Miembros del CCA resumen los problemas prioritarios que enfrentan la Iglesia y el mundo

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Apr 10, 2016

[Episcopal News Service – Lusaka, Zambia] Cuando los miembros del Consejo Consultivo Anglicano se reunieron aquí el 9 de abril para debatir los problemas más apremiantes que enfrenta el mundo; los retos que presenta la migración de pueblos, la violencia en todas sus formas, el cambio climático, la evangelización y el discipulado y la desigualdad de ingresos surgieron como los temas más importantes.

Esos temas se vieron como llamados a los anglicanos a predicar las buenas nuevas y a laborar por el advenimiento del reino de Dios en sus contextos. Ellos sin duda conformarán gran parte de lo que hará el Consejo a partir de ahora y hasta el final de su reunión del 8 al 19 de abril.

A los miembros del Consejo se les había pedido que llegaran a Lusaka preparados para debatir los problemas cruciales que enfrentan sus provincias e iglesias. También se les pidió de antemano que contemplaran la forma del discipulado en sus provincias en el contexto de las Cinco Marcas de la Misión y lo que eso significa en un mundo de diferencias.

Reunidos en grupos por mesas dentro de la catedral de la Santa Cruz [Holy Cross] donde se celebra la reunión, cada miembro describió sus contextos y la mesa como un todo informó al Rdo. Canónigo Phil Groves, del personal de la Oficina de la Comunión Anglicana. Más adelante en el día, él leyó un resumen de los informes de las mesas. Hubo, dijo él, notables puntos en común en los asuntos que los miembros informaron.

Lo que Groves llamó el “movimiento masivo de personas” —sean refugiados, migrantes, desplazados internos o víctimas de la trata— se presentan en casi todas las 38 provincias de la Comunión Anglicana. Muchos países están experimentando esos movimientos por primera vez, mientras otros se enfrentan con un incremento en el número de personas que emigran y otros son el origen de las personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares, dijo él

A través de la Comunión se encuentran las “culturas de la violencia”, dijo Groves. Ciertos países están en guerra y otros viven con el temor de que estalle la guerra. Algunos miembros describieron la violencia provocada por el racismo, especialmente en lo que Groves describió como países que se perciben como pacíficos. Informes de violencia armada provenían de lugares tan diferentes como Sudán del Sur y Estados Unidos. Hubo una gran preocupación respecto a la violencia contra las mujeres.

El cambio climático fue otra preocupación común, debido al cual algunas iglesias enfrentan la necesidad de reasentar a personas, ya que las islas donde viven han quedado sumergidas por el aumento de los niveles del mar; en tanto otros se preocupan por inundaciones y sequías. Groves resaltó que las personas pudientes podrían tener más protección contra los efectos del cambio climático, pero que los marginales son más vulnerables. Muchas de las personas vulnerables son los pueblos indígenas y muchos de ellos son anglicanos, dijo él.

“Ellos son nosotros, ellos son nuestro cuerpo de Cristo, afirmó. “No estamos diciendo de que ‘ellos’ están siendo afectados, [sino] que nosotros estamos siendo afectados”.

Muchos de los miembros destacaron la disparidad de la riqueza alrededor del mundo, dijo Groves, y no sólo en lo que respecta a la manera de ayudar a los pobres, sino a la brecha creciente entre ricos y pobres.

Si bien problemas tales como migración, cambio climático, violencia y desigualdad de ingresos suscita la interrogante de cómo la Iglesia puede cambiar la sociedad en que vive, Groves reconoció que para algunos la respuesta podría “parecer tal vez como el evangelio social”.

Sin embargo, muchos miembros del CCA señalaron la evangelización como la respuesta. “Tenemos que hablar acerca de la evangelización, no en competencia con el evangelio social”, sino más bien, valiéndonos de las Cinco Marcas de la Misión como una lente,  para orientarnos hacia la formación de discípulos. Groves dijo que uno de los miembros escribió que el reto consiste en “cambiar el contrato del domingo” y otros preguntaron “cómo vamos a proclamar el evangelio en una cultura de la indiferencia”.

Conectados para cambiar el contrato del domingo, Groves dijo que un miembro de Sudáfrica reportó que “cuando las cosas andan mal en nuestro país, la gente mira a la Iglesia Anglicana en busca de liderazgo”. Otro miembro, dijo él, sugirió que la Iglesia “tiene que liderar la revolución contracultural” en países con situaciones políticas precarias.

En muchas de esas situaciones políticas precarias, la corrupción es rampante y un miembro dijo que eso conduce a la pobreza y la pobreza a la violencia. “Nuestros líderes políticos son corruptos, pero el 60 por ciento de ellos son anglicanos”, dijo Groves que informó uno de los miembros. “Vienen a adorar el domingo y el lunes salen a hacer cosas malas”.

Otros asuntos que surgieron en las discusiones de las mesas, según Groves, fueron las relaciones ecuménicas e interreligiosas, los problemas que enfrentan las minorías y los jóvenes, los problemas causados por el tribalismo, la urbanización y la secularización de las sociedades, el educar y facilitarle recursos al clero y la necesidad de capacitar a los líderes de la Iglesia respecto a cómo salvaguardar a su gente del acoso y asalto sexuales.

Se nombraron las diferencias en la Comunión sobre los problemas de la sexualidad humana, pero con mucho menos frecuencia que los otros asuntos, señaló Groves. “Pero están presentes y no son sólo acerca de las personas LGBTI, también salieron a relucir los problemas de la poligamia y también, supongo, de la santidad del matrimonio”.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.

 


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