'A veces uno tiene que dejar de lado su dolor y dar palabras de ánimo'

Testimonio / Diácono Jairo Chiran

Por Clara Villatoro
Posted Apr 28, 2016

[Episcopal News Service] Acompañar a una comunidad religiosa no es fácil, mucho menos en tiempo de tragedia. El diácono Jairo Chiran Guillén, de 31 años, enfrenta ahora mismo un momento difícil para su comunidad y para su propia familia tras el terremoto del 16 de abril en Ecuador: quince familias de su feligresía han perdido sus casas, la iglesia está inhabitable y su propia vivienda fue parcialmente destruida.

El diácono Chiran fue ordenado hace apenas un mes y realiza trabajo pastoral en la iglesia Santiago Apóstol, en La Pilas, Portoviejo. “Los temblores siguen. No tenemos iglesia, pero lo más duro es que hay mucha gente afectada. Por momentos escasea la comida, la situación es muy difícil”, dijo a ENS.

El día del terremoto, el diácono Chiran había ido hasta su casa, a unos 20 minutos de la iglesia, para recoger a su esposa cuando la tragedia ocurrió. Su esposa —como muchas otras personas— sufrió una crisis nerviosa. Luego de ayudarla y cerciorarse de que sus hijos estaban bien, salió en su motocicleta hacia la parroquia.

“Era doloroso ver tanta casa destruida, gente llorando por lo ocurrido, sin saber aún si habían fallecidos…Fue una tragedia”, contó.

Al llegar a la parroquia, algunos feligreses se hicieron presentes y consiguieron comida para ofrecer a los vecinos que habían perdido sus casas. La noche que les esperaba sería larga y el trabajo no ha parado desde entonces.

El diácono Chiran trabaja como enfermero de lunes a viernes y se dedica a la labor pastoral los fines de semana. En medio de la tragedia, sus dos vocaciones han sido de gran ayuda. Sin embargo, él mismo expresa que atestiguar tanto dolor no es tarea fácil: “La situación duele, mucha gente de mi comunidad se ha quedado sin nada. Una compañera de trabajo murió en el terremoto. Nuestra casa está muy dañada…Pero a veces uno tiene que dejar de lado su dolor y dar palabras de ánimo”.

La Diócesis Litoral está buscando maneras de ayudar a comunidades como las del diácono Chiran; sin embargo, la falta de fondos limita su trabajo. “Ayuda de la diócesis aún no he recibido, pero el obispo ha prometido que si se concreta una ayuda médica de Puerto Rico, nuestra comunidad será parte del programa”, dijo Chiran.

Tres días después del terremoto fue un grupo de la iglesia de Santa Elena, una provincia cercana, el cual llegó con 130 raciones de comida y 140 galones de agua. “La ayuda de los hermanos fue una bendición. Nuestra comunidad ya no tenía comida, ni mi propia familia”, aseguró.

Pero el dolor y la tragedia no han frenado el deseo del diácono Chiran de servir a su comunidad. “En la ordenación nosotros repetimos: ‘Todo lo puedo en Cristo que me fortalece’, sin duda él nos está dando fuerza. El trabajo apenas comienza, esto es sólo una prueba”, aseguró.

— Clara Villatoro es una periodista que reside en El Salvador.