Sioux episcopales celebran la familia de la fe y buscan la unidad a través de Jesús en la Convocación Niobrara

Por David Paulsen
Posted Jun 27, 2017

El Proyecto Camisa Roja trajo un equipo misionero del área de Los Ángeles a la meseta de Camisa Roja, en Dakota del Sur, para ayudar en la 145ª. Convocación Niobrara, del 22 al 25 de junio. El Rdo. Michael Cunningham, con camisa negra y sentado en primer plano y el Rdo. Robert Two Bulls Jr., sentado a la derecha, fueron los creadores del proyecto. Foto de David Paulsen/ENS.

[Episcopal News Service – Meseta de Camisa Roja, Dakota del Sur] La congregación aquí, [la iglesia] episcopal de Cristo [Christ Episcopal] se conoce como una iglesia de familia, donde el Rdo. Robert Two Bulls Sr., pastor por mucho tiempo y patriarca familiar, ha presidido los oficios durante décadas en un pequeño edificio que se asoma al linde occidental de las Tierras Baldías de Dakota del Sur en la reserva india de Pine Ridge.

Sus antepasados llegaron a la zona de Camisa Roja [Red Shirt] a fines del siglo XIX, “como un barco que navega por aguas inexploradas, pero se enamoraron del lugar”, dijo Two Bulls. En 1909, construyeron allí la primera iglesia de troncos.

El Rdo. Robert Two Bulls Sr. Fue este año el anfitrión de la Convocación Niobrara en la congregación de su familia, la iglesia episcopal de Cristo, que domina el linde occidental de las Tierras Baldías de Dakota del Sur. Foto de David Paulsen/ENS.

Es una congregación minúscula en uno de los condados más pobres de Estados Unidos, pero Two Bulls anhelaba hacía tiempo ser el anfitrión de la  Convocación Niobrara, una reunión anual de sioux episcopales. Finalmente, la semana pasada, en un acampamiento pleno de sonrisas de bienvenida, pocas sonrisas eran más amplias que la de Two Bulls, al tiempo que la 145ª. Convocación Niobrara se reunía en una carpa principal al lado de su iglesia.

Varios centenares de personas asistieron entre el 22 y el 25 de junio, como lo han hecho casi todos los años desde 1870. La hija de Two Bulls, la Rda. Twilla Two Bulls, fue ordenada al diaconado en el oficio de la tarde del sábado y el obispo primado Michael Curry predicó un apasionado sermón el 25 de junio en el oficio dominical de clausura de la convocación.

Los temas de familia y unidad parecían estar en lengua de todos

“Todos venimos de un mismo Dios que nos hizo a todos, y si sólo tenemos un Dios, yo soy tu hermano”, dijo Curry hacia el final de su sermón de media hora.

La familia y la creación de relaciones ha sido la fuerza motriz detrás del Proyecto Camisa Roja, que sirvió como hilo conductor a lo largo de gran parte de la convocación de este año. El equipo misionero de la juventud del proyecto ayudó con todo, desde la erección de las tiendas hasta la preparación de la muy esperada cena de búfalo del sábado.

El Proyecto Camisa Roja comenzó en 2000 como una asociación en ciernes entre el hijo de Two Bulls, el Rdo. Robert Two Bulls Jr., y el Rdo. Michael Cunningham. Actualmente, es responsable de organizar una excursión terrestre de verano anual y de traer a jóvenes desde la zona de Los Ángeles a Dakota del Sur para trabajar con la comunidad oglala lakota local en proyectos de servicios.

“Hemos logrado vivir el Evangelio. Hemos logrado poner por obra el Evangelio”, dijo Cunningham, rector de la iglesia episcopal de Santa María [St. Mary’s Episcopal Church] en Lompoc, California.

Los participantes en viajes anteriores a Camisa Roja han ayudado a construir un terreno de béisbol,  una glorieta y una estructura de pacas de paja que algún día se usará como cafetería y tienda.

“[Consiste en] estar en la comunidad, haciendo la obra del Evangelio, lo cual es muy lakota”, dijo Two Bulls Jr., que sirve en la Diócesis de Minnesota como director del Departamento de Trabajo Indio “Siempre nos ayudamos unos a otros. Eso es justamente lo que uno hace”.

El obispo Don Tamihere habla el 23 de junio durante una sesión de negocios de la Convocación Niobrara. Él formaba parte de la delegación maorí de Nueva Zelanda que viajó a Dakota del Sur con el Proyecto Camisa roja. Foto de David Paulsen/ENS.

Este año, el grupo de 37 misioneros del proyecto incluyó a una delegación maorí de seis personas procedentes de Nueva Zelanda y encabezadas por el obispo Don Tamihere.

“El pueblo indígena tienda a compartir un alma común”, dijo Tamihere.

Él y su diócesis han participado con el Proyecto Camisa Roja durante casi 10 años, y estuvieron dispuestos a mostrar su apoyo a la Convocación Niobrara. La opresión y la marginación históricas que los maoríes han experimentado en Nueva Zelanda reflejan el sufrimiento de los indios americanos, afirmó él.

Una reunión creada en comunidad

La participación de la Iglesia Episcopal con los sioux comenzó a mediados del siglo XIX, cuando el gobierno federal les ofreció tierras a varias denominaciones cristianas a cambio de su complicidad en el empeño de obligar a los indios a asimilarse a la cultura de los colonos blancos a través del sistema de reservas.

En la actualidad, la Convocación Niobrara aún funciona como una reunión de familia, con ancianos tribales y líderes religiosos que informan sobre lo que ha sucedido durante el último año en sus congregaciones a través del Distrito Misionero Niobrara, creado en 1871 y que incluye partes de lo que ahora son los estados de Dakota del Norte, Dakota del Sur, Wyoming y Nebraska.

Algunos de los informes son deprimentes: la pobreza es un reto persistente en muchas comunidades nativoamericanas, tal como es aquí. La reserva de miembros clericales disminuye. Los que son activos dedican gran parte de su tiempo a presidir funerales. El consumo de drogas está en alza y el suicidio es un constante azote.

“No se supone que eso suceda”, dijo Troy Weston (“Scott”), el presidente tribal de los sioux oglala, el 23 de junio durante una de las sesiones de negocios. “Se supone que les demos a nuestros hijos una oportunidad de vivir y de ser libres de la manera que quieran serlo”.

Y no obstante, estas reuniones también están repletas de gran júbilo y solidaridad. Entre los ancianos y los líderes de la Iglesia que presentan informes en una sesión conocida como “recolección” estaba Gladys Hawk de la iglesia episcopal de Santa Isabel [St. Elizabeth’s Episcopal Church] en Wakpala, Dakota del Sur. Su hijo la ayudó con el micrófono de manera que ella pudiera presentar donaciones que la congregación recaudó para el Consejo Niobrara.

“Aunque no hay muchos de nosotros [los ancianos] que quedan allí estamos atareados”, dijo Hawk.

Ella tiene 79 años y posteriormente dijo que nunca se pierde una Niobrara. Este año, trajo una frazada de retazos para subastarla y recaudar dinero para un nuevo edificio multiuso en Santa Isabel. La adición le proporcionaría a la iglesia acceso a baños modernos por primera vez, entre otras mejoras.

John Tarrant, el obispo de Dakota del Sur, describió la Convocación Niobrara como diferente a cualquier otra reunión del calendario de la Iglesia Episcopal, comenzando por su costo mínimo de asistencia: poco más que el dinero de la gasolina para llegar allí, si uno está dispuesto a levantar una tienda en los terrenos. “Esto se trata de una relación”, dijo Tarrant durante la sesión del 23 de junio. “Se trata de una relación de unos con otros, se trata de una relación con Dios, y, yo sugeriría, se trata de una relación con la Tierra”.

Y la ordenación del 24 de junio fue un momento de júbilo. Alrededor de 200 personas acudieron al oficio, casi el mismo número que asistiría al culto al día siguiente y escucharía el sermón de Curry.

La nueva diácona, Twilla Two Bulls, de 58 años, fue una figura en constante movimiento durante el fin de semana, aceptando felicitaciones mientras hacia las rondas para garantizar que la preparación de la comida progresaba conforme a lo previsto.

El obispo de Dakota del Sur, John Tarrant, celebra la eucaristía durante la ordenación  al diaconado de la Rda. Twilla Two Bulls, de pie junto a Tarrant, el 24 de junio.  Foto de David Paulsen/ENS.

Ella ha ayudado con los servicios de culto en la iglesia episcopal de Cristo durante 50 años, desde que aprendió a tocar el órgano de la iglesia siendo niña. Ahora, como diácona, podrá desempeñar un mayor papel en mantener a su familia al frente de la iglesia.

En su ordenación, ella estuvo rodeada de su familia, entre ellos Cunningham, que fue adoptado en la familia Two Bulls como un hermano. Él predicó el sermón del oficio, ofreciéndole a Twilla Two Bulls consejo y aliento.

“Este, mi querida hermana, es como ningún otro día de tu vida”, dijo Cunningham. “Nuestras vidas se viven en comunidad, y es tu comunidad la que confirma lo que Dios creó en ti en tu formación… Mira a tu familia. Que te confirma esto. Tus antepasados están aquí, confirmándote esto”.

‘Somos un pueblo’

La Niobrara de este año fue agridulce para Cunningham. El servicio eucarístico de la mañana del viernes, con Two Bulls Sr. como celebrante, fue dedicado a la memoria de la esposa de Cunningham, la Rda. Deborah Dunn, que murió repentinamente en abril de complicaciones de una apoplejía. Tenía 65 años.

Dunn, ordenada en 1991, fue rectora de la iglesia episcopal de San Pedro [St. Peter’s Episcopal Church] en Santa María, California. Ella y Cunningham habían acabado de celebrar su 40º. Aniversario de bodas.

“Fue una sacerdote notable, una sacerdote increíblemente dotada”, dijo Cunningham.

Él todavía habla de su muerte con alguna dificultad, con sus emociones a flor de piel, pero dijo que él no es nadie para culpar a Dios por tan inexplicable pérdida. Más bien, “creo que Dios se ocupa de consolarnos”, afirmó. Y “tan difícil como es estar aquí sin mi esposa, esto sigue siendo estupendo”.

Cunningham, de 62 años, se maravilló de la noción de unicidad que se encuentra en varias tradiciones indígenas. Por ejemplo, en lengua lakota existe un dicho, “mitakuye oyasin,” que a veces se traduce como “todos están relacionados”.

“Todos estamos conectados”, explicó Two Bulls Jr., “porque todos vivimos en esta Tierra”.

Cunningham dijo además que él había oído que el pueblo nativo de Alaska tiene una frase de significado semejante. Y en Nueva Zelanda, los maoríes tienen un dicho, “he whanau kotahi tatou,” que significa “somos un solo pueblo”.

Tamihere dijo que él encuentra paralelos, como cristiano, al mandato de Jesús de “ama a tu prójimo”. Pero los maoríes también pueden oír en el Nuevo Testamento ecos de sus propias creencias nativas.

“Nuestra primera respuesta al Evangelio fue decir, ‘eso nos resulta muy familiar’”, dijo él.

“Dios ha hecho esta jugarreta”, continuó Tamihere. Al poner un pedazo de sí mismo en todo el mundo, “uno no puede conocer a Dios sin encontrarse con su pueblo”.

Michael Curry Niobrara

La 145ª. Convocación Niobrara concluyó el 25 de junio con un oficio dominical que incluyó un sermón del obispo primado Michael Curry. Foto de  David Paulsen/ENS.

Curry, en su sermón dominical, inicialmente fue inspirado por la lectura del Antiguo Testamento. Él usó la historia de Hagar y de su hijo, Ismael, de Génesis 21, para argumentar acerca de la lucha generacional contra la opresión. Dios le dijo a Hagar que no temiera, porque Ismael crecería para convertirse en una gran nación.

“Debemos salvar al niño”,  tronó Curry, “porque el niño que ustedes salven hoy puede ser el adulto que les salve mañana”.

Él repitió varias veces esta oración en el sermón. Más tarde desarrollo su argumento en el contexto de “la dinámica de la opresión”. Enseña a un pueblo a odiarse a sí mismo y a sus tradiciones, y será fácil controlarlo, dijo Curry, equiparando la experiencia de los afroamericanos con la de los nativoamericanos.

Pero Curry examinó a la congregación: ¿Cuáles fueron los dos grandes mandamientos de Jesús “Ama al Señor tu Dios” y “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

“Y yo quiero hacer hincapié en ‘ámate a ti mismo’” , dijo Curry. “Enseñen a los niños a amar a Dios, a amar sus prójimos, a amarse los unos a los otros y a amarse ellos mismos. Y les digo, ese niño en vuestras manos será bendito por Dios y puede llegar a convertirse en una gran nación”.

Los feligreses fueron receptivos al mensaje de Curry, pero el día anterior él se encontró en el lado receptor de un reto espiritual.

Durante el oficio de ordenación, el obispo Tamihere presentó varios objetos culturales maoríes como regalos a los líderes episcopales reunidos allí. Y concluyó diciendo que ofrecía los regalos con un costo añadido.

Su pueblo padeció durante siglos bajo un régimen colonial y una estructura anglicana que, durante la mayor parte del tiempo de la Iglesia en Nueva Zelanda, privó a los maoríes de plena voz en su Iglesia.

“Pero continuamos creyendo en el Evangelio y continuamos creyendo en el llamado de Dios”, afirmó Tamihere, y ahora los maoríes han obtenido una mayor autonomía. Su posición como obispo es prueba de ese progreso.

Por tanto, dijo Tamihere, los regalos que él le presentó a los líderes de la Iglesia Episcopal vienen con este costo:

“Que ustedes consideren el sufrimiento de su pueblo nativo, que hagan todo lo que puedan por aliviar las injusticias  que aún les aquejan… que dediquen toda la energía que tienen dentro de su corazón, su cuerpo y su alma a levantar más líderes laicos nativos, más diáconos nativos, más sacerdotes nativos y más obispos nativos, de manera que no se encuentre ninguna injustica en ningún rincón de ninguna diócesis de las que ustedes sean responsables.

“Y les imploro hacer eso en nombre de Jesús”.

David Paulsen es redactor y reportero de Episcopal News Service. Pueden dirigirse a él a dpaulsen@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri.


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