El Obispo Tengatenga habla sobre la fe, la controversia y la Comunión Anglicana

Por Mary Frances Schjonberg
Posted Dec 17, 2014

[Episcopal News Service – Charleston, Carolina del Sur] James Tengatenga, antiguo obispo de Malawi del Sur que preside actualmente el Consejo Consultivo Anglicano (CCA), dice que la Comunión Anglicana sigue estando en medio de dolorosos conflictos que han hecho que sus miembros “piensen acerca de lo que somos y por lo que estamos, y no sólo que piensen al respecto, sino que realmente aborden el tema y se comprometan con él”.

“De manera que uno espera que seamos más inteligentes respecto a nuestra fe y a nuestro ser”, dijo Tengatenga durante una entrevista reciente con Episcopal News Service.

Tengatenga también habló durante la entrevista acerca de la estructura e importancia del CCA (el organismo que diseña la política de la Comunión), la posibilidad de un Congreso Anglicano y las influencias [que él reconoce] en su vida religiosa.

ENS conversó con Tengatenga durante su visita a la 224ª. convención anual de la Iglesia Episcopal en Carolina del Sur y fue el predicador en la eucaristía de apertura de la convención.

A Tengatenga lo nombraron en mayo profesor visitante distinguido de Anglicanismo Global en la Escuela de Teología de la Universidad del Sur en Sewanee, Tennessee.

A continuación parece una transcripción editada del resto de la entrevista con ENS:

Como presidente del Consejo Consultivo Anglicano, ¿qué identifica como las prioridades de misión de la Comunión Anglicana en este momento?

La primera es sencillamente estar presente con la gente en sus circunstancias —dado todo el dolor, el odio, la guerra y las calamidades naturales que le ocurren al mundo en este momento—, ya sea mediante la oración o coordinando la labor de ayuda, ser la presencia de Cristo en el mundo de esa manera.

En segundo lugar, y resulta extraño ponerlo de segundo porque lo sostiene todo, la real proclamación del Evangelio verbalmente mediante la evangelización; representando continuamente el Evangelio para el pueblo de Dios y también llevando a las personas a Cristo porque esa es nuestra tarea, individualmente y como Comunión.

Y, obviamente, la reconciliación en esta década espléndida y controversial que atravesamos y también sencillamente reconciliándonos con nuestra propia humanidad [la cual] espero llegue a ser testimonio al mundo, con creación, con disparidad de riqueza, con disparidad ideológica. Hablamos acerca de una globalización que debería de resonar con catolicidad, pero así no sucede. La actual globalización es hegemónica de una ideología en particular. Por consiguiente, la misión de la Iglesia, creo yo, es reconciliar eso y hacer que la gente vuelva a Dios, a reconciliarse consigo misma, a reconciliarse con la naturaleza, a reconciliarse con el orden económico.

James Tengatenga, antiguo obispo de Malawi del Sur y presidente del Consejo Consultivo Anglicano, predica el 7 de noviembre de 2012 en la catedral de la Santa Trinidad, en Auckland, Nueva Zelanda, durante la eucaristía de clausura de la 15ª. reunión del CCA. Foto de Mary Frances Schjonberg/ENS.

James Tengatenga, antiguo obispo de Malawi del Sur y presidente del Consejo Consultivo Anglicano, predica el 7 de noviembre de 2012 en la catedral de la Santa Trinidad, en Auckland, Nueva Zelanda, durante la eucaristía de clausura de la 15ª. reunión del CCA. Foto de Mary Frances Schjonberg/ENS.

¿Cómo ha disfrutado este papel desde que se puso a la cabeza del CCA in 2009? Imagino que ha habido momentos de júbilo y de frustración.

La Iglesia de Dios vive a pesar de nuestras disensiones, malentendidos y divisiones. De manera que la alegría de ver a la Iglesia Católica activa en medio de todas las confusiones es inapreciable. Y también ya he tenido dos diferentes arzobispos [de Cantórbery] con dos estilos diferentes, cada uno de los cuales comprometido a conducir la Iglesia y el pueblo de Dios en la dirección en que verdaderamente proclamará el Evangelio…y continuará edificando sobre lo que hemos recibido a través de Cristo y a través de su Iglesia.

Por supuesto, el dolor es la persistente declaración del cese de relaciones. Yo la oigo —lastima oír eso— y [oigo] las culpas, a izquierda, derecha y centro, acerca de las causas y donde va a llegar. Y también he tenido que ver el estado físico de eso, porque la realidad teológica del cuerpo de Cristo se mantiene, aunque tirante, pero observar esa tirantez es doloroso y estresante porque lo consume a uno ver hermano contra hermano y hermana contra hermana, y que empiezan a demonizarse unos a otros olvidándose de la verdad de que todos somos santos.

¿Cree que la Comunión Anglicana está de mejor salud ahora que hace una década?

Sí, porque a veces la gente confunde lo indoloro con la salud. Me explico, yo acostumbraba a correr en una época cuando era joven, y correr en el calor de Texas 10 kilómetros a mediodía, sólo por el placer de hacerlo, lastima, pero era divertido y era sano. Creo que es ahí donde estamos. Estamos en medio de dolorosos conflictos, como suelo decir, pero eso nos ha hecho pensar acerca de quienes somos, para lo que somos y no sólo pensar al respecto, sino realmente hablar acerca de eso y comprometerse con eso. En consecuencia, uno espera, pues, que seamos más inteligentes respecto a nuestra fe y a nuestra identidad.

La Comunión para aquellos de nosotros que siempre hemos sido anglicanos es algo que siempre damos por sentado y es por eso que ha sido difícil definir lo que nos mantiene unidos. No es un documento, ni una ley ni siquiera los sacramentos. Es algo que trasciende las palabras lo que nos mantiene unidos y eso es Cristo mismo y su mismo Espíritu. De suerte que luchar por articular eso, lo cual yo escucho por todas partes, es para mí una señal de salud.

E incluso para aquellos que han optado por irse, ¿adivine cómo se llaman? Anglicanos esto, anglicanos lo otro. Estamos luchando en verdad por definir lo que atesoramos encarecidamente y no podemos perder. De manera que si realmente yo no quisiera esto, lo abandonaría y cuando lo hubiera abandonado no querría ser identificado con ello de ningún modo, figura o forma. Luego, ¿por qué te vas y quieres seguir siendo identificado con algo?

Significa que hay algo importante en la naturaleza de la Iglesia y en el conflicto para encontrarnos a nosotros mismos y a nuestra alma y adonde Dios nos lleva. Si eso resulta doloroso, querría creer que es doloroso de la manera en que el ejercicio lo es, donde uno percibe que la salud proviene de ese conflicto de autoidentificación y de autocomprensión en Dios. Si alguien viniera y tomará plenamente la temperatura y dijera ‘esto es saludable’, siempre creería que es un asunto de Dios, no un quehacer humano. Podemos ver señales, podemos hacer algo respecto a ellas, pero compete a Dios declarar realmente la salud del pueblo de Dios.

Con estructuras eclesiásticas centenarias que están siendo cuestionadas y que enfrentan reformas, ¿cree que el Consejo Consultivo Anglicano, en su constitución actual, es el modelo correcto para la labor que él y la Comunión tienen que hacer en el siglo XXI?

La última reunión del Consejo Consultivo Anglicano fue del 27 de octubre al 7 de noviembre de 2012, fundamentalmente en la catedral de La Trinidad, en Auckland, Nueva Zelanda. El CCA está compuesto por obispos, sacerdotes y laicos. De una a tres personas provienen de cada una de las 38 provincias de la Comunión Anglicana, en dependencia del tamaño numérico de cada provincia. Foto de Mary Frances Schjonberg/ENS.

La última reunión del Consejo Consultivo Anglicano fue del 27 de octubre al 7 de noviembre de 2012, fundamentalmente en la catedral de La Trinidad, en Auckland, Nueva Zelanda. El CCA está compuesto por obispos, sacerdotes y laicos. De una a tres personas provienen de cada una de las 38 provincias de la Comunión Anglicana, en dependencia del tamaño numérico de cada provincia. Foto de Mary Frances Schjonberg/ENS.

En la actualidad, querría decir que sí y no creo que pueda ser ninguna otra cosa distinta de lo que es ahora, en el sentido de que… tenemos un modelo. Ahora que tenemos ese modelo, ¿cómo lo perfeccionamos y hacemos que funcione como queremos a fin de organizarnos?

No podemos llamarnos una ‘Comunión’ y no tener una realidad física de esa experiencia. El único lugar en que experimentamos eso —y quiero enfatizarlo— el único lugar actualmente donde experimentamos eso es en el CCA. No hay ninguna ocasión en que la Comunión se congregue de una forma visible, con representantes físicos de todas y cada una de las provincias, y de todos y cada uno de los órdenes [que en el CCA]. La pregunta es cómo lo hacemos funcionar mejor. ¿Cómo lo hacemos funcionar como ese organismo que queremos que sea?

Creo que durante mucho tiempo la Comunión ha vivido como si no existiera. No que no existiera, pero vivimos como si fuera así, como si no importara. Creo que es por eso que digo que la Iglesia está en una situación más saludable ahora porque en verdad está tomando conciencia de sí misma y los sistemas que ha establecido para poder ministrar cabalmente y reflejar plenamente su catolicidad y proyectar plenamente el Evangelio de un modo que sea respetuoso de la singularidad de cada miembro individualmente, la singularidad de cada miembro en órdenes, la singularidad de cada provincia —de cada Iglesia— porque somos una comunión de iglesias. Es esto lo que facilita esa singularidad y, al mismo tiempo, esa unidad.

En verdad, no estoy diciendo que sea perfecto, no sólo porque creo que la perfección pertenece al futuro y es para lo que trabajamos todos los días, sino porque creo que se trata de un organismo vivo. ¿Y existió alguna vez un tiempo en que la Iglesia siguió siendo la misma? No. A partir de la época de Jesús, hemos estado transformándonos… convirtiéndonos en lo que hemos llegado a ser.

No estoy seguro de que podamos hacerlo mucho mejor en donde ahora estamos. Tomaría algunas décadas llegar a alguna parte porque trabajamos en trienios y, a veces en bienios en las diferentes provincias. De modo que , incluso si fuéramos a decir de la noche a la mañana que queremos cambiar esto, tomaría un mínimo de seis años incluso llegar a definir qué es lo que queremos antes de que podamos empezar a preguntar [si] lo hemos definido. Luego otros seis años antes que lo aceptemos.

Un grupo de obispos de distintos lugares de la Comunión Anglicana se reunió recientemente en Nueva York y en su comunicado preguntó si era hora de otro Congreso Anglicano. ¿Cuál es su reacción a esa idea?

Siempre ha sido hora de otro congreso. El primero fue en 1908 y como Comunión intentábamos no sólo celebrar otro, intentamos celebrar un siglo de eso con [la Conferencia de] Lambeth 2008, pero faltaron los medios económicos en ese proceso y nos falló.

Yo fui parte de la planificación de la última Conferencia de Lambeth y nuestra misión inicial fue planificar un congreso —una reunión— junto con la Conferencia de Lambeth, que fuera casi un reflejo exacto del de 1908.

Luego, por supuesto, el próximo [Congreso Anglicano después de la reunión de 1908] tuvo lugar en Mineápolis en el 54 y el último en Toronto [en 1963] y la idea era —ya que el de Toronto se celebró cinco años antes de la próxima Conferencia de Lambeth— que ese fuera un posible patrón para que pudiéramos congregarnos cada cinco años.

Curiosamente, yo estaba tratando de esto en mi clase a principios de esta semana y hablando acerca de los jamborees. Sé que hay una opinión cínica del jamboree, pero si le pregunta a los que han asistido a uno —dado que el término proviene del movimiento de los Boy Scouts, el cual incidentalmente comenzó en 1908— ha transformado su percepción no sólo del movimiento de los exploradores [scouts], sino de su propio ser personal. Y de eso se trata.

“La Comunión para aquellos de nosotros que siempre hemos sido anglicanos es algo que siempre damos por sentado y es por eso que ha sido difícil definir lo que nos mantiene unidos”, dice el obispo James Tengatenga, que preside el Consejo Consultivo Anglicano. Foto de la Diócesis de Texas.

“La Comunión para aquellos de nosotros que siempre hemos sido anglicanos es algo que siempre damos por sentado y es por eso que ha sido difícil definir lo que nos mantiene unidos”, dice el obispo James Tengatenga, que preside el Consejo Consultivo Anglicano. Foto de la Diócesis de Texas.

[Los congresos anglicanos] son seminales en el sentido que nos hacen pensar de nuevo en una administración sin responsabilidades. La administración es importante y no creo, como algunos han estado diciendo, que simplemente debemos reemplazar la Conferencia de Lambeth y en su lugar tener sólo el congreso. Creo, en verdad, que eso es una falacia. No puedes hacer eso [porque acabarías] creando otra cosa tipo Lambeth, porque no puede haber una organización y no tener reuniones de líderes y no tener funciones administrativas. [Pero no hay ocasión en esa clase de reuniones] de llegar a las raíces de lo que creemos y lo que podemos mirar de manera seminal en lo que los congresos han hecho.

[Los congresos] han marcado nuestra vida . . . [el de]1963 nos hizo reflexionar sobre lo que significa participar en la misión en un organismo multinacional y multicultural, y en una sociedad desigual donde algunos tienen y algunos no tienen. Y ¿es cierto que algunos tienen y que algunos no tienen? O la cuestión es que algunos tienen una cosa y otros tienen otra cosa y juntos somos por tanto mutuamente responsables y mutuamente interdependientes? [El Congreso Anglicano de 1963] nos dio el lenguaje de la mutua responsabilidad, de la mutua interdependencia…

Llegamos a estar atentos y en sintonía con el hecho de que estamos asociados unos con otros, pero nunca quedó bastante definido qué significa eso, ni cuánto puede durar ni que forma adopta, ni [quienes son] los dadores y los beneficiarios, y cosas por el estilo. Y nunca llegamos a entender lo que era estar en misión, de manera que los que participaban en la misión simplemente iban a otros lugares a hacer lo que creían que era importante para ellos. Podemos casi decir que de lo que nos ocupamos es lo que decíamos en la ‘Mutua Responsabilidad e Interdependencia.’ Y la mutualidad sigue siendo cuestionada; y la responsabilidad de unos con otros [sigue siendo cuestionada].

De manera que estos [congresos] son seminales para el modo en que nos vemos a nosotros mismos y en que participamos en la obra de Dios. No creo que llegue el momento en que no los necesitemos. Creo que la interrogante es si podemos ser lo bastante responsables como Comunión para tratar de organizar uno, pagar la factura por él y hacerlo funcionar, y no convertirlo en un espectáculo.

Usted fue el centro de una controversia el año pasado cuando le retiraron su nombramiento en Dartmouth College por el comentario que había hecho sobre la homosexualidad. ¿Qué aprendió de esa experiencia o está aún aprendiendo de ella?

No creo que haya un momento en que agote el aprendizaje de esa experiencia; está cargada de toda suerte de cosas. Fue una experiencia dolorosa.

Básicamente, que la gente sigue mostrándose sospechosa de lo que es ‘diferente’, cualquiera que sea lo diferente, y, a partir de ahí, emiten juicios que carecen de sustancia, pero desafortunadamente si eres tan proclive a creer en ti mismo más que en la verdad a la que te enfrentas terminas haciendo cosas.

Y también aprendiendo a apreciar el amor del pueblo de Dios debido a la respuesta de respaldo que obtuve después de esa experiencia, ni siquiera puedo empezar a contar.

Y también obviamente el aprender a estar en el desierto, porque llegado a ese punto, ¿qué queda?

Y luego vino Sewanee. ¿Cuál ha sido su énfasis en Sewanee?

Enseñar estudios de misión —misiología— y enseñarla, mirándola desde mi perspectiva, desde el mundo en que vivo como receptor —un producto de— la misión y un agente de la misión… Es básicamente como [decir], bien, ha llegado el momento de compartir mi historia con Jesús y su obra y lo que ello ha sido, pero en un sentido académico y formando a la gente para el ministerio. Y también hablando acerca del anglicanismo global.

Es un privilegio, realmente, poder compartir mi experiencia vivida de la catolicidad de la Iglesia y de la manera en que funcionan los organismos de la Iglesia. Todos nosotros imaginamos que sabemos, pero lo que sabemos es sólo lo que hemos experimentado u oído dentro del contexto de la controversia actual, pero hay que pensar que la Comunión es mayor que eso y más antigua que eso. Podemos no haberlo expresado de la misma manera pero lo hemos visto desenvolverse ante nuestros ojos desde entonces.

[Yo también me pregunto] cómo es ese anglicanismo actual una expresión de Dios en el mundo, en la participación de Dios en el mundo, una expresión de lo que no es más que una experiencia del pueblo de Dios en su Iglesia Católica. Ser capaz de hablar de eso y también descubrir con los estudiantes la humildad de la posición anglicana, que afirma, desde el primer día, que el anglicanismo nunca se ha considerado la suma total y plena de la Iglesia Católica. Siempre se vio como una expresión de la Iglesia Católica y nos predispuso, por tanto, hacia la unidad del pueblo de Dios y a trabajar por conseguirla.

– La Rda. Mary Frances Schjonberg es redactora y reportera de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.


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