Participan episcopales en la más amplia movilización mundial de protesta por el cambio climático

Por Amy Sowder
Posted Sep 25, 2014
Don Robinson, miembro de la iglesia episcopal de San Juan en Northampton, Massachusetts, y síndico de la Diócesis de Massachusetts Occidental, alza los brazos en un momento de silencio en la Movilización Climática de los Pueblos que tuvo lugar el 21 de septiembre en Nueva York, dos días antes de que comenzara la Cumbre del Clima en las Naciones Unidas. Foto de Amy Sowder.

Don Robinson, miembro de la iglesia episcopal de San Juan en Northampton, Massachusetts, y síndico de la Diócesis de Massachusetts Occidental, alza los brazos en un momento de silencio en la Movilización Climática de los Pueblos que tuvo lugar el 21 de septiembre en Nueva York, dos días antes de que comenzara la Cumbre del Clima en las Naciones Unidas. Foto de Amy Sowder.

[Episcopal News Service] Don Robinson sostiene una hoja de col rizada en la mano derecha, apuntando hacia el cielo, mientras levanta la mirada en una oración silenciosa.

Robinson, de la Diócesis de Massachusetts Occidental, se encontraba entre más de 200 episcopales y anglicanos procedentes de tan lejos como Alabama, Oregón y Sudáfrica, algo apiñados en el espacio que les habían asignado en la calle 58 del centro de Manhattan.

Se encontraba allí en defensa del derecho humano de salvar a la Tierra y a todos sus seres vivientes de los efectos multiplicadores del cambio climático. “Tenemos una responsabilidad como mayordomos de la creación de Dios”, dijo Robinson.

El domingo 21 de septiembre, más de 310.000 personas de todas las religiones participaron en la Movilización Climática de los Pueblos, la mayor demostración sobre el tema del clima de la historia, el mismo día en que tenían lugar una serie de eventos religiosos afines, entre ellos un oficio vespertino multirreligioso en la catedral de San Juan el Teólogo [St. John the Divine] en Nueva York.

Episcopales de toda la nación y de algunos otros países se reunieron en una sección interreligiosa de la Movilización Climática de los Pueblos que tuvo lugar el 21 de septiembre en Nueva York, y en la que portaban carteles y pancartas de protestas, al tiempo que cantaban, oraban y coreaban consignas. Foto de Amy Sowder.

Episcopales de toda la nación y de algunos otros países se reunieron en una sección interreligiosa de la Movilización Climática de los Pueblos que tuvo lugar el 21 de septiembre en Nueva York, y en la que portaban carteles y pancartas de protestas, al tiempo que cantaban, oraban y coreaban consignas. Foto de Amy Sowder.

La manifestación hizo un recorrido de 3.5 kilómetros de largo, desde la calle 93 y Central Park West hasta la calle 34, pasando por Columbus Circle y Times Square. Cerca del final, el contingente episcopal portaba carteles en los que podía leerse “No hay Planeta B”, “Por amor de Cristo, graven al carbón” y “Estoy manifestándome a favor de la vida silvestre (la cual también incluye a los humanos)”.

La marcha fue auspiciada por más de 1.200 organizaciones, entre ellas las mayores entidades ambientalistas de la nación, sindicatos obreros, agrupaciones de carácter religioso y defensoras de la justicia social.

Es un movimiento que trasciende a Nueva York e incluso Estados Unidos. Más de 2.800 eventos de solidaridad se llevaron a cabo en 166 países, y se produjeron manifestaciones desde Sydney, Australia y Budapest, Hungría, hasta Dar es-Salam, en Tanzania y Dhaka en Bangladesh.

La iniciativa global se programó para dos días antes de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Clima, convocada por el secretario general Ban Ki-moon, que empezó el 23 de septiembre en la sede principal de la ONU en Manhattan. La cumbre aplazó un día el debate general de la 69º. sesión de la Asamblea General de la ONU, que se extiende desde el 16 de septiembre hasta el 1 de octubre. Ban, que también tomó parte en la manifestación, invitó en la cumbre a líderes de gobiernos, las finanzas, las empresas y la sociedad civil a hacer audaces anuncios de que tomarán medidas para reducir las emisiones [de hidrocarburos], fortalecerán la resistencia climática y movilizarán la voluntad política para alcanzar un importante acuerdo legal en París en 2015.

Además de Ban, algunos de los participantes más conocidos en la manifestación fueron el vicepresidente Al Gore, el legendario músico Sting, y los actores Leonardo DiCaprio y Mark Ruffalo.

Entre tanto, los líderes de las iglesias Episcopal y Luterana emitieron juntos un mensaje pastoral sobre el cambio climático el 19 de septiembre.

El cambio climático “va a afectar primero a los más pobres de nosotros”, dijo el hermano Bernard Delcourt de la Orden de la Santa Cruz, un monasterio benedictino anglicano de West Park, Nueva York. “Las personas que dependen de recursos naturales para su subsistencia en países en desarrollo ya están siendo afectadas”.

Lella Lowe, miembro de la iglesia episcopal del Redentor [Episcopal Church of the Redeemer] en Mobile, Alabama, programó sus vacacione para asistir a la marcha. Ella esperaba crear la Coalición de Mobile en pro de la Justicia Medioambiental al objeto de evitar que Mobile se convirtiera en un importante centro de transporte de arenas alquitranadas.

“O bien tienes un movimiento con dinero o un movimiento con gente, y cuando no tienes el dinero, tienes que motivar a la gente”, dijo Lowe. “Es hora de ver nuestro mundo como interconectado y que todo lo que hacemos afecta a los demás. Es algo crucial, y hay [muchos que] no quieren reconocerlo”.

Kathy Jetnil-Kijiner estaba preparada para compartir su historia en la ceremonia de apertura de la Cumbre de la ONU sobre el Clima el 23 de septiembre. Dos días antes, la joven madre de las Islas Marshall subió al escenario entre otros varios activistas en una conferencia de prensa previa a la manifestación para decirle a la concurrencia cómo su país estaba en peligro de desaparecer debido al aumento del nivel del mar causado por el calentamiento global. Su isla está a dos pies sobre el nivel del mar.

“Debemos actuar ahora. No podemos esperar. Sólo tenemos una tierra a la que llamar patria. Los necesitamos”, dijo Jetnik-Kijiner.

La Movilización Climática de los Pueblos en Nueva York, encabezada por comunidades indígenas y por las que, procedentes de todas partes del mundo, resultan más expuestas al desproporcionado impacto del cambio climático: desde comunidades que fueron severamente afectadas por el huracán Sandy a las que viven cerca de las plantas de carbón y de refinerías de petróleo o de naciones isleñas que ya están contemplando la evacuación. Foto de Amy Sowder.

La Movilización Climática de los Pueblos en Nueva York, encabezada por comunidades indígenas y por las que, procedentes de todas partes del mundo, resultan más expuestas al desproporcionado impacto del cambio climático: desde comunidades que fueron severamente afectadas por el huracán Sandy a las que viven cerca de las plantas de carbón y de refinerías de petróleo o de naciones isleñas que ya están contemplando la evacuación. Foto de Amy Sowder.

Durante la manifestación, personas y agrupaciones, con diferencias políticas, religiosas y de otro tipo, se unieron en torno a un tema común. Los grupos interreligiosos se juntaron con científicos para la sección “El debate se acabó”. Otros grupos incluían a sindicatos obreros, agrupaciones de justicia medioambiental, defensores de la energía renovable, defensores de la justicia en materia de agua y comida, campañas anticorporativas y comunidades indígenas.

En la sección interreligiosa, los episcopales desfilaron con judíos, bautistas, menonitas, agnósticos, cuáqueros, humanistas éticos, presbiterianos, metodistas y hare krisnas.

Una mezquita inflable flotaba sobre una réplica de madera del arca de Noé. Globos terráqueos se balanceaban sobre la marea humana.

Meteorólogos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica anunciaron la semana pasada que este verano era el más caliente que se hubiera registrado en todo el planeta.

“A pesar de los empeños de la ONU, los estados miembros no han hecho lo que debe hacerse —ni siquiera se han acercado— y los niveles de carbono han aumentado, no han disminuido. No sólo es más preocupante que nunca, es moralmente erróneo” dijo el Rdo. Canónigo Jeff Colliher de la iglesia de San Juan [St. John’s Church] en Ellenville, Nueva York, y presidente del ejecutivo del Comité sobre el Medioambiente de la Diócesis Episcopal de Nueva York.

Gran parte del problema, dijo él, está creado por las políticas energéticas de las tres mayores economías con mayor crecimiento poblacional: Estados Unidos, China e India.

Esos países deben contemplar la manera de crear una energía más limpia que la proveniente de combustibles fósiles, dijo Golliher, porque la creación de energía exige muchísima agua, “y estamos contemplando escasez de agua”.

“Podemos estar creando soluciones que beneficien a los ricos más que a los pobres”, dijo Golliher, que asistió a la conferencia anual del Instituto Internacional del Agua en Estocolmo del 31 de agosto al 5 de septiembre. “El problema moral no es si el cambio climático es real —la mayoría de la población ya está enterada de esto. Es qué tipo de debate estamos teniendo para crear una economía basada en derechos humanos y en una sostenibilidad para que todos medren”.

La Academia de Ciencias Nacional de EE.UU. publicó el resultado de una investigación en 2013 en que mostraba los abruptos cambios climáticos que ya están sucediendo, si bien otras amenazas potenciales no son tan inminentes. Las temperaturas más cálidas del Ártico han causado un rápido descenso en el hielo del mar durante la última década. El aumento de los niveles del mar amenaza las regiones costeras y las islas.

Científicos de la Academia informan que otro abrupto cambio climático se encuentra en marcha: la creciente extinción de especies animales y vegetales debido al ritmo actual del cambio climático, un episodio de calentamiento que se espera aumente a lo largo de los próximos 30 a 80 años. El número de días libres de heladas, la longitud y el ritmo de las temporadas de cultivo y la frecuencia e intensidad de los fenómenos extremos son ejemplos de cambios que están ocurriendo tan velozmente que ningún cambio o adaptación resulta lo suficientemente rápido. Combinados con otras causas de pérdida de hábitat, degradación y desmedida explotación, el problema es aun peor, según el informe.

Luego están los crecientes períodos de sequías en el oeste de EE.UU., en el norte de Irán y en África. “Lo que más les preocupa a los científicos es la imprevisibilidad, porque es incontrolable”, dijo Golliher.

“Las emisiones de carbono son tan sólo un problema. Es el indicador. Tiene que ver con el poder, la igualdad y la justicia. ¿En qué clase de mundo queremos vivir?”, preguntó Golliher.

Aunque el número inicial de participantes en la Movilización de los Pueblos del Mundo a las 2:00 P.M. del domingo 21 de septiembre en Nueva York se calculó en unos 310.000, para las 5:00 P.M. tantos otros se incorporaron que la participación final ascendió a cerca de 400.000 personas. Foto de Amy Sowder.

Aunque el número inicial de participantes en la Movilización de los Pueblos del Mundo a las 2:00 P.M. del domingo 21 de septiembre en Nueva York se calculó en unos 310.000, para las 5:00 P.M. tantos otros se incorporaron que la participación final ascendió a cerca de 400.000 personas. Foto de Amy Sowder.

Mientras legiones de personas inundaban las calles de Manhattan para enviar un mensaje a los miembros de la ONU, 30 líderes religiosos, en representación de nueve tradiciones diferentes firmaban una declaración en la que pedían acciones concretas para reducir las emisiones de gas carbónico. La conferencia interreligiosa fue coauspiciada por el Consejo Mundial de Iglesias —que incluye a 245 denominaciones que representan a 560 millones de cristianos en todo el mundo— y Religión y Paz, una coalición interreligiosa con miembros en más de 70 países. Los signatarios provenían de 21 países en seis continentes.

La manifestación se concentró particularmente en resaltar la intersección entre las necesidades de las personas y el cambio climático, teniendo en cuenta vivienda, empleo y educación, dijo Elizabeth Yeampierre, directora ejecutiva de Uprose, que ayudó a dirigir la respuesta comunitaria al huracán Sandy después que azotó a Nueva York en octubre de 2012.

“Creo que existe un temor a trabajar con personas de diferentes comunidades”, dijo Yeampierre.

“Independientemente de cuál sea su campo, su pasión, todo el mundo está afectado por el cambio climático”, añadió, reconociendo que las personas desfavorecidas y el 1 por ciento que se encuentra en el ápice [de la pirámide social] están actuando al respecto y lo están haciendo públicamente.

Todos los cambios importantes y profundos afectan al dinero y a las corporaciones de hidrocarburos que extraen de eso enormes ganancias, dijo Stanely Sturgill, un minero jubilado que trabajó en una mina subterránea de carbón en Kentucky.

“Pero si no hacemos algo, no podremos respirar ni tener agua. Estamos luchando por el gas y el petróleo, pero pronto estaremos luchando por el agua. Una vez que pierdes el agua, no se hable más”.

La familia Rockefeller, herederos de la fortuna de la Standard Oil Co., liquidará sus inversiones de su fundación en combustibles fósiles para ponerlas en fuentes de energía renovables, según un anuncio dado a conocer al tiempo de la Movilización de los Pueblos del Mundo y la Cumbre sobre el Clima en la ONU.

Robinson, que desfiló con sus hermanos episcopales y con activistas interreligiosos, dijo que la Diócesis de Massachusetts Occidental decidió a principios de septiembre pasar alrededor del 20 por ciento de sus $60 millones de inversiones de combustibles fósiles a energía renovable.

“Votamos después de debate un largo y arduo. Eso refleja el compromiso del obispo”, afirmó Robinson.

Él vino a participar en la manifestación en el autobús “Episcopales en un Viaje de Esperanza” con más de 55 personas de las diócesis de Nueva Inglaterra que componen la I Provincia de la Iglesia Episcopal. Organizada por la Rda. Stephanie Johnson, del ministerio de mayordomía medioambiental de la provincia, el autobús recogió a estudiantes de la Escuela de Teología de Berkeley en Yale.

“Creo que esta manifestación puede sentar una pauta”, dijo Johnson. “He estado trabajando en el campo del medio ambiente por más de 30 años, y nunca había visto nada como esto”.

Marchando cerca de Robinson y de Johnson, Anne Rowthorn, miembro de la iglesia episcopal de Santa Ana [St. Ann’s] en Old Lyme, Connecticut, hacía un gesto de asentimiento con la cabeza.

“El tema más perentorio en defensa de la vida es la vida de nuestro planeta”, dijo Rowthorn. “Es el primer problema de nuestro época.

“Tenemos que salir a la calle para hacerle saber a nuestros líderes que nos han decepcionado. Este es un mensaje para esos líderes que se reúnen esta semana”.

— Traducción de Vicente Echerri.


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