Misioneros episcopales promueven asociaciones globales y profundizan la Comunión

Por Matthew Davies
Posted Feb 19, 2015

[Episcopal News Service] Mientras la Iglesia Episcopal se prepara para conmemorar, el 15 de febrero, el Domingo de la Misión Mundial, el siguiente artículo contempla algunos de los tesoros de su programa misionero. El propósito del Domingo de la Misión Mundial es centrarse en el impacto global del llamado del Pacto Bautismal a “buscar y servir a Cristo en todas las personas” (Libro de Oración Común, p. 225) y crear conciencia de las muchas formas en que la Iglesia Episcopal participa de la misión de Dios en el mundo. El recién publicado Informe a la Iglesia detalla la obra de la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera en coordinar y apoyar a los misioneros de la Iglesia Episcopal que prestan servicios a través del mundo.

Natalie Finstad, misionera de la Iglesia Episcopal que presta servicios en Kenia, ayuda a sembrar plantones en un evento de liderazgo de jóvenes adultos con una de las organizaciones asociadas de Tatua Kenya, El hogar infantil Nyumba ya Tumaini en Nairobi. Foto de Tatua Kenya.

Natalie Finstad, misionera de la Iglesia Episcopal que presta servicios en Kenia, ayuda a sembrar plantones en un evento de liderazgo de jóvenes adultos con una de las organizaciones asociadas de Tatua Kenya, El hogar infantil Nyumba ya Tumaini en Nairobi. Foto de Tatua Kenya.

Varios años de servicio como misionera de la Iglesia Episcopal enseñaron a Natalie Finstad que la restauración y el cambio sólo ocurren realmente en el contexto de la comunidad y que “no podemos empezar a reconocer quienes están en Dios sin la presencia de la comunidad”.

Las relaciones mutuas “nos invitan a una comprensión más profunda de quienes somos”, le dijo ella a ENS poco después de regresar a EE.UU. luego de cuatro años de vivir en Kenia, donde estableció el programa Tatua Kenya para formar líderes y organizadores comunitarios en África Oriental que se conviertan en agentes de cambio.

Y para Finstad, de 30 años, ser misionera significa una profundización de asociaciones, “mantenimiento de las relaciones adecuadas… edificación del reino de Dios”.

Finstad es una de los miles de misioneros episcopales que, a lo largo de varias décadas, han escogido abrazar la experiencia transformadora de hacer vida común con una comunidad, con frecuencia distante —tanto geográfica como culturalmente— de la propia.

Aunque ella se fue de Kenia, su obra misionera sigue viva a través de Tatua Kenya, que ahora la dirigen localmente líderes comunitarios que se han comprometido con un futuro sostenible [para la institución].

El atravesar fronteras culturales, crear asociaciones y participar local y globalmente en la misión de Dios es el núcleo mismo del programa misionero de la Iglesia Episcopal, que “ofrece a los individuos una oportunidad de ser agentes de Jesús en el mundo. Luego, a través de nuestros relatos, ofrece a otros una oportunidad de ver cómo pueden participar”, dijo Finstad.

“Necesitamos oportunidades de participación. El programa me abrió vías para que yo contara la historia…y para crear hermosas relaciones”, añadió. “Ni siquiera podría decir quién soy sin esa experiencia en Kenia. Ni siquiera podría comenzar a separar mi yo de lo que he aprendido allí. El resto de mi vida será una demostración de gratitud por esa experiencia: confío en ello”.

El Rdo. David Copley, funcionario encargado del personal en misión en la Iglesia Episcopal, dice que es difícil “cuantificar el éxito de nuestros misioneros porque la premisa básica siempre es fortalecer las relaciones con nuestros asociados”. Pero, añadió, algunas de las mayores historias de éxito pueden hallarse “en los programas que continúan cuando la presencia de los misioneros termina”.

Natalie Finstad, misionera de la Iglesia Episcopal, asiste al almuerzo de una campaña para lograr que los niños regresen a la escuela en Kenia. Foto de Tatua Kenya.

Natalie Finstad, misionera de la Iglesia Episcopal, asiste al almuerzo de una campaña para lograr que los niños regresen a la escuela en Kenia. Foto de Tatua Kenya.

A través de Tatua Kenya, por ejemplo, Finstad tuvo la oportunidad de encontrar soluciones eficaces y sostenibles para la pobreza en Kenia, mediante la formación de un liderazgo local y estimulando la participación comunitaria, en lugar de dirigirse a las fuentes de financiación extranjeras. El proyecto ahora ofrece una beca de dos años a líderes locales para aprender destrezas de organización comunitaria y la utilización de esas destrezas para lanzar iniciativas de dirección local que mejoren la subsistencia y reduzcan la dependencia dentro de sus comunidades.

“Rara vez vemos misioneros que estén en una ubicación de largo plazo durante toda su carrera”, dijo Copley, reconociendo la importancia de programas que potencien a la comunidad local. “Esto puede verse también con el ministerio del Rdo. Zach Drennen, que comenzó con un programa de becas para estudiantes de secundaria en Kenia con fondos que provenían fundamentalmente de Estados Unidos. Su programa recibe ahora el 50 por cientos de sus fondos de fuentes locales y él espera contratar un nuevo director local para el programa y abandonar el papel que desempeña allí”.

El programa misionero de la Iglesia Episcopal, que es administrado por la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera [DFMS], auspicia y apoya actualmente a 47 misioneros adultos que ejercen varios desempeños, tales como médicos, enfermeros, maestros, contadores, agricultores, técnicos en computadora, administradores, teólogos y comunicadores.

Los misioneros son laicos y ordenados, jóvenes y viejos, y sirven “como representantes de nuestra comunidad que cruza las fronteras culturales para participar en la misión de Dios a que son llamados a responder nuestros hermanos y hermanas en otras partes de la Comunión Anglicana”, dice Copley.

Durante los últimos dos años, el programa del Cuerpo de Servicio de Jóvenes Adultos ha tomado un nuevo hálito de vida, con 45 misioneros, con edades de 21 a 30 años, que sirven en una amplia diversidad de papeles y contextos.

El presupuesto 2013-2015 aprobado por la Convención General asignó $1 millón para poner “una experiencia misionera a disposición de todos los jóvenes episcopales a través de programas tales como el Cuerpo de Servicio de Jóvenes Adultos para la experiencia de un año de receso entre la escuela secundaria y la universidad o un empleo”.

Esa asignación es parte del modo en que la Sociedad Misionera Nacional y Extranjera responde a la tercera Marca de la Misión, que llama a los miembros de la Comunión Anglicana a responder a las necesidades humanas en amoroso servicio.

El recién publicado Informe a la Iglesia, reveló detalles de la labor con respaldo presupuestario de la DFMS en el trienio actual hasta la fecha, incluidas la labor en lo concerniente a la Tercera Marca en las páginas 44-55.

La Convención estructuró el actual presupuesto trienal en torno a las Cinco Marcas de la Misión de la Comunión Anglicana y proporcionó importantes sumas no asignadas para nuevas obras en torno a cada una de las marcas de la misión. La intención era que el trabajo resultante se hiciera en nuevas asociaciones de colaboración con diócesis, congregaciones y otras organizaciones episcopales. La DFMS ha proporcionado el dinero inicial o subvenciones compartidas [o complementarias] o ambas cosas así como el apoyo y la experiencia de su personal para la nueva obra.

El grupo de 2013 de 28 misioneros fue el de mayor número de voluntarios del YASC hasta el presente, incluidos tres que reingresaban y dos que representaban a la IX Provincia de la Iglesia (diócesis en el Caribe y en Centro y Sudamérica) por primera vez en el programa.

Para el año próximo, habrá un récord de 42 jóvenes adultos en representación de 25 diócesis, un cuarto de los cuales son personas de color, que han solicitado servir en el programa.

Will Bryant, misionero de Cuerpo de Servicio de Jóvenes Adultos de la Diócesis Episcopal de Carolina del Norte Occidental, posa para una foto con un marinero y amigo durante su año de servicio con la Misión a los Marinos en Hong Kong.

Will Bryant, misionero de Cuerpo de Servicio de Jóvenes Adultos de la Diócesis Episcopal de Carolina del Norte Occidental, posa para una foto con un marinero y amigo durante su año de servicio con la Misión a los Marinos en Hong Kong.

“Cuando me alisté por primera vez en el YASC, no tenía la menor idea de cuanto cambiaría mi vida¨, dijo Will Bryant de la Diócesis de Carolina del Norte Occidental, que pasó su primer año como misionero del YASC trabajando con la Misión a los Marinos en Hong Kong y que está pasando su segundo año en el Centro de Refugiados Joel Nafuma en Roma.

“En mis dos años con el programa he crecido espiritual y mentalmente de una manera que nunca habría imaginado”, le dijo a ENS.

Bryant señaló que sus experiencias con el programa del YASC le habían ayudado a darse cuenta de que “si eres un refugiado afgano, un marino filipino o un misionero norteamericano, todos estamos en busca de lo mismo: un lugar cómodo y seguro al que llamar hogar, un empleo que sostenga a nuestras familias y a nuestra comunidad, y una conexión más profunda con nuestro creador.

A través del programa misionero, varias relaciones con otras provincias anglicanas han seguido profundizándose y floreciendo.

La asociación entre la Iglesia Episcopal y la Iglesia Anglicana de África del Sur, por ejemplo, se remonta a varias décadas. La misionera adulta a largo plazo Jenny McConnachie ha dedicado su vida a los más pobres de los pobres. Ella y su difunto marido Chris se mudaron de Carolina del Norte a Eastern Cape en Sudáfrica a principios de 1980. Juntos establecieron la Misión Médica Africana, robusteciendo las comunidades más vulnerables a través de su compromiso y su servicio compasivo.

Durante la última década esa asociación ha visto a varios miembros del YASC dirigirse a Sudáfrica para desempeñar papeles docentes y en el terreno de la atención sanitaria, así como en el del desarrollo comunitario y en el administrativo.

Copley recibió una carta del arzobispo de Ciudad del Cabo Thabo Makgoba en que le decía cuanto había beneficiado el programa del YASC a la Iglesia Anglicana de África del Sur “y cómo él ve a los jóvenes adultos creciendo en su ministerio y destacando la mutualidad de la misión”.

Makgoba, hablando con Episcopal News Service, dijo que todos los misioneros jóvenes adultos “se caracterizan por un valor fundamental: son generosos en dar de su energía y de su conocimiento. Muestran el valor esencial del Ubuntu”, una palabra zulú/xhosa que describe la identidad humana como formada a través de la comunidad y que incluye un sentido de cuidar, compartir y estar en armonía con toda la creación.

“Mi oración es que esta asociación debe crecer de fortaleza en fortaleza”, añadió Makgoba. “Espero que aquellos que vienen a Sudáfrica se sientan tan motivados por Sudáfrica que formen parte de nuestra humanidad. Este es un programa inapreciable como parte esencial de la misión y ministerio nuestros en África del Sur. Como cristianos debemos luchar por estar anclados en el amor de Cristo y comprometidos con su misión y ministerio y con la transformación de las sociedades de manera que reflejen el amor de Cristo y que también puedan ser investidas de poder para dar a conocer a Cristo en sus propios contextos”.

Copley dijo que la Iglesia en las Filipinas, que comenzó a recibir misioneros del YASC en 2012, ha reconocido también los beneficios de su presencia y ha expresado su compromiso en continuar la asociación.

Carlin van Schaik, de la Diócesis de Texas Noroccidental [o del Noroeste], se encuentra actualmente en su segundo año en el YASC trabajando con la Iglesia Episcopal en las Filipinas. Su [primer] año 2013-2014 en el YASC lo pasó en Seúl con el programa de la Iglesia Anglicana Hacia la Paz en Corea, que se centra en la ayuda humanitaria y en la educación a favor de la paz.

Natalie Finstad, misionera de la Iglesia Episcopal, se sienta y conversa con algunos niños en el Hogar Infantil Nyumba ya Tumaini, en Nairobi, una de las organizaciones asociadas de Tatua Kenya, Foto de Tatua Kenya.

Natalie Finstad, misionera de la Iglesia Episcopal, se sienta y conversa con algunos niños en el Hogar Infantil Nyumba ya Tumaini, en Nairobi, una de las organizaciones asociadas de Tatua Kenya, Foto de Tatua Kenya.

Hablando con ENS a sólo pocos meses después de su llegada a Corea del Sur, van Schaik dijo que la experiencia ya había “ampliado su visión del mundo. No tenía idea de cuán norteamericana yo era hasta que llegué. Escucho mucho más de lo que solía hacerlo, y tengo un sentido mucho mejor de la interconexión de las personas… Eso marcó en verdad una gran diferencia respecto a cómo veo el mundo y considero mis propias acciones ahora. Quiero ser capaz de vivir mucho más globalmente y mucho menos localmente que antes”.

El programa del YASC es “una oportunidad de aprender más acerca de ti mismo, de conocer a nuevas personas y no tener que pagar tus préstamos de estudiante durante un año”, añadió. “Uno se mantiene cambiando toda la vida, así que el programa del YASC es un buen lugar para empezar a practicar eso. Ha sido en verdad aleccionador”.

Copley resaltó una nueva iniciativa que ofrece actualmente la oficina del personal en misión de apoyar misioneros a corto plazo que puedan proporcionar destrezas específicas.

Por ejemplo, Jim y Mary Higbee y Sue Dauer estuvieron de visita en Kenia por sólo un mes en 2014 para ofrecer experiencia docente directa a la que le harán seguimiento en los próximos años.

La oficina de Copley también sigue trabajando con algunas diócesis episcopales para fortalecer sus relaciones de compañerismo y apoyar misiones a mediano plazo de adultos mayores así como de misioneros del YASC.

“Veo el servicio de misión como una vía de proporcionar experiencia técnica para facultar a otros y también como una avenida para fortalecer las relaciones de compañerismo a través de un ministerio de presencia”, agregó.

Jenny Korwan, que prestó servicio como misionera del YASC de 2012-13 trabajando con Finstad en Tatua Kenya, dice que ella siempre se considerará una misionera episcopal. “La sociedad y la cultura te dicen lo que es el misionero, pero la misión de la Iglesia se basa realmente en la relación y en compartir el amor de Cristo y el amor de Dios a través de lo que hacemos y de cómo actuamos. Unir iglesias y unir la comunidad de fe más allá e las culturas es una enorme parte de eso en que consiste ser un misionero”.

Para Finstad, que está actualmente en el proceso de discernimiento en la Diócesis de Massachusetts, su fe personal siempre le ha motivado su quehacer, el cual ella dice que consiste fundamentalmente en entablar relaciones y en laborar en pro de la reconciliación.

Pero su ministerio en Kenia ha cambiado su manera de ver la misión.

“Solía creer que la misión era algo que hacer o que cumplir, pero ahora estoy mucho más interesada con la misión que tiene que ver con restaurar” y con relaciones.

“No es nuestra responsabilidad curar al mundo —esa es la obra de Dios”, añadió. Sin embargo, nuestro mandato es honrar la presencia de Dios en toda la creación y cultivar una interpretación madura de lo que significa ser un hijo de Dios. Debemos invitar a todos nuestros hermanos y hermanas a unírsenos… en concebir cómo podríamos trabajar juntos para acercar el reino de Dios”.

Para más información acerca del programa misionero, diríjase al Rdo. David Copley, director del personal en misión, en dcopley@episcopalchurch.org. Para más información acerca del programa del YASC, diríjase a Elizabeth Boe, encargada de redes globales, en eboe@episcopalchurch.org.

A continuación aparecen los enlaces donde encontrar las historias en vídeo de ENS que destacan el ministerio de misioneros del YASC.

Un joven adulto…y un centro de refugiados en Roma

Una joven adulta…y una clínica sudafricana

Una joven adulta…y un archivo provincial

Una joven adulta…y una misión para obreros migrantes

Un joven adulto…y una misión para marinos

— Matthew Davies es redactor y reportero de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri