El Obispo Primado visita una agencia de reasentamiento de refugiados para enterarse del proceso

Una familia siria comparte su experiencia

Por Lynette Wilson
Posted Feb 26, 2016
El obispo primado Michael Curry, el obispo de Colorado Robert O’Neill y Jim Gonia, obispo del Sínodo de las Montañas Rocosas de la Iglesia Evangélica Luterana en América, escuchan a Jim Barclay, presidente y director ejecutivo del Servicio Luterano para Familias de las Montañas Rocosas, mientras habla acerca del reasentamiento de refugiados. Foto de Lynette Wilson/ENS

El obispo primado Michael Curry, el obispo de Colorado Robert O’Neill y Jim Gonia, obispo del Sínodo de las Montañas Rocosas de la Iglesia Evangélica Luterana en América, escuchan a Jim Barclay, presidente y director ejecutivo del Servicio Luterano para Familias de las Montañas Rocosas, mientras habla acerca del reasentamiento de refugiados. Foto de Lynette Wilson/ENS

[Episcopal News Service – Denver, Colorado] En 2012, Ahmed y su familia abandonaron las vidas que llevaban en Homs, Siria, y huyeron a través de la frontera de Jordania donde, sin posibilidades de trabajar y dependientes de ayuda internacional para obtener comida, lucharon por sobrevivir.

En la actualidad, Ahmed, su esposa, sus padres y cinco miembros más de su familia, entre ellos un niño de dos años, están rehaciendo sus vidas con ayuda de los programas de refugiados y asilados que ofrece el Servicio Luterano para Familias [la región de] las Montañas Rocosas, una de los 30 filiales de reasentamiento de refugiados asociadas al Ministerio Episcopal de Migración en 26 diócesis de toda la nación.

El 24 de febrero, Ahmed (no es su verdadero nombre) y otros miembros de su familia se reunieron con el obispo primado Michael Curry, miembros de su personal, el obispo de Colorado Robert O’Neill y el obispo Jim Gonia del Sínodo de las Montañas Rocosas de la Iglesia Evangélica Luterana en América . La familia llegó a Colorado en diciembre de 2015.

Curry, que estaba programado para hablar más tarde ese día en el congreso anual del Consorcio de Parroquias Episcopales Dotadas que está sesionando aquí, pasó la mañana en las oficinas del Servicio Luterano para Familias, enterándose acerca del proceso de reasentamiento y del actual clima político que afecta el proceso. Esta fue su primera visita a una filial de reasentamiento desde que se convirtiera en Obispo Primado.

“Los que llamamos refugiados son personas que han perdido su hogar y que han tenido que venir a un país donde la cultura es diferente, el idioma es diferente y todo es diferente”, dijo Curry a Episcopal News Service al final de la visita. “A través del Ministerio Episcopal de Migración y otras organizaciones semejantes, la Iglesia llega a ellos y los acoge y se cerciora de que pueden encontrar un hogar aquí, y esa es la obra de Dios”.

El Ministerio Episcopal de Migración, la agencia de reasentamiento de refugiados de la Iglesia Episcopal, es una de nueve agencias que trabajan en asociación con el Departamento de Estado de EE.UU. para recibir y reasentar refugiados en Estados Unidos.

“Nos entusiasma mucho que el obispo Curry pueda estar con nosotros hoy para saber más acerca de la labor del Ministerio Episcopal de Migración y escuchar de primera mano [el testimonio] de familias refugiadas que están siendo reasentadas aquí, entre ellas la familia siria que llegó apenas hace unos meses”, dijo Deborah Stein, directora ejecutiva del Ministerio Episcopal de Migración, en una entrevista con ENS. “Oír no sólo sus historias del empeño de ser reasentados en EE.UU., sino también cuáles son sus sueños para el futuro ahora que tienen un lugar seguro para vivir”.

Situada al oeste de Siria, a unos 160 km al norte de Damasco, Homs sirvió de base a algunas de las primeras sublevaciones contra el presidente sirio Bashar al-Assad al comienzo de la guerra civil en el país, la cual ha cobrado la vida de 250.000 personas y ha obligado a desplazarse a más de 11 millones. Ahmed y los miembros de su familia prefirieron ocultar sus verdaderos nombres por la seguridad de algunos miembros de su familia que todavía viven en la región.

La familia vivió en Jordania durante tres años y medio antes de ser reasentada en Estados Unidos.

Una cosa que temían al venir a reasentarse en Estados Unidos es cómo habrían de ser percibidos por los norteamericanos debido a su religión, dada la violencia que hay en Siria y las atrocidades que  cometen al presente los islamitas radicales en nombre del islam, explicó Ahmed. De hecho, la realidad de la vida en Denver ha probado ser lo contrario.

Desde que llegaron, se han sentido seguros y han encontrado que la gente de Colorado es amistosa, dijo él en árabe a través de un intérprete.

El temor de la familia se fundaba también en la retórica antiinmigrante y antirrefugiada que recorre Estados Unidos.

Desde noviembre pasado, luego de los ataques terroristas en París, al menos 30 gobernadores de EE.UU. se han pronunciado en contra de reasentar refugiados sirios en sus estados, arguyendo preocupación por la seguridad pública, y los concejos municipales han propuestos medidas destinadas a impedir que los sirios y otros refugiados sean reasentados en sus comunidades, explicó Stein.

Sin embargo, esa no es la situación en Colorado, donde el gobernador John Hickenlooper, ha abierto las puertas del estado a los sirios. El Consejo de Iglesias de Colorado encomió a Hickenlooper por su postura.

El Servicio Luterano para Familias también experimentó algunas molestias a raíz de los ataques del 13 de noviembre en París, cuando sus oficinas recibieron llamadas “enojadas y odiosas” de ciudadanos que reaccionaban por miedo. Pero para Acción de Gracias, las llamadas “hicieron un giro” y la gente comenzó a querer  saber más acerca de la situación de los refugiados y cómo podían participar, dijo James Horan, vicepresidente para el servicio de refugiados.

De hecho, desde principios de diciembre de 2015, el número de personas interesadas en ofrecerse de voluntarios aumentó hasta el punto de que ahora hay una lista de espera.

En parte eso tiene que ver con la cobertura noticiosa de los refugiados sirios que arriesgan su vida para llegar a Europa, y el aumento de la conciencia [pública]. Aunque la mayoría de los refugiados permanece en la región, muchos han intentado el peligroso viaje en bote a Grecia en el intento de llegar a otras partes de Europa, donde la crisis se está politizando cada vez más.

Además, Alemania, que ha recibido a la mayoría de los refugiados, Canadá y los Estados Unidos se han comprometido en aumentar el número de refugiados sirios que se admiten.

Desde el comienzo de la guerra civil siria en 2011, Estados Unidos ha recibido 2.800 refugiados sirios, explicó Jim Barclay, presidente y director ejecutivo del Servicio Luterano para Familias en [la zona de] las Montañas Rocosas.

El Servicio Luterano para Familias en las Montañas Rocosas (LFSRM por su sigla en inglés) se convirtió en afiliado del Ministerio Episcopal de Migración en octubre pasado. Para el año fiscal que terminó el 1 de octubre de 2015, el LFSRM reasentó 627 refugiados, provenientes de lugares tan diversos como Irak, Eritrea, Somalia, República Democrática del Congo, Bután y Cuba. Este año fiscal, se propone reasentar unos 850 refugiados.

“Nos entusiasma mucho ahora estar afiliados con el Ministerio Episcopal de Migración y por la oportunidad de vincularnos a sus congregaciones con acceso a los refugiados y a su ministerio de acogida”, dijo Barclay. “Y realmente no puede ser un ministerio sin que la gente de las iglesias dé un paso al frente y actúe conforme a su fe para abrazar a los recién llegados”.

Las agencias de reasentamiento le proporcionan a los refugiados ayuda, incluso orientación cultural, inglés como segundo idioma y cursos de capacitación laboral, así como gestión individual de casos.

La agencia de reasentamiento brinda servicios y referencias a otras agencias, “desde el día en que los refugiados llegan al aeropuerto hasta que son autosuficientes”, dijo Damir Basic, director de sección del Servicio Luterano para Familias que supervisa los programas de refugiados y asilados, añadiendo que la mayoría de los refugiados, muchos de los cuales llegan al aeropuerto con destrezas limitadas e incapaces de hablar inglés, obtienen empleos en el transcurso de 90 a 120 días. “Llevarlos del punto A al punto B exige una enorme cantidad de trabajo”.

Lo que los refugiados quieren es reconstruir sus vidas y llegar a ser autosuficientes, y las asociaciones son necesarias para ayudarles en ese proceso, dijo él.

Desde el comienzo, el programa de reasentamiento de Estados Unidos ha sido una asociación pública-privada.

“Hay muchísimo apoyo voluntario”, dijo Barclay. Y agregó que algunos de esos provienen de congregaciones “que rondan en torno a las familias refugiadas durante los primeros cuatro meses que están aquí a partir de su llegada y las ayudan a aclimatarse y a integrarse a la comunidad… suplen toda suerte de muebles y equipos del hogar, apoyó económico y mentoría —y vecindad”. Todo lo cual, dijo Barclay, “es esencial para que los refugiados hagan transiciones exitosas”.

– Lynette Wilson es redactora y corresponsal de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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