Líderes mundiales adoptan convenio sobre la migración global

Por Lynette Wilson
Posted Sep 19, 2016

[Episcopal News Service] Un grupo de líderes mundiales se reunieron en la sede de las Naciones Unidas el 19 de septiembre para adoptar la Declaración de Nueva York, un documento que compromete a los países del mundo a proteger los derechos de refugiados y migrantes y a compartir la responsabilidad por el número récord de personas desplazadas.

“La cumbre de hoy representa un avance en nuestros esfuerzos colectivos para abordar los desafíos de la movilidad humana”, dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, luego que se adoptara la declaración.

La adopción de la declaración por parte de los países significará, dijo él, que “más niños puedan asistir a la escuela, que más trabajadores puedan buscar con seguridad empleo en el extranjero, en lugar de estar a merced de contrabandistas criminales, y que más personas tendrán opciones reales de mudarse una vez que termine el conflicto, se mantenga la paz y aumenten las oportunidades en sus países de origen”.

La cumbre de la asamblea general de la ONU fue la primera reunión de jefes de Estado y de gobierno que aborda los grandes desplazamientos de refugiados y migrantes, al objeto de unir a los países detrás de un enfoque más humano y coordinado.

La totalidad de los 193 estados miembros de la ONU llegaron a un consenso sobre la declaración a fin de elaborar para 2018 un convenio Global para la Migración Segura, Ordenada y Regular; garantizar una participación más equitativa de responsabilidad por la acogida y la ayuda a los refugiados del mundo; comprometerse a proteger los derechos humanos de todos los refugiados y migrantes independientemente de su estatus; y comprometerse a lanzar una campaña global para contrarrestar la xenofobia.

Sin embargo, la verdadera labor comienza cuando los países completen e implementen los términos de la declaración.

“Las Naciones Unidas ha invitado a la sociedad civil a este proceso y, como organización de carácter religioso, debemos seguir comprometidos con la comunidad global para garantizar que los estándares incluidos en la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes se ratifican realmente”, dijo Lacy Broemel, analista política sobre refugiados e inmigración de la Iglesia Episcopal, luego de que se adoptara la declaración. Broemel asistió a la cumbre como observadora en representación del obispo primado de la Iglesia Episcopal Michael Curry.

“Los refugiados y los migrantes están experimentando abusos de derechos humanos, están siendo expulsados de sus hogares y están enfrentando ataques xenófobos y racistas alrededor del mundo. No podemos ignorar a personas que necesitan y merecen nuestra atención”, dijo ella. “La Iglesia Episcopal debe usar la Declaración de Nueva York para dedicarse a la Defensa Social con nuestros gobiernos locales, con otros episcopales y con los refugiados y migrantes mismos”.

La Iglesia Episcopal se ha unido a una red de organizaciones no gubernamentales que instan a los estados miembros a poner en vigor la declaración.

De los 21,3 millones de refugiados en el mundo actual, [sólo] el 1 por ciento podría ser reasentado. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula que 1,19 millones de refugiados necesitarán ser reasentados en 2017.

El martes, 20 de septiembre, el presidente Barack Obama coauspiciará una Cumbre de Líderes sobre los Refugiados, junto con Canadá, Etiopía, Alemania, Jordania, México y Suecia. La cumbre de los líderes apelará a los gobiernos a comprometerse a reasentar mayores cuotas de refugiados.

La delegación observadora en representación de Curry asistió a la cumbre del 19 de septiembre y aboga por los siguientes puntos:

  • Alentar campañas y estrategias para contrarrestar la xenofobia y la discriminación y priorizar la creación de relaciones entre refugiados y migrantes y las comunidades que los acogen.
  • Apoyar el reasentamiento como un componente fundamental de la responsabilidad compartida e instar a los estados miembros a incrementar el tamaño de los actuales programas de reasentamiento o establecer programas de reasentamiento si no tuvieran ninguno. Afirmar el objetivo de reasentar anualmente al menos el 10 por ciento de la población refugiada mundial.
  • Apoyar el derecho al asilo y al debido proceso de todas las personas.
  • Afirmar un enfoque de toda la sociedad que incluya a la sociedad civil y a las organizaciones de carácter religioso.
  • Afirmar el principio de no “No dejar a nadie atrás” y del trato preferencial para los más vulnerables.

El Ministerio Episcopal de Migración es una de las nueve agencias —más de la mitad de ellas de carácter religioso— que trabajan en asociación con el Departamento de Estado [de EE.UU.] para acoger y reasentar refugiados; este año, se espera que 85.000 refugiados, o nuevos estadounidenses, lleguen a Estados Unidos. En 2017, el número se espera que ascienda a 110.000 refugiados, un aumento de un 57 por ciento en [relación con] las llegadas desde 2015.

“Las comunidades de fe participan en el reasentamiento porque reconocen que, en definitiva, los relatos que les han dado vida a su fe son relatos de su propia identidad, dijo Allison Duvall, directora de relaciones y participación eclesiásticas del Ministerio Episcopal de Migración, quien también formó parte de la delegación. “Todos somos siempre personajes en los relatos de nuestra fe, y los relatos exigen que tomemos decisiones morales”.

“Frente a la Sagrada Familia que huye del rey Herodes, ¿somos espectadores, somos culpables y cómplices? ¿O damos acogida? Las comunidades religiosas que toman la Escritura seriamente saben que la verdad de la Escritura no sólo es verdadera en el pasado. Y exige que tomemos una decisión moral respecto a qué papel desempeñamos”.

A principios de agosto, el Ministerio Episcopal de Migración se unió a otras organizaciones no gubernamentales que atienden a refugiados y problemas de migración y derechos humanos en hacer pública una declaración instando a los líderes que se reúnen para la cumbre a afirmar unos cuantos principios básicos para garantizar que: todo refugiado pueda tener acceso al asilo libre de persecución; que a todo refugiado se le dará la oportunidad de una solución permanente a su difícil situación, a estar y a sentirse seguro, acogido, y en casa, sin tener que esperar años para [alcanzar] esa solución; y que todo refugiado, persona desplazada y migrante tiene derecho a los mismos derechos humanos que todos los demás.

En todo el mundo, la guerra y la persecución han obligado a un total de 65,3 millones de personas a abandonar sus hogares, cuatro veces más que hace una década y la cifra más grande de personas desplazadas desde la segunda guerra mundial.

Los actuales conflictos en Irak, Siria, África Oriental y en todas partes han dado lugar a un aumento del número de migrantes que busca asilo en Europa, Canadá y Estados Unidos. La mayoría de los refugiados vive en campamentos y ciudades de refugiados en el Oriente Medio y en África.

“Los informes noticiosos con frecuencia resaltan las migraciones de refugiados a Europa y América del Norte, lo cual oscurece el hecho de que el 86 por ciento de los refugiados del mundo vive en países en desarrollo. En efecto, sólo ocho países albergan la mitad de los refugiados del mundo. “Y eso no es justo”, dijo Karen Koning AbuZayd, asesora especial del secretario general de Naciones Unidas, durante una actividad el 14 de septiembre —en el Centro Denominacional de la Iglesia Episcopal— auspiciada por el Ministerio Episcopal de Migración.

Como promedio, la mitad de todos los refugiados pasa un cuarto de siglo en un campamento de refugiados antes de [encontrar] un reasentamiento; el ACNUR es responsable de 16,1 millones de refugiados, la mayoría de los cuales vive en África y en el Oriente Medio (Los otros 5,1 millones son palestinos refugiados registrados por el Organismo de Socorro y Obras de las Naciones Unidas).

La cumbre tiene lugar no sólo en un momento de cifras récord de refugiados, sino también en un tiempo de creciente discriminación y violencia contra inmigrantes y migrantes. La crisis de refugiados ha avivado los movimientos nacionalistas a través de Europa, donde el temor al terrorismo y la xenofobia han hecho presa de las sociedades y han llevado a los gobiernos a tomar medidas restrictivas. La mismo ocurre, ciertamente, en parte de Estados Unidos, donde hay estados que han propuesto legislaciones ya para excluir a los refugiados de sus estados ya para debilitar el programa de reasentamiento del gobierno federal.

“En Estados Unidos, la Iglesia Episcopal hace mucho que se ha comprometido con la obra de promoción [o defensa] social. La Declaración de Nueva York nos ofrece otra herramienta para instar a nuestros funcionarios electos a crear políticas humanas y compasivas [a favor de] la migración y los refugiados. Nuestra labor continúa porque estamos comprometidos a hacer nuestro mundo más semejante al que Dios concibe para nosotros”, dijo Broemel.

— Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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