La iglesia de Georgia adopta un ministerio de entierro para los ‘santos inocentes’

Por David Paulsen
Posted Oct 20, 2016
The Rev. Joshua Case (left) and the Rev. Cliff Dawkins carry the body of a child to a burial site after a service in April at Lakeside Memorial Gardens Cemetery. Photo: Joshua Case

El Rdo. Joshua Case (a la izquierda) y el Rdo. Cliff Dawkins conducen en abril el cadáver de un niño a un sitio de entierro en el cementerio Lakeside Memorial Gardens. Foto de Joshua Case.

[Episcopal News Service] Cuando el Rdo. Joshua Case y un pequeño grupo de feligreses de la iglesia episcopal de Los Santos Inocentes [Holy Innocents’ Episcopal Church] inclinan sus cabezas en oración mientras entierran a una de las víctimas más jóvenes de la violencia en Atlanta, con frecuencia lo hacen solos.

En algunos casos, hay miembros de la familia presentes en el entierro. Otras veces, no. Bien se encuentran lejos, no tienen transporte para ir al cementerio, están en la cárcel o el estado les prohíbe asistir.

Pero el niño no queda en el olvido. Para este oficio, breve y solemne, Case y los demás se convierten en “la familia enlutada” del niño.

Desde abril, Case ha dirigido 16 de estos oficios en el cementerio de Lakeside Memorial Gardens, los cuales representan una pequeña parte de los casi 300 entierros que paga cada año el programa de entierros de indigentes del Condado de Fulton. El número total de muertes de menores en Georgia —varios centenares al año según cifras oficiales— es aún más alarmante, y el drama de esas víctimas ha inspirado a [la iglesia] de los Santos Inocentes a centrar sus empeños comunitarios en las víctimas de la violencia infantil mientras procura vivir a la altura de su misión y de su nombre.

Al tiempo que seguía indagando sobre las víctimas más jóvenes de Georgia, Case conoció al Rdo. Cliff Dawkins, el capellán que supervisa los entierros de indigentes del Condado de Fulton. Case se quedó pasmado al enterarse de que los entierros de los niños con frecuencia tenían lugar sin que ningún familiar estuviera presente y sin otros testigos que Dawkins y el personal del cementerio.

“Mi primera respuesta fue, ‘no en mi condado’”, dijo Case.

Dawkins invitó a Case a comenzar a presidir los oficios de entierro de los niños, y se ha formado un pequeño grupo de la iglesia de los Santos Inocentes para acompañar a Case en esos oficios.

Sullivan dijo que los cristianos con frecuencia confunden el llamado a la misión con un llamado a hacer algo. A veces basta simplemente con estar presente con otros, dejando que Dios les muestre algo que antes no han visto.

El acto de simplemente estar presente encuentra eco en Mary Marvin Walter, de 69 años, una de los feligreses que han acompañado a Case junto a esas tumbas. Ella dijo que se había ofrecido de voluntaria porque se sentía inconforme con su instinto de juzgar a los que pueden haber causado esas tragedias.

“Quería ir más allá de eso, sencillamente ser testigo sin interrogantes”, afirmó.

Ahora cuando ese diminuto ataúd es bendecido y bajado cuidadosamente a la tierra, ella siempre resiste la necesidad de preguntar por qué.

Las razones no siempre son susceptibles de saberse. A veces Case se entera de algo acerca de las víctimas por los que se encargan de los servicios fúnebres o por los titulares de la prensa, pero otras veces no se dispone de ningún detalle personal.

Los Santos Inocentes, fundada en 1872, siempre fue conocida nacionalmente por su escuela, la mayor escuela episcopal del país con 1.400 alumnos. A la luz del éxito de la escuela, la parroquia empezó a debatir hace una década lo qué debía venir después.

“En verdad, no habíamos ahondado más en lo que significa ser el pueblo de los Santos Inocentes”, dijo el Rdo. Michael Sullivan, que se convirtió en rector en 2009. “Nuestro nombre nos llama a participar en el mundo de una manera que es esencial para el reino que está presente entre nosotros”. El nombre se refiere al relato bíblico del infanticidio cometido por Herodes el Grande, que ordenó la ejecución de todos los niños menores [de dos años] en la vecindad de Belén para impedir que un recién nacido Rey de los Judíos le arrebatara el trono.

Un primer paso que esta iglesia de Georgia dio para responder al llamado de su nombre fue la introducción de una misa de réquiem y una vigilia de oración anuales, en la cual la congregación lee los nombres de todos los niños de Georgia que han muerto debido a la violencia en el último año. Esto comenzó en 2010.

“El primer año, creíamos que tendríamos tan sólo unos cuantos nombres”, dijo Sullivan. “Nos quedamos sorprendidos cuando la agencia departamental nos dio una lista de varios centenares de nombres”.

En los últimos años, el total que proporcionan las agencias del estado ha llegado a 500. La próxima vigilia será el 6 de noviembre.

Conforme a la ley del estado de Georgia, las muertes infantiles se incluyen en el total si las mismas son “súbitas, inesperadas, inexplicables, sospechosas o atribuidas a circunstancias inusuales” y eso puede incluir desde el homicidio a la muerte [accidental] que ocurre al compartir una cama [con un adulto].

Las muertes infantiles no son tan sólo un problema de Georgia. En toda la nación unos 1.580 niños murieron por causa de abusos o abandono en 2014, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades. La mayoría de esas víctimas tenían menos de un año de edad. Al margen de esto, los datos más recientes de la agencia sobre violencia de los jóvenes dice que hubo 4.800 víctimas de homicidios con edades entre 10 y 24 años en 2010.

“La violencia es una categoría muy amplia”, dijo Ashley Willcott, directora de la Oficina de la Defensa del Niño de Georgia, que supervisa el Departamento de Servicios a Familias y Niños. Una muerte violenta podría tener lugar a manos de un padre adoptivo, o podría ser un suicidio o el resultado de un disparo accidental. “Lo esencial que debemos saber es: ¿podía haberse evitado?”.

Holy Innocents’ Episcopal Church dedicated its Tower of the Holy Innocents on Sept. 18. The tower includes the church’s 19th century bell, as well as two new bells that were donated to the church. Photo: Holy Innocents’ Episcopal Church

La iglesia episcopal de los Santos Inocentes dedicó su campanario de los Santos Inocentes el 18 de septiembre. La torre incluye la campana que tenía la iglesia en el siglo XIX así como dos campanas nuevas que le han donado. Foto de la iglesia episcopal de los Santos Inocentes.

Willcott tuvo palabras de elogio para iglesias como la de los Santos Inocentes que están cobrando conciencia de la difícil situación de menores vulnerables y que están haciendo que la comunidad y sus congregaciones se comprometan.

“Los Santos Inocentes’, para mí, es una de las iglesias… que realmente lleva la delantera en combinar el conocimiento de ‘esto es lo que le está pasando a los niños’ con ¿cuáles son los pasos a seguir?’”.

Case fue contratado por la iglesia en 2011 para llevar adelante esos pasos en respuesta a la violencia infantil. Él había estado anteriormente trabajando seis años con estudiantes en escuelas internacionales en Suiza antes de mudarse a la zona de Atlanta para hacer una maestría en teología de la Universidad de Emory. Su papel fundamental en Santos Inocentes es dirigir el equipo que crea iniciativas comunitarias para abordar la violencia hacia los menores.

Una de las más recientes iniciativas de Case se llama “Cuidar a los Cuidadores’ [Caring for the Carers] un programa centrado en apoyar a los asistentes sociales de Servicios a Familias y Niños. La ayuda puede conllevar el proporcionar ropa de emergencia para los niños que los activistas sociales sacan de sus casas. O puede significar simplemente sentarse con los activistas y escucharles mientras procesan los traumas que genera su trabajo.

Un nuevo campanario de casi 20 metros de alto y un columbario que se terminaron este año son los ejemplos físicos de los nuevos ministerios de la iglesia que, desde hace mucho, se había empeñado en un proyecto capital que incluía renovaciones y una torre. En la medida en que el proyecto evolucionaba, se amplío para incorporar la campana [original] de la iglesia del siglo XIX y dos campanas adicionales que habían donado, creando así un monumento que honra a las jóvenes víctimas de la violencia en Georgia.

Cuando se añadió el columbario al proyecto, la iglesia también asumió la responsabilidad de mantener 200 espacios de enterramiento que se ofrecerían gratuitamente a niños que murieran a causa de abuso, negligencia, violencia armada, abandono o que hubieran fallecido mientras estaban bajo custodia del Estado.

El columbario fue consagrado en mayo, aunque todavía no se ha sepultado a nadie allí. El campanario fue dedicado el 18 de septiembre y las campanas repican diariamente a mediodía y a las 6:00 PM.

Case ve su misión y la misión de la iglesia como el empeño de hacer de Georgia un lugar santo para todos los hijos de Dios. Los niños que asisten a la escuela de la iglesia ya pueden ver a Georgia como un lugar santo, pero “hay una importante población infantil… para la cual Georgia no es un lugar santo en absoluto”, dijo él.

El ministerio ha tenido un efecto personal en Case, de 39 años, quien es padre de dos hijos.

“Puedo decirte que esto me ha remodelado como padre”, dijo. “Probablemente trato con un poco más de delicadeza a mi bebé de lo que lo hacía antes”.

David Paulsen es un escritor independiente radicado en Milwaukee, Wisconsin, y miembro de la iglesia episcopal de La Trinidad [Trinity] en Wauwatosa. Traducción de Vicente Echerri.