Voces indígenas episcopales se pronuncian sobre la autoagresión y el suicidio en un foro de la ONU

De la redacción de ENS
Posted Apr 28, 2015

Las tasas de suicidio y de autoagresión entre jóvenes indígenas de Estados Unidos y de todo el mundo han alcanzado niveles epidémicos, según los jóvenes —hombres y mujeres— que testificaron en la sesión del 21 de abril del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU.

Las voces de indígenas episcopales, parte de una delegación organizada y apoyada por la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera (DFMS), se encontraban entre los que brindaron testimonios y recomendaciones durante la sesión general que se centró en la autoagresión y el suicidio, el segundo día del foro sobre cuestiones indígenas que tiene lugar del 20 de abril al 1 de mayo en la sede central de la ONU en Nueva York.

La DFMS [Domestic and Foreign Missionary Society] es el nombre con el cual la Iglesia Episcopal está incorporada, funciona empresarialmente y lleva a cabo la misión. Es también el nombre reconocido por las Naciones Unidas de la presencia consultiva oficial de la Iglesia Episcopal aquí.

“Como pueblos indígenas, nos consideramos conectados no sólo unos con otros como familia, sino también con la Tierra. Los efectos adversos de hábitos ambientales nocivos y de las industrias de extracción que provocan cambios en nuestro clima y en el medio ambiente equivalen a una autoagresión colectiva y social” dice una declaración de la Iglesia Episcopal presentada por Jasmine Bostock, de 24 años, joven adulta y presidenta del Comité sobre Ministerio Indígena del Consejo Ejecutivo.

“Estos hábitos destruyen nuestra comprensión de nosotros mismos como parte de la sacralidad de toda la creación. Nuestra relación con la tierra y el agua se ve interrumpida por la remoción de nuestras tierras y la violación de nuestros lugares sagrados. Les instamos a pensar en el mensaje social enviado a los jóvenes hawaianos nativos que están viendo como arrestan a sus mayores por [tratar de] impedir que se apropien de Mauna Kea, su montaña tradicionalmente sagrada, para fines científicos”.

Bostock, que es hawaiana nativa, de la Diócesis de Hawái, representó a la DFMS en la sesión, junto con Cohen Adkins, de 26 años, de la tribu chickahominy en la Diócesis de Virginia, quien presta servicios como asesor nativo de la Sociedad, y Frank Oberly, de 72 años, de las tribus comanche y osage, de la Diócesis de Oklahoma, quien también es parte del Comité sobre Ministerio Indígena.

El Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas de la ONU es un organismo asesor del Consejo Económico y Social, y su misión es discutir cuestiones indígenas relativas al desarrollo económico y social, la cultura, el medioambiente, la educación, la salud y los derechos humanos. A la Iglesia Episcopal le otorgaron un estatus consultivo especial en el Consejo Económico y Social en julio de 2014; más del 80 por ciento de la labor de la ONU tiene lugar en el Consejo, que también es el organismo a través del cual las organizaciones no gubernamentales tienen una afiliación y una relación oficiales con la ONU y sus agencias.

“Esta acreditación le permite a la Iglesia Episcopal, bajo el liderazgo y supervisión de la Obispa Primada, presentar declaraciones y hacer intervenciones orales en reuniones específicas de la ONU a tenor con la política y las posiciones de la Iglesia”, dijo Lynnaia Main, la funcionaria encargada de relaciones globales de la DFMS. “También le permite a la Iglesia traer delegados como observadores a ciertas reuniones de la ONU, entre ellas el Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas. El foro consta de expertos que consultan con los pueblos indígenas en asuntos de interés social y económico, y los expertos funcionan como un cuerpo asesor del Consejo Económico y Social de la ONU y los estados miembros”.

El foro, que se encuentra en su 14º. año, le brinda la oportunidad a los delegados indígenas de presenciar las sesiones, adquirir experiencia con las tareas del organismo internacional e identificar la manera en que las cuestiones indígenas que se discuten se relacionan con la Iglesia Episcopal. Aunque los episcopales han asistido a foros anteriores, como integrantes de las delegaciones de la Comunión Anglicana, esta ha sido la primera vez que la Iglesia Episcopal tiene una representación propia.

“Junto con la Sociedad Misionera, los delegados pudieron experimentar de primera mano el proceso global de diálogo mediante el cual los expertos del foro permanente escuchan y consultan a los representantes y organizaciones de los pueblos indígenas y a otras organizaciones no gubernamentales”, dijo Main.

Tener acceso a un foro global les ofrece a los episcopales una avenida adicional de hacer realidad el Pacto Bautismal de “buscar y servir a Cristo en todas las personas” y de cumplir las marcas tres, cuatro y cinco de las Cinco Marcas de la Misión: responder a las necesidades humanas con amoroso servicio, procurar la transformación de las estructuras sociales injustas y luchar por salvaguardar la integridad de la creación y por el sostenimiento y la renovación de la vida en la tierra, respectivamente, añadió Main.

“Todas estas marcas de la misión son compartidas en un espíritu común con los que se reúnen en las Naciones Unidas. La comunidad de Naciones Unidas proporciona un micrófono por el cual podemos exponer los asuntos que nos preocupan y compartir experiencias, un espacio común en el cual podemos relacionarnos y participar en diálogos sobre muchos asuntos importantes y [constituye] una plataforma de aprendizaje para las mejores prácticas y entrenamiento globales que podemos llevar de vuelta a nuestras comunidades”, afirmó ella.

El suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes y jóvenes adultos indígenas, con edades entre 15 y 24 años, siendo la probabilidad de suicidarse tres veces más alta en las mujeres que en los hombres, según el Servicio de Salud Indio de EE.UU.

La ira, la depresión y la desesperanza son las emociones subyacentes que llevan a los jóvenes indígenas a autoagredirse y a suicidarse en tasas mayores que el promedio, dijo un joven indígena que habló durante el foro sobre autoagresión y suicido en la sesión matutina del 21 de abril.

Después de tratar de destruir físicamente al pueblo indígena, la mayoría blanca que domina la sociedad emprendió la destrucción de la cultura y la espiritualidad indígenas, prosiguió.

“La Iglesia desempeña un papel singular en reconocer y restaurar el quebranto del mundo; creo que eso es esencialmente bautismal y central a la fe cristiana”, dijo Bostock, durante una entrevista con ENS el 21 de abril antes de testificar en la sesión matutina.

“He visto al ministerio indígena una y otra vez buscando por dónde la espiritualidad indígena se entrecruza con nuestra identidad como cristianos, y para mí, obviamente, de manera más especifica, con nuestra identidad como episcopales. Y yo creo que este problema es aquel en que las dos realidades se intersectan. En nuestra declaración hablamos mucho de la espiritualidad indígena y de la comprensión indígena del ser de uno relacionándose con todas las cosas de la creación, siendo familia de todas las personas, siendo familia de todas las cosas —y de este modo viendo el suicidio y la autoagresión no como algo independiente de todo lo demás, sino como resultado directo de las diferentes maneras en que se han quebrantado nuestras relaciones con la tierra y las de unos con otros y con nosotros mismos”.

La DFMS, respondiendo al criterio colectivo de la Iglesia Episcopal, que incluyó el repudio de la Doctrina del Descubrimiento en su Convención General de 2009, ha participado activamente en una variedad de ministerios, orientados hacia los jóvenes, con vistas a sanar el trauma histórico y generacional.

“Restaurar las relaciones justas con los pueblos indígenas es una prioridad de nuestra Iglesia. Como cristianos, creemos que todos los seres humanos son creados a imagen de Dios y que nuestras escrituras, el camino de Jesucristo y nuestro Pacto Bautismal nos llaman a ‘buscar y servir a Cristo en todas las personas’. Nos dolemos y lamentamos con nuestros jóvenes indígenas, sus familias y sus comunidades cuando ellos sufren”, dice la declaración que la DFMS presentó ante la ONU.

Basándose en la experiencia y el testimonio de la Iglesia, la declaración hizo recomendaciones orientadas a erradicar “las nocivas raíces que le infligen dolor “ a los jóvenes dando lugar a que se autoagredan:

  • Promover imágenes positivas de los pueblos indígenas en entornos sociales y eliminar lesivas imágenes paternalistas, de manera que los jóvenes puedan enorgullecerse de su identidad indígena en lugar de sentirse devaluados por la sociedad en general.
  • Expandir el currículo escolar para incluir contribuciones positivas e importantes de los pueblos indígenas a las narrativas acerca de la formación, la historia y la sociedad de cada país.
  • Restaurar a los pueblos indígenas su justo lugar en las tierras y en las estructuras de gobierno, de manera que no estén oprimidos, marginados, injustamente representados o carentes de recursos y servicios.

Hay 566 tribus reconocidas federalmente a través de Estados Unidos, explicó Adkins, entre las cuales la Iglesia Episcopal tiene una pujante presencia entre los alasqueños y hawaianos nativos, los navajos, los lakotas, los oneidas, los ojibwas y otros.

Una de las formas en que la Iglesia y la DFMS laboran para reducir los índices de suicidios y de autoagresión es mediante la conexión con los jóvenes, en persona y a través de los medios sociales, dijo Cohen, añadiendo que la comunidad indígena se suscribe a una Iglesia de culto alto muy tradicional, de manera que los indígenas sienten el estigma asociado con el suicidio y la autoagresión más que otros.

Y esto es algo en que Oberly y otras personas han estado trabajando. Como ex presidente del comité sobre Ministerio Indígena del Consejo Ejecutivo y habiendo desempeñado papeles de liderazgo en la Iglesia durante mucho tiempo, Oberly creó el Instituto Indígena de Capacitación Teológica, el cual se ocupa de crear materiales para parroquias y otras organizaciones comunitarias que trabajan en áreas con índices elevados de suicidio y de autoagresión.

La Iglesia, dijo él, no sólo está hablando de trabajo, sino que lo está haciendo, lo cual la convierte en un sólido asociado de otras organizaciones e instituciones.

Es importante para la Iglesia Episcopal estar presente en foros como el que se presenta en las Naciones Unidas y participar en conversaciones y diálogos constructivos, afirmó Bostock, añadiendo que a ella le gustaría ver a la Iglesia convertida en una asociada al abordar los conflictos de los pueblos indígenas.

“La Iglesia no puede hacerlo sola”, dijo ella, y agregó que tanto la Iglesia como las Naciones Unidas tienen sus propios métodos y procedimientos para presentar resoluciones y adoptar normas, pero sólo mediante la colaboración pueden verse los resultados.

“Cuanta más colaboración podamos ver, tanto más feliz podemos ver al mundo. Si uno no está dispuesto a conectarse y a colaborar, uno siempre será una voz que clama en el desierto, y ése no es nuestro llamado”, afirmó Bostock. “Nuestro llamado es…buscar y reconocer a Cristo en todas las personas y servir a toda la gente”.