Peregrinos investigan sobre los refugiados y el proceso de reasentamiento en Ruanda y Kenia

Por Lynette Wilson
Posted Apr 9, 2015
El campamento de refugiados de Gihembe alberga a 14.500 refugiados congoleses que han buscado refugio en Ruanda. Foto de Lynette Wilson/ENS.

El campamento de refugiados de Gihembe alberga a 14.500 refugiados congoleses que han buscado refugio en Ruanda. Foto de Lynette Wilson/ENS.

[Episcopal News Service] A poco más de una hora en auto en las afueras de Kigali, la capital de Ruanda, 14.500 congoleses viven encima de una loma y en su falda en chozas de barro colorado, enclavadas en el interior del país, lejos de la provincia de Kivu Norte, de la República Democrática del Congo, de donde la mayoría de ellos huyó del conflicto armado y de la violencia a mediados de los años 90.

El campamento de refugiados de Gihembe se estableció en 1997 luego que milicias armadas masacraran a refugiados congoleses que habían encontrado albergue en un campamento de refugiados en el noroeste de Ruanda. Muchos residentes han pasado tal vez dos décadas en Gihembe, uno de los cinco campamentos de refugiados en Ruanda que atiende a 74.000 de ellos, más de la mitad menores de 18 años.

Desde 1998, más de 5,5 millones de personas han muerto en el Congo debido a la violencia armada, las enfermedades y la desnutrición; 2,5 millones se han visto desplazadas internamente y unos 500.000 han huido del largo conflicto del país, la vasta mayoría de los cuales vive en campamentos de refugiados en las regiones de los Grandes Lagos y en el Cuerno de África. Los refugiados congoleses constituyen la sexta población de refugiados del mundo y el 18 por ciento del total de los refugiados de África.

De los más de 500.000 refugiados congoleses en la región, se estima que 160.000 cumplen las condiciones para optar por un reasentamiento, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR, por su sigla en inglés).

Dado el número, lo mucho que ha durado el conflicto y el que no haya ninguna señal de paz, el UNHCR y sus asociados han priorizado en los últimos años el reasentamiento de los refugiados congoleses. El objetivo es 50.000 para 2017 —de los cuales el 80 por ciento estaría destinado a venir a Estados Unidos.

Paul Kenya, funcionario para el reasentamiento de la UNHCR en Ruanda; Deborah Stein, directora del Ministerio Episcopal de Migración y peregrinos de #ShareTheJourney escuchan al Dr. Pascal Kalinda Murego hablar acerca de la salud de los refugiados y de los servicios de salud que se ofrecen en el campamento de Gihembe. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Paul Kenya, funcionario para el reasentamiento de la UNHCR en Ruanda; Deborah Stein, directora del Ministerio Episcopal de Migración y peregrinos de #ShareTheJourney escuchan al Dr. Pascal Kalinda Murego hablar acerca de la salud de los refugiados y de los servicios de salud que se ofrecen en el campamento de Gihembe. Foto de Lynette Wilson/ENS.

A principios de marzo, ocho episcopales participaron en una peregrinación del grupo #ShareTheJourney auspiciado por la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera (DFMS) a la región de los Grandes Lagos de África y visitaron Gihembe para imponerse de las dificultades de los refugiados congoleses y del Programa de Estados Unidos para la Admisión de Refugiados.

La DFMS [Domestic and Foreign Missionary Society] es el nombre con el cual la Iglesia Episcopal está incorporada, funciona empresarialmente y lleva a cabo la misión.

“El propósito”, dijo Deborah Stein, directora del Ministerio Episcopal de Migración, el servicio de reasentamiento de refugiados de la DFMS, era “mostrar la Iglesia Episcopal a través de las lentes de los refugiados congoleses que están destinados al reasentamiento, cómo funciona ese reasentamiento desde el principio hasta la llegada a EE.UU.

Fue también una oportunidad de inspirar a los peregrinos a convertirse en promotores de los refugiados, añadió Stein.

La peregrinación del 2 al 13 de marzo, incluyó escalas en Kenia y Ruanda, donde, además de visitar el campamento, los peregrinos se reunieron con representantes y funcionarios de reasentamiento que trabajan para el UNHCR, la Organización Internacional para la Migración, el Centro de Apoyo al Reasentamiento en África del Servicio Mundial de Iglesias y otros proveedores de servicios a refugiados y asociados en [la tarea del] reasentamiento.

A través del Ministerio Episcopal de Migración, la DFMS se asocia con 30 entidades de reasentamiento en 26 diócesis de toda la nación. Esta es una de nueve agencias —cinco de ellas de carácter religioso— que colaboran con el Departamento de Estado de EE.UU. para recibir y reubicar a refugiados en Estados Unidos.

La participación de la Iglesia Episcopal en la labor de reasentamiento se remonta por lo menos a la segunda guerra mundial, cuando las iglesias patrocinaron a refugiados que huían de la opresión nazi. A partir del Fondo del Obispo Primado para Ayuda Mundial (en la actualidad Agencia Episcopal de Ayuda y Desarrollo) y la posterior asociación con el Servicio Mundial de Iglesias, la DFMS estableció el Ministerio Episcopal de Migración en 1988.

Alumnos de una escuela primaria estudian en un aula del campamento de Gihembe. Más de la mitad de los 14.500 residentes del campo son menores de 18 años. Foto de Wendy Johnson/EMM.

Alumnos de una escuela primaria estudian en un aula del campamento de Gihembe. Más de la mitad de los 14.500 residentes del campo son menores de 18 años. Foto de Wendy Johnson/EMM.

Un refugiado es alguien que ha huido de su país de nacionalidad debido a “un temor bien fundado de persecución” por razones de raza, religión, etnia o filiación política o social. Se trata de un estatus internacionalmente reconocido y legalmente protegido .

Estados Unidos formalizó su programa de reasentamiento de refugiados con la Ley de Refugiados de 1980 en respuesta al creciente número de refugiados que huían del comunismo en el Sudeste Asiático. Hasta entonces, las iglesias habían patrocinado visas de refugiados, pero a mediados de los años setenta, ese proceso era insuficiente para responder a la necesidad, explicó Stein.

En la actualidad, hay 15,5 millones de refugiados en todo el mundo. el mandato del UNHCR es brindarles protección internacional a los refugiados.

El UNHCR se concentra fundamentalmente en la repatriación, o el regreso seguro al país de origen, seguido por la naturalización o la residencia legal en el país anfitrión. La tercera opción es el reasentamiento en uno de los más de 20 países en todo el mundo que aceptan refugiados. Globalmente, menos del 1 por ciento de los refugiados recibe [permiso de] reasentamiento, y de esos el 75 por ciento se destina a Estados Unidos.

“El éxito de los programas de reasentamiento depende de la asociación y la coordinación. Debemos contar con países para el reasentamiento dispuestos a recibir refugiados”, dijo Paul Kenya, funcionario de reasentamiento que trabaja para el UNHCR en Ruanda, en una entrevista con Episcopal News Service en Kigali. “También debes tener asociados para trabajar con el UNHCR en la identificación y para ayudar en el proceso de las entrevistas, la coordinación de los exámenes médicos y la logística del viaje. Incluso el gobierno de Ruanda nos ayuda en la verificación del estatus del refugiado y en otorgar visas para abandonar el país”.

A través de encuestas, la mayoría de los refugiados congoleses dice que no están dispuestos a regresar a su país debido a las condiciones del conflicto bélico que allí reina y porque no pueden recuperar sus tierras si regresan, explicó él.

“El reasentamiento se convierte, pues, en la única solución viable para la mayoría de estos refugiados”, dijo Kenya, añadiendo que el año pasado 2.000 congoleses fueron reasentados en Estados Unidos procedentes de campamentos en Ruanda. Esperamos continuar esta prometedora asociación con otra estrategia multianual que abarque los próximos tres o cuatro años, con un promedio de al menos 3.000 refugiados cada año”.

Una madre y un niño posan para una foto en el campamento de Gihembe. La mayoría de las familias del campamento están encabezadas por una mujer soltera. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Una madre y un niño posan para una foto en el campamento de Gihembe. La mayoría de las familias del campamento están encabezadas por una mujer soltera. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Una vez identificado para el reasentamiento, ya sea por parte del UNHCR, de un gobierno anfitrión o de otro asociado, el caso del refugiado o de una familia de refugiados se remite al Centro de Apoyo al Reasentamiento en África del Servicio Mundial de Iglesias, que abarca 49 países subsaharianos y ayuda a la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de EE.UU. a procesar refugiados para su posible admisión en Estados Unidos.

Las familias se procesan como un caso, siendo cinco miembros el tamaño promedio de una familia. Muchas familias refugiadas congolesas están encabezadas por mujeres, la mayoría de las cuales son sobrevivientes de traumas y de violencia sexual o de género.

Entre tanto, los peregrinos se enteraban — a través de reuniones con funcionarios importantes en las oficinas centrales de Nairobi del centro de apoyo a los refugiados— del proceso, que incluye extensivas verificaciones de antecedentes, que toma un promedio de dos años y que está sujeto a retraso por cualquier cambio que tenga lugar en la familia, tal como un matrimonio o un nacimiento. El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU., una división del Departamento de Seguridad Nacional, toma la determinación final en los casos destinados a los Estados Unidos.

“Preparamos muy bien la referencia del caso de manera que pueda pasar el proceso”, dijo Miro Marinovich, director del centro de apoyo.

Residentes del campamento de Gihembe se congregan en torno a la llave de agua para llenar sus bidones. La escasez de agua es usual en el campamento. Foto de Wendy Johnson/EMM.

Residentes del campamento de Gihembe se congregan en torno a la llave de agua para llenar sus bidones. La escasez de agua es usual en el campamento. Foto de Wendy Johnson/EMM.

Los refugiados han vivido con escasez de agua y comida y limitadas oportunidades de educación y de trabajo, añadió Marinovich. “Queremos garantizar que eso nunca les suceda otra vez”.

De los 174.000 refugiados en Ruanda, el 99 por ciento son congoleses, y la mayoría son mujeres y niños. El UNHCR comenzó a trabajar con países de reasentamiento en una estrategia multianual para reasentar refugiados congoleses en 2012, de los cuales llegó a identificar a 10.000 de ellos en campamentos de Ruanda.

Una vez que un acaso es aprobado para reasentamiento, el ritmo se acelera considerablemente. La Organización Internacional para la Migración o IOM, que maneja los exámenes médicos y los viajes, entra en funciones, trasladando a los refugiados a un centro de tránsito regional, donde permanecerán durante dos semanas pendientes de los últimos exámenes médicos y de las verificaciones de seguridad. Durante ese tiempo, comienzan las clases de orientación cultural.

Cuando los peregrinos visitaron un centro de tránsito en Nairobi, los niños jugaban afuera en un parque infantil con equipos plásticos, en tanto los adultos en el aula aprendían de economía y presupuestos. Además de salones dedicados a la vida en Canadá, Australia y Estados Unidos (que tiene dos de ellos), una cocina y un baño modelos familiarizan a los refugiados con las comodidades modernas.

Una báscula para pesar el equipaje de los pasajeros que se van está situada debajo de un toldo de metal, con sillas plásticas al lado. Un asiento de avión familiariza a los refugiados con el viaje aéreo. Para los que necesiten ropa de viaje, hay atuendos de ropa y zapatillas deportivas para los hombres y ropa más tradicional para las mujeres.

El relacionarse con asociados al reasentamiento del exterior le dio a los peregrinos una mejor idea del proceso y le permitió al personal del Ministerio Episcopal de Migración compartir información sobre lo que le sucede a los refugiados cuando llegan a Estados Unidos.

“Con mucha frecuencia las personas que participan del procesamiento en el exterior no tienen la menor idea de lo que sucede una vez que un refugiado sube a un avión y viene a Estados Unidos”, dijo Stein. “En consecuencia, así como somos capaces de aprender de nuestros colegas en el UNHCR, la IOM y el centro de apoyo al reasentamiento de refugiados, también podemos compartir información con ellos acerca de lo que les sucede a los refugiados cuando llegan a Estados Unidos”.

Paul Kenya, funcionario de reasentamiento que trabaja en Ruanda para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, y Jessica Benson de la Diócesis de Idaho, hablan con estudiantes en una clase de Ingles como Segundo Idioma en el campamento de Gihembe. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Paul Kenya, funcionario de reasentamiento que trabaja en Ruanda para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, y Jessica Benson de la Diócesis de Idaho, hablan con estudiantes en una clase de Ingles como Segundo Idioma en el campamento de Gihembe. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Durante una reunión comunitaria en el campamento de Gihembe, los refugiados, muchos de ellos frustrados por los años que llevan viviendo en el campamento, estaban desesperados por obtener información acerca de sus casos particulares y lo que podía hacerse para adelantarlos. Pese a que les dijeron que los peregrinos no podían responder a preguntas acerca del proceso, sino más bien ofrecerles información sobre la vida en Estados Unidos, ellos vieron una oportunidad de preguntar por sus casos individuales.

La República Democrática del Congo es el segundo país de África en extensión territorial y el cuarto en población, con más de 80 millones de habitantes. En lo que respecta a recursos naturales, entre ellos cobre, plata, oro, diamantes, uranio y otros minerales, es uno de los países más ricos del mundo.

Como vecinos, el Congo y Ruanda han estado conectados durante mucho tiempo y a veces en guerra.

En la década del setenta del siglo XIX, el rey Leopoldo II de Bélgica segmentó una sección selvática de África Central y la convirtió en su colonia privada, llamándola el “Estado Libre del Congo”. En realidad, no era “libre”. Leopoldo creo un [gigantesco] campo de trabajo forzado para la cosecha del caucho donde se cometieron asesinatos y atrocidades a una escala masiva. En 1908, en respuesta a las protestas por tales violencias, el Congo cayó bajo la jurisdicción del Estado belga.

A fines de los años 30, los belgas reclutaron a miles de ruandeses para trabajar en sus ranchos y plantaciones ganaderas en Kivu Norte. La agitación en Ruanda luego de su independencia de Bélgica en 1962 llevó a otros 100.000 ruandeses a la frontera del Congo. En 1971, el gobierno congolés les concedió la ciudadanía a todos los ruandeses que estaban en el país desde 1960; pero más tarde se las revocó.

Durante la guerra civil de Ruanda a principio de los años noventa y en el genocidio de 1994, durante el cual se calcula que fueron masacradas de 800.000 a 1 millón de personas en 100 días, los ruandeses siguieron huyendo hacia los países vecinos, entre ellos el Congo. A partir de 1995, los congoleses comenzaron a huir en oleadas de la violencia en el este del Congo, siendo la más reciente de esas migraciones la que comenzó en 2012.

Con aproximadamente una décima parte del área del Congo, Ruanda es del tamaño de Massachusetts. Con una población de 11.7 millones, es el país más densamente poblado de África. Siguen habiendo ruandeses desplazados en Uganda, Tanzania y el Congo más de 20 años después del genocidio.

Los peregrinos de #ShareTheJourney depositaron una ofrenda floral durante su visita al Monumento en Memoria del Genocidio en Kigali, Ruanda. Se calcula que de 800.000 a 1 millón de personas perecieron durante el genocidio ruandés. Foto de Wendy Johnson/EMM.

Los peregrinos de #ShareTheJourney depositaron una ofrenda floral durante su visita al Monumento en Memoria del Genocidio en Kigali, Ruanda. Se calcula que de 800.000 a 1 millón de personas perecieron durante el genocidio ruandés. Foto de Wendy Johnson/EMM.

“Ruanda espera que más de 100.000 ruandeses regresen —de manera que no hay una perspectiva de integración para los refugiados [congoleses], y el reasentamiento se convierte en la única opción para ellos”, dijo Kenya.

El reasentamiento es una manera en que la comunidad internacional puede ayudar a aliviar la carga de los países de la región que acogen a refugiados.

Antes de los ataques terroristas del 11 de septiembre, Estados Unidos reasentaba alrededor de 80.000 refugiados al año, y hasta llegó a 120.000 a la altura del reasentamiento de refugiados del Sudeste Asiático a principio de los años ochenta. Después del 11 de septiembre, el número descendió a 32.000. Más de una década después, la cuota de 2015 se fijó en 70.000.

La cifra de reasentamiento es importante, dicen algunos funcionarios, porque envía un mensaje de disposición a otros países que [también] reasientan y alivian una fracción de la carga del país anfitrión.

A diferencia de las torturas y asesinatos en Darfur, Sudán y Sudán del Sur, y del gran número de los que huyen del terrorismo en Somalia, el brutal conflicto del Congo no ha recibido el mismo nivel de atención.

Hay 2,7 millones de refugiados y solicitantes de asilo en África Oriental, el Cuerno de África y la región de los Grandes Lagos. Etiopía y Kenia han recibido a la mayoría de las personas que huyen de la violencia y la inestabilidad política en Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Eritrea y el Congo. Los somalíes constituyen el grupo de refugiados más numeroso de la región, con más de 970.000 refugiados inscritos.

Dos nuevos campamentos se abrieron en Ruanda en 2012, la última vez que se produjo una escalada en el conflicto del Congo. Aun sin un flujo constante de refugiados, los campamentos tienen un crecimiento anual de un 3 por ciento, debido a los niños que nacen en ellos.

“El gobierno de Ruanda está sobrecargado con los refugiados, sin embargo, las fronteras siguen estando abiertas”, dijo Kenya. “En los últimos dos años, la población del campamento se ha duplicado, de suerte que el reasentamiento les ofrece esperanza a los refugiados, crea un instrumento para compartir responsabilidad con los países y le da al UNHCR una solución duradera.

“Le pedimos a los países que ofrecen reasentamiento que incrementen sus espacios porque la situación en el terreno muestra que las necesidades de reasentamiento existen”.

A diferencia de otros países de la región que reciben a refugiados —siendo Etiopía y Kenia los mayores— Ruanda no tiene una política de campamento obligatorio, explicó Kenya. El UNHCR ha comenzado un programa alternativo a los campamentos, integrando sus servicios de educación y salud con el gobierno ruandés.

“Si les refugiados regresan alguna vez [a la República Democrática del Congo] o hay alguna otra solución, entonces al menos adquieren sus destrezas y sus vidas funcionan casi a un nivel normal”, puntualizó Kenya. “Pero con la situación de la RDC, no veo la posibilidad del regreso”.

– Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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