Aumenta la presión para retirar símbolos confederados de instituciones episcopales

Por David Paulsen
Posted Aug 25, 2017
Polk plaque

Esta tarja en honor Leonidas Polk, obispo episcopal y general confederado, se muestra en la iglesia catedral de Cristo en Cincinnati, Ohio. La deana Gail Greenwell dice que debe ser retirada o relocalizada. Foto de Sarah Hartwig/iglesia catedral de Cristo.

[Episcopal News Service] Los feligreses que asistieron al oficio dominical en la iglesia catedral de Cristo [Christ Church Cathedral] en Cincinnati, Ohio, el 20 de agosto no debían haberse sorprendido de que el sermón de la deana Gail Greenwell abordara el tema del racismo, dado el clamor nacional por una gran manifestación de supremacistas blancos en Virginia el pasado fin de semana.

Esos grupos de odio se habían congregado en defensa de una estatua del general confederado Robert E. Lee en Charlottesville. Lo que puede haber sorprendido a algunos feligreses de Cincinnati son los símbolos confederados en su propia catedral.

Greenwell se valió de su sermón para llamar la atención [de sus fieles] a parte de una vidriera emplomada que honra a Lee y a una tarja dedicada a Leonidas Polk, obispo episcopal y general confederado. Ella pidió que ambas fuese retiradas.

“La Iglesia misma ha sido cómplice de la consagración de sistemas y personas que han contribuido a la supremacía blanca, y están aquí en los mismos rincones de esta catedral”, dijo Greenwell en su sermón.

El creciente debate secular sobre las estatuas y monumentos confederados, amplificado por la violencia en Charlottesville, también está alimentando un renovado escrutinio de los numerosos símbolos confederados que por mucho tiempo se han mostrado en la catedral de Cincinnati y en otras iglesias e instituciones episcopales de todo el país.

Unos trabajadores comisionados por la Diócesis Episcopal de Long Island se valen de una sierra eléctrica para remover una de las tarjas conmemorativas de Robert E. Lee. Foto de la Diócesis de Long Island.

Dos tarjas en honor de Lee habían estado durante mucho tiempo en el exterior de una iglesia de la ciudad de Nueva York a la que él en había asistido y de cuya junta parroquial fue miembro, hasta que un obispo ordenó su inmediata remoción la semana pasada.

En Sewanee: La Universidad del Sur, una escuela con raíces episcopales y conexiones confederadas, los administradores dicen que la escuela participa de un debate actual sobre los símbolos de la Confederación en el campus, donde aún se alza un monumento a un general confederado.

La Catedral Nacional de Washington en la capital de la nación está deliberando sobre si retira o no sus vidrieras emplomadas que honran a los generales confederados Lee y Stonewall Jackson. La representaciones de la bandera de combate de la Confederación ya han sido eliminadas de las vidrieras.

Tal escrutinio se extiende incluso al nombre de una iglesia episcopal. La congregación en Lexington, Virginia, decidió en abril que rebautizaría la iglesia En Memoria de R. E. Lee [R. E. Lee Memorial Church] pero la junta parroquial se enfrenta a nuevas presiones para revertir esa decisión.

Los miembros de la junta parroquial, en su reunión del 21 de agosto, aprobaron una declaración conjunta en la que condenaban el racismo y la violencia fatal en Charlottesville. También defendieron la reputación de Lee como cristiano y sus cinco años como feligrés [en esa congregación] después de la guerra de Secesión. La junta parroquial decidió no tomar ninguna decisión respecto a la remoción del nombre de Lee de la iglesia, una postura que respalda el guardián mayor Woody Sadler.

“Nos encantaría ser todas las cosas para todas las personas, y desafortunadamente no podemos. Y no creo que ninguna iglesia pueda”, dijo Sadler a Episcopal News Service en una entrevista telefónica.

Al tiempo que clérigos episcopales participaban en un acto de solidaridad no violento el 12 de agosto contra el odio y la intolerancia en Charlottesville, algunos líderes episcopales fijaban su mirada en el interior y buscaban oportunidades para la reconciliación racial en el ámbito denominacional en medio del debate sobre el legado de la Confederación.

“No hay nada sencillo respecto a este criterio”, dijo Stephanie Spellers, canóniga del Obispo Primado para la evangelización, la reconciliación y la creación, en un declaración enviada por email a ENS. “Retirar de las iglesias vidrieras, estatuas y tarjas que honren y valoren a la Confederación puede ser necesario. Yo diría que niegan el espíritu de Jesucristo [y] que  no tienen ningún lugar en su casa”.

Pero la verdadera reconciliación exige algo más que retirar símbolos confederados de la vista del público, dijo Spellers.

“Retirarlos no cambia la razón por los que un principio se instalaron”, dijo. “No cambia el modo en que ciertos grupos prácticamente adoran a esas figuras. No cambia el hecho de que nuestras escuelas están llenas de libros de historia revisionista que enmascaran el mal perpetrado contra indígenas, negros, asiáticos, latinos y algunos blancos que no eran blancos cuando llegaron aquí”.

La masacre de Charleston fue un primer catalizador
Aun así, un diálogo sin precedentes ha tenido lugar en Estados Unidos en los dos años transcurridos desde que Dylann Roof abrió fuego el 17 de junio de 2015, en la iglesia metodista episcopal africana Emanuel, de Charleston, Carolina del Sur, con un saldo de nueve muertos. Después del arresto de Roof, detalles de su afecto por la bandera de la Confederación dio lugar a que algunos líderes sureños ordenaran que dejara de desplegarse la bandera en los edificios del estado y otros lugares públicos, un cambio súbito y dramático luego de años de resistencia a los llamados a quitar la bandera.

La Convención General de la Iglesia Episcopal también se pronunció al respecto, al aprobar una resolución en 2015 en que condenaba la bandera de combate confederada como contraria a un testimonio fiel del amor reconciliador de Jesucristo”. La resolución también abogaba porque la bandera dejara de desplegarse en público, incluidas las instituciones religiosas.

El alcance de esa resolución se limitaba a la bandera, pero el racismo ha sido una prioridad regular de la Convención General a lo largo de las últimas cuatro décadas . Mediante sus resoluciones, la Iglesia se ha comprometido a “abordar el racismo institucional dentro de la Iglesia y en la sociedad” poniendo fin “al silencio histórico y la complicidad de nuestra Iglesia con el pecado del racismo” e investigando los medios históricos en que la Iglesia se benefició de la esclavitud.

El obispo primado Michael Curry ha identificado la reconciliación racial como una de las tres prioridades de su primacía y, este año, su personal publicó unas directrices bajo el título de Convertirse en la Amada Comunidad que intentaban ayudar a las congregaciones a tener éxito en sus empeños locales.

Este énfasis en la reconciliación racial ha alineado a la Iglesia con las personas que se oponen a la exposición pública de estatuas, monumentos y otros símbolos de la Confederación. Arguyen que la Confederación no puede ser absuelta de llevar al país a una brutal guerra civil con el objetivo de preservar la esclavitud, y dicen que los símbolos confederados están inextricablemente vinculados al racismo adoptado por los grupos de odio que los defienden.

Otros, si bien rechazan a los grupos supremacistas blancos, han citado la historia y la herencia al argüir en contra de la remoción de los monumentos confederados. Resaltan que la esclavitud es un estigma en las vidas de muchos héroes de la historia norteamericana, no sólo de los generales confederados, añadiendo que la remoción de estatuas conseguirá oscurecer el pasado, pero no eliminar el odio racial.

Los intentos de parte de las congregaciones de salvar esa división pueden ser dolorosos, pero el proceso también puede ser restaurador. El caso de la iglesia episcopal de San Pablo [St. Paul’s] en Richmond, Virginia, puede servir de ejemplo.

San Pablo, localizada en la primera capital confederada, también era conocida como la “Catedral de la Confederación”. Lee asistió a sus oficios allí y el presidente confederado Jefferson Davis era uno de sus miembros. Hasta hace poco, una tarja de uno de los muros de la iglesia honraba a Davis y mostraba la bandera de combate de la Confederación.

La iglesia episcopal de San Pablo en Richmond, Virginia. Foto cortesía de San Pablo.

Luego de la masacre de Charleston en 2015, el Rdo. Wallace Adams-Riley, rector de San Pablo, instó a la congregación a que pensara profundamente si los símbolos confederados pertenecían a su espacio de culto. Ese reto se transformó en la Iniciativa de Historia y Reconciliación, y mediante una invitación al discernimiento, la congregación decidió retirar todas la banderas de combate pero mantener los recordatorios de familia a los soldados confederados caídos.

“Nosotros los sureños hemos hecho con frecuencia una de las dos cosas”, dijo recientemente Adams-Riley al Daily News Leader en Staunton, Virginia. “O bien reconocemos a nuestros antepasados por su coraje, o somos sinceros respecto a todo ese pasado oscuro, terriblemente oscuro, respecto a nuestra cultura que descansaba sobre las espaldas de hombres, mujeres y niños esclavizados. Pero la verdad debe hacernos libres. Podemos permitirnos contar toda la historia. Lo que queremos es más historia, no borrar la historia”.

Hay tarjas que señalan los bancos de San Pablo donde Lee y Davis solían sentarse, y los dos aparecen en las vidrieras emplomadas de la iglesia.

National Cathedral windows

Dieter Goldkuhle, fabricante de vidrieras emplomadas, que trabajó con su difunto padre para instalar muchos de los vitrales de la Catedral Nacional de Washington, reemplaza una imagen de la bandera de combate confederada luego que los líderes de la catedral decidieran en 2016 que el símbolo de la supremacía racial no tenía ningún sitio dentro de la catedral. Foto de Danielle E. Thomas/Catedral Nacional de Washington.

La Catedral Nacional de Washington, al igual que la de San Pablo, decidió retirar todas las representaciones de la bandera confederada de sus vidrieras emplomadas luego de la masacre de Charleston. Pero la catedral se encuentra sólo a medio camino en un proceso de discernimiento de dos años respecto a si remplaza también las vidrieras donde aparecen Lee y Jackson, dijo el deán Randy Hollerith en una carta a la congregación el 30 de junio.

“Estas vidrieras y estas interrogantes han puesto al descubierto emociones que están en carne viva y, en ocasiones, heridas que aún no han sanado”, escribió Hollerith. “Ellas nos hay ayudado a revelar lo mucho que todavía tenemos que aprender tocante a reparar la brecha de la injusticia racial, y edificar la amada comunidad”.

Un portavoz de la catedral dijo este semana que los sucesos de Charlottesville le habían añadido un sentido de urgencia al proceso.

‘Lo que elegimos reverenciar’
Greenwell, la deana de Cincinnati, fue más directa al pedirle a la junta parroquial que reexamine dos monumentos conmemorativos de la catedral con la esperanza de que sean retirados.

Uno de ellos muestra a Leonidas Polk, que fue consagrado como obispo misionero del Sudoeste en Cincinnati en 1838. Polk, uno de los fundadores de Sewanee, fue obispo de Luisiana cuando sirvió como general confederado. Se le conocía por usar sus vestimentas episcopales encima de su uniforme militar; “una fusión absolutamente ofensiva de la fe que profesaba y de su fervor en ver que perdurara la institución de la esclavitud”, dijo Greenwell.

Lee window in Cincinnati

Robert E. Lee, el general confederado, se muestra aquí, en la vidriera emplomada de la catedral de Cristo en Cincinnati, Ohio,  en el momento de recibir una bendición del obispo William Meade de Virginia. Foto de Sarah Hartwig/iglesia catedral de Cristo.

El otro recordatorio, una vidriera emplomada que muestra a Lee recibiendo una bendición del obispo de Virginia William Meade, fue un regalo de un descendiente de Lee, dijo Greenwell.

“Debemos ser muy cuidadosos, muy minuciosos, respecto a lo que elegimos para reverenciar en una tarja o poner sobre un pedestal”, dijo ella en su sermón.

La junta parroquial debatirá [el tema de] los monumentos conmemorativos en su reunión del 13 de septiembre.

Sewanee, también, enfrenta la compleja tarea de salvar esta fractura, dado que su herencia, al igual que la del Sur, está interrelacionada con la historia de la Confederación.

La Universidad [del Sur] en Sewanee, Tennessee, conocida en la Iglesia Episcopal por su seminario, fue fundada en 1857 por varias diócesis episcopales bajo el liderazgo de Polk, aunque la guerra de Secesión retrasó su apertura hasta 1868 (a Polk lo mataron en 1864 mientras él y otros generales reconocían algunas posiciones [del Ejército] de la Unión cerca de Marietta, Georgia.)

¿Debe Polk ser honrado en Sewanee? Aun la relocalización de un retrato histórico del fundador de la universidad provocó un debate en 2016, aunque los empeños de la universidad de reexaminar los símbolos confederados se extienden más allá de Polk y datan de más de una década.

Un artículo de The Nerw York Times de 2005 reportaba de los medios en que Sewanee y otras universidades del Sur estaba tratando de atraer a más estudiantes de fuera de esa región. En el caso de Sewanee esto conllevaba la remoción de símbolos controversiales, entre ellos banderas confederadas de la capilla y una maza ceremonial que le diera y dedicara a la universidad un fundador del Ku Klux Klan.

Tales decisiones alienaron a algunos de los antiguos alumnos de la escuela, aunque las huellas de la Confederación siguen presentes en el campus, tal como el monumento en honor de Edmund Kirby-Smith, un general confederado que posteriormente enseñó matemáticas en Sewanee.

Kirby-Smith monument

Edmund Kirby-Smith fue un general confederado que posteriormente enseñó matemáticas en la Universidad del Sur en Sewanee, Tennessee, donde se encuentra este monumento en su memoria. Foto de Caroline Carson.

Sewanee ha retirado “muchas de las más visibles y controvertidas representaciones de la Confederación”, dijo el vicecanciller John M. McCardell Jr., en una respuesta por escrito a una indagación de ENS.

“No obstante, resulta demasiado fácil dejarse llevar por la metáfora que los símbolos de la Confederación representan y obviar la genuina necesidad de combatir el odio, la intolerancia y el racismo”, dijo él. “La Universidad del Sur ha mostrado su determinación y ha tomado medidas efectivas en los últimos años para abordar estos mismos problemas y continuaremos haciéndolo”.

Pero, ¿qué debería hacer una iglesia cuando su mismo nombre está asociado con la Confederación?

Lee Church sign

El cartel frente a la iglesia En Memoria de R. E. Lee, en Lexington, Virginia. Foto de Doug Cumming

Lee llevaba muerto 33 años cuando una iglesia en Lexington fue rebautizada en su memoria [R. E. Memorial Church], y algunos miembros de la congregación ven su identidad estrechamente asociada a su más famoso feligrés.

“Algunos dicen que él incluso salvó la parroquia”, dijo Sadler, el guardián mayor.

Cambiar el nombre alienaría a muchos miembros de la congregación, dijo Sadler, quien desestima los argumentos de que el nombre se ha convertido en una distracción y que hace a la iglesia menos acogedora para aquellos de la comunidad que encuentran ofensivo a Lee.

“Creo que si la congregación quiere conservar el nombre, luego es así como queremos llamarnos”, dijo. Y no deberían otras personas que nunca asistirán a nuestra iglesia… exigir que cambiemos la manera en que nosotros nos llamamos”.

Mark Bourlakas, el obispo de Virginia Sudoccidental, está entre los que advierten que el nombre está distrayendo a la congregación de su misión evangélica. Él se propone discutir el asunto durante una visita a la iglesia de Lexington el 30 de agosto.

Pero Bourlakas, que asistió a Sewanee en la década del 80, cuando las banderas confederadas aún estaban desplegadas en la capilla de Todos los Santos, piensa también que es importante que los estadounidenses en todas partes abran sus mentes al dolor de que tales símbolos pueden ser portadores.

“Hay gente, especialmente gente blanca, que pasa de largo pensando, ¿qué tiene de malo? No es más que un monumento. ¿A quien ofende esa bandera?  No tiene importancia. Ha estado siempre ahí”, dijo él, y desafortunadamente, tiene que ocurrir un brote de violencia, como en Charleston y Charlottesville, para que algunas personas contemplen una perspectiva diferente.

Spellers espera que las conversaciones que han empezado en lugares como Cincinnati, Sewanee y Lexington serán pasos para una trayectoria más larga hacia la reconciliación racial.

“Retirar los símbolos de sus actuales lugares de honor y utilizarlos en otras partes para educación y arrepentimiento tiene que ser una parte del empeño global de contar la verdad, de proclamar el sueño de Dios, de practicar el camino del amor y de reparar la brecha en la sociedad”, dijo Spellers, “todo lo cual es necesario para avanzar hacia la Amada Comunidad”.

– David Paulsen es redactor y reportero de Episcopal News Service. Pueden dirigirse a él en dpaulsen@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri.