Foro episcopal crea conciencia sobre la crisis del cambio climático

El evento del 24 de marzo pone en marcha ’30 días de acción’

Por Lynette Wilson
Posted Mar 30, 2015
El Rvdmo. Marc Andrus, obispo de California y defensor del medioambiente durante mucho tiempo, y Mary D. Nichols, que preside la Junta de Recursos Aéreos de la Agencia de Protección Ambiental de California, hablan, en un panel moderado por Fritz Coleman, un meteorólogo local, acerca de recuperar el cambio climático como un asunto moral. Foto de Lynette Wilson/ENS

El Rvdmo. Marc Andrus, obispo de California y defensor del medioambiente durante mucho tiempo, y Mary D. Nichols, que preside la Junta de Recursos Aéreos de la Agencia de Protección Ambiental de California, hablan, en un panel moderado por Fritz Coleman, un meteorólogo local, acerca de recuperar el cambio climático como un problema moral. Foto de Lynette Wilson/ENS

[Episcopal News Service – Los Ángeles, California] En un país profundamente politizado, en el que a los funcionarios medioambientales de la Florida se les ha prohibido usar juntas las palabras “clima” y “cambio” en una misma oración, y donde un candidato presidencial descarta la noción de que los gases de efecto invernadero están causando que la atmósfera de la tierra se caliente, la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera (DFMS, por su sigla en inglés) auspició un foro el 24 de marzo para abordar la crisis del cambio climático mundial.

“¿Por qué llamamos a esto una crisis? El sistema regulatorio del planeta está siendo alterado”, dijo la obispa primada Katharine Jefferts Schori, durante su discurso de apertura que se transmitió en directo por un foro en la red.

“Al igual que los seres humanos con una fiebre descontrolada, el malfuncionamiento del termostato le causa a un cuerpo una lenta autodestrucción, según la inflamación afecta las articulaciones, da lugar a que fallen las células nerviosas e impide que el sistema digestivo absorba los nutrientes básicos de la vida. Este planeta está recalentándose, su clima está cambiando y sus habitantes se enferman, padecen y mueren”, prosiguió.

Cerca de 75 personas se reunieron en el auditorio de la Escuela Episcopal de Campbell Hall, en Studio City, Diócesis de Los Ángeles, para el foro sobre la crisis del cambio climático presentado por la DFMS en asociación con el obispo de Los Ángeles J. Jon Bruno. Además del discurso de la Obispa Primada, el foro de 90 minutos de duración incluyó paneles dedicados a los impactos regionales del cambio climático y a recuperar el cambio climático como un problema moral.

Moderado por Fritz Coleman, climatólogo del noticiero de televisión del canal KNBC 4, entre los panelistas se contaron el obispo Marc Andrus, de la Diócesis de California; Princess Daazhraii Johnson, ex directora ejecutiva del Comité Directivo Gwich’in, una de las agrupaciones indígenas sin fines de lucro más antiguas de Alaska, dedicada a la protección del Refugio Nacional de la Vida Salvaje del Ártico; Lucy Jones, sismóloga del Departamento de Topografía Geológica de EE.UU. e investigadora visitante asociada al Laboratorio de Sismología del Instituto Tecnológico de California; y Mary D. Nichols, que preside la Junta de Recursos Aéreos de la Agencia de Protección Ambiental de California.

Además, el evento puso en marcha una campaña interactiva de 30 días diseñada por la DFMS que incluye jornadas de promoción, boletines informativos, relatos y actividades para comprometer a individuos y congregaciones en torno al [tema del] cambio climático. Los 30 días de acción concluirán el Día de la Tierra, el 22 de abril.

“El cambio climático nos afecta grandemente a todos aquí en Los Ángeles: estamos en un lugar donde los granjeros abandonan sus cultivos y les venden su ración de agua a otras personas”, dijo Bruno, al explicar una de las razones por la cual su diócesis auspició el foro del 24 de marzo.

El evento se produjo al tiempo que California entra en un cuarto año de sequía —las acumulaciones de nieve han disminuido y el agua subterránea ha descendido a niveles históricos en algunas zonas— mientras que en la costa oriental del país las nevadas y las temperaturas heladas por debajo de lo normal alcanzaban cifras récord.

La obispa primada Katharine Jefferts Schori pronuncia su discurso de apertura en el Foro sobre la Crisis Climática el 24 de marzo en Los Ángeles. Foto de Lynette Wilson/ENS.

La obispa primada Katharine Jefferts Schori pronuncia su discurso de apertura en el Foro sobre la Crisis Climática el 24 de marzo en Los Ángeles. Foto de Lynette Wilson/ENS.

“El clima es una amplia descripción de la variabilidad del tiempo y las condiciones ambientales. Estamos experimentando fenómenos climáticos más extremos y huracanes, tornados, inundaciones y sequías con mayor frecuencia”, dijo Jefferts Schori. “El nivel del mar está subiendo, porque las capas de hielo se derriten y porque un océano más cálido se expande. En la medida en que aumenta el nivel del mar, las inundaciones costeras resultan más probables y las tormentas intensas más destructivas. Los daños hechos por [el huracán] Katrina y la supertormenta Sandy son dos ejemplos, como lo es también el invierno inusual que gran parte de esta continente está experimentando”.

Una “crisis” por definición, dijo Fritz Coleman, el moderador, es un problema o un peligro intenso, un momento crítico en la historia, un momento en el cual deben tomarse decisiones”.

El cambio climático, prosiguió él, es el cambio gradual en la temperatura global causado por acumulación de gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera y, en consecuencia, alteran la temperatura de la tierra. Algunas zonas se tornan más cálidas, así como otras se hacen más frías, explicó él, que es la razón por la cual “cambio climático”, no “calentamiento global”, es el término preferido.

“Estos cambios están causando multitud de trastornos peligrosos en nuestro mundo —alterando los patrones del clima, [provocando] inundaciones, sequías, un aumento de las tormentas violentas y enfermedades— y afectando ampliamente los ecosistemas de la tierra”, dijo Coleman. “Y he aquí la idea fundamental, el impacto del cambio climático no es sólo al medioambiente, sino que también tendrá un intenso impacto económico, como es el de notables escaseces de alimento y de agua. La conclusión es que, sin la reducción de estos gases de efecto invernadero, nuestro planeta enfrenta un serio peligro en el siglo XXI”.

Lucy Jones, la sismóloga que sirve como asesora científica en la misión para la reducción de riesgos de amenazas naturales del Departamento de Topografía Geológica de EE.UU. y quien ha dedicado su carrera a estudiar desastres sísmicos y cómo estos alteran la sociedad, explicó durante el panel sobre impacto regional cómo había pasado la última década valiéndose de la ciencia de los riesgos para buscar los modos de mejorar la resistencia de una comunidad a los desastres naturales.

“La misma primera predicción del cambio climático es un aumento de los fenómenos extremos; cuando uno pone más energía en la atmósfera, hay más energía para crear tormentas que retengan el agua”, dijo Jones, miembro de la iglesia episcopal de Santiago Apóstol [St. James] en Pasadena del Sur, California.

Fue hace 20 años, durante una reunión, que Jones oyó hablar por primera vez de cambio climático; en ese tiempo se predijo un aumento en los desastres naturales, que resultó cierto.

“Las pérdidas que se espera provengan de los desastres meteorológicos inducidos por el cambio climático empequeñecen todos los otros desastres que pudiéramos enfrentar”, dijo Jones. “Y si queremos ser resistentes, tenemos que ser resistentes a todo lo que la tierra nos trae. Y nuestras acciones a través del cambio climático han acrecentado esos desastres”.

Lucy Jones, sismóloga del Departamento de Topografía Geológica de EE.UU. e investigadora visitante asociada del Laboratorio Sismológico del Instituto Tecnológico de California, y Princess Daazhraii Johnson, ex directora ejecutiva del Comité Directivo Gwich’in, conversan sobre los impactos regionales del cambio climático en un panel moderado por Fritz Coleman, meteorólogo local. Foto de Lynette Wilson/ENS.

Lucy Jones, sismóloga del Departamento de Topografía Geológica de EE.UU. e investigadora visitante asociada del Laboratorio Sismológico del Instituto Tecnológico de California, y Princess Daazhraii Johnson, ex directora ejecutiva del Comité Directivo Gwich’in, conversan sobre los impactos regionales del cambio climático en un panel moderado por Fritz Coleman, meteorólogo local. Foto de Lynette Wilson/ENS.

En una zona costera propensa a la erosión o la inundación, por ejemplo, cuando encima de eso tiene lugar una gran tormenta o un incendio forestal, es cuando el sistema cambia, cuando las especies son barridas y el sistema ecológico no puede recuperarse, dijo ella.

“De manera que vemos desastres y acontecimientos extremos como el mecanismo de los cambios significativos que van a ocurrir según el cambio climático cambia nuestro mundo”, dijo Jones.

La población indígena de Alaska ya ha comenzado a experimentar importantes cambios en su ambiente natural, explicó Princess Daazhraii Johnson, quien creció en una aldea del Ártico, en el extremo sur del Refugio Nacional de la Vida Salvaje del Ártico.

“El Ártico es uno de los lugares del planeta que se está entibiando más rápidamente en el planeta y estamos viendo derretirse las capas de hielo, nuestros glaciares están desapareciendo, la costra congelada se está derritiendo, la costa se está erosionando”, dijo Johnson. Ya tenemos a comunidades enteras que deben ser relocalizadas”.

Alaska y el Ártico, subrayó ella, están experimentando los mismos cambios relacionados con el clima que otros lugares. “Pero la intensidad en que los estamos experimentando es muy grande, es masiva”.

En enero, el presidente de EE.UU. Barack Obama prometió pedirle al Congreso que designara más de 4,5 millones de hectáreas, de las 7,6 millones que constituyen el Refugio Nacional de la Vida Salvaje del Ártico, como zona protegida. Si el Congreso lo aprueba, la zona se convertiría en la mayor zona virgen protegida desde la aprobación de la Ley de Tierras Vírgenes en 1964. Las comunidades religiosas le dieron las gracias a Obama por tomar medidas que “representan un paso decisivo en la protección de una parte sagrada de la creación de Dios, y le damos gracias por trabajar por salvaguardar este tesoro nacional”.

La designación de zona virgen también protegería los derechos culturales y de subsistencia de los gwich’in [o kutchin], un pueblo indígena alaskeño que depende del caribú puercoespín del refugio para sobrevivir.

La Iglesia Episcopal en su 77ª. Convención General en 2012 aprobó una legislación en la que decía “que estaba en solidaridad con esas comunidades que llevan el peso del cambio climático global”, entre ellas los pueblos indígenas y las personas marginadas y socialmente excluidas del mundo entero.

Algunos de los cambios que han ocurrido en la tierra, dijo Jones, la sismóloga, no son reversibles y estamos viendo cambios en los patrones atmosféricos y oceánicos, pero en último término la sociedad debe hacer las preguntas correctas.

“Usted reúne a un grupo de científicos y discutiremos entre nosotros… y es un momento clave cuando un grupo de científicos deja de discutir, y hemos dejado de discutir respecto a sí el cambio climático está ocurriendo”, dijo ella, añadiendo que discutirán sobre lo que es el ciclo del milenio versus lo que es actividad humana, pero estarán de acuerdo en que [el cambio climático] tiene lugar.

Fuera de la comunidad investigadora, dijo también ella, la pregunta debería de ser: ¿las acciones que realizamos afectan?” Y la respuesta, dijo ella, es simple: “sí. Cuando prendes un fuego y cuando arrancas un auto, estás poniendo dióxido de carbono en la atmósfera… La población humana ha crecido exponencialmente y, por tanto, el número de personas que hacen eso ha aumentado exponencialmente”.

Como dijera Jefferts Schori en su discurso de apertura: “los científicos han estado estudiando las repercusiones humanas en nuestra biosfera global durante décadas, y hoy existe un claro consenso acerca de los efectos de estos gases sobre la temperatura media del planeta. Hay unas pocas voces que insisten que esto es sólo una ‘variación natural’, pero los datos no mienten. Esas voces con frecuencia están motivadas por la codicia e intereses políticos personales, y a veces por obstinada ceguera.

“La tradición judeocristiana siempre ha considerado pecaminosas esas motivaciones. Es decididamente erróneo utilizar recursos, que han sido dados a nuestro cuidado colectivo, de una manera que disminuya la capacidad de otros de participar de la vida abundante. Es igualmente erróneo dejar de usar los recursos de la memoria, la razón y el talento para discernir lo que está pasando en el mundo que nos rodea. Tradicionalmente eso se ha llamado pecado de omisión”.

Pasando al segundo panel, Coleman preguntó por qué el cambio climático es un problema moral, a lo cual Mary D. Nichols, quien durante años ha trabajado sobre la calidad del aire y es miembro de la iglesia episcopal de Santiago en la Ciudad [St. James in the City] respondió: los seres humanos son la causa principal de los exagerados efectos que estamos viendo en nuestro planeta y por tanto nos incumbe asumir la responsabilidad de eso y tomar medidas.

“Es un problema moral, creo yo, porque cuando pensamos en las cosas desde el punto de vista moral, eso tiende a sacarnos un poquito de nuestro elemento, y tenemos que trascender nuestro elemento cotidiano a fin de hacer algunas cosas que puedan parecer difíciles”.

Si uno mira a cualquier tradición religiosa, añadió Nichols, cada una tiene un elemento que reconoce la humanidad como sujeta a Dios, no lo contrario.

“En verdad, como episcopal yo puedo encontrar citas tocante a huertos y mayordomía y cosas por el estilo… y por tanto cuando hacemos algo que altera masivamente la creación de Dios, y el plan de Dios para nosotros, tenemos una obligación moral de hacer algo al respecto [para enmendarlo]”, afirmó ella. “Aunque esta manera de hablar incomode a algunas personas”.

El evento, dijo Coleman, resultó muy prometedor, no sólo para la Iglesia Episcopal en su enfoque progresista, sino que en su discurso la Obispa Primada elevó [el nivel] del debate, de un debate religioso a un debate humano.

“Creo que es maravilloso que la Iglesia Episcopal haya estado a la vanguardia de estos debates abiertos a todos en la Internet. Lo que resulta desconcertante es que, en general, todas las fes se hayan mostrado tan tímidas respecto a abordar este asunto, públicamente y hasta este punto”, afirmó él.

Coleman especuló que podría ser porque los líderes religiosos mismos están inmersos también en la política.

“Hemos estado alzando nuestra voz, la Iglesia Episcopal está trabajando arduamente”, dijo el obispo Marc Andrus, como resulta evidente de las medidas que se están tomando en la Diócesis de Los Ángeles respecto a la justicia alimentaria, y la participación de la Diócesis de California en Energía y Luz Interreligiosas, una coalición religiosa que hace campaña sobre el tema del cambio climático. “Pero la Iglesia perdió el gran púlpito en algún momento de los años sesenta [del pasado siglo] y muchísimas cosas cambiaron”.

Pero, agregó él, hay alguna inmoralidad en esto y los medios de prensa se han visto involucrados.

“Los medios tienen muchísimo que responder; están moldeando la historia”, dijo, citando a Chris Hayes, periodista de MSNBC, que dijo recientemente que es hora de dejar de decir que todo es equilibrado.

Si alguien que niega el cambio climático aspira a un cargo político, en lugar de citar al 1 por ciento de los científicos que puede apoyar ese punto de vista, sería más preciso decir: “esta persona niega el cambio climático a pesar de las pruebas, y eso es lo que dice Chris”, expresó Andrus.

“Y además, debemos contar con nuestra propia voz”, afirmó. “La iglesia no debe, en mi opinión, depender completamente o concederle la última palabra a personas a quienes les pagan por hacer anuncios publicitarios, sino más bien adquirir nuestra propia voz profética y divulgar nuestras propias historias”.

Para más información sobre recuperar el cambio climático como un asunto moral, busque un artículo relacionado en la edición del 30 de marzo de Episcopal News Service, como parte de los 30 días de Acción.

– Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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