Colombia busca la paz

Por Clara Villatoro
Posted Jul 25, 2016

[Episcopal News Service] La Iglesia Episcopal apoya de cerca el proceso de paz en Colombia. Tras 50 años de guerra, finalmente se ha acordado un cese al fuego definitivo, pero la Iglesia reconoce que enfrentar la reconstrucción del país y hacer llegar la justicia social será una ardua tarea.

“La paz no es solo el silencio de  los fusiles y de las bombas, la paz es mucho más que eso… Es reconstruir todo un tejido social que ha estado roto por más de 50 años, la paz es un derecho fundamental, y tenemos que reconstruirlo para garantizar una vida digna”, afirmó a ENS el obispo de Colombia Francisco Duque, respecto al proceso de paz que se desarrolla en el país.

Colombia ha sufrido medio siglo de guerra, pero ahora avanza en su camino a la paz. Después de años de negociaciones, la mesa de diálogo del Gobierno llegó a un acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El pasado 23 de junio, finalmente firmaron “un acuerdo de cese al fuego bilateral definitivo, la dejación [entrega] de las armas y las garantías de seguridad”.

Un paso enorme para llegar a la verdadera paz, según el obispo Duque, quien como cabeza de la Iglesia Episcopal ha apoyado el proceso de diálogo junto con otros líderes religiosos. “Nosotros hemos sido muy afectados por la guerra, tenemos comunidades en zonas de conflicto. Pero no sólo trabajamos como Iglesia Anglicana, trabajamos ecuménicamente con otras iglesias. El principio de la paz también se basa en vivir con dignidad y hay mucho trabajo por hacer y sólo lo lograremos unidos como hermanos”, afirmó el Obispo.

El pasado mes de mayo, la Iglesia Anglicana acordó, en una convención nacional, apoyar el proceso de paz, para lo cual —además del apoyo moral— ofreció al Gobierno sus instalaciones como “espacios de ejercicios de reconciliación para lograr construir una paz sostenible”.  La declaración tuvo respuesta del mismo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, que agradeció el apoyo mediante una carta oficial.

El trabajo pastoral en medio de la guerra

El acompañamiento en el proceso de paz y el apoyo al gobierno de parte de la Iglesia se ha expresado de una manera más oficial este año. Sin embargo, como el mismo obispo Duque reconoce, el apoyo al pueblo, a las comunidades, ha estado presente durante todo el conflicto. Existen cuatro parroquias episcopales en las zonas más afectadas por la guerra, atendidas por dos sacerdotes y cinco seminaristas.

El Rdo. José Suárez es uno de los sacerdotes asignados a esa región. En 2008, llegó junto a su esposa e hija a Palizada y El Bagre, una zona montañosa en el noroeste de Colombia. A su antecesor lo habían retirado de la parroquia tras una crisis psiquiátrica y 15 años de  servicio pastoral. “Él estuvo internado en una clínica casi por un año, la Iglesia le ayudó para que luego recibiera una pensión. Vivió bajo mucha presión y  muchas amenazas, pasó muchos años aquí  y, la verdad, esto no es para todos. Yo acepté venir porque me ordené para Jesucristo y voy donde me manden”, aseguró el Rdo. Suárez.

Pero él mismo comprobó en sus primeros días de labor pastoral que necesitaría mucha fuerza espiritual para desarrollar su trabajo. Un día, mientras viajaba en una canoa con unos feligreses hacia una comunidad, encontró un cuerpo flotando en pleno río. Su reacción inmediata fue recuperar el cuerpo, llamar a las autoridades y elevar una plegaria por el fallecido. Pero la reacción de sus acompañantes fue diferente.

“Me dijeron: ‘Padre, no lo toque. Vámonos. Usted no sabe qué puede pasar si lo saca del río. Aquí es mejor callar’. Contra todas mis creencias tuve que hacer caso, sólo dije una oración mientras seguimos nuestro camino”, recordó.

En la región donde este sacerdote trabaja no solamente hay presencia de las FARC, hay también muchos grupos criminales: “Aquí uno tiene que tener cuidado con lo que comenta y a quién se lo comenta. Es casi imposible pasar un día sin que maten a alguien en la zona”.

El obispo Duque reconoce que el trabajo pastoral como el del Rdo. Suárez es un servicio que requiere mucho coraje y compromiso: “No podemos renunciar a predicar el evangelio, ni dejar de apoyar a nuestras comunidades a pesar de los conflictos internos. Nos toca trabajar, tanto con víctimas como con victimarios, y la Iglesia está dispuesta a seguir adelante.  Hemos tenido feligreses masacrados y muchos desplazados”.

Según datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en Colombia existen unos 6,9 millones de desplazados por causa de la violencia. El Rdo. Suárez —con apoyo de la Iglesia— ha facilitado la migración de familias de la zona por razones de seguridad. El resultado para las familias ha sido bueno, sin embargo, las comunidades religiosas se han reducido considerablemente debido a la migración.

“Esta es una zona minera, muy rica en metales, se explota mucho el oro. Pero eso no se traduce en abundancia para la gente, por el contrario, la pobreza y la violencia es lo que está a la orden del día. La gente por diferentes motivos se termina yendo”, aseguró Suárez.  En El Bagre, la comunidad episcopal, que solía tener más de cien personas hace ocho años, ahora tiene tan sólo unas 50, mientras que en Palizada la feligresía se limita a unas 15 personas, según Suárez.

Retos para reconstruir el país

Tras décadas de dolor, el anuncio de cese al fuego definitivo ha generado muchas expectativas. La Iglesia Episcopal celebra los avances. El siguiente paso es que la población confirme su apoyo al acuerdo logrado. El 18 de julio, la Corte Constitucional de Colombia avaló el plebiscito que permitirá a los colombianos apoyar o rechazar el proceso.

La Iglesia está dispuesta a promover en las comunidades un “sí” en la consulta ciudadana. “No todo el mundo está contento con los acuerdos anunciados. Sin embargo, estamos apoyando este plebiscito que se va a desarrollar, hemos ofrecido ese apoyo y el gobierno es consciente de que  nosotros [las diferentes iglesias] tenemos las estructuras y los líderes capacitados para buscar la conciliación aún en las partes en donde el Estado no tiene presencia”, aseguró el obispo Duque.

Los siguientes aspectos a trabajar, a juicio del obispo, son: la indemnización de las víctimas y la búsqueda de justicia;  la reconstrucción del país y un esfuerzo por conservar la memoria histórica que evite la repetición de las atrocidades de la guerra.

“Pedimos a la comunidad internacional mucha oración, para que todos los colombianos ganemos, para que logremos esa paz que tanto necesitamos. Y también pedimos un acompañamiento internacional, por lo negativo de la guerra, el narcotráfico y la violencia hay muy pocos hermanamientos con diócesis extranjeras. Pedimos que nos acompañen en este proceso”, manifestó el obispo Duque.

Desde ya, la diócesis está trabajando con la Agencia Episcopal de Alivio y Desarrollo (ERD, por su sigla en inglés) para ofrecer microcréditos para mujeres líderes de hogar en las zonas de conflicto y generar medios de vida, según el Obispo. El Rdo. Suárez, de cara al futuro, también se atreve a soñar con este tipo de proyectos que lleven a las comunidades oportunidades para salir adelante y  lograr una vida digna.

“Hay muchas necesidades de salud, educación y vivienda. Reconstruir las vidas de esta gente no será fácil, pero con apoyo espiritual y material se puede lograr aunque tardará muchos años”, reconoció Suárez.

Por ahora, el primer paso es el plebiscito. Una vez que el Gobierno anuncie la fecha y publique el documento final del acuerdo con las FARC,  los colombianos deberán acercarse a las urnas y responder sí o no al acuerdo. La Iglesia considera una labor social y pastoral el conseguir la paz.

– Clara Villatoro es una periodista radicada en San Salvador.


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