El foco de la mayordomía pasa a las donaciones de todo el año y a la creación de una comunidad

Por Pat McCaughan
Posted Nov 29, 2016

[Episcopal News Service] Este año, los feligreses de San Bartolomé [St. Bartholomew’s] fijaron notas en un “Muro de las Dádivas” en el santuario de la iglesia de Poway, California, en el que compartían sus razones para dar.

One of the many Post-It notes on the Giving Wall at St. Bartholomew's Episcopal Church in Poway, California. Photo: St. Bartholomew's Episcopal Church

Una de las muchas notas autoadhesivas en el Muro de las Dádivas de la iglesia episcopal de San Bartolomé en Poway, California. Foto de la Iglesia Episcopal de San Bartolomé.

“Porque me enamoro tan fácilmente del dinero”, escribió uno de los que fijaron notas en el muro, “dar, aunque me asuste, me obliga a advertir cuando el materialismo me mueve más que la confianza en Dios”.

La invitación a vincular la vida monetaria de los miembros con sus vidas de fe transforma la totalidad de sus vidas, según el Rdo. Chris Harris, clérigo auxiliar de San Bartolomé.

El Muro de las Dádivas, como autobiografías del dinero y las sencillas clases vitales que él ofrece, son ejercicios espirituales y parte de los empeños de formación de la Iglesia durante todo el año —que no deben confundirse con las campañas por las promesas estacionales.

El foco y el énfasis de las tradicionales campañas de mayordomía están cambiando, según Richard Felton, director ejecutivo de la Red Episcopal para la Mayordomía [The Episcopal Network for Stewardship] o TENS (por su sigla en inglés) la cual se asocia con recursos que ofrece a las diócesis a través de toda la Iglesia Episcopal.

Han desaparecido los ganchos de recaudación estacionales. Los grandes termómetros rojos con signos de dólares y centavos que van subiendo lentamente han sido reemplazados por presupuestos que detallan los medios en que el personal y las horas de oficina se traducen en misión y ministerio.

Las otrora cenas de gala denominacionales que marcaban las campañas de mayordomía han sido sustituidas por pequeñas comidas a la canasta, y oportunidades más íntimas de diálogo y profundización de relaciones en los hogares de los miembros, según explicó Felton.

Han desaparecido también las solicitudes de ayuda para la reparación de recintos de parte de feligreses con una inclinación a las finanzas. En lugar de eso, los feligreses oyen relatos personales de transformación, de profundización de la fe y el ministerio que, dijo Harris, cuando son “auténticos y vulnerables, terminan por edificar la comunidad de una manera que da seguimiento a partir de eso”.

El nuevo foco de la mayordomía incluye relatos como el que Joyce Vidal contaba recientemente a los asistentes al oficio del domingo por la mañana en San Bernabé en el Desierto [St. Barnabas on the Desert] respecto a haber dejado de ser una “asistente reacia a la iglesia y que quiere pasar inadvertida” para [dar paso a] la gratitud por “la oportunidad de servir, de crecer en la fe y en mi relación con Dios y de experimentar la presencia sanadora de Jesús”.

Luego de participar en el coro y en varios ministerios, la miembro de ocho años de la congregación de Scottsdale, Arizona, dijo que empezó a entender que “esta comunidad es una expresión del discipulado en muchísimos niveles.

“Pertenezco”, dijo Vidal. “Cuanto más participo en San Bernabé, tanto más aumenta mi gratitud”.

La misión de la Iglesia: hacer discípulos
Hacer discípulos es la misión de la Iglesia, dijo el Rdo.. Jim Clark, rector de San Bernabé.

“Las personas dan para la investigación del cáncer porque resulta claro para ellos cuál es la misión y la valoran; dan para la misión de una universidad porque resulta claro lo que hace la universidad”, dijo Clark a Episcopal News Service. “Otras personas contribuyen de una manera muy particular porque creen en lo que se está llevando a cabo.

“Pero la Iglesia no ha hecho un buen trabajo de comunicar el gran valor de hacer discípulos de Jesús. Esa es la misión de la Iglesia”.

Él dijo que la misión de la Iglesia “no es una cocina de beneficencia o un banco de alimentos. Si los discípulos salen y hacen todas esas cosas, eso es genial, pero el carisma, lo único que la Iglesia tiene que ofrecer al mundo, es hacer personas como Jesús. Ello vale la pena, acaso lo más importante que cualquier ser humano puede hacer para el apoyo mutuo”.

Marcia Shetler, directora ejecutiva del Centro de Mayordomía Ecuménica con sede en Richmond, Indiana, dijo que la mayordomía más exitosa tiene lugar en las iglesias que ofrecen formación durante todo el año y que practican la generosidad como una disciplina espiritual, como “parte de lo que Dios nos llama a hacer como cristianos”.

Al mismo tiempo, la directora de la ESC dijo que una campaña de promesas es necesaria también porque “es la manera de mostrar y de practicar lo que planeamos hacer”, especialmente si las iglesias presentan presupuestos basados en la misión que detallan la manera en que las donaciones repercuten en los diversos ministerios de la Iglesia.

El ESC ofrece materiales y oportunidades educativas a 20 asociados denominacionales de América del Norte, entre ellos la Iglesia Episcopal y TENS, un miembro asociado.

Pero un gigantesco desafío es la renuencia o incapacidad de nuestra cultura de hablar de dinero, y eso con frecuencia se extiende a la vida de la iglesia, dijo ella.

A diferencia de la Iglesia primitiva donde los miembros integraban todos los recursos económicos para ayudarse mutuamente, “el desafío para nosotros en América del Norte en general es la actitud de secretismo respecto al dinero, de que nuestras finanzas son un asunto privado, no realmente algo de lo que debamos hablar en la iglesia”, apuntó Shetler.

Y para los que están cargados de deudas, “se convierte en un asunto casi vergonzoso, y lo último que quieren hacer es compartir [el estado] de sus finanzas con sus hermanas y hermanos en Cristo, desafortunadamente, porque la Iglesia no siempre ha hecho un buen trabajo de crear un espacio seguro para ellos”.

The Giving Wall at St. Bartholomew’s Episcopal Church in Poway, California, is filled with parishioners' reasons for why they commit to giving to the church. Photo: St. Bartholomew’s Episcopal Church

El Muro de las Dádivas en la iglesia episcopal de San Bartolomé, en Poway, California, está cubierta por las razones de los feligreses por las cuales se comprometen a contribuir a la iglesia. Foto de la iglesia episcopal de San Bartolomé.

Harris, un ex abogado, se mostraba de acuerdo en que hablar de dinero supone un reto. “Échele un vistazo a las redes sociales. Ponemos toda suerte de cosas en Facebook. Compartimos nuestra vida amorosa, nuestra salud, si se nos muere el perro, pero ¿con cuánta frecuencia ves un post donde diga “¿Alguien conoce a un buen abogado [especializado] en quiebras? Estoy preocupado con mis deudas’”.

Y sin embargo, dice Harris, de 47 años, la mayoría de los episcopales están estadísticamente a tres sueldos de si podrán o no pagar su próxima hipoteca o alquiler. “Es difícil predicar acerca de la abundancia cuando las personas están viviendo en esa realidad”, puntualizó.

“Hay una razón por la que Jesús habló acerca del dinero tan a menudo como lo hizo”, añadió Harris. Es un completo error en esta cultura hiperconsumista en que vivimos cuando no abordamos el tema. Si el dinero era una de las mayores distracciones en nuestra relación con Dios hace 2.000 años, díganme si no lo es mil veces más hoy día. Además del sexo, es la otra razón de nuestra ruptura de relaciones.

“Si no queremos hablar de dinero y nos ponemos nerviosos al respecto, entonces en verdad necesitamos abordar el asunto”.

O, dijo él, si la conversación sobre dinero provoca que la gente ponga los ojos en blanco y que espere que volvamos a los asuntos espirituales y dejemos este tópico del dinero “preste atención, porque ese es el punto central de lo que Jesús intentó que advirtiéramos”, señaló Harris. Toda esta noción es falsa: que puede dejar que Jesús entre en parte de mi vida, pero no en mi estilo de vida ni en mi bolsillo (porque) no quiero cambiar eso mucho”.

A menudo los rectores, también, se sienten incómodos al hablar de dinero —“, Clark, de San Bernabé, reconoce que a él le pasaba.

Pero se dio cuenta de que “hacer discípulos no es sólo acerca del dinero… es acerca del cuadro mucho más grande —de mi vida entera en respuesta a la bondad, la abundancia y la generosidad de Dios hacia mí, a la gracia de Dios— y cuál es mi respuesta a eso?”

Con 455 familias comprometidas, la triple campaña económica de San Bernabé este año incluía compartir historias del crecimiento de feligreses en la fe, presentar a la congregación un presupuesto basado en la misión y una serie de comidas canastas en hogares para compartir la gratitud hacia la iglesia.

“Tuvimos conversaciones. Contamos historias. Pusimos notas en tablillas en torno al recinto”, explicó Clark. “Todo el mundo dijo que es una de las cosas más importantes que hemos hecho. Cambia las vidas de la gente. Es una misión a la que vale la pena contribuir”.

Shetler dijo que otro reto proviene de la renuencia de la iglesias de adoptar hábitos filantrópicos aceptables, tales como usar programas de legados y dotaciones. “Muchos miembros de la Iglesia hacen grandes donaciones a las universidades donde han estudiado y otros a instituciones de beneficencia, pero de cierto modo a la Iglesia no la miran de la misma manera”, afirmó ella. “Y la mayoría (de las iglesias) no animan a la gente a contemplar el dejar un legado a la iglesia en su testamento”.

Pero ella agregó que hay esperanza —y ayuda. El Instituto Lake para la Fe y la Dádiva [Lake Institute for Faith and Giving] una agencia docente y de investigación de la Universidad de Indiana, ofrece ayuda y recursos para la recaudación de fondos [a favor de instituciones] religiosas.

Felton, de TENS, dijo que las percepciones sobre la mayordomía han evolucionado desde que era una temida tarea estacional hasta [convertirse en] “enseñar e inspirar generosidad de diversas maneras. A eso es a lo que la Iglesia debe dedicarse, la generosidad —no sólo en dinero, sino en cómo perdonamos a las personas y cómo acogemos a los forasteros”.

“Viviendo generosamente”, los materiales de mayordomía de la organización, les brindaron ayuda a los miembros asociados en 2016. Ahora se planea una conferencia anual, [bajo el título de] “Trayectoria a la generosidad” [Journey to Generosity] del 18 al 20 de mayo de 2017 en la catedral de San Marcos [St. Mark’s Cathedral] en Mineápolis.

Vidal, de San Bernabé, dijo que ella todavía no se siente totalmente cómoda al hablar de dinero, pero “me siento cómoda al hablar de mi gratitud a San Bernabé por incluir mi compromiso a contribuir… y cómo esta gratitud se manifiesta en mi promesa.

“Hacer mi cheque es un acto de oración por la misión de San Bernabé, dijo ella en sus palabras a los feligreses. “Echar ese cheque en la bandeja, ver que la levantan y la bendicen me recuerda que Dios bendice mi don de la gratitud”.

–La Rda. Pat McCaughan es corresponsal de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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