Casos del Tribunal Supremo son un preludio del debate sobre el matrimonio en la Convención General

Por Mary Frances Schjonberg
Posted May 1, 2015
Partidarios del matrimonio entre personas del mismo sexo concurrieron a una manifestación frente al Tribunal Supremo de Justicia de EE.UU. antes de que la corte escuchara los argumentos acerca del matrimonio de homosexuales este 28 de abril en Washington, D.C. Los nueve magistrados del Tribunal Supremo deben decidir si la Constitución les ofrece a las parejas del mismo sexo el derecho a casarse, aceptando con ello un contencioso problema social en lo que promete ser el más esperado dictamen del año. Foto de Joshua Roberts/Reuters.

Partidarios del matrimonio entre personas del mismo sexo concurrieron a una manifestación frente al Tribunal Supremo de Justicia de EE.UU. antes de que la corte escuchara los argumentos acerca del matrimonio de homosexuales este 28 de abril en Washington, D.C. Los nueve magistrados del Tribunal Supremo deben decidir si la Constitución les ofrece a las parejas del mismo sexo el derecho a casarse, aceptando con ello un contencioso problema social en lo que promete ser el más esperado dictamen del año. Foto de Joshua Roberts/Reuters.

[Episcopal News Service] Los episcopales que siguieron los alegatos orales en el Tribunal Supremo de EE.UU. el 28 de abril sobre si parejas del mismo sexo tienen un derecho constitucional a casarse no dudan de contemplar las implicaciones del dictamen del tribunal para la Convención General de este verano.

La Iglesia Episcopal ha abogado oficialmente durante años por igual tratamiento para homosexuales, bisexuales y transexuales tanto en el terreno civil como eclesiástico. Sin embargo, no fue hasta 2012 que la Convención General aprobó el entrar a considerar nuevamente la teología de la Iglesia sobre el matrimonio, el acceso de los episcopales LGBT al rito sacramental.

Por consiguiente, si bien el dictamen del tribunal —que se espera se produzca antes de que el período actual llegue a su fin a fines de junio o principios de julio— puede dejar sentado el problema del acceso al matrimonio civil y cumplir uno de las posiciones de política pública que la Iglesia Episcopal ha defendido durante mucho tiempo, éste podría producirse mientras la Convención esté debatiendo la interpretación de la Iglesia del matrimonio sacramental y la definición canónica del matrimonio que le acompaña. La 78ª. reunión de la Convención General tiene lugar del 25 de junio al 3 de julio en Salt Lake City, Utah.

La defensa de la Iglesia en pro de la igualdad civil para las personas LGBT comenzó en 1976 con la Resolución A071 en la cual se decía que “las personas homosexuales tienen derecho a igual protección de las leyes que todos los demás ciudadanos, y llama a nuestra sociedad a ver que dicha protección se otorgue realmente”. Esa misma convención dijo (en la Resolución A069) que “las personas homosexuales son hijos de Dios que tienen el mismo derecho que todas las otras personas al amor, la aceptación y el interés y cuidado pastorales de la Iglesia”.

De entonces en adelante, esta tendencia continuó, incluyendo estas tres resoluciones:

1994: la Resolución D006 que pedía a los gobiernos locales, estatales y federal que les diera a las parejas homosexuales los mismos derechos y protecciones que [disfrutaban] las parejas casadas no homosexuales.

2000: la Resolución D039 afirmaba que algunas personas en la Iglesia viven en relaciones [conyugales] fuera de matrimonio y bosquejaba las características que se esperaban de esas relaciones.

2006: la Resolución A095 decía que la Iglesia se oponía a las enmiendas constitucionales estatales o federales que prohibían los matrimonios o uniones civiles de personas del mismo sexo.

2009: la Resolución D025 reconocía que los miembros bautizados de la Iglesia incluían a parejas del mismo sexo que vivieran en una relación comprometida de por vida, [y] que las personas LGBT participaban en el ministerio laico y ordenado.

2012: la Resolución D018 resaltaba que la Iglesia “estaba en un período de discernimiento respecto al significado del matrimonio cristiano, sobre el cual hay personas fieles que sostienen puntos de vista divergentes”, e instaba al Congreso a repudiar las leyes federales que discriminaban a parejas del mismo sexo casadas por lo civil, así como a aprobar una legislación que le permitiera al gobierno federal proporcionarles beneficios,.

También en 2012, los obispos y los diputados le permitieron al clero bendecir relaciones entre parejas del mismo sexo con la autorización del obispo [diocesano]. Autorizaron ritos para esas bendiciones (Resolución A049) y pidieron (en la Resolución A050) que un equipo de trabajo “identificara y explorara las dimensiones teológicas, históricas, litúrgicas y canónicas del matrimonio”. La Convención le pidió a lo que se conoce como Grupo de Trabajo sobre el Estudio del Matrimonio que examinara “las cambiantes normas sociales y culturales y las estructuras legales” en torno al matrimonio.

(Una lista completa con enlaces a todas las resoluciones de la Convención General desde 1976 a 2012 relacionadas con la liturgia, matrimonio y ordenación además de las resoluciones sobre los derechos civiles de los LGBT se encuentran aquí).

“Personalmente, sigo dando gracias por la manera en que los episcopales y la gente de buena fe en EE.UU. y de mucho más lejos están aprendiendo a ver la imagen de Dios en todos los hijos de Dios, ya sean homosexuales, heterosexuales, transexuales, pequeños, rubios o cualquier otra cosa”, dijo la obispa primada Katharine Jefferts Schori a Episcopal News Service el 28 de abril. “La capacidad de Dios de crear de diversas maneras es una señal de que nunca llegaremos a conocer del todo la mente divina y que recibimos dones de todo lo que Dios nos ofrece. La tarea de la Iglesia es ayudar a las personas a vivir vidas de santidad, amando a Dios y amando a nuestros prójimos como a nosotros mismos —a todos nuestros prójimos”.

En una entrevista con ENS el 28 de abril, la presidente de la Cámara de Diputados, Rda. Gay Clark Jennings, dijo que ella creía que “el largo [proceso de] discernimiento de nuestra Iglesia sobre la igualdad de los LGBT respecto a los derechos civiles y nuestra subsecuente discusión acerca de la igualdad en el matrimonio sacramental forman parte de lo que motivó a la cultura en su sentido más amplio hasta el punto de los actuales debates en el Tribunal Supremo”. La labor de la Iglesia Episcopal se une “a las de otras tradiciones religiosas que también se enfrentan con su legado de homofobia”, añadió.

La Rda. canóniga Susan Russell, que durante mucho tiempo ha abogado por la plena inclusión de los homosexuales en la Iglesia y quien propuso la Resolución 2012-D018, le dijo a ENS que “el Espíritu Santo está manifestándose tanto en medio de nuestra Convención General como en el calendario del Tribunal Supremo”.

Varias propuestas sobre matrimonios de parejas del mismo sexo se presentarán en la Convención

El grupo de trabajo sobre el matrimonio, la comisión permanente que propuso su creación y, hasta la fecha, cuatro diócesis, instan a que la reunión de la Convención este verano se manifieste con mayor claridad respecto a su interpretación de la accesibilidad del rito sacramental del matrimonio tanto para parejas de sexo diferente como del mismo sexo.

La Comisión Permanente sobre Liturgia y Música solicitó en su informe (a partir de la página 3 aquí) que la Convención autorice una versión expandida de Recursos Litúrgicos I: Te bendeciré y serás una bendición, la liturgia para la bendición de relaciones de parejas del mismo sexo, junto con otros materiales cuyo uso se autorizó en 2012. La nueva versión (de las páginas 2-151 incluyen aquí tres liturgias tradicionales: El testimonio y la bendición de un matrimonio [The Witnessing and Blessing of a Marriage], La celebración y bendición de un matrimonio 2 [The Celebration and Blessing of a Marriage 2]; y La Forma de solemnización del matrimonio [The Form of Solemnization of Matrimony]. Esos ritos ofrecen la opción de usar “esposa”, “esposo”, “persona” o “cónyuge”, haciéndoles de este modo aplicables tanto a parejas heterosexuales como del mismo sexo.

La Resolución A054 propuesta por la comisión dice que los obispos diocesanos deben aprobar el uso de los ritos. Dice también que los obispos dentro de jurisdicciones civiles donde el matrimonio, las uniones civiles o las asociaciones domésticas de parejas del mismo sexo sean legales pueden seguir brindando una “generosa respuesta pastoral” a las necesidades de los miembros de la Iglesia (un eco de la Resolución 2009-C056).

Y la resolución propuesta repite la cláusula de la Resolución 2012-A049 de que “ningún obispo, sacerdote, diácono o persona laica debe ser coaccionado o sancionado de alguna manera, ni sufrir ninguna incapacidad canónica” como resultado de su objeción teológica o de su apoyo a la resolución. La resolución también extendería a estos nuevos ritos lo dispuesto en el Canon I.18.4 de la Iglesia, el cual dice que un clérigo puede rehusar la solemnización de cualquier matrimonio.

El Grupo de Trabajo para el Estudio del Matrimonio pide que la Iglesia Episcopal vaya más lejos al proponer en su Resolución A036 revisar el Canon I.18 titulado “De la solemnización del Santo Matrimonio” (página 58 de los Cánones de la Iglesia Episcopal aquí).

Entre muchas correcciones, la revisión elimina las referencias al matrimonio como [la unión] entre un hombre y una mujer.

La revisión reestructuraría el requisito de la primera sección del canon de que el clero se ajustara tanto a “las leyes del estado” como a “las leyes de la Iglesia” respecto al matrimonio. La porción reescrita exigiría que el clero se ajustara a “las leyes del Estado que rigen la creación del estado civil del matrimonio, y también a estos cánones en lo concerniente a la solemnización del matrimonio”.

Y la propuesta conserva la cláusula del canon de que el clérigo puede rehusar solemnizar cualquier matrimonio y extiende esa discreción para incluir la opción de rehusar bendecir un matrimonio.

Entre las medidas propuestas por cuatro diócesis, la Resolución C017 de la Diócesis de Chicago y la Resolución C022 de la Diócesis de California ambas piden que la Convención autorice el uso de los ritos del matrimonio del Libro de Oración Común de 1979 y de Recursos Litúrgicos I “para todos los matrimonios legales en la jurisdicción civil en los cuales le liturgia tenga lugar”. En las jurisdicciones civiles con matrimonios de parejas del mismo sexo, el lenguaje de los ritos se interpretaría como neutro en lo tocante al género. La C022 también propone una reescritura del canon de la solemnización [del matrimonio].

La Diócesis de Rochester, en la Resolución C007, y la Diócesis de Los Ángeles en la C009 simplemente piden que la Convención “tome todas y cada una de las medidas necesarias para hacer accesible inmediatamente el Rito del Santo Matrimonio a parejas del mismo sexo a través de la Iglesia Episcopal”.

Todas estas resoluciones y otras afines que pudiera surgir han sido asignadas al Comité Legislativo Especial sobre el Matrimonio (SCLM, por su sigla en inglés), formalmente un comité de obispos que se reúne junto con un comité de diputados, pero que votan por separado, dado a conocer en julio de 2014 por Jefferts Schori y Jennings.

Enfrentar el problema de crear espacio para los que disientan

Un posible dilema del asunto en la Convención sería la cuestión de cómo crear un espacio para los episcopales que se oponga al cambio de definición del matrimonio ya fuese en el contexto civil como eclesiástico, o en ambos.

Ed Little, obispo de la Diócesis de Indiana Norte le dijo recientemente a ENS que la Iglesia Episcopal tiene una “economía mixta” con una “mayoría progresista que estaría a favor de redefinir el matrimonio desde el punto de vista de su expresión civil y que también estaría a favor de redefinir el matrimonio desde el punto de vista de su expresión sacramental”. Y hay una minoría conservadora o tradicional no insustancial que se muestra “preocupada de que ambas series de acontecimientos nos distancien del matrimonio tal y como ha sido experimentado tanto por la comunidad humana como por la comunidad eclesial durante miles de años”.

Ambos grupos disponen de “espacio para prosperar”, lo cual “le da al Espíritu Santo espacio para obrar”, dijo Little, debido a lo estipulado en las resoluciones 2009-C056 y 2012-A049.

“En este momento, yo cuento con el espacio para vivir con mi conciencia dentro de la Iglesia, pero es preocupante si el matrimonio se redefine canónicamente”, señaló. “Eso parece estrechar las opciones y parece decir que los que sostienen las perspectivas antiguas y tradicionales no tienen un lugar honorable en nuestra comunidad”.

Russell dijo que tanto las propuestas del SCLM como del grupo de trabajo muestran el “genio anglicano” de reconocer que “como Iglesia, somos una gran tienda; que sí mantenemos en tensión las diferencias que existen entre nosotros”. La Iglesia Episcopal siempre ha avanzado en asuntos que causan divisiones procurando “alcanzar un consenso abarcador, no la unanimidad”, dijo ella.

“No importa lo que hagamos en la Convención General, será demasiado para algunos y demasiado poco para otros”, predijo ella.

La trayectoria de la ordenación de las mujeres sirve, dijo Little, como un “relato admonitorio” en el cual los que se opusieron a las mujeres sacerdotes y obispas fueron “de alguna manera respetados y luego meramente tolerados y finalmente fueron canónicamente excluidos”.

Después que la Convención General convino en 1976 que las mujeres podían ser sacerdotes y obispas (ya habían sido ordenadas diáconas), el entonces obispo primado John Allin dijo en una reunión de la Cámara de Obispos en 1977 que él no creía “que las mujeres podían ser sacerdotes de la misma manera que no pueden ser padres ni esposos” y ofreció renunciar como obispo primado. Como alternativa, los obispos confirmaron su liderazgo y adoptaron “una declaración de conciencia” que decía que “ningún obispo, sacerdote o laico debía ser obligado o penado en modo alguno, ni experimentar ninguna discapacidad canónica como resultado de su objeción de conciencia o de su apoyo” a la ordenación de mujeres.

Puesto que la “cláusula de la conciencia” nunca fue adoptada por la Cámara de Diputados, no tenía ninguna autoridad canónica. Pero, un puñado de obispos y sus diócesis la utilizaron para excluir a las mujeres del sacerdocio durante 33 años.

Veinte años después, la Convención General dijo que rehusar ordenar a las mujeres ya no era una opción. En 2000, pidió que se supervisaran las tres diócesis (Fort Worth, San Joaquín y Quincy) que aún no ordenaban mujeres.

“El resultado ha sido que personas de perspectiva muy tradicional que no eran capaces de abrazar, por una razón teológica, la ordenación de mujeres, dejaron de sentirse bienvenidas”, dijo Little. “La mayoría se ha ido. Hay unas cuantas aún en la Iglesia, pero se sienten en los márgenes de la Iglesia”.

Little dijo que él había ordenado más mujeres que hombres “pero me duele también que la perspectiva tradicional ya no sea canónicamente viable en la Iglesia”.

En Salt Lake City, en lo que él espera que sea su última Convención General como obispo diocesano, Little se opondrá a cualquier revisión del canon de la solemnización que redefiniría el matrimonio, dijo él. Él querría que la Convención preservara la cláusula de la “conciencia” en la resolución de la bendición.

Russell dijo que ella pensaba que la discreción que siempre se le ha otorgado al clero en el canon del matrimonio y las protecciones que les dispensan al clero en todos los estados que actualmente permiten matrimonios entre personas del mismo sexo eran protección suficiente.

Y Jennings, aunque sin comprometerse directamente sobre lo concerniente a una cláusula de conciencia, dijo “yo no creo que el lugar donde una pareja pueda casarse deba ser un accidente de la geografía, ya sea [el matrimonio] civil o dentro de la Iglesia”.

Independientemente de lo que pase en Salt Lake City, dijo Little, él “seguirá abogando por el reconocimiento de que a través de la Iglesia las personas se enfrentan con estos problemas difíciles de diferente manera —personas de profundo compromiso y profunda integridad— y en consecuencia deberíamos de encontrar una forma en que se respetaran sus conciencias”.

“Los problemas son significativos. Impactan lo más profundo de nuestro corazón, pero yo espero que todos nosotros reconoceremos, dondequiera que lleguemos en estos asuntos, que nuestro compromiso con Jesucristo, nuestro amor por él y sobre todo el suyo por nosotros, es lo nos mantiene unidos”, afirmó. “Tenemos que reconocer que en tiempos borrascosos Jesús es nuestra única esperanza. Uno no puede legislar eso, pero al final lo único que nos puede mantener juntos es Jesús mismo”.

Russell también citó a Jesús, al decir “yo creo firmemente en lo más profundo de mi corazón que nada menos que la plena inclusión de los homosexuales, bisexuales y transexuales bautizados es suficientemente bueno para Jesús y para nosotros, y esta es una trayectoria para lograr ese objetivo”.

Insistiendo que ella no es “incrementalista”, sino más bien una “anglicana pragmática”, Russell dijo que le gustaría ver la plena inclusión enunciada en el Libro de Oración Común. “Y con lo que quiero salir de Salt Lake City es con la aprobación de que la Iglesia Episcopal está inequívocamente por ponerle fin a la discriminación contra el matrimonio de personas del mismo sexo, reconociendo que tenemos personas dentro de este cuerpo para quienes eso no es congruente con su teología”.

Little dijo que él estaba “en esto hasta el final ocurra lo que ocurra y [dispuesto a] hacerme oír todo lo que pueda” y seguir tratando de tender puentes en la Iglesia. Russell dijo que ella tampoco se iba a ninguna otra parte. “La única amenaza que siempre hemos hecho es la de seguir volviendo”, afirmó, añadiendo que la santa patrona de ella y de sus colegas que piensan como ella es la viuda persistente. “No hemos amenazado con irnos, no hemos amenazado con retirar nuestras promesas, no hemos amenazado con hacer ninguna otra cosa que seguir compareciendo”.

Episcopales que abogan por la igualdad matrimonial

A principios de este año los magistrados del Tribunal Supremo anunciaron que considerarían las prohibiciones de matrimonios de personas del mismo sexo de Ohio, Kentucky, Tennessee y Michigan que habían sido ratificadas en noviembre por el Tribunal Federal de Apelaciones del Sexto Circuito. Todos los otros tribunales federales de apelaciones se han pronunciado sobre el tema y han anulado tales prohibiciones.

Los magistrados también tomaron la medida inusual de delimitar los asuntos por los que usarían los casos para llegar a un veredicto. El primero es si la Decimocuarta Enmienda a la Constitución de EE.UU. le exige a un estado que otorgue una licencia matrimonial a dos personas del mismo sexo. El segundo es si la Decimocuarta Enmienda le exige a un estado reconocer un matrimonio entre dos personas del mismo sexo cuando ese matrimonio ha sido legalmente autorizado y contraído fuera del estado.

La decisión del Tribunal Supremo de considerar los casos, conocidos como Obergefell vs. Hodges y Casos Consolidados, ha suscitado mucha atención y dado lugar a 145 amicus curiae, o alegatos [particulares] de un “amigo del tribunal”, presentados hasta el 27 de abril. La lista de solicitantes va desde la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. hasta sindicatos de trabajadores e incluye la Clínica Legal de Sexualidad y Género de la Escuela de Derecho de [la Universidad de] Columbia y los Historiadores del Matrimonio junto con la Asociación Histórica Americana.

Una solicitud la firmaban 226 alcaldes de ciudades de EE.UU. y otra provenía de 167 miembros de la Cámara de Representantes y de 44 senadores del Congreso federal. Casi 380 empleadores, entre Microsoft, los campeones nacionales de fútbol americano New England Patriots y pequeñas empresas tales como Crazy Misfits Pets Service de Kent, Washington, presentaron otra.

Cerca de 2.000 individuos, líderes religiosos, laicos y ordenados, encabezados por firmantes como Jennings y los obispos de Kentucky, Michigan, Ohio y Tennessee (los estados incluidos en el Tribunal de Apelaciones del Sexto Circuito) presentaron uno de esos alegatos.

Esos obispos incluyen a Terry Allen White, obispo de Kentucky; Douglas Hahn, obispo de Lexington; Wendell N. Gibbs Jr., obispo de Michigan; Whayne M. Hougland Jr., obispo de Michigan Occidental; Rayford J. Ray, obispo de Michigan Norte; Todd Ousley, obispo de Michigan Oriental; Mark Hollingsworth Jr., obispo de Ohio; David C. Bowman, William D. Persell y Arthur B. Williams Jr., obispos auxiliares de Ohio; Thomas E. Breidenthal, obispo de Ohio Sur; Kenneth L. Price Jr., obispo sufragáneo jubilado de Ohio Sur; Bavi Edna Rivera, obispa auxiliar de Ohio Sur; Don E. Johnson, obispo de Tennessee Occidental y George D. Young III, obispo de Tennessee Oriental. Todos estos obispos han autorizado la bendición de parejas del mismo sexo en sus diócesis, incluidas las parejas que ya han contraído matrimonio civil en otras jurisdicciones.

Tom Ely, obispo de la Diócesis de Vermont; Robert Fitzpatrick, de la Diócesis de Hawái; Leo Frade, de la Diócesis del Sudeste de la Florida, Steve Lane, de la Diócesis de Maine; Keith Whitmore, obispo auxiliar de la Diócesis de Atlanta y alrededor de otro 200 episcopales ordenados y laicos también firmaron el alegato.

El alegato bosqueja cómo varias denominaciones protestantes, ramas del judaísmo y ciertos grupos musulmanes han llegado a pedir la igualdad matrimonial. Destaca que la Iglesia Presbiteriana (E.U.A.), la mayor denominación presbiteriana de EE.UU., pidió el verano pasado a sus miembros que redefinieran el matrimonio como [un vínculo contraído] entre “dos personas, tradicionalmente un hombre y una mujer”. Desde entonces los cambios constitucionales han obtenido la aprobación de la mayoría de los presbiterios de esa Iglesia.

Los firmantes del alegato arguyen que “eliminar la discriminación en el matrimonio civil no vulnerará la doctrina, la conciencia o la práctica religiosas. Todas las religiones seguirían siendo libres …de definir el matrimonio religioso de la manera que prefieran”. El alegato señala que tales libertades religiosas existen actualmente en los 36 estados que, junto con el Distrito de Columbia, permiten casarse a parejas del mismo sexo.

“La razón por la cual firmé el alegato es que ya es hora de ponerle fin a cualquier discriminación contra los hijos de Dios en este país”, dijo Jennings a ENS. “Una revocación del veredicto del Sexto Circuito nos aproximaría al día de la justicia y la reconciliación que yo creo que las personas de todas las religiones anhelan ver”.

Little, de Indiana Norte, dijo que le preocupaba la promoción hecha por algunos episcopales ante el Tribunal Supremo porque pareciera mostrar que la mayoría de la Iglesia se está distanciando del reconocimiento de la “economía mixta” que él aprecia. Esos que abogan, dijo “puede que estén intentando mostrar a la Iglesia como monocromática cuando se trata de estos dificilísimos y muy sensibles problemas teológicos y pastorales”.

La promoción, dijo él, “con frecuencia no reconoce el hecho de que los que firman los alegatos y otras cosas por el estilo no hablan por la Iglesia, hablan por sí mismos, pero suena como si estuvieran hablando por la Iglesia”.

Jefferts Schori declinó sumarse al alegato porque si bien la Iglesia Episcopal tiene una política oficial de buscar la igualdad del matrimonio civil, dijo ella, “no tenemos esa política para el matrimonio sacramental”.

“No creo que esta Iglesia pueda o deba firmar alegatos de amicus allí donde nuestra comunidad no ha aceptado formalmente las premisas que subyacen en tales alegatos”, afirmó. “Creo que la mayoría de los episcopales afirmaría que nuestra posición teológica acerca del sacramento del matrimonio tiene mayor peso moral que el derecho civil”.

“Hasta que nuestras leyes cambien, no veo ninguna otra opción”, dijo ella. “Hemos recorrido un gran trecho, pero no hemos llegado todavía a una conclusión. Pido vuestras oraciones mientras la Iglesia busca mayor claridad”.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service.

Nota de la redactora: El Tribunal Supremo de EE.UU. ha publicado grabaciones y transcripciones de los argumentos de la vista oral del 28 de abril en su página web aquí. The New York Times, entre otros sitios noticiosos, compartió los argumentos en directo en su bitácora.

Traducción de Vicente Echerri.


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