Episcopales de Tennessee colaboran en el creciente esfuerzo para honrar a las víctimas de linchamientosPosted Jun 28, 2017 |
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Esta tarja conmemorativa de las víctimas de linchamiento en el condado de Davidson, Tennessee, fue dedicada el 7 de julio en la iglesia episcopal de San Anselmo, en Nashville. Foto de Natasha Deane.
[Episcopal News Service] La Diócesis Episcopal de Tennessee encabeza los esfuerzos para indagar y conmemorar a las víctimas de linchamientos en Nashville y en todo el estado, al igual que una prominente comisión que lleva a cabo una labor de reconciliación racial semejante en Atlanta, Georgia.
La diócesis de Tennessee, que abarca el tercio geográfico central del estado, creó su Equipo de Trabajo para el Antirracismo el año pasado, y uno de sus primeros proyectos ha sido arrojar nueva luz sobre la violencia racial profundamente sepultada en el pasado de Nashville. Este empeño inicial de recordar a víctimas de linchamiento culminó el 7 de junio en un oficio eucarístico y una letanía conmemorativa por tres víctimas reconocidas y otras cuyas identidades se perdieron para la historia.
El equipo de trabajo se propone expandir su labor desde el condado de Davidson al resto de la diócesis. Más de 200 linchamientos tuvieron lugar dentro de las actuales fronteras de la diócesis, entre ellos unos 162 linchamientos en condados que tenían al menos una congregación episcopal, dijo Natasha Deane, copresidente del equipo de trabajo, en una entrevista con Episcopal News Service. El enfoque inicial es local, aunque la Diócesis de Tennessee Occidental y la Diócesis de Tennessee Oriental también están invitadas a participar en este esfuerzo.
“Contar estas historias desempeña un papel tanto en la educación como en el restañamiento de las heridas raciales, porque no relatar un hecho histórico es, en gran medida, como una enfermedad que no se diagnostica”, dijo Deane, investigadora jubilada del Centro Médico de Universidad de Vanderbilt. La herida racial “sólo logra empeorarse”.
La muerte a tiros de un negro desarmado por un agente de policía en Ferguson, Misurí, y otras muertes semejantes a manos de la policía fueron un catalizador directo para la creación del equipo de trabajo, dijo Bill Gittens, el otro copresidente.
“Nos preocupaba que … las muertes a tiros fuesen una continuación del trauma que la población negra en general, y los hombres negros en particular, habían experimentado, y era importante para nosotros empezar por decir que ya bastaba y que debíamos no sólo enfrentarnos con el presente, sino también con el pasado”, explicó Gittens, administrador jubilado de la Universidad de Tennessee.
La diócesis aprobó una resolución en 2015 que demandaba la creación de un equipo de trabajo sobre el racismo, el cual se creó al año siguiente, siendo sus miembros una mezcla de clérigos y laicos. Gittens dijo que el grupo vio su misión no como centrada en la política, sino en la Iglesia, invocando el llamado del Libro de Oración Común y del pacto bautismal a luchar por la justicia y respetar la dignidad de todo ser humano.
Ese llamado ha tenido un alcance denominacional en las muchas resoluciones de la Convención General a lo largo de los años que se han centrado en la reconciliación racial. La Iglesia Episcopal afirma que el racismo es un pecado que debe ser combatido —por los feligreses y por la institución misma.
Por ejemplo, una resolución aprobada en la Convención General de 1991 comprometió a la Iglesia a “abordar el racismo institucional dentro de nuestra Iglesia y en la sociedad”, y una resolución de 2000 deploraba “el silencio histórico y la complicidad de nuestra Iglesia con el pecado del racismo”.
La Iglesia amplificó su llamado a la reconciliación racial este año al publicar Convertirse en la Amada Comunidad [Becoming Beloved Community ] una guía para que los episcopales trabajen en pro de la armonía racial.
“Ustedes se enfrentan a una senda por la que nosotros, como la rama episcopal del Movimiento de Jesús, podemos encarnar más plena y devotamente el camino amoroso, liberador y vivificador de Jesús en nuestras relaciones los unos con los otros”, dijo el obispo primado Michael Curry en un comunicado de prensa del mes de mayo en que daba a conocer la guía.
La labor de la comisión de antirracismo de la Diócesis de Atlanta con frecuencia se cita cuando se debaten tales empeños en el ámbito denominacional. Esa comisión también se llamó Amada Comunidad, y su éxito en elaborar el adiestramiento antirracista que mandaba la Iglesia ha servido de modelo a otras diócesis.
En octubre, la Amada Comunidad de Atlanta: Comisión para el Desmantelamiento del Racismo inició una serie de tres años de peregrinaciones a sitios de linchamientos en Georgia, comenzando con un viaje a Macon. Uno de los miembros del Equipo de Trabajo para el Antirracismo asistió a la peregrinación de Macon y llevó de regreso a Nashville la idea de honrar a las víctimas de linchamiento.
Desde entonces, el equipo de trabajo de la Diócesis de Tennessee ha estado atareada. Además de investigar los linchamientos en la historia del Condado de Davidson, celebró una ceremonia en febrero para honrar a Absalom Jones y una marcha en abril para conmemorar un momento esencial de la historia de Nashville, el atentado dinamitero de 1960 en la casa del líder de los derechos civiles Z. Alexander Looby.
El equipo de trabajo se asoció también con la Conferencia de Estudiosos Cristianos de la Universidad de Lipscomb al objeto de organizar un servicio para honrar a las víctimas de linchamientos.
Los linchamientos se han descrito como una especie de terrorismo racial, que apelaba al miedo para impedir que los negros, así como los simpatizantes blancos, desafiaran la autoridad de los blancos. Las turbas de linchamiento tuvieron mayor preponderancia en el sur a fines del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, y estos brutales asesinatos con frecuencia fueron facilitados por instituciones locales, incluidos departamentos de policía e iglesias cristianas.
“Decimos en verdad que tenemos las manos manchadas de sangre [de las víctimas] y venimos ante ustedes pidiendo perdón”, dijo la Rda. Nontombi Naomi Tutu en su sermón del oficio del 7 de junio, según reportó el Nashville Tennessean. Tutu, que ha residido en Nashville por bastante tiempo, nació en Sudáfrica y es hija del arzobispo Desmond Tuto. “Recordemos que al recobrar sus historias, estamos recobrando nuestra propia humanidad”.
Aproximadamente 150 personas asistieron al oficio en la Universidad de Fisk, dijeron Deane y Gittens a ENS. Después, marcharon en procesión hasta la iglesia episcopal de San Anselmo [St. Anselm’s Episcopal Church] para dedicar una tarja conmemorativa donada por la Diócesis de Tennessee. “En memoria de nuestros martirizados hermanos y de otros desconocidos linchados en el Condado de Davidson, Tennessee”, dice la tarja encima de los nombres de las tres víctimas identificadas: los hermanos Henry y Ephraim Grizzard, y Samuel Smith.
Catherine Meeks, presidente de la Comisión de la Amada Comunidad en Atlanta, asistió al oficio en Nashville y encomió la labor del equipo de trabajo [para el antirracismo] de la Diócesis de Tennessee.
“Me quedé ciertamente muy complacida, y muy honrada de que nuestra labor haya sido una inspiración para ellos”, dijo Meeks a ENS.
Desde entonces, Deane y Gittens dijeron que se habían dirigido a ellos personas interesadas en llevar a cabo indagaciones sobre otras víctimas de linchamientos. Una de ellas fue el pariente de una víctima, otra un ministro bautista. El equipo de trabajo episcopal se ha puesto en contacto con una congregación episcopal para brindarle ayuda.
El equipo de trabajo espera captar a más congregaciones para que asuman la causa localmente y lleven a cabo indagaciones semejantes a las emprendidas en Nashville.
“Este es un intento de empezar un diálogo sostenido con la esperanza de concientizar”, dijo Gittens.
– David Paulsen es redactor y reportero de Episcopal News Service. Pueden dirigirse a él a dpaulsen@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri.
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