la medicina y fue capellán de las tropas británicas destacadas en Staten Island y Nueva York. Escribió enérgicos ensayos en defensa de la lealtad a la Corona británica. El 25 de marzo de 1783, fue electo obispo de Connecticut y consagrado en Aberdeen, Escocia, el 14 de noviembre de 1784 por tres obispos no juramentados de la Iglesia Episcopal Escocesa.

Él también fue obispo de Rhode Island, de 1790 a 1796 y Obispo Primado de 1789 a 1792. Fue un destacado hombre de Iglesia en la tradición de los no juramentados y de los teólogos carolinos. Un episcopado válido y la triple orden del clero fueron preocupaciones fundamentales para él. Murió en 1796 en New London, Connecticut. Seabury y la transmisión del episcopado a la Iglesia Episcopal se conmemoran el 14 de noviembre en el calendario episcopal del año eclesiástico.

En las décadas que siguieron a la muerte de Seabury, la Comunión creció geográfica y numéricamente, en gran medida gracias al movimiento misionero, y asuntos culturales y contextuales mucho más complejos entraron en juego. Además de su libro de oración, la Comunión Anglicana evitó hacer cualquier declaración fundacional hasta que la Conferencia de Lambeth de 1888 respaldó el Cuadrilátero Chicago-Lambeth, aprobado originalmente por la Cámara de Obispos de la Iglesia Episcopal en 1886.

El Cuadrilátero recogía cuatro principios del anglicanismo: las Sagradas Escrituras, como contentivas de todas las cosas necesarias para la salvación; los credos —específicamente el Credo de los Apóstoles y el Credo Niceno—  como declaración suficiente de la fe cristiana; los sacramentos del bautismo y de la Santa Comunión; y el episcopado histórico, localmente adaptado (a un sacerdote episcopal estadounidense, William Reed Huntington, se le acredita el haber propuesto los cuatro elementos en un ensayo de 1870).

En la actualidad, la Comunión abarca 39 provincias autónomas con unos 80 millones de anglicanos en 165 países. Pero quién diría como sería el panorama de la Comunión Anglicana en 2017 si Seabury no se hubiera aventurado a ir a Escocia en busca de su consagración episcopal.

No obstante, el camino de la Comunión Anglicana ha distado de ser tan suave en ocasiones, especialmente si destacamos las últimas décadas en que resaltan las diferencias sobre interpretaciones bíblicas respecto a los problemas de la ordenación de las mujeres y la sexualidad humana. Hasta la fecha, las dos iglesias [la escocesa y la estadounidense] son las únicas que han eliminado la definición de que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, facilitando de esta manera que hombres y mujeres homosexuales se casen en la Iglesia.

“La Comunión Anglicana tiene sus dificultades, tiene sus preocupaciones, y debemos encontrar medios de trabajar juntos de manera que cuando en verdad abordemos los asuntos,  sepamos que los problemas de que hablamos son aquellos que nos interesan para el mundo”, dijo Strange. “Para una Iglesia pequeña como la nuestra el poder ser parte de una institución mayor es siempre importante… Espero mantener lo que ya es obviamente una relación de amor y encontrar medios de edificar a partir de ahí”.

Curry convino en eso al decir, “no somos individuos aislados y diferentes. Somos parte de un gran todo. El Dr. Martin Luther King dijo que estamos ligados en interconexiones de reciprocidad en una única trama de destino. La verdad es que estamos interconectados, que estamos interrelacionados, y mientras más usemos nuestras interconexiones y nuestras relaciones para el bien, tanto mejor es para el mundo”.

La visita del Obispo Primado continuará en Edimburgo, con una posible visita al Parlamento Escocés y una reunión con la primera ministra de Escocia Nicola Sturgeon, según el director de comunicaciones de la Iglesia Episcopal Escocesa.

— Matthew Davies es director de publicidad y de la red de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


Tags