La peregrinación Río de la vida brinda 40 días de oración y remo por el Connecticut

Por David Paulsen
Posted May 30, 2017
Connecticut River paddling

El río Connecticut es un sitio popular para remar en canoa y en kayak. A partir del 31 de mayo, también será un lugar de oración gracias a la peregrinación Río de la vida organizada por las diócesis de Nueva Inglaterra. Foto cortesía de Kairos Earth.

[Episcopal News Service] El obispo de Nuevo Hampshire Robert Hirschfeld ha remado en el río Connecticut durante años. En un tiempo era una especie de “cloaca” industrial, pero de entonces a esta parte lo han limpiado para que vuelva a ser “un lugar de asombrosa belleza”, afirmó. Hirschfeld intenta mostrar que también puede ser un lugar de culto y de inspiración para orar.

El obispo se prepara para dirigir una peregrinación de 40 días por el río, desde la fuente donde nace hasta el océano. En nuestra cultura de citas efectistas, el mensaje de Hirschfeld puede reducirse a esto: deja el celular y toma un remo.

“Esta es una manera de experimentar el amor de Dios por nosotros, la gracia de Dios, el deseo de Dios que fluye en nosotros y en torno nuestro”, dijo Hirschfeld a Episcopal News Service en una entrevista telefónica. “Y en nuestra formación de una comunidad de peregrinos, mi deseo fue reducir y poner a un lado nuestros aparatos electrónicos, toda el ajetreo de nuestra vida, y sólo estar plenamente presente con Dios y unos con otros en medio de la creación de Dios”.

La peregrinación del río de la vida, que se inicia el 31 de mayo cerca de la frontera canadiense, es una colaboración de todas las diócesis episcopales de Nueva Inglaterra, así como del Sínodo de Nueva Inglaterra de la Iglesia Evangélica Luterana en América y varios grupos conservacionistas. Más de 50 personas se apuntaron con antelación para hacer segmentos de varios días en canoa o kayak, pasando la noche en campamentos, y otros están invitados a unirse al grupo para remar durante el día. El promedio de los segmentos diarios son de 15 o 20 kilómetros.

Peregrinos sin remos o que viven lejos del río Connecticut son alentados a participar en la peregrinación  siguiéndola como un “peregrino en oración” con el libro de oración del Río de la vida.

El río Connecticut es el más largo de Nueva Inglaterra, atraviesa Nuevo Hampshire, Vermont, Massachusetts y Connecticut antes de desembocar en el canal de Long Island. Remar la longitud del río no es inusual, y un remador veloz haría el recorrido de 659 kilómetros en una semana. Pero Hirschfeld ve esto como un trayecto singular de carácter religioso, que ofrece una experiencia más lenta y más contemplativa.

La elección de 40 días fue deliberada —teniendo presente los 40 días y noches de lluvia de Noé, o los [40 días] de Jesús en el desierto. Los organizadores querían también cuestionar la noción de que las peregrinaciones cristianas deben conducir a destinos tradicionales, tales como Tierra Santa.

“¿Por qué es que nunca hemos contemplado hacer estas cosas en casa en nuestro sagrado paisaje, en los sitios en que realmente vivimos?”, preguntó el Rdo. Stephen Blackmer de la iglesia del Bosque [Church of the Woods] en Canterbury, Nuevo Hampshire. Él ha trabajado estrechamente con Hirschfeld y Jo Brooks, su coordinador logístico, en la planificación de la peregrinación del Río de la vida.

“Parte del júbilo para mí de explorar esto es decir que podemos tener experiencias semejantes…aquí mismo”, dijo Blackmer. “Y en eso ambos nos acercamos a Dios y restauramos nuestras conexiones con los sitios mismos donde vivimos”.

Blackmer, que comenzó a  hacer piragüismo de niño, dijo que tenía aproximadamente 30 años de experiencia en la defensa del medioambiente antes de su llamado al sacerdocio hace unos pocos años, por el mismo tiempo en que consideraban a Hirschfeld para obispo de la Diócesis de Nuevo Hampshire.

En 2011, Hirschfeld servía de rector en la iglesia episcopal de La Gracia [Grace Episcopal Church] en Amherst, Massachusetts, cuando recibió una carta en que lo invitaban a una entrevista para ser obispo de Nuevo Hampshire. Veterano de los equipos de remo a contracorriente en la secundaria y en la universidad, Hirschfeld necesitaba reflexionar sobre esa invitación, de manera que salió en su bote de espadilla de una sola plaza y se dirigió hacia el río Connecticut.

Remando río arriba, le vino la idea de una peregrinación cristiana por el río que incorporaría referencias a su historia natural, su historia humana y su historia cultural.

Durante varios años, esa idea siguió siendo solamente una idea. Fue electo obispo coadjutor en 2012 y tomó las riendas de la diócesis en enero siguiente. Luego, en 2015, mientras asistía al retiro anual de Adviento con todos los obispos de la I Provincia,  se acordó de la peregrinación por el río y le mencionó la idea a los otros obispos.

“Ellos de inmediato se entusiasmaron”, dijo Hirschfeld a ENS. “Fue como si hubiera sido un deslumbramiento. … Incluso los que no están interesados en hacer kayak o piragüismo, vieron el valor de hacer esto como un modo de liturgia pública, como una manera de dar testimonio de la salud del agua”.

Blackmer, uno de los primeros sacerdotes que Hirschfeld ordenó en Nuevo Hampshire, ha estado al frente del ministerio medioambiental de la diócesis, incluidos los cultos semanales al aire libre en la iglesia del bosque, un terreno de 42 hectáreas de bosques y humedales en Canterbury.

“Cuando la gente me pregunta qué hacemos por el medioambiente, lo primero que digo es, salimos afuera”,, dijo Blackmer.

Eso, también es un principio orientador de la peregrinación del Río de la vida. Hirschfeld y Blackmer esperan que ocho peregrinos hagan el viaje hasta el nacimiento del río Connecticut, en el extremo norte de Nuevo Hampshire. Los primeros tres días los pasarán caminando de charca en charca en esa región hasta que el río naciente se torne navegable. Luego comenzarán a remar hacia el sur en tres canoas.

“El número de peregrinos aumentará según el río va aumentando su caudal y el viaje prosiga aguas abajo durante las próximas cuatro semanas”, explicó Blackmer. Hirschfeld y Blackmer se ausentarán en algunos segmentos del viaje debido a sus compromisos individuales, pero cada uno se proponer remar más de la mitad del trayecto. Dos guías son los únicos remeros que esperan estar en el río la totalidad de los 40 días.

Para la mitad norte del viaje, la mayor parte de las noches las pasaran en campamentos junto al río. En la mitad sur, donde los campamentos son más difíciles de encontrar, la mayoría de las noches las pasaran acampando en iglesias. Un vehículo de apoyo los seguirá por tierra con alimentos y otros suministros necesarios.

Cada día se rezarán plegarias del libro de oraciones de la peregrinación, pero “la mayor parte de cada jornada pasará en silencio, para reflejar que parte de ella consiste simplemente en estar allí”, añadió Blackmer.

También tienen programado hacer altos a lo largo del camino donde se celebrarán eventos comunitarios, típicamente los fines de semana. Una lista de eventos y días de navegación se encuentra en la página web de la peregrinación.

Y por el tiempo en que el viaje llegue a Essex, Connecticut, el 8 de julio, para una celebración de clausura, “quién sabe si podemos tener una flotilla de canoas y kayaks”, apuntó Blackmer. La peregrinación concluye oficialmente al día siguiente, 9 de julio, con el último trayecto de 9,6 kilómetros hasta el canal de Long Island.

Después de eso, cualquier río de Estados Unidos podría estar a punto para la próxima peregrinación, si otra diócesis quiere recoger el remo innovador de las diócesis de Nueva Inglaterra.

“Estamos tomando extensas notas según avanzamos en esto”, dijo Hirschfeld. “Sería magnífico si otras diócesis y otras organizaciones espirituales pudieran replicar esto”.

— David Paulsen es redactor y reportero de Episcopal News Service. Pueden dirigirse a él a dpaulsen@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri.


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