En la ‘capital del crimen’ de Estados Unidos, un sacerdote aporta un enfoque de salud pública a la prevención de la violencia armada

Por David Paulsen
Posted Feb 23, 2017
Marc Smith

El Rdo. Marc Smith, en un oficio de Pascua en 2016, era vicario de la iglesia de la Ascensión en San Luis antes de ser nombrado el encargado de la Diócesis de Misurí para la prevención de la violencia armada. Foto de la iglesia de la Ascensión.

[Episcopal News Service] A la ciudad de San Luis (MO) la llaman la “capital del crimen” en Estados Unidos luego de un alza reciente de la violencia armada que dio lugar a más muerte per cápita que en cualquier otra de las grandes ciudades del país.

Chicago registró el mayor número de homicidios en 2016, que ascendió a 762 , pero para una ciudad más pequeña como San Luis, sus 188 muertes violentas el año pasado forman parte de una alarmante tendencia local que ha provocado una renovada atención —incluso de parte de la Diócesis Episcopal de Misurí— sobre las causas y posibles soluciones de esa violencia.

“Una sola muerte es demasiado”, dijo el Rdo. Marc Smith, pero desarrollar un plan para reaccionar a 188 muertes desafía las respuestas fáciles. “Buscar por una solución sencilla y elegante es erróneo”, apuntó. “Se trata de un problema increíblemente complejo”.

Smith es la persona encargada por la Diócesis de Misurí para buscar respuestas. El año pasado, el obispo Wayne Smith lo nombró para ocupar el cargo recién creado de encargado de la prevención de la violencia armada y, este año, la diócesis y la comunidad están empezando a ver algunos de los primeros frutos de sus esfuerzos.

Una de sus tareas es la de ayudar a que 36 organizaciones comunitarias se coordinen de manera más efectiva sobre el problema de la violencia armada, pero él está tratando también de movilizar a los episcopales a nivel parroquial para trabajar en pro de la obtención de un primer objetivo tangible: repartirles seguros a los propietarios de armas de fuego.

Los disparos accidentales y los suicidios con frecuencia se pasan por alto en el debate sobre la violencia armada, dijo Smith, pero este peligro es “probablemente el más fácil de resolver”. Él le envió una carta al clero de la diócesis a principios de febrero en que bosquejaba la nueva asociación de la diócesis con  la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington y con un grupo llamado Voces de Mujeres que se Alzan por la Justicia Social [Women’s Voices Raised for Social Justice] en apoyo de la iniciativa de este grupo ‘Asegúrala por amor’ [Lock It for Love initiative].

Lock It for Love

Barbara Finch de Voces de Mujeres que se Alzan por la Justicia Social muestra cómo se le pone un seguro a una pistola en el quiosco de Asegúrala por Amor en octubre. Foto de Voces de Mujeres que se Alzan por la Justicia Social.

[La campaña] Asegúrala por Amor se propone reducir la frecuencia de suicidios y de disparos accidentales cometidos por niños distribuyendo gratuitamente seguros para armas de fuego. Desde abril de 2015, Voces de Mujeres que se Alzan ha repartido cerca de 1.500 seguros de armas de fuego a familias, principalmente en ferias de salud y otros eventos semejantes, dijo su presidente Lise Bernstein.

“A veces el tema de la violencia armada puede parecer simplemente abrumador y frustrante y deprimente”, dijo Bernstein. El centrarse en los seguros de las armas fue una manera de aglutinar a la comunidad en torno a la solución práctica de un fragmento de un problema mayor.

“Nos interesa mucho comprometer a tantas personas de la comunidad como sea posible para abordar este problema de los menores y de mantener seguros a los menores’, dijo Bernstein, “de manera que el interés de la diócesis es muy bien recibido”.

Bernstein y Smith también comparten la creencia de que la violencia armada debe enfrentarse también como un problema de salud pública, un enfoque que aprovecha la experiencia de Smith como administrador de atención sanitaria, incluida más de una década como presidente de la Asociación de Hospitales de Misurí.

Smith creció en el área metropolitana de San Luis y dejó la industria de la atención sanitaria para convertirse en sacerdote episcopal y a quien le asignaron en 2011 su primera congregación, la iglesia de la Ascensión [Church of the Ascension] en la zona norte de San Luis. A unos seis meses de estar en su trabajo, recuerda el haber asistido al velorio y al funeral de una mujer que resultó muerta en un tiroteo desde un auto. Era una escena sombría que le tocaría presenciar una y otra vez en la ciudad.

“La sensación de desesperación, desesperanza e impotencia es apabullante”, afirmó.

La oportunidad de enfrentar directamente el problema surgió en la diócesis a partir de conversaciones que él tuvo con el obispo Smith en torno a la violencia armada y las soluciones de salud pública. El obispo le preguntó el año pasado si Smith trabajaría con vistas a alcanzar esas soluciones en un nuevo papel con la diócesis, y Smith convino en asumirlo.

“Prevenir la violencia armada es un problema fundamental en las comunidades de Misurí Oriental, especialmente en la ciudad y el condado de San Luis”, dijo el obispo Smith en una declaración escrita a Episcopal News Service. “Me alegra que las parroquias de nuestra diócesis pueden encontrar un foco para la misión en esta labor, y Marc Smith, con su pasión y su experiencia, está bien preparado para  brindarle un liderazgo a la misma”.

Preocupaciones nacionales, soluciones locales

Gran parte de la atención nacional se ha centrado en el aumento dramático de homicidios en Chicago, que incluso llevó al presidente Donald Trump a sugerir que enviaría a autoridades federales si la tendencia no se revertía.

Pero si bien Chicago puede haber sobrepasado a otras de las ciudades más grandes de Estados Unidos, incluidas Nueva York, Los Ángeles y Houston, ciudades más pequeñas como San Luis, Detroit y Nueva Orleáns presentan índices de homicidio per cápita mucho más altos. San Luis registró casi 60 homicidios por 100.000 habitantes el año pasado .

La tasa nacional de asesinatos, pese a seguir estando por debajo del elevado nivel alcanzado en la década del 90, también ha aumentado en los últimos dos años, y las posibles causas, desde actividad pandilleril hasta políticas policiales, se debaten acaloradamente.

En el nivel local, la prevención de la violencia armada con frecuencia enfatiza lo práctico. En San Luis, por ejemplo, Smith dijo que había un grupo de clérigos negros conocidos como los “ministros de homicidios” que se acercan a las familias de las víctimas, asisten a los funerales y proporcionan ayuda cuando se necesita. La diócesis episcopal está desarrollando un plan para asociarse con [estos]| ministros.

Smith también está a la búsqueda de modos adicionales y sencillos de que los episcopales participen.

“Tantas personas han expresado su deseo de ayudar, y sin embargo la mayoría no están inclinados o no se sienten preparados para ser ministros de homicidios”, señaló él.

Él le ha pedido a cada congregación que identifique a un feligrés para que sirva como enlace con la diócesis según se coordinan estos esfuerzos. Cada congregación puede apoyar [la campaña de] Asegúrala por Amor a su manera, como puede ser la de recaudar dinero para comprar los seguros de las armas o enviando voluntarios a ayudar a promover la campaña en las ferias de salud.

Smith espera que este proyecto inicial inspirará a los episcopales en el área de San Luis sobre el problema de la violencia armada y finalmente ayudará a expandir la actividad comunitaria de la diócesis de manera que llegue a abordar algunas de las causas subyacentes.

“Independientemente del debate sobre la seguridad y los controles sobre las armas de fuego, los jóvenes siguen matando a otros jóvenes”, afirmó él. “Y a ese fin, quiero nuestros limitados recursos para tratar de minimizar que eso suceda, ayudar a las familias a rehacer sus vidas y a no verse atrapadas en un ciclo de represalias”.

David Paulsen es redactor y reportero de Episcopal News Service. Pueden dirigirse a él a dpaulsen@episcopalchurch.org. Traducción de Vicente Echerri


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