Agrupaciones de Tierra Santa allanan el camino de la paz con el esfuerzo y la confianza compartidos

Por Matthew Davies
Posted Mar 23, 2015

[Episcopal News Service] Puede ser un cliché decir que el agua no conoce fronteras, pero para Elizabeth Koch-Ya’ari, navegar la corriente de la ecología y la pacificación es reunir a ambientalistas israelíes, palestinos y jordanos —personas de diferentes religiones de las comunidades vecinas— para movilizar y crear amistades en torno a una fuente de vida común.

Como coordinadora de un proyecto con EcoPaz en el Oriente Medio [EcoPeace Middle East] Koch-Ya’ari encabeza una campaña para rehabilitar el río Jordán. El río, que alguna vez fuera una fuente de agua limpia a través de Tierra Santa, se ha contaminado por el derrame de aguas negras sin tratar y la sequía durante los últimos 50 años.

EcoPeace Middle East reúne a israelíes, jordanos y palestinos en el bajo Jordán para el “Gran Salto”, un evento para crear conciencia de los empeños en pro de la restauración del río. Foto de EcoPeace Middle East.

EcoPeace Middle East reúne a israelíes, jordanos y palestinos en el bajo Jordán para el “Gran Salto”, un evento para crear conciencia de los empeños en pro de la restauración del río. Foto de EcoPeace Middle East.

“Nos juntamos y usamos el medioambiente como una plataforma para la edificación de la paz”, dijo Koch-Ya’ari a Episcopal News Service luego de una presentación en Tel Aviv en enero, cuando ella se reunió con una delegación interreligiosa de Estados Unidos que visitaba la región en peregrinación.

“Es una asombrosa oportunidad para adentrarnos en la comprensión de estas diferentes comunidades limítrofes, que comparten los mismos recursos hidráulicos, que comparten el mismo medioambiente”, afirmó. “En esta zona del mundo, el agua puede juntarnos, porque el agua no ve todos estos muros y fronteras que hemos puesto entre unos y otros”.

El río Jordán tiene una gran significación para el judaísmo, el cristianismo y el islam, por ser el sitio donde los israelitas entraron en la Tierra Prometida, donde Juan el Bautista bautizó a Jesús y donde el profeta Mahoma pronosticó un evento que sucedería años más tarde.

EcoPeace ha creado un repertorio de materiales para comunidades judías, cristianas y musulmanas, llamado Agua y ecología en el río Jordán, al objeto de alentar la instrucción de carácter religioso y el compromiso en torno al problema del agua.

“La realidad es que muchas personas que viven a lo largo del río Jordán no experimentan sus beneficios. En muchas partes su corriente está sucia, contaminada [y] desaparece en las estaciones secas del año”, dijo a ENS la obispa primada de la Iglesia Episcopal Katharine Jefferts Schori, una de las colíderes de la peregrinación, al tiempo de visitar el Sitio Bautismal de Yardenit, junto al río Jordán, en la región de Galilea, en el norte de Israel.

“La labor del instituto EcoPeace es reunir a personas de ambas márgenes del río, de diferentes tradiciones religiosas en comunidades vecinas, para abogar y trabajar en pro del mejoramiento de la situación del agua, para entender las necesidades mutuas, y para que lleguen a entenderse unos a otros como amigos al hacer esa obra”, dijo ella. “Ciertamente es una obra de pacificación”.

El Rdo. John Kitagawa, rector de la iglesia episcopal de San Felipe de las Colinas [St. Philip’s in-the-Hills] en Tucson, Arizona, y participante de la peregrinación, dijo que la desaparición del río Jordán sería trágica. No sólo significa mucho para las vidas de las personas en ambas márgenes del río Jordán, subrayó, sino que “es profundamente importante para nuestra fe. No es posible leer las Escrituras sin encontrar toda clase de referencias al río Jordán”.

Kitagawa dijo que hay muchísimas [situaciones] paralelas en Estados Unidos, donde abundan los problemas de agua.

“Yo vivo en el desierto del sur de Arizona. Nuestros manantiales subterráneos están básicamente exhaustos. Tenemos que importar agua del río Colorado, de manera que la misma substancia de la vida está en peligro”, dijo. “Pero no es sólo aquellos de nosotros que vivimos en el desierto. Estoy viendo cada vez más a personas que tienen que lidiar con problemas de fracturación hidráulica en sus zonas y cómo esto afecta las aguas subterráneas. La explotación del carbón y otras formas de minería tienen mucho que ver con la contaminación del agua, y los granjeros están enfrentándose con crecientes problemas de sequía debido al calentamiento global. El agua es un tema constante en torno nuestro. Tenemos muchísimo en común y sólo necesitamos resolver cómo entender nuestras raíces comunes, y una de esas raíces comunes es nuestra responsabilidad como mayordomos de la creación de Dios”.

“Las comunidades a través de esta región comparten muchas cosas”, dijo Koch-Ya’ari refiriéndose a Tierra Santa. “El agua es una parte fundamental de la vida y al juntarnos para rehabilitar las corrientes de agua que compartimos, como es la parte baja del río Jordán, ganamos muchísimo, no sólo en beneficio del medio ambiente, sino también para aprender los unos de los otros, acerca de nuestras diferentes comunidades de fe y acerca de cómo podemos ayudarnos mutuamente [y] a nuestros ecosistemas compartidos”.

Koch-Ya’ari es una de una serie de líderes de iniciativas de base en Tierra Santa con quienes la delegación interreligiosa de EE.UU. se reunió durante su peregrinación del 18 al 27 de enero.

Ella y otros líderes de base están seguros de que iniciativas de este tipo serán fundamentales para crear confianza y romper las barreras, lo cual garantizará una paz duradera en la región mucho después de que los políticos lleguen a cualquier clase de acuerdo. Sin embargo, las probabilidades de una reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos parecen complicadas, en el mejor de los casos, después de un año que ha sido testigo del colapso de las conversaciones de paz mediadas por el secretario de Estado de EE.UU. John Kerry, una guerra devastadora entre Israel y el movimiento palestino Hamás en la Franja de Gaza, y una serie de acciones y declaraciones de parte de los líderes israelíes y palestinos que tanto reflejan como contribuyen a un clima que causa divisiones.

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, cuyo Partido Likud resultó vencedor en las elecciones parlamentarias del pasado martes, dio el último ejemplo de una retórica políticamente cargada esta semana, al declarar, el día antes de las elecciones, que no habría ningún Estado palestino bajo su liderazgo. Anteriormente, Netanyahu había apoyado consecuentemente una solución con dos estados, incluida en el contexto de negociaciones con los palestinos. No resulta claro lo que podría significar la declaración del Primer Ministro esta semana, en el contexto de unas elecciones polémicas y sorprendentemente reñidas, para el futuro del proceso de paz para las propias relaciones de Netanyahu con decisivos partidarios internacionales de una solución con dos estados, incluido el gobierno de Estados Unidos.

Lior Frankiensztajn, del Programa de Negociación Shades, le habla a miembros de la peregrinación interreligiosa de EE.UU. que visitaron Tierra Santa en enero. Foto de Matthew Davies/ENS

Lior Frankiensztajn, del Programa de Negociación Shades, le habla a miembros de la peregrinación interreligiosa de EE.UU. que visitaron Tierra Santa en enero. Foto de Matthew Davies/ENS

Volviendo a enero, el grupo interreligioso oyó el testimonio de cómo el mundo de Lior Frankiensztajn cambió hace unos cuantos años luego de que recibiera en su casa a un palestino durante dos meses. Él logró aprender muchas cosas acerca de sí mismo y de sus raíces, pero lo más importante, vio “como la realidad se contempla desde una perspectiva diferente”, le dijo a los peregrinos interreligiosos luego de un almuerzo en un restaurante en Tel Aviv. Desafortunadamente, “los políticos manejan las relaciones, lo cual limita las oportunidades para el progreso… Debe haber un enfoque distinto para el diseño de políticas, para la educación”.

Fue esta manera de pensar la que llevó a Frankiensztajn a lanzar el Programa de Negociación Shades, que crea oportunidades de que políticos, educadores y otros líderes palestinos e israelíes se reúnan y compartan con sus homólogos. El programa está auspiciado por la Universidad de Harvard y es financiado en parte por el Departamento de Estado de EE.UU.

Reconociendo que es fácil captar a los conversos, Frankiensztajn dijo que Shades intenta identificar los obstáculos, las áreas que requieren mayor atención en ayudar a la gente “a convertirse en mejores negociadores, mejores comunicadores mediante esta experiencia [y] realmente lograr entender los matices y la cultura de la otra parte”. Crear confianza, añadió él, es una parte fundamental del proceso de paz.

Azhar Azeez, presidente de la Sociedad Islámica de América del Norte y miembro de la peregrinación, respondió a la presentación de Frankiensztajn con aliento y felicitaciones por sus esfuerzos a favor de la paz. “Puedo ver cómo este empeño traerá un cambio positivo y una esperanza”, dijo.

La peregrinación interreligiosa de 15 miembros fue codirigida por Jefferts Schori; el rabino Steve Gutow, presidente del Consejo Judío para las Relaciones Públicas; y Sayyid Syeed, director nacional de alianzas interreligiosas y comunitarias de la Sociedad Islámica de América del Norte.

La visita se planeó en respuesta a la Resolución B019, aprobada por la Convención General de la Iglesia Episcopal de 2012, que pidió una inversión positiva y un compromiso con la región y que recomendó que la Obispa Primada organizara una peregrinación interreligiosa modelo con múltiples narrativas. Esa resolución reiteraba el antiguo compromiso de la Iglesia Episcopal con una solución negociada de dos estados, en la cual un seguro y universalmente reconocido Estado de Israel coexista con un Estado, libre, viable y seguro, para el pueblo palestino”.

“Sólo cuando las personas en el terreno alcen su voz y digan ‘basta ya’, la posibilidad de la paz y la justicia irrumpirán en la problemática relación entre los palestinos y los israelíes” dijo Gutow. “Cuando nos reunimos con grupos como Shades, Roots y EcoPeace, sabemos que la trayectoria a la resolución y la reconciliación no es sólo posible, sino que es eminentemente factible”.

La obispa primada de la Iglesia Episcopal Katharine Jefferts Schori y el rabino Hanan Schlesinger se saludan al tiempo que los miembros de la peregrinación interreligiosa llegan a Gush Etzion para saber más acerca de la labor de Roots. Foto de Matthew Davies/ENS.

La obispa primada de la Iglesia Episcopal Katharine Jefferts Schori y el rabino Hanan Schlesinger se saludan al tiempo que los miembros de la peregrinación interreligiosa llegan a Gush Etzion para saber más acerca de la labor de Roots. Foto de Matthew Davies/ENS.

La agrupación Raíces [Roots] reúne a colonos israelíes en Bush Etzion con palestinos de las aldeas cercanas para promover el diálogo y cimentar la confianza como una senda hacia la paz. El liderazgo de Roots cree que es imperativo para las comunidades echar a un lado el atrincheramiento político, las acciones y la retórica divisionistas a fin de comenzar a sembrar las semillas necesarias para que se afiance un definitivo acuerdo de paz.

El rabino Hanan Schlesinger dijo a los líderes interreligiosos que Roots ha transformado la manera que él tenía de ver el mundo.

Hace un año, a invitación de un amigo, Schlesinger salió de su casa y caminó apenas 20 minutos a través de campos y viñedos árabes para llegar al pedazo de tierra donde los peregrinos interreligiosos se reunían ahora para escuchar su historia. Dijo que él corazón le latía apresuradamente cuando entró en el complejo donde aproximadamente 25 judíos y 25 palestinos conversaban.

Schlesinger, coordinador en la actualidad de un proyecto de Roots, había crecido con temor de los palestinos que vivían cerca de su aldea.

“No tenemos conexiones de ninguna clase con el otro lado. Los periódicos son diferentes, las estaciones de radio son diferentes, las casas de culto son diferentes, compramos en tiendas diferentes, tenemos diferentes sistemas de enseñanza. No tenemos ningún contacto en absoluto. Nos cruzamos en las carreteras y no sabemos quién conduce el auto”, dijo. “Cuando tienes esa situación de distancia, tienes miedo y tienes sospechas y tienes odio”.

Pero a través de las conversaciones que él sostuvo durante esa reunión hace un año, llegó a entender que los palestinos que habían sido sus vecinos durante todos esos años también habían vivido con temor de él. “Nunca había pensado en eso antes. Nos temíamos mutuamente”, dijo. Por primera vez en su vida, contó Schlesinger, él le estaba hablando “al otro” como a un igual.

De izquierda a derecha, los coordinadores del proyecto Roots, Ali Abu Awwad, el rabino Hanan Schlesinger y Shaul Judelman escuchan para responder a los miembros de la peregrinación interreligiosa de EE.UU. que visitaron Gush Etzion en enero. Foto de Matthew Davies/ENS.

De izquierda a derecha, los coordinadores del proyecto Roots, Ali Abu Awwad, el rabino Hanan Schlesinger y Shaul Judelman escuchan para responder a los miembros de la peregrinación interreligiosa de EE.UU. que visitaron Gush Etzion en enero. Foto de Matthew Davies/ENS.

El palestino Ali Abu Awwad, un cofundador de Roots, estaba en la reunión y compartió la historia de su vida con el grupo. “Era la primera vez en mi vida que yo oía [un testimonio de] la vida desde una perspectiva palestina, y él habló sin rencor, sin odio, y hablamos acerca de su vida”, dijo Schlesinger. “Era realmente difícil escuchar y sentía que estaba siendo atacado personalmente al oír una narrativa tan diferente a la mía. Pero, por diferente que fuera de mi narrativa, no era falsa. Yo no oí mentiras. Oí que él estaba tomando los bloques de historia y de la vida como yo los conozco y ordenándolos en un relato completamente diferente, pero su historia tenía sentido. Y ahora yo me veo en la historia de Ali. Y aunque él no lo dijo, en su historia yo me veo como el opresor. Eso inició un proceso de reconsideración.

Awwad, que se crió en una familia muy politizada y que cumplió condena como preso político, dijo que hay muchos diseñadores de conflicto en ambas partes y que “somos buenos en esta competencia de quien sufre más… Pero cuando se trata de soluciones, perdemos el valor, porque actuamos como víctimas. Las víctimas nunca serán capaces de resolver sus propios conflictos si son los prisioneros de su dolor… El precio de esta guerra ha llegado a ser más fácil que el precio de la paz. Debemos encontrar un medio donde la gente pueda servir a Dios y no perder su humanidad. Juntos podemos marcar la diferencia”.

Shaul Judelman, un coordinador del proyecto Raíces que ha vivido en Gush Etzion durante los últimos 13 años, dijo: “sabemos que hay un gran desacuerdo en muchos asuntos —acerca de los hechos del pasado e incluso acerca de la realidad del presente— pero creemos que el diálogo efectivo es el lugar seguro para el debate y para una comprensión más profunda. Es en este espacio que pueden construirse las soluciones”.

Gutow dijo que Raíces “nos enseña… que los políticos tradicionales oprimen los sueños intrínsecos de las personas de carne y hueso que viven en la tierra.

“Debemos apoyar a los que pueden comprender y hablar con integridad sobre las discrepantes narrativas de las personas normales que levantan sus hogares aquí”, añadió Gutow. “Debemos proporcionarles las plataformas y la ayuda económica y la validez que necesitan para tener éxito. La labor de nuestra peregrinación es servir como testigos interreligiosos de las verdades de ambas partes y ayudar a las personas buenas y nobles que habitan allí a encontrar la paz y la integridad y la calma que tanto desean y tanto merecen”.

Reflexionando sobre la peregrinación, Jefferts Schori dijo a Episcopal News Service que “los tipos de empeños pacificadores de base que hemos visto en la Tierra del Bendito se centran, todos ellos, en la creación de relaciones [No obstante] la triste realidad es que palestinos e israelíes viven vidas casi completamente separadas. La mayoría nunca se encuentra en tiendas de víveres, en escuelas o en la vida cívica… Ese encuentro humano es esencial para humanizar ‘al otro’. Las tradiciones de la fe abrahámica hablan de encontrar la imagen de Dios, la divina capacidad creadora que es parte de nuestra naturaleza”.

Ella afirmó que se sentía estimulada por “la voluntad de pasar por encima de fronteras, de divisiones físicas, así como de sospechas, dudas y temores” y lo definió como “el terreno en el cual la paz comienza a brotar… El ensuciarse las manos juntos crea vínculos que son más profundos que nuestros prejuicios conscientes. Los vínculos nacidos del trabajo compartido perdurarán, e invitarán a otros a venir y ver, a ser un poquito vulnerables, a fin de ver que la recuperación podría ser posible”.

— Matthew Davies es redactor y reportero de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.