Episcopales se suman a la marcha de las  ‘naciones nativas’ que protestan contra el oleoducto en la capital del país

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Mar 10, 2017

Cientos si no miles de personas llenaron las calles de Washington, D.C. para la marcha y concentración de las Naciones Nativas en Pie el 10 de marzo. Foto de: Mary Frances Schjonberg/ENS.

Nota de la redacción: Hay una galería de fotos aquí.

[Episcopal News Service – Washington, D.C.] Episcopales y otras personas que desfilaron aquí el 10 de marzo, en medio de la lluvia helada, en la marcha y concentración de las Naciones Nativas en Pie, lo hicieron siguiendo el patrón tradicional de primero la oración y luego la acción.

El obispo de Dakota del Norte, Michael Smith, que creció en Oklahoma y es un potowatomí registrado, abrió el oficio Enhiestos como Piedra [Standing as Stone] en la Catedral Nacional de Washington. Foto de Mary Frances Schjonberg/ENS.

El obispo de Dakota del Norte, Michael Smith, dio inicio a un oficio de oración de casi dos horas el 9 de marzo en la Catedral Nacional de Washington, la víspera de la marcha, bosquejando el patrón a seguir. “Para gente de fe, trabajar por la justicia incluye tanto la oración como la acción. Oramos y luego actuamos, y luego volvemos a orar y a actuar y oramos de nuevo y actuamos hasta que el Dios Creador, que ha hecho todo lo que es, proporcione eso por lo que trabajamos”, dijo Smith, miembro registrado en la nación potowatomí de Oklahoma. “Esta noche oramos; mañana actuamos”.

Al día siguiente, la Rda. Phyllis Manoogian, diácona y misionera de la Diócesis de California en Guatemala, llevaba puesto un poncho naranja brillante para protegerse de la lluvia helada que caía mientras la marcha descendía frente a la sede central del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. Ella viajó a Washington, D.C., desde la aldea cerca de Antigua donde contó que enseña a mujeres indígenas y a sus hijos, porque la solidaridad con la nación sioux de Roca Enhiesta epitomiza el llamado del Movimiento de Jesús.

“Creo que la Iglesia Episcopal ha estado en la cola de muchos eventos sociales, y creo que es importante que subamos y seamos líderes, no seguidores”, dijo ella mientras los manifestantes doblaban por la esquina cercana a la sede central del Buró Federal de Investigaciones y bajaban la cuadra para detenerse frente al nuevo Hotel Internacional Trump. Es parte de la idiosincrasia cristiana cuidar de otros y ser buenos mayordomos de la Tierra, y amar a nuestro prójimo”.

La marcha y concentración atrajo a millares de personas de Arizona, Nuevo México, Illinois y Nueva York, así como de las Dakotas. Mientras los manifestantes nativos y sus aliados desfilaban a través del centro de Washington, D.C., Energy Transfer Partners (la compañía constructora del oleoducto] estaba trabajando en Dakota del Norte. Respaldada por un dictamen judicial favorable el 7 de marzo, la compañía se dispone a comenzar a bombear petróleo la semana próxima a través del último segmento del oleoducto de 1886 kilómetros de largo y 72 centímetros de diámetro, que recientemente perforó debajo del lago Oahe [un embalse] del río Misurí a un kilómetro de la reserva de Roca Enhiesta.

Un gran contingente de episcopales se unió a la marcha en el D.C. Laicos, sacerdotes y seminaristas del vecino Seminario Teológico de Virginia llevaban carteles y coreaban consignas que proclamaban que eran solidarios con Roca Enhiesta y que los niños no podían beber petróleo.

El grupo incluía a obispos con raíces indígenas o ministerio con pueblos indígenas. Además de Smith, marcharon el obispo de la Diócesis de Dakota del Sur John Tarrante, la obispa auxiliar de la Diócesis de Montana; el obispo de Navajolandia David Bailey y el obispo de la Diócesis de Alaska Mark Lattime.

Episcopales en la manifestación, de izquierda a derecha, Joshua Floberg, la Rda. Lauren Stanley, la Rda. Phyllis Manoogian, el Rdo. John Floberg y John Michael Floberg llevan la bandera episcopal la marcha y concentración de las Naciones Nativas en Pie el 10 de marzo. Foto cortesía de Lauren Stanley.

La ruta de 3 kilómetros terminó en la plaza Lafayette en la avenida Pennsylvania frente a la Casa Blanca. Los manifestantes se mantuvieron de pie en la calle bajo la mirada escrutadora de la policía que no interfirió en nada. Al menos dos personas vestidas de negro observaban a la multitud desde el techo de la Casa Blanca.

Mientras los oradores expresaban su oposición al oleoducto en la concentración, la Rda. Cornelia Eaton, sacerdote de Navajolandia que está en su segundo año en el VTS, dijo que el Pacto Bautismal hace que la protección del agua sea una tarea esencial para los episcopales.

“[El Pacto Bautismal] habla al espíritu de quienes somos y de cómo Dios nos ha llamado a vivir en este lugar de ruptura y de retos”, dijo ella.

Los episcopales y el pueblo indígena deben seguir construyendo relaciones, de manera que empiecen a aprender unos de otros y a adentrarse en lo que su cultura denomina “el camino de la armonía, el camino de la bendición” de vivir unos con otros y con el mundo, afirmó ella. Creo que es lo que Dios nos llama a ser y a convertirnos. Ese es el deseo de Dios para el pueblo de Dios”.

El oleoducto se supone que transporte hasta 470.000 barriles de petróleo al día desde los campos petrolíferos de Bakken en el noroeste de Dakota del Norte —a través de Dakota del Sur y Iowa— hasta Illinois para despacharlo a las refinerías. Los líderes tribales expresaron en repetidas ocasiones su preocupación por un posible derrame de petróleo que afectaría el suministro de agua de la reserva, así como la amenaza que el oleoducto constituía  para sus lugares sagrados y  los derechos territoriales pactados. Energy Transfer Partners, la compañía constructora con sede en Texas, dice que [el oleoducto] será más seguro que transportar el petróleo por carretera o por ferrocarril.

El 8 de febrero, el Cuerpo de Ingenieros de EE.UU. que administra partes del río Misurí y las tierras aledañas, le dio permiso a Energy Transfer Partners para perforar el último tramo. El permiso se produjo a instancias del presidente Donald Trump que, en una de sus primeras actuaciones presidenciales, le dijo al Cuerpo de Ingenieros que adelantara el proyecto del oleoducto.

El 7 de marzo, el juez James Boasberg, del tribunal federal del Distrito de Columbia, rechazó la demanda tribal de detener temporalmente la última sección del oleoducto por razones religiosas. Ahora, las tribus sioux de Roca Enhiesta y Río Cheyenne deben esperar que Boasberg dictamine sobre la sustancia de su demanda, un dictamen que puede que no se produzca hasta abril.

La Nación Sioux de Roca Enhiesta, la Red Indígena Medioambiental y la Alianza de Organizadores Nativos organizaron la marcha Naciones Nativas en Pie y las actividades que la precedieron. Esas actividades incluyeron un campamento de tiendas indias a la sombra del Monumento a Washington con oradores y talleres culturales, y el oficio ecuménico e interreligioso “Enhiestos como piedra: Naciones indígenas y aliados se reúne en la Catedral Nacional de Washington” en la noche del 9 de marzo. En todo el país tuvieron lugar otros eventos en solidaridad.

Algunos de los muchos episcopales que asistieron a la manifestación y concentración Naciones Nativas en Pie el 10 de marzo posan en la plaza Lafayette frente a la Casa Blanca. Foto de Mary Frances Schjonberg/ENS.

Catolicorromanos, episcopales y miembros de al menos 11 denominaciones protestante y grupos afiliados apoyaron la marcha y la concentración. Dave Archambault II, presidente de los sioux de Roca Enhiesta, le pidió a John Floberg —sacerdote encargado de las congregaciones episcopales de la parte de la reserva que está en Dakota del Norte— que dirigiera las actividades de solidaridad de la comunidad religiosa.

La Iglesia Episcopal ha defendido a la nación sioux contra la ruta del Oleoducto para el Acceso a las Dakotas desde el verano de 2016. Los episcopales de la localidad también han brindado un ministerio de presencia en Cannon Ball, Dakota del Norte, y en sus alrededores, el punto focal de los grupos de “protectores del agua” u opositores del oleoducto, que se congregaron cerca del punto en que [el proyectado oleoducto] debía cruzar el lago Oahe. Estas reuniones atrajeron a miembros de cerca de 300 tribus en una muestra de unidad sin precedentes que resucitó el movimiento de los derechos indígenas en Estados Unidos.

Los organizadores tenían tres objetivos para el evento de esta semana. El primero era que Trump se reuniera con los líderes tribales para oír el porqué el gobierno de EE.UU. debe respetar los derechos tribales. El segundo era dejar sentado que las tribus deben dar su consentimiento a obras de infraestructura como el Oleoducto para el Acceso a las Dakotas. La consulta con los promotores y los funcionarios del gobierno no es suficiente, dijeron ellos. El tercer objetivo era tener una participación pujante de las tribus y sus aliados en una muestra de apoyo a la soberanía tribal con vistas a proteger sus territorios ancestrales y el medioambiente para las generaciones futuras.

Dos hombres de un grupo de tamborileros y cantantes provenientes de la nación sioux de Roca Enhiesta participan en el oficio “Enhiestos como roca: las naciones indígenas y sus aliados se reúnen en la Catedral Nacional de Washington”. Foto de Mary Frances Schjonberg/ENS.

La noche antes de la marcha, los tambores y los cantos indígenas llenaron la Catedral Nacional de Washington, y el olor del humo sagrado del pasto dulce pendía en el aire durante el oficio de oración.

El oficio simbolizaba el esfuerzo de las iglesias cristianas de reconciliarse con los pueblos nativos, dijo el Rdo. Brandon Mauai, diácono de la Diócesis de Dakota del Norte y ex miembro del Consejo Ejecutivo de la Iglesia Episcopal.

“Todas las denominaciones han mostrado algún respaldo en el empeño de reconciliarse con la gente”, dijo él, añadiendo que el activismo en torno al oleoducto ha estimulado esos esfuerzos.

“Ese es el rumbo por el que nosotros —la Iglesia— debemos proseguir” y el pueblo indígena debe colaborar con las intenciones de las iglesias, afirmó. “Nosotros —la Iglesia— seguiremos laborando por los derechos de la gente, la gente originaria de esta tierra, por los derechos de todas las personas”.

Equilibrar las tradiciones espirituales sioux con las de la Iglesia siempre es difícil, reconoció Mauai,

quien dijo que él ha estado en ambos lados, siendo testigo del trauma infligido a los indígenas en nombre de la propagación del cristianismo y luego sirviendo en los organismos gobernantes de la Iglesia e intentando de la mejor manera reconciliarla con los afectados por ese legado.

El Rdo. Vine Deloria Sr., que fue miembro de la nación sioux de Roca Enhiesta y el primero de su tribu en ser ordenado sacerdote episcopal, es uno de los pocos norteamericanos en tener una estatua en el retablo del altar mayor de la Catedral Nacional de Washington. Foto de la Catedral Nacional de Washington.

Los feligreses experimentaron la encarnadura de parte de la larga asociación de la Iglesia Episcopal con las naciones sioux en la persona de Fe Águila Moteada [Faith Spotted Eagle], pariente de Vine Deloria Sr., un sioux de Roca Enhiesta y el primer miembro de una tribu india en ser ordenado sacerdote episcopal, y de su hijo, Vine Jr., notable teólogo y autor de “Custer murió por tus pecados: un manifiesto indio” [Custer Died for Your Sins: An Indian Manifesto]. Hasta el día del oficio, Águila Moteada sólo había oído mencionar, pero nunca había visto, la estatua del viejo Deloria, que es uno de los pocos norteamericanos que se incluyen en el retablo del altar mayor de la Catedral.

Cuando los episcopales llegaron por primera vez a las reservas de los sioux, le dijo Águila Moteada a la congregación, los nativos reconocieron algunas cosas en común, porque tanto ellos como los episcopales apreciaban la ceremonia. En la Iglesia Episcopal, dijo ella, los sioux encontraron una práctica espiritual afín a sus creencias y prácticas tradicionales; creencias y prácticas que se hicieron clandestinas cuando algunos cristianos los obligaron a elegir entre las dos tradiciones.

“Nuestros antepasados han llevado a cabo alguna obra juntos” dijo Águila Moteada, para reunir a los pueblos nativos y sus aliados. “Estoy segura de que los antepasados van a estar celebrando” mientras ven a la gente marchando juntas por las calles de la capital.

Todo el oficio puede verse a continuación. El oficio mismo comienza cuando marca 1 hora, 40 minutos y 21 segundos.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora principal y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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