Mientras Harvey sigue inundando el Sur, los episcopales ministran a sus prójimos

Desde el arco litoral de Texas hasta Florida, las lluvias torrenciales provocan destrucción y caos

Por Mary Frances Schjonberg y Amy Sowder
Posted Aug 30, 2017

Hay escombros en el patio, pero se están limpiando y los episcopales de la iglesia de La Trinidad del Mar en Port Aransas, Texas, se movilizan para limpiar también su comunidad. Foto de James Derkits y de la iglesia de La Trinidad del Mar vía Facebook.

[Episcopal News Service] Robert Jordan, guardián mayor de la iglesia episcopal de La Trinidad [Trinity Episcopal Church] en Baywater, Texas, dice que no era más que algo que tenía que hacerse: ir a las inundaciones de Houston en su lancha de aluminio de 18 pies de eslora para encontrar a personas que había que rescatar. Hasta ahora, él ha encontrado cerca de una treintena. A algunos los rescató de sus garajes; a otros los recogió de las ventanas de un segundo piso. Algunas veces entró en las casas inundadas para encontrar a personas que había oído gritar.

“Es realmente una sensación espeluznante y aterradora, porque uno entra y yo no diría que uno está asustado, sino que estás muy, pero muy consciente de la seriedad de la situación”, dijo Jordan a Episcopal News Service  por teléfono el 30 de agosto. “Luego, cuando tienes que entrar a la casa para sacarlos, eso te pone todo en perspectiva”.

Unos cuantos miembros de La Trinidad que de repente se quedaron sin hogar —y algunos de sus animales— se están quedando en la casa de Jordan en Baywater, que se encuentra al oeste de Houston y justo al noroeste de la bahía de La Trinidad [Trinity Bay].

Jordan trabajó con dos rescatistas. Esos hombres esperaban en camionetas que él sacara a las personas para que ellos pudieran trasladarlas a lugares seguros.

“Tienes que ir solo si puedes, porque no sabes cuántas personas vas a recoger”, dijo. “Si llevas a alguien más contigo, eso te reduce la capacidad”.

Los días transcurridos desde que el huracán Harvey inundó la zona de Houston se le agolpan a Jordan, de manera que él dice que es difícil recordar lo que ha hecho en un día específico. Pero, al principio, fue a La Trinidad y vio que había entrado algo de agua y cavó una zanja para desviarla.

El edificio que tiene 10 años de construido sufrió algunos daños menores y tiene unas cuantas filtraciones, pero no se encuentra en tal mal estado como para impedir que cerca de 150 personas encontraran albergue allí la noche del 29 de agosto. Personas de todas las denominaciones han venido a la iglesia para ayudar y para donar suministros, dijo Jordan.

El conducir su sólida lancha a través de una zona donde sólo se asomaban por encima del agua algunas copas de árboles y ninguna casa dejó muy consternado a Jordan. “He estado aquí toda mi vida y he visto [cosas] malas, pero nunca nada como esto”, afirmó.

Mientras algunos episcopales como Jordan se unieron a cientos de rescatistas, oficiales y voluntarios, otros episcopales estaban siendo rescatados. El 29 de agosto, dos agentes de la Comisión de Conservación de Peces y Vida Salvaje de la Florida, en una lancha con  un capitán del Departamento de Bomberos de Houston, rescataron a Bob Schorr —encargado de plantación de iglesias y desarrollo estratégico de la Diócesis de Texas— y a su familia de su casa inundada.

La familia había esperado pasar la tormenta en casa. Eso fue hasta que tuvieron casi 2 metros de agua en el garaje y más de un metro en la casa.

“En el momento en que salimos esta mañana, había helicópteros del Servicio de Guardacostas de EE.UU. y de la Guardia Nacional que sobrevolaban y una flotilla de botes, lanchas de alta velocidad y otros voluntarios que patrullaban la calle en busca de personas a las que rescatar”, escribió Schorr en un post de Facebook luego de llegar a casa de un amigo. “Le dije a Nancy, ‘creo que es el momento de irse’. Ya había dejado de creer que podíamos permanecer secos en el segundo piso. Pensaba que mejor  ser rescatado a través de la puerta de la calle que por la ventana del baño del segundo piso”.

Él contó que la totalidad de las 30 casas de su sección de Kingwood, una de las últimas áreas en resultar afectadas, se habían inundado.

“Tal como sucede con cualquier pérdida o muerte, tus emociones están a flor de piel —y brotan sin aviso”, escribió. Acabamos de empezar el proceso de recuperación y, para nosotros y para todo el mundo en Houston y en el sur de Texas, será una trayectoria de meses y años, no de días y semanas”.

Personas rescatadas y evacuadas se extienden por la zona de Houston y más allá. Cerca de 10.000 han sido acogidas en el Centro de Convenciones George R. Brown. Héctor Monterroso, obispo auxiliar de la Diócesis de Texas, estuvo en el centro de convenciones el 28 de agosto y, al día siguiente, visitó un albergue de la Cruz Roja que se estableció en el gimnasio de Forge for Families, un tercer pabellón [en una zona] predominantemente afroamericana de Houston.

Monterroso, que antes fuera obispo de Costa Rica y que se mudó recientemente a Houston, dijo que esperaba poder contribuir con su experiencia de haber vivido huracanes que azotaron con grandes daños a América Central. En ambos albergues él se reunió con familias de muchos países que ahora llaman a Houston su hogar. También habló con turistas franceses que se vieron atrapados por el huracán, y que perdieron su dinero y sus pasaportes.

Independientemente de sus idiomas o de su condición social antes del huracán, el obispo dijo que las personas en los albergues encuentran medios de comunicarse, de crear una comunidad y de apoyarse mutuamente.

“Mi primera idea fue ir y dar vueltas por allí y buscar la oportunidad de orar con la gente. Después de algunos minutos, descubrí que cuando la gente veían un clérigo, querían hablar y compartir sus preocupaciones, su situación, sus realidades y sus esperanzas”, dijo el obispo. “La experiencia más importante que he tenido con ellos es que se sienten agradecidos por sus vidas. Perdieron muchas cosas. Dejaron sus casas y sus pertenencias, pero dicen, ‘gracias a Dios que estamos aquí. Estamos vivos y estamos a salvo’”.

Para el fin de semana, el arcediano de Texas Russ Oeschel, que dirige los empeños diocesanos de ayuda al desastre,  tendrá diáconos y capellanes laicos en los barrios más afectados para ofrecer consuelo y fondos de emergencia, anunció la diócesis el 29 de agosto en Facebook. Los equipos de atención espiritual ya están visitando el albergue instalado en el centro de convenciones.

El Muy Rdo. Barkley Thompson, deán de la iglesia catedral de Cristo [Christ Church Cathedral] en Houston, está ayudando a coordinar a los rectores de las mayores iglesias episcopales de Houston para responder al esfuerzo por la recuperación. La catedral estuvo sin fluido eléctrico durante cinco días, hasta el 30 de agosto, y en algunos edificios entró el agua, según un post en Facebook.

“Doy gracias por cada uno de ustedes que han ofrecido una cama seca y tibia, una comida caliente o simplemente consuelo a sus vecinos”, escribió el obispo de Texas Andy Doyle en Facebook. “Si bien es frustrante ver tanta devastación y no poder repararla, debemos primero estar a salvo y no crear más trabajo para los primeros intervinientes. Donde hayan sido capaces de ayudar, es el reflejo del amor de Cristo que se comparte y es este amor el que traerá esperanza a muchas personas en los momentos más tenebrosos de su vida”.

Algunos evacuados de Harvey se dirigen a Dallas, y la vecina Diócesis de Fort Worth está actualizando una página web sobre cómo los episcopales pueden ayudar. George Sumner, el obispo de Dallas, ha instado a los episcopales [de su diócesis] a hacer donaciones a la Agencia Episcopal de Ayuda y Desarrollo.

Esa organización está asociada con la Diócesis de Texas para proporcionar apoyo de emergencia a raíz del huracán Harvey, la mayor tormenta en la historia de Estados Unidos. La ayuda de emergencia incluye cuidado pastoral, tarjetas de regalo y financiación para vivienda temporal, según una actualización de la página del 30 de agosto.

Entre tanto, las ciudades que el Harvey azotó primero están comenzando el arduo proceso de limpieza y de enfrentar el futuro. Los voluntarios de la iglesia episcopal de La Trinidad del Mar [Trinity by the Sea] en Port Aransas se encuentran entre ellos. El Rdo. James Derkits, rector de La Trinidad, dijo el 30 de agosto que estaba dividiendo su tiempo de tres maneras: tratando de recuperar las posesiones de su familia de la arruinada rectoría, supervisando la limpieza de los terrenos de La Trinidad y trabajando con el municipio para obtener acceso para voluntarios de la iglesia que pueden ayudar en la comunidad.

El salón parroquial abrió el 29 de agosto para servir como centro de coordinación para los voluntarios episcopales de Texas. Están empezando a movilizarse, añadió. Además, los episcopales de la iglesia de San Pedro  [St. Peter’s Episcopal ] en Gulfport, Misisipí, “sólo esperan que nosotros les digamos que vengan”, dijo Derkits. San Pedro fue una de las iglesias que el huracán Katrina afectó el 29 de agosto de 2005.

Derkits cuenta con muchísima ayuda. Su cuñado Brad Allen trabaja en la rectoría y Jennifer Wickham está ayudando a coordinar voluntarios. Wickham, que vive en Corpus Christi, donde su marido es rector de la iglesia episcopal de Todos los Santos [All Saints Episcopal Church] es la coordinadora de desarrollo para el Centro de San Vicente para Niños Discapacitados in Puerto Príncipe, Haití.

“Ahora mismo es algo muy de base, y así hay un montón de grupos de personas independientes que están empezando a coordinarse unas con otras y a compartir recursos”, dijo Wickham refiriéndose al esfuerzo voluntario. Las congregaciones episcopales en Corpus Christi están trabajando juntas para ayudar a las comunidades que les quedan al sur y que fueron las más afectadas por Harvey.

“El mayor trabajo es la evaluación de los daños  e identificar cuáles son las principales tareas e intentar determinar la mejor manera de comunicarles eso a las personas, de manera que nadie necesite un jefe para lograr hacerlo”, expresó ella.

Wickham publicó en Facebook un relato detallado del trabajo en las primeras horas del 30 de agosto. Ella y otros están esforzándose en dar a conocer sus necesidades debido a la inconstancia del servicio de teléfonos celulares y el acceso a Internet.

La oración circunda el trabajo. Las puertas de la iglesia están abiertas “para que las personas vengan y oren si lo necesitan” dijo Derkits.

Él ha estado transmitiendo en directo en Facebook la Oración Matutina. “Ha sido útil porque nuestra gente está tan dispersa por todas partes y al menos los que están en Facebook pueden conectarse”, afirmó. “Y ha sido útil para mí como su pastor para tener alguna idea de atender sus necesidades espirituales mientras se encuentran dispersos por todas partes”.

El coordinador de voluntarios del municipio se unió a la Oración Matutina el 30 de agosto antes de informarles a los episcopales en qué lugares de la ciudad se necesitaban voluntarios.

Una foto desde el espacio tomada por un satélite de la NASA muestra a la actual tormenta tropical Harvey extendiéndose a través del Sur de Estados Unidos. Foto del proyecto NASA GOES.

La Diócesis de Luisiana Occidental abarca la zona donde Harvey recaló por tercera vez aproximadamente a las 4:00 A.M. del 30 de agosto. La Rda. Lois Maberry, coordinadora diocesana de ayuda a desastres, le dijo por teléfono a ENS en la tarde del 30 de agosto que no había tenido noticias de cómo les iba a las parroquias que bordean el lago Charles, donde el ojo de la tormenta tropical Harvey cruzó alrededor de las 8 A.M.

“Afectará bastante a unas cuantas parroquias. Tenemos que dejar que pase y evaluar [los daños]”, dijo Maberry desde la oficina diocesana en Shreveport, a unos 500 kilómetros al norte del lago Charles. “Nos está lloviendo, y va en aumento. Suponemos que la tormenta pasará directamente sobre nosotros esta noche”.

En un comunicado dado a conocer a mediodía del 30 de agosto, el obispo Jacob W. Owensby dijo que las escuelas y oficinas se habían cerrado en varias parroquias. Las aguas de las inundaciones han invadido algunas viviendas y empresas en las zonas sur y oeste de la diócesis. Owensby está en el proceso de conectarse con el clero a cargo de las congregaciones para verificar su situación.

“Esperamos juntos, no sólo para ver lo que trae esta tormenta, sino también para discernir cómo ser de máxima utilidad a los necesitados”, dijo Owensby. Él decía más adelante en el comunicado: “Ustedes están en mis oraciones por protección. Juntos pasaremos esto y llevaremos ayuda a los necesitados”.

Más al este, en Nueva Orleáns, la lluvia era más intensa en las últimas horas del 28 de agosto y entrado el 29, dijo el Muy Rdo. David A. duPlantier, deán de la iglesia catedral de Cristo [Christ Church Cathedral]. Las escuelas cerraron el 29 de agosto, pero muchas estaban abiertas el 30. La catedral cerró en la tarde del 29 de agosto para que el personal pudiera irse a sus casas, pero abrió al día siguiente, mientas el personal afrontaba con cautela sus quehaceres. Hasta ahora ninguna iglesia ha resultado afectada, añadió el deán.

Nueva Orleáns está acostumbrada a inundaciones periódicas, dijo duPlantier, de manera que han estado al tanto de los feligreses que saben corren mayores riesgos y han sabido de personas que tuvieron alguna fluencia de agua en el perímetro de sus casas, pero no mucho más.

¿El peor efecto del huracán Harvey en Nueva Orleáns hasta el momento? El síndrome del estrés postraumático. El 29 de agosto se cumplieron 12 años del huracán Katrina, que fue responsable de 1.833 muertes.

“Es una ocasión muy emotiva aun cuando no haya una tormenta que venga aquí o a cualquier otra parte”, dijo duPlantier refiriéndose a la fecha. El era deán entonces y estuvo en el centro de los esfuerzos de recuperación y ayuda.

Las imágenes de la TV de  los angustiosos rescates en medio de las inundaciones de Houston les hacen revivir recuerdos a sus amigos y familiares, dijo Karen Mackey, coordinadora de comunicaciones de la Diócesis de Luisiana.

“Nos sentimos aliviados de que la lluvia no haya sido tan fuerte como predijeron, y todos estamos nerviosos, pero es sencillamente esta época del año”, explicó Mackey. “Estamos orando por nuestros amigos y a la espera de que esta cosa se vaya rápidamente para poder comenzar la restauración y la recuperación”.

La Diócesis de Luisiana ha pedido a sus iglesias que hagan una colecta especial en los oficios del 3 de septiembre para el fondo [de los damnificados] del Harvey de la Agencia Episcopal de Ayuda y Desarrollo.

“Somos personas que hemos conocido de primera mano la generosidad de otros”, dijo el obispo de Luisiana, Morris K. Thompson, quien instó a la diócesis el 29 de agosto a “dar lo que puedan”.

Las lluvias y las marejadas del Harvey han afectado zonas tan distantes como la Diócesis del Suroeste de la Florida, donde hubo personas que se quedaron atrapadas en sus hogares y otras que andaban en botes por las calles. La iglesia episcopal de San Jorge [St. George’s Episcopal Church] en Bradenton abrió para ayudar a personas de un estacionamiento vecino de casas rodantes que se había inundado, dijo Garland Pollard, director de comunicaciones diocesanas del Suroeste de la Florida.

Para el Rvdmo. Dabney Smith, obispo de la Diócesis del Suroeste de la Florida, las imágenes de las inundaciones en Houston también le trajeron terribles recuerdos. Él era el rector de la iglesia de La Trinidad [Trinity Church] en Nueva Orleáns cuando azotó Katrina. Smith recuerda montañas de basura  que llegaban a la altura de los techos de las casas, el constante olor de cuerpos en descomposición y el sonido de disparos mientras intentaba dormir de noche.

“Fue un momento horrible, y fue un momento santo”, dijo Smith a ENS el 30 de agosto. Una vez que la inundación cedió, el sirvió en la Iniciativa Episcopal de Vivienda Camino de Jericó [Jericho Road Episcopal Housing Initiative] que se iniciara en la catedral de Nueva Orleáns para la creación de viviendas que se necesitaban desesperadamente para las víctimas del Katrina.

“Una de las cosas que aprendí de mi experiencia del Katrina y que creo aprenderé en Houston, es que en medio de los fallos sistémicos existe el poder de la Iglesia.  Personas de todos los ámbitos de la sociedad se reunieron para atender a personas que sólo necesitaban compasión. Le oí decir a la gente ‘gracias a Dios por la Iglesia’”.

— La Rda. Mary Frances Schjonberg es jefa de redacción interina de Episcopal News Service. Amy Sowder es corresponsal especial de Episcopal News Service, así como escritora y redactora radicada en  Brooklyn, Nueva York. Traducción de Vicente Echerri.


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