Episcopales de todo el mundo ayudan a otros a celebrar la Navidad

Los empeños congregacionales van desde comidas a juguetes, desde ropa hasta invitaciones al culto

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Dec 22, 2015
“Tome lo que necesite”, dice el letrero en la estatua del Jesús indigente que se encuentra frente a la catedral episcopal de San Pablo, en Búfalo, Nueva York, donde la congregación ha dejado ropa de abrigo. Foto de William Mebane/Catedral episcopal de San Pablo.

“Tome lo que necesite”, dice el letrero en la estatua del Jesús indigente que se encuentra frente a la catedral episcopal de San Pablo, en Búfalo, Nueva York, donde la congregación ha dejado ropa de abrigo. Foto de William Mebane/Catedral episcopal de San Pablo.

Un artículo acerca del creciente apoyo de los refugiados en esta Navidad puede encontrarse aquí.

[Episcopal News Service] El Advierto puede ser el tiempo de esperar la venida de Cristo, pero en muchas congregaciones episcopales es también el tiempo de volcarse hacia fuera, hacia nuestros semejantes cercanos y lejanos para ayudarlos a experimentar la alegría de la Navidad.

Algunas congregaciones han organizado campañas de recogidas de juguetes para niños, con frecuencia para aquellos que son atendidos por agencias de servicio social o para quienes tienen uno de sus padres en prisión. En los salones y atrios parroquiales hay árboles guarnecidos con sombreros, guantes, bufandas y mitones —y en ocasiones hasta calcetines para personas necesitadas.

En la catedral episcopal de San Pablo [St. Paul’s Episcopal Cathedral] de Búfalo, Nueva York, florece un Jardín de Calor Humano [Garden of Warmth], en torno y debajo de un emparrado detrás de la estatua de Jesús Indigente de la catedral. Allí se distribuyen abrigos, gorras para el frío, mitones, guantes, calcetines botas y bufandas durante todo el invierno. Hay un cartel que dice: “Tome lo que necesite”.

El Muy Rdo. Will Mebane, deán interino de la catedral, dijo que la idea del jardín surgió de dos maneras sencillas. Un hombre pasó por la oficina de la catedral en busca de alguna ropa de abrigo, pero la iglesia no tenía nada que darle. Por ese mismo tiempo, un miembro de la catedral le envió un email a Mebane para sugerirle que después de haber gastado dinero en revitalizar los jardines de la catedral, tal vez sería necesario que hubiera un Jardín de Calor Humano para los indigentes que a veces duermen en la barriada.

El Primer Domingo de Adviento, los miembros de la iglesia montaron un emparrado detrás de la estatua de Jesús Indigente en el parque de la Catedral y le agregaron ropa y accesorios de invierno, todos gratis y a disposición del que se los llevara.

El plan original proponía que el jardín se abriera por ese sólo domingo, pero el volumen de artículos donados fue tan grande, “y se desplegó tanta energía” en torno a la idea del jardín, que la catedral está recibiendo donaciones de prendas exteriores de invierno (y recientemente alimentos y artículos de higiene personal) y el jardín seguirá floreciendo mientras haya donaciones y algún necesitado, dijo Mebane.

“Cada día aporta su sorpresa” que ilumina la generosidad de una ciudad conocida por su buena vecindad, pero en algunos de cuyos barrios el 50 por ciento de los vecinos vive por debajo del nivel de la pobreza, agregó él.

“A veces las mejores cosas son las más simples. Todos nos sentamos en círculos y celebramos reuniones de planificación estratégica y reuniones de previsión… e intentamos descifrar lo que estamos haciendo”, dijo Mebane. “Y aquí hay una señora sentada en su casa a quien se le ocurre una idea y envía un simple email y expone directamente lo que estamos llamados a hacer como discípulos de Cristo”.

La iglesia episcopal del Calvario en Memphis, Tennessee, ofrece cada año la Comida Emmanuel, un almuerzo navideño, el lunes que antecede a la Navidad. A unos 300 invitados les servirán una abundante comida casera. La parroquia también espera ofrecer vacunas gratuitas contra la influenza, música en vivo y la oportunidad de que los visitantes revisen sus armarios de ropa, y los regalos incluyen gorras y guantes de invierno, cuchillas de afeitar, cepillos de dientes y dentífrico, pasteles, loción, libretas, plumas y toallitas. Los niños y jóvenes de la parroquia dedican el sábado antes de la comida a envolver los regalos para los invitados. El Calvario también participa en un Lugar en el Mesón-Memphis, un ministerio ecuménico que ofrece albergue y comidas de emergencia durante los meses más fríos del año. Foto de la iglesia episcopal del Calvario.

La iglesia episcopal del Calvario en Memphis, Tennessee, ofrece cada año la Comida Emmanuel, un almuerzo navideño, el lunes que antecede a la Navidad. A unos 300 invitados les servirán una abundante comida casera. La parroquia también espera ofrecer vacunas gratuitas contra la influenza, música en vivo y la oportunidad de que los visitantes revisen sus armarios de ropa, y los regalos incluyen gorras y guantes de invierno, cuchillas de afeitar, cepillos de dientes y dentífrico, pasteles, loción, libretas, plumas y toallitas. Los niños y jóvenes de la parroquia dedican el sábado antes de la comida a envolver los regalos para los invitados. El Calvario también participa en un Lugar en el Mesón-Memphis, un ministerio ecuménico que ofrece albergue y comidas de emergencia durante los meses más fríos del año. Foto de la iglesia episcopal del Calvario.

En otros lugares de la Iglesia se preparan y entregan cestos de alimentos de Navidad; se planifican y se cocinan comidas para vecinos que necesitan un lugar abrigado y una comida caliente.

En la Diócesis de Pensilvania Central, la obispo Audrey Scanlan y el personal diocesano, junto con algunos miembros de la iglesia episcopal de San Esteban [St. Stephen’s Episcopal Church] en Mount Carmel, en la región del carbón en Pensilvania, cocinarán y servirán una cena de Navidad en el Centro para el Ministerio de Sn Esteban y limpiarán todo después. La comida y los sencillos regalos para unas 45 personas —hombres mujeres y niños, algunos de ellos indigentes y algunos que realizan algún trabajo pero que no les da lo suficiente para comer— serán auspiciados por la diócesis en lugar del intercambio de regalos o del almuerzo navideño.

A la comunidad aledaña a la iglesia de Cristo [Christ Church] en Shrewsbury, Nueva Jersey, la invitaron el 12 de diciembre al tiempo que un grupo de 28 niños traía sus medias de Navidad para que las bendijera la Rda. Lisa S. Mitchell, rectora de la congregación.

San Nicolás vino a la casa parroquial donde estaban reunidos para contarles a los niños su historia y darles a cada uno dos monedas de chocolate envueltas en papel dorado: una para sus medias y otra para que se la dieran a cualquier otra persona. Los niños también adornaron el árbol de Navidad de la casa parroquial y luego hicieron tarjetas y decoraron dulces de Navidad para los niños que se hospedan en el Hogar de Santa Clara, un centro de acogida pediátrico transicional de la comunidad en el vecino pueblo de Neptune.

La idea de las medias bendecidas fue de William Stokes (“Chip”), obispo de Nueva Jersey, quien le contó a Mitchell de un oficio semejante en una parroquia donde él había sido rector. “Luego, el año pasado, pusimos un letrero en la cerca que da a una calle transitada e invitamos a la comunidad, dijo Mitchell.

“La mayoría de la gente no quiere que sus niños piensen en la Navidad como ‘dame, dame, dame’” dijo Mitchell, añadiendo que los 90 minutos de actividades les brinda a los padres un recurso para atraer a sus hijos a los niveles más profundos de la Navidad. Ella definió la bendición de las medias como “una manera muy amable” de enseñar a la gente acerca de la Encarnación.

Muchos de los padres que vinieron no asisten regularmente a [los oficios de] la iglesia de Cristo y se van con una tarjeta en que aparece la lista de todos los otros oficios de Adviento y Navidad. El evento de diciembre es una extensión del programa mensual de la parroquia “Ver es Creer” para niños y sus padres o abuelos, donde se invita a los participantes a explorar y desarrollar su espiritualidad.

Los niños, los jóvenes y sus padres también han estado ahondando en los niveles más profundos de la Navidad en la iglesia episcopal de San Martín de los Campos [St. Martin-in-the-Fields Episcopal Church] de Keller, Texas. Esa exploración ha tenido lugar a través de la continua relación de la parroquia con la Misión del Evangelio Unión del Condado de Tarrant (UGM, por su sigla en inglés) que desde 1888 se ha dedicado a ayudar a personas indigentes.

La parroquia tiene una campaña de dádivas todo el año con objetivos mensuales, destinada en parte a ayudar a enseñar a los niños a entender que otras personas necesitan algunas cosas básicas que los niños podrían dar por sentadas. Ello casa bien con los objetivos del currículo de educación religiosa de orar, dar, adorar, servir y amar.

Mientras contempla el Adviento y la Navidad este año, Corie Cabes, la ministra de niños y jóvenes de la parroquia y capellán de la escuela episcopal de San Martín [St. Martin’s Episcopal School] dijo que la costumbre de la parroquia de hacer un “árbol de ángeles para los niños de una escuela que quedaba lejos de la iglesia, “se derrumbó” porque las dos organizaciones no tenían otros nexos. Fue entonces cuando ella reparó en su experiencia con la Misión del Evangelio Unión “porque tuvimos una conexión y relación sólidas”.

La parroquia decidió pasar su campaña de juguetes al UGM. Comenzó la campaña a fines de octubre y la terminó el 6 de diciembre porque “en verdad queríamos que las personas esperaran el Adviento y comenzaran a mentalizarse y prepararse para el viaje que estábamos a punto de emprender”, dijo Cabes. La interrupción a principios de diciembre significaba “la gente puede en verdad profundizar en el [sentido del] Adviento”.

El primer domingo de Adviento, San Nicolás vino a San Martín a contar su historia y a ayudar a los niños a darse cuenta de que, al ayudar a otros, ellos pueden incurrir en un comportamiento santo. En tanto la campaña de juguetes cerraba el Segundo Domingo de Adviento, el día en que tradicionalmente la parroquia celebraba su atareadísimo Festival de Adviento, Cabes y otros líderes convirtieron el día en una jornada tranquila con música cantada a capela por un grupo de una secundaria vecina. “Oramos por los niños [que recibirían los juguetes] y luego descansamos en la gracia de Dios”, contó Cabes.

Miembros de la iglesia episcopal de San Martín de los Campos en Keller, Texas, preparan bolsas de almuerzo durante el oficio del domingo 13 de diciembre en la parroquia, un ministerio intergeneracional mensual, donde las bolsas de almuerzo se preparan y se le entregan a la Misión del Evangelio Unión del Condado de Tarrant. Niños tan pequeños como de 18 meses han asistido junto con personas octogenarias y muchos con edades intermedias. Foto de la iglesia episcopal de San Martín de los Campos.

Miembros de la iglesia episcopal de San Martín de los Campos en Keller, Texas, preparan bolsas de almuerzo durante el oficio del domingo 13 de diciembre en la parroquia, un ministerio intergeneracional mensual, donde las bolsas de almuerzo se preparan y se le entregan a la Misión del Evangelio Unión del Condado de Tarrant. Niños tan pequeños como de 18 meses han asistido junto con personas octogenarias y muchos con edades intermedias. Foto de la iglesia episcopal de San Martín de los Campos.

Toda la parroquia pasó el Tercer Domingo de Adviento haciendo bolsas de almuerzo para los clientes de la UGM, que incluían dulces y bolsas con motivos navideños como parte de su Domingo de Servicio mensual. Y el domingo 20, el grupo de niños de primaria que todavía no integran la Comunidad de Jóvenes [PreYC group] compuesto de alumnos del segundo al quinto grados, hará tarjetas de oraciones para ponérselas en la almohada a cada uno de los residentes de la UGM a fin de darles esperanza en sus empeños de adquirir las destrezas y la confianza en sí mismos que necesitan para lograr la autosuficiencia.

La parroquia recibió recientemente un gran paquete de la UGM repleto de “sorprendentes” tarjetas de agradecimiento, pero, dijo Cabes, las gracias deben ser a la inversa porque “ellos nos ministran y ellos nos cambian y nos transforman; lo que hacemos es pequeñísimo si se le compara con lo que ellos nos dan”.

Y la dádiva para los miembros jóvenes de San Martín es que “resulta en verdad bueno para ellos ver que es algo eficaz para todos concentrar su energía en la bondad y en ayudar a la gente”.

Una relación semejante durante todo el año se está creando en Miami entre la catedral de La Trinidad [Trinity Cathedral] y 31 niños y sus familias que viven en los Apartamentos Amistad en la sección de la Pequeña Habana de esa ciudad. Los apartamentos, parte de un programa de viviendas de transición del gobierno municipal, una compañía constructora de viviendas de precios asequibles y una agencia sin fines de lucro, constituye la primera vez en mucho tiempo que niños que carecían de hogar vivan en un lugar seguro.

Lo mismo sucede con sus jóvenes padres, muchos de los cuales nunca habían dispuesto de una cocina ni habían limpiado una casa, mucho menos vivir en un lugar propio, según dijo el Rdo. Grey Maggiano, sacerdote auxiliar de la catedral. La catedral comenzó a trabajar con los residentes de Amistad en marzo de 2014, ofreciendo actividades para los niños, clases para sus padres y ayuda con sus útiles escolares.

Esta será la segunda Navidad que los miembros de la catedral, jóvenes y viejos, hayan hecho una fiesta para los niños de Amistad. Los niños tanto de la catedral como de los apartamentos, jugarán juntos y tendrán la oportunidad de tomarse su foto con Santa Claus. Entre tanto, fuera de la vista de los niños, los padres de [los apartamentos de] Amistad recogerán regalos para dárselos a sus hijos el día de Navidad.

Maggiano dijo que el objetivo de los organizadores es “hacerlo divertido para los niños y que no se perciba como un acto de caridad”. Y hay regalos también para los miembros de la catedral.

“Para aquellos de nosotros con niños pequeños, es sencillamente una manera estupenda de poner a nuestros hijos en contacto con personas de procedencias muy distintas… y ayudarles a darse cuenta de que son lo mismo”, afirmó él. “Mi esperanza es que mi hija no crezca con la presunción de que las personas pobres son menos que ella. Son como nosotros, sólo ocurre que están pasando por tiempos difíciles”.

Davis Jabaley, Carter Scott, Will Thomas y Mason Core, alumnos del tercer grado de la escuela episcopal de los Santos Inocentes, compraron ositos de peluche para dárselos a los niños de la Casa Emaús, un ministerio de la Diócesis Episcopal de Atlanta. Foto de la escuela episcopal de los Santos Inocentes.

Davis Jabaley, Carter Scott, Will Thomas y Mason Core, alumnos del tercer grado de la escuela episcopal de los Santos Inocentes, compraron ositos de peluche para dárselos a los niños de la Casa Emaús, un ministerio de la Diócesis Episcopal de Atlanta. Foto de la escuela episcopal de los Santos Inocentes.

En Atlanta, cada diciembre, los alumnos del tercer grado de la escuela episcopal de los Santos Inocentes [Holy Innocents Episcopal School] llevan a la escuela ositos de peluche nuevos para donarlos a la Casa Emaús, un ministerio de la Diócesis Episcopal de Atlanta que ofrece educación, oportunidades, ayuda y defensa social a personas desatendidas.

Sin embargo, antes de que los ositos de peluche salgan del colegio, los estudiantes asisten a un oficio especial en la capilla durante el cual bendicen a los ositos. “La Bendición de los Osos es una tradición que resalta la importancia de trabajar para servir a otros en Atlanta”. Timothy Seamans, capellán de la escuela primaria, explicó: “los alumnos de tercer grado hacen un compromiso de recaudar dinero independientemente, en la mayoría de los casos realizando faenas para familiares, vecinos o amigos. Con esas ganancias, cada estudiante compra un osito de peluche como regalo de Navidad para un niño de la Casa Emaús. Para subrayar que nuestro llamado a servir está vinculado con nuestra fe en Dios, antes de enviar los ositos les damos una bendición”.

El Rdo. T. Stewart Lucas, a la izquierda, rector de la iglesia episcopal de la Natividad, y el Rdo. David Eisenhuth, pastor del Santo Consolador, una congregación de la Iglesia Evangélica Luterana en América, bendicen el 13 de noviembre paquetes de Navidad para el Centro Internacional de Marinos de Baltimore. Estos serán los únicos regalos que muchos de los marinos que trabajan en barcos atracados temporalmente en el puerto de Baltimore recibirán este año. Las dos congregaciones comparten el espacio de la iglesia de la Natividad así como algunos ministerios, tales como el de las cestas de Navidad para los marineros. Foto de Rob Sohlberg vía Facebook

El Rdo. T. Stewart Lucas, a la izquierda, rector de la iglesia episcopal de la Natividad, y el Rdo. David Eisenhuth, pastor del Santo Consolador, una congregación de la Iglesia Evangélica Luterana en América, bendicen el 13 de noviembre paquetes de Navidad para el Centro Internacional de Marinos de Baltimore. Estos serán los únicos regalos que muchos de los marinos que trabajan en barcos atracados temporalmente en el puerto de Baltimore recibirán este año. Las dos congregaciones comparten el espacio de la iglesia de la Natividad así como algunos ministerios, tales como el de las cestas de Navidad para los marineros. Foto de Rob Sohlberg vía Facebook

Algunos episcopales y sus amigos también se ocupan de los marineros que traen a Estados Unidos la mayoría de los artículos que necesitamos para celebrar estas fiestas. Entre donaciones al programa de Navidad en el mar del Instituto Eclesiástico para la Gente de Mar (que incluye vías fluviales tanto como puertos marítimos) y la Misión de la Gente de Mar, cientos de marineros recibirán suéteres, gorras, guantes, mitones y bufandas, tanto hechos a mano como comprados en tiendas, además de dulces, objetos de uso personal, libros y juegos.

Por ejemplo, las Mujeres Episcopales de la Diócesis de Pittsburgh celebran por cuarto año su Navidad en el Río. La iglesia episcopal de San Pablo [St. Paul’s Episcopal Church] en Mount Lebanon, Pensilvania, y la iglesia episcopal de San Pedro [St. Peter’s Episcopal Church] en San Luis, Misurí, son dos de las parroquias que participan en ese ministerio.

Un vídeo de 2011 de ENS sobre la historia de Navidad en el Mar puede verse aquí.

En algunos lugares, tales como la iglesia episcopal de San David [St. David’s Episcopal Church] en Wayne, Pensilvania, las personas que compran regalos para familiares y amigos pueden ayudar a la misión de la Iglesia Episcopal. La tienda de regalos de San David tiene artículos de los Estados Unidos y de todo el mundo con un énfasis especial en productos de comercio justo. Todos las ganancias se destinan en beneficio de las misiones internaciones de San David en Guatemala, Haití y Uganda.

La iglesia episcopal de San Pablo [St. Paul’s Episcopal Church] en Kansas City, Misurí, reúne un catálogo anual de regalos que apoyan los programas comunitarios de la parroquia, la Iglesia Episcopal y otras agrupaciones escogidas sin fines de lucro de la zona. Cada regalo de Navidad de un comprador comprometido con la comunidad viene con una tarjeta para hacerle saber a una persona que se ha hecho una donación en su nombre.

Eso, por supuesto, es también la manera de funcionar del catálogo de Regalos para la Vida de la Agencia Episcopal de Ayuda y Desarrollo. Los episcopales (y cualesquier otros) pueden comprar una variedad de regalos para ayudar a personas del mundo entero a combatir la pobreza, el hambre y las enfermedades. Esos regalos pueden darse en honor de un miembro de la familia o de un amigo.

Los regalos oscilan desde un pozo comunal de $5.000 a un mosquitero de $12 tratado con insecticida para que sirva de protección contra el paludismo, y las instrucciones para su uso adecuado. Otros regalos incluyen pollos, cerdos, vacas, cabras, árboles, semillas vegetales, fogones para cocinar con eficiencia, servicios de atención sanitaria y micropréstamos. El dinero invertido a través del catálogo será equiparado hasta un monto de $750.000 por el Fondo del 75º. Aniversario de la Agencia Episcopal de Ayuda y Desarrollo.

—La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.