Episcopales reaccionan contra el odio mientras supremacistas blancos llevan la violencia a Charlottesville

Por David Paulsen
Posted Aug 14, 2017
Charlottesville march

Clérigos de todas las tradiciones religiosas unidos del brazo el 13 de agosto mientras los manifestantes desfilaban a través de Charlottesville. Los defensores de la supremacía de la raza blanca desfilaban por la acera detrás de la hilera de clérigos, en tanto algunos hombres con trajes de camuflaje y portando armas largas transitaban por la calle afirmando que estaban allí para “proteger la libertad de expresión”. Foto de , Steven D. Martin/Consejo Nacional de Iglesias.

[Episcopal News Service] Cuando promotores de la supremacía blanca acudieron a Charlottesville, Virginia, durante el fin de semana, suscitando un brote de violencia que dejó un saldo de una contramanifestante muerta y más de una docena de lesionados, episcopales y otras personas religiosas se encontraban entre los grupos más visibles que mostraban su solidaridad contra el odio y el prejuicio.

La iglesia conmemorativa de San Pablo [Paul’s Memorial Church] que domina el campus de la Universidad de Virginia, celebró un servicio de oración el 11 de agosto, la noche antes de los sucesos. A la mañana siguiente, miembros de San Pablo, y las iglesias episcopales de La Trinidad [Trinity] y de Cristo [Christ] se unieron en un oficio de oración interreligioso y luego participaron en una marcha hasta el Parque de la Emancipación para protestar contra el evento que los supremacistas blancos planeaban llevar a cabo allí. El estallido de violencia llevó a las autoridades a cancelar el acto antes de que llegara a comenzar.

Las tres iglesias episcopales de la ciudad también han sido activas en el Colectivo de Clérigos de Charlottesville, que ahora está ayudando a la comunidad religiosa a reagruparse luego del disturbio.

“Creo que nos incumbe como pueblo de fe afirmar que todos somos creados a imagen de Dios, y los que son objeto de este odio necesitan que personas de fe, gente privilegiada, se personen”, dijo la Rda. Elaine Thomas, rectora asociada de San Pablo y colíder del Colectivo de Clérigos de Charlottesville.

La comunidad religiosa de Charlottesville fue portadora de apoyo, tanto en persona como verbalmente, de iglesias episcopales de todo el país, desde la iglesia de La Trinidad en Wall Street  [Trinity Wall Street] en Nueva York, hasta Todos los Santos [All Saints ] en Pasadena, California, y varios obispos y deanes episcopales emitieron comunicados condenando la violencia.

“En los próximos días y semanas, habrá mucho que debatir en tanto el Movimiento de Jesús responde a la violencia y a la inequidad en el mundo”, dijo el obispo primado Michael Curry en un post publicado el 14 de agosto en Facebook añadiendo que este era un momento de “recordar en oración a los que murieron y fueron lesionados en enfrentamientos violentos en Charlottesville”.

Curry, aunque no estuvo presente en Charlottesville estuvo activamente conectado con los clérigos y laicos episcopales que participaron en la manifestación contra el odio, dijo la Rda. Melanie Mullen, directora de reconciliación, justicia y cuidado de la creación de la Iglesia Episcopal. Curry hizo llegar su apoyo a través de las redes sociales y de mensajes de texto.

Mullen estuvo entre los clérigos episcopales que respondieron a un llamado a viajar a Charlottesville en una demostración de unidad, aunque los clérigos de la localidad fueron la fuerza motriz de esta iniciativa. “Estábamos respondiendo a sus necesidades y circundando a esta comunidad en oración”.

La Rda. Gay Jennings, presidente de la Cámara de Diputados de la Iglesia Episcopal, también publicó una declaración el 14 de agosto, en la que decía que se sentía “asqueada” por la violencia racista.

“Aunque a veces nos quedemos por debajo, los episcopales nos esforzamos en ser cristianos que cumplen el mandato de Jesús de amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos y que hemos prometido respetar la dignidad de todo ser humano”, dijo Jennings. “Y en consecuencia, tenemos una especial responsabilidad de reconocer y de expiar las perversiones del cristianismo auspiciadas por racistas blancos y trabajar por una visión más justa de la Iglesia y del mundo”.

Estatua de líder confederado ha sido un imán

Al parecer, Charlottesville se ha convertido, de la noche a la mañana, en un lugar crítico del presente debate nacional sobre una tensión cada vez más visible de odio racial, promovida por neonazis, miembros del Ku Klux Klan y nacionalistas blancos que se definen a sí mismos como “la derecha alternativa” [o alt-right]. Pero los líderes religiosos en Charlottesville saben que la tensión ha estado aumentando durante meses en torno al proyecto del gobierno municipal de quitar la estatua de Robert E. Lee, el general de los ejércitos confederados durante la guerra de Secesión.

El respaldo a esa decisión no fue unánime, incluso en un colegio universitario del pueblo visto como más liberal que gran parte del resto de Virginia. Sin embargo, “personas de conciencia desde una variedad de perspectivas han hecho un esfuerzo de buena fe en pro de la comprensión y la reconciliación en la búsqueda de una solución a la dolorosa cuestión local de nuestras estatuas”, dijo el Rdo. Will Peyton, rector de San Pablo.

“Y resulta muy claro que ese empeño de buena fe nos ha convertido en un imán, porque vino gente de muy lejos para expresar sus puntos de vista de la supremacía blanca”, afirmó. “No se trata de Robert E. Lee”.

La presión para eliminar los monumentos conmemorativos de la Confederación ha provocado tensiones también en otras ciudades, entre ellas Nueva Orleáns y San Luis. El Colectivo de Clérigos de Charlottesville se remonta a 2015, cuando se fundó en respuesta a otro brote de violencia alentada por el odio racial —la matanza de nueve feligreses negros en la iglesia metodista episcopal africana Emanuel, en Charleston, Carolina del Sur, perpetrada por Dylann Roof.

El colectivo comenzó a reunirse una vez al mes en un desayuno para la creación de relaciones. “Y en consecuencia confiamos los unos en los otros, y nos conocemos unos a otros”, explicó Thomas, “De manera que cuando se presentan cosas como estas somos capaces de abordarlas rápidamente”. Las reuniones ahora atraen a representantes de 50 o 60 congregaciones, incluidas las tres iglesias episcopales de la ciudad, dijo Thomas.

En junio, comenzaron a reunirse casi todas las semanas, los miércoles, para debatir cómo las congregaciones responderían cuando los grupos de odio vinieran al pueblo.

La sensación de urgencia aumentó luego de una concentración el 13 de mayo en la cual el prominente nacionalista blanco Richard Spencer encabezaba a manifestantes portadores de antorchas, que coreaban “ustedes no nos reemplazarán”.

El Consejo Municipal aprobó en febrero, con 3 votos a favor y 2 en contra la remoción de la estatua de Lee. Los que se oponen a la remoción presentaron una demanda legal. Luego, en junio, el municipio rebautizó el Parque Lee, sitio donde se encuentra la estatua, como Parque de la Emancipación.

El 8 de julio, cuando un pequeño grupo de manifestante del Ku Klux Klan provenientes de Carolina del Norte desfilaron por Charlottesville, la comunidad religiosa estaba preparada para ellos. El Colectivo de Clérigos de Charlottesville organizó contramanifestaciones y eventos unificados y pacíficos en los cuales se calcula que participaron unas 2.000 personas.

Pero la manifestación del 8 de julio no se asemejaba a la que la ciudad experimentaría el 12 de agosto. La anterior concentración apenas si atrajo a unos 30 participantes que  “parecían un grupo estrafalario de inadaptados sociales”, dijo Peyton. “Todo el mundo en la ciudad sabía que la manifestación del 12 de agosto] sería más grande”.

 ‘Verdaderamente horripilante’

Anunciada como una concentración para “unir a la derecha”, atrajo a supremacistas blancos de muy lejos de Virginia. Peyton dijo que vio un auto con matrícula de Ontario, Canadá, y un hombre de Ohio fue acusado de atropellar con su auto a un grupo de contramanifestantes, lo cual le ocasionó la muerte a una persona y lesiones a otras 19.

“Resultaba perfectamente claro que estas personas estaban usando nuestra pequeña ciudad para promover su agenda nacional e incluso global”, afirmó Peyton. “Deseamos que sencillamente nos dejen en paz”.

La víspera de la concentración de los supremacistas, mientras aumentaba la ansiedad en Charlottesville, San Pablo celebró un oficio de oración organizado por un grupo llamado Congregar a Charlottesville [Congregate Charlottesville] que contó como orador invitado a Cornell West, filósofo y activista político que enseña en Harvard, así como a la Rda. Traci Blackmon, ministra ejecutiva que dirige los ministerios de justicia y testimonio de la Iglesia Unida de Cristo. Alrededor de 700 personas llenaban completamente la iglesia esa noche. Pero hacia el fin del servicio, Peyton supo que tenían compañía en el campus de la vecina Universidad de Virginia.

Charlottesville vigil

Clérigos y laicos abarrotan la iglesia conmemorativa de San Pablo, una iglesia episcopal que queda frente a la Universidad de Virginia en Charlottesville, para un oficio de oración en la tarde del 11 de agosto. El servicio se programó en previsión de la manifestación de “unir a la derecha” a la mañana siguiente y fue un llamado a la presencia pacífica. Foto de Steven D. Martin/Consejo Nacional de Iglesias.

Un grupo de supremacistas blancos portadores de antorchas  había desfilado hasta la icónica rotonda desde frente a San Pablo y se habían congregado junto a la estatua de Thomas Jefferson. Peyton se asomó para analizar la escena.

“Podía ver la fila de antorchas cuando descendían los escalones de la rotonda”, afirmó. “Pude ver las antorchas y pude oír corear la consiga de ‘las vidas blancas importan’ [white lives matter]”.

Sin embargo, los manifestantes no parecía que estuvieran al tanto del oficio de oración que se estaba celebrando. Cuando el oficio concluyó, en lugar de llamar la atención saliendo por el frente, Peyton y otros líderes religiosos de la localidad coordinaron una salida menos conspicua de la iglesia en grupos más pequeños que se disolvieron enseguida.

A la mañana siguiente, el servicio de oración interreligioso para inaugurar la jornada tuvo lugar a las 6:00 A.M. en la Primera Iglesia Bautista. Después, una procesión se encaminó hacia el Parque de la Emancipación mientras otro grupo se detenía primero para participar en un evento en un centro de la herencia negra antes de dirigirse a la Primera Iglesia Metodista Unida, frente al Parque de la Emancipación.

Poco después estalló el caos.

“Fue verdaderamente horripilante”, dijo Thomas, describiendo a bandas de supremacistas blancos que recorrían las calles horas antes de su concentración al mediodía, en algunos casos provocando peleas con los contramanifestantes que se dirigían al parque. “Vinieron al pueblo a suscitar violencia, qué duda cabe”.

“Amenazadores”, fue la palabra que usó Peyton. Llevan escudos, garrotes, banderas nazis. Algunos estaban vestidos profesionalmente, mientras otros llevaban cascos y gafas de sol negros. Cuando observé a todas estas personas descender de las furgonetas el sábado, todos estaban claramente dispuestos para la violencia”.

Menos de media hora antes de que comenzara la concentración de “unir la derecha” la policía municipal la declaró la reunión ilícita. Minutos más tarde, el gobernador Terry McAuliffe imponía el estado de emergencia.

Boston vigil

Episcopales en todos lo Estados Unidos se reunieron a raíz de la violencia en Charlottesville para orar por la paz y dar testimonio de su promesa bautismal de trabajar en pro de la justicia y respetar la dignidad de todo ser humano. Hubo vigilias desde la iglesia episcopal de Todos los Santos en Pasadena, California, hasta las gradas de la iglesia catedral de San Pablo en Boston, que se muestra aquí. Foto de Bill Parnell/Diócesis de Massachusetts

La Diócesis Episcopal de Virginia anunció al mediodía que ninguno de sus clérigos o feligreses había resultado lesionado. Al fatal arrollamiento de la tarde, que tuvo por blanco a los contramanifestantes, siguió un silencio escalofriante que suscitó preocupaciones de que los supremacistas estuviesen planeando más violencia por la noche, dijo Peyton. La reunión interconfesional concluyó con una vigilia de oración alrededor de las 5:00 P.M. en la iglesia metodista, y todo el mundo se marcho a sus hogares en grupos antes de la puesta del sol sin que se produjeran incidentes.

Los líderes de Charlottesville no creen que esto sea lo último que han visto de los grupos que propugnan el odio, pero la comunidad de fe tiene tiempo para reagruparse.

“Ahora mismo estamos cogiendo un respiro. Todo el mundo aquí está exhausto”, dijo Peyton. Sencillamente necesitamos proseguir creando vínculos entre nuestras congregaciones”.

Esa misión se reanuda el miércoles, cuando el Colectivo de Clérigos de Charlottesville celebra su próxima reunión en el desayuno.

David Paulsen es redactor y reportero de Episcopal News Service. Pueden dirigirse a él a dpaulsen@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri.


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