Derechos humanos y dignidad: un sacerdote episcopal en Bruselas lucha por la justicia

Por Matthew Davies
Posted Dec 11, 2014
El Rdo. Mark Barwick (segundo de derecha a izquierda) presenta ante el Parlamento Europeo los resultados de un informa sobre violaciones de los derechos humanos en Irán. Foto por cortesía de DHSF.

El Rdo. Mark Barwick (segundo de derecha a izquierda) presenta ante el Parlamento Europeo los resultados de un informa sobre violaciones de los derechos humanos en Irán. Foto por cortesía de DHSF.

[Episcopal News Service] Llevar a cabo la visión de Dios de una creación renovada “que respete la dignidad y la belleza de toda persona individual en este planeta” puede ser una meta tremenda, pero el Rdo. Mark Barwick vive en función de ese sueño de un mundo reconciliado.

Radicado en Bruselas, Bélgica, el sacerdote episcopal dice que su trabajo como asesor político de Derechos Humanos sin Fronteras (DHSF), una organización no gubernamental y no religiosa, “es parte de esa recreación y renovación de las sociedades humanas”.

Como sacerdote asociado de Todos los Santos [All Saints] en Waterloo, y vicario de una pequeña congregación en Charleroi —parroquias en Bélgica que forman parte de la Convocación de Iglesias Episcopales en Europa— Barwick siempre ha encontrado la necesidad de que su fe se exprese a través de la justicia, la paz y la dignidad humana para todas las personas. “Una fe que no esté vinculada a estos valores carece de interés para mí”, afirma “[El apóstol] Santiago dijo que la fe sin obras es muerta. La fe sin un auténtico compromiso con la dignidad humana no es creíble”.

Fundada en 1989, DHSF colabora estrechamente con muchas instituciones europeas, en particular con el Parlamento Europeo, en organizar conferencias estratégicas y talleres de capacitación, en buscar y compartir información y en trabajar directamente con los responsables de la política en multitud de asuntos que atañen a los derechos humanos.

La Unión Europea, compuesta por 28 estados, “es fundamentalmente un proyecto de pacificación, para crear un comunidad de naciones más humana y basada en la justicia, la dignidad humana y el respeto a los derechos humanos fundamentales”, expresa Barwick, de 58 años, mientras bebe café a sorbos junto a la estación del metro Schuman, a la sombra del Parlamento Europeo.

“La UE como la conocemos hoy nació de la guerra. El siglo XX fue la escena de una terrible brutalidad”, dice. “Bélgica fue un campo de sangre”.

Luego de la segunda guerra mundial, una convergencia de naciones europeas se unió para decir ‘no más’ al derramamiento de sangre ‘y para explorar las formas de crear una integración política y económica que tenga sentido en nuestra diversidad y que pueda formar una comunidad más próspera y pacífica”, dice Barwick.

Esta fue la visión de Robert Schuman —el político francés de mediados del siglo XX que le da nombre a la estación del metro Schuman— que está muy vigente en la actualidad cuando los derechos humanos se sitúan como una primera prioridad para la Unión Europea, la cual convirtió a DHSF —miembro activo de la Red de Derechos Humanos y Democracia— en un instrumento clave de asesoría y orientación mientras prepara debates políticos y estableces normas a seguir.

La libertad de cultos y creencias, la promoción de la democracia y el imperio de la ley son importantes prioridades de DHSF, y muchos responsables de [la política] europea encuentran inapreciable la labor de la organización en estos terrenos, agrega Barwick.

Por ejemplo, recientemente, DHSF colaboró con otros [organismos] al objeto de ofrecer [talleres de] capacitación sobre libertad de cultos o creencias para el personal diplomático del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Es acerca de la libertad de pensamiento en realidad”, apunta Barwick, citando el Artículo 18 del Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1966, como el fundamento de la labor de su organización. “Éste es uno de nuestros caballos de batalla. Resulta muy claro que todo el mundo deber tener dignidad y libertad de pensar y creer lo que desee.

“La libertad de conciencia incluye el sistema de creencias. Esa es la primera libertad de la cual se derivan todas las otras: libertad de asociación, de expresión, etc.”, añade. “La dignidad humana es un don de Dios”.

Pero en muchos países las personas no son libres de cambiar de religión, y en algunos les imponen sentencias de muerte. Esta realidad hace el trabajo de Barwick aún más importante, especialmente en medio de los malentendidos respecto a fe y cultura y del creciente extremismo y persecución religiosa que impera en muchos países del Oriente Medio, así como asiáticos y africanos.

Un objetivo principal de DHSF este año ha sido el de las personas que se encuentran encarceladas o sujetas a sentencias de muerte debido a su fe, en países como Irán, Pakistán, Arabia Saudita y Sudán. La organización compiló una lista de prisioneros que incluye a centenares de personas que se encuentran tras las rejas debido a leyes que prohíben o restringen sus derechos básicos a la libertad de cultos o de creencias.

Como instructor en temas de diversidad, Barwick está comprometido a aumentar la conciencia y comprensión de estas violaciones de derechos humanos, y espera resultar un catalizador para el cambio y la defensa social.

Barwick se mudó a Bruselas hace 12 años para asumir un cargo en el movimiento catolicorromano Pax Christi, que se concentra fundamentalmente en problemas africanos y en zonas de conflicto, y ha estado trabajando con DHSF sólo durante dos años. Con anterioridad ha fungido como director regional de Pan para el Mundo, [institución] que tiene su sede en Washington, DC.

En los círculos de Bruselas, a Barwick se le conoce por su experiencia en el encuentro entre religión y personas homosexuales, bisexuales y transexuales, y él se esfuerza en combatir la polarización que existe entre fe y sexualidad.

“En esferas políticas, uno ve con frecuencia a los humanistas y los secularistas de un lado, y luego, arrinconado y medroso, el pequeño número de personas religiosas, y estoy tratando de reconciliar a estos grupos”, afirmó. “Pero hay comunidades de fe acogedoras. Trabajamos con ese movible estamento intermedio y también con aquellos con convicciones religiosas y actitudes excluyentes hacia personas LGBT. Estamos intentando cambiar eso… tratando de encontrar valores conectivos que puedan aplicarse a todo el mundo”.

En el curso del último año, Barwick ha servido también como asesor e instructor del Centro de Budapest de Prevención Internacional de Genocidio y Atrocidades Masivas, cuya labor se centra en la prevención de la violencia y en la reducción de tensiones en Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia.

Reflexionando sobre su trabajo con Pax Christi, Barwick dijo que gran parte de su tiempo en África estaba dedicado a estimular el diálogo entre grupos beligerantes después de la guerra. En Liberia, por ejemplo, él trabajó con un ONG local para reconstruir las relaciones entre el grupo étnico lorma, que incluye a tradicionalistas cristianos, y el mandinga, que es predominantemente musulmán. “Con el tiempo estos grupos dialogarían sobre cómo podíamos cambiar esta situación —no abordando los problemas del pasado, sino la manera en que podíamos moldear un futuro mejor”.

Mirando hacia delante, como miembro activo de la Plataforma Europea sobre Intolerancia y Discriminación Religiosas, DHSF planea, en 2015, ayudar a auspiciar una conferencia sobre libertad de cultos o creencias y democracia en el centro laboral, un tema que ha tenido gran notoriedad cuando algunas compañías europeas han tomado la iniciativa de prohibirles a las mujeres musulmanas que usen la hijab mientras están en el trabajo.

“No se trata sólo de que haya una visible expresión de fe en el centro de trabajo, sino que también afecta el ambiente de la incertidumbre económica”, apunta. Percibimos que [nuestra labor] ejercerá alguna [fuerza de] tracción en el Parlamento. De manera que intentamos ofrecer conferencias que la gente encuentre útil en su propia agenda legislativa”.

Barwick dice que con frecuencia se pregunta si el quehacer diario produce algún cambio significativo, “pero luego suceden cosas: toman una decisión, cambian leyes, citan nuestros informes. El marco legal en el ámbito de la UE siempre está evolucionando, y somos parte de eso. Las instituciones de la UE deben escuchar a la sociedad civil, de manera que tenemos una auténtica oportunidad de configurar la política pública que humanice el mundo para todos nosotros”.

 — Matthew Davies es redactor y reportero de Episcopal News Service. Traducción de Vicente Echerri.