Los anglicanos de El Salvador llevan la delantera en la Iglesia y la sociedad respecto a la plena inclusión de los LGBT

Por Lynette Wilson
Posted Aug 1, 2014

Lisbeth M. Meléndez Rivera, directora de iniciativas latinas y católicas para la Campaña pro Derechos Humanos con sede en Washington, D.C., moderó un debate luego de la exhibición de “Ante Dios, somos todos familia”  [Before God, We Are All Family] un documental que explora las vidas de cinco familias religiosas latinas que pasaron por alto las enseñanzas de la Iglesia para aceptar a los miembros LGBT de sus familias. El panel incluyó a Gene Robinson, obispo jubilado de Nuevo Hampshire, y a Martín Barahona, obispo de El Salvador. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Lisbeth M. Meléndez Rivera, directora de iniciativas latinas y católicas para la Campaña pro Derechos Humanos con sede en Washington, D.C., moderó un debate luego de la exhibición de “Ante Dios, somos todos familia” [Before God, We Are All Family] un documental que explora las vidas de cinco familias religiosas latinas que pasaron por alto las enseñanzas de la Iglesia para aceptar a los miembros LGBT de sus familias. El panel incluyó a Gene Robinson, obispo jubilado de Nuevo Hampshire, y a Martín Barahona, obispo de El Salvador. Foto de Lynette Wilson para ENS.

[Episcopal News Service – San Salvador, El Salvador] Cuando Cruz Torrez, el hermano de Bessy Ríos —entonces estudiante universitario— le dijo que era gay, ella estuvo tres días llorando.

En ese tiempo, Ríos, que es abogada, trabajaba de voluntaria con una organización de derechos humanos que buscaba niños perdidos que habían sido desplazados por los 12 años de guerra civil en El Salvador, y un colega le dijo: “tu hermano sigue siendo tu hermano. Lo único diferente es que tú hoy sabes algo que no sabías ayer”.

En retrospectiva, Ríos, que dirige “De la mano contigo”, un grupo de apoyo para familias de personas LGBT (homosexuales, bisexuales y transexuales) que acompaña al ministerio de diversidad sexual de la Iglesia Anglicana-Episcopal de El Salvador, creció defendiendo a su hermano, primero de su padre, que se dio cuenta de la feminidad de su hijo y amenazaba de “darle un tiro entre ceja y ceja” si era homosexual; luego de los bravucones en el terreno de juegos. Sin embargo, la confesión de su hermano la dejó pasmada. Según dijo ella, durante 15 años había ocultado su identidad.

En El Salvador y los otros países pertenecientes a la Iglesia Anglicana de la Región Central de América, o IARCA que es su sigla en español, ocultar la identidad homosexual sigue siendo algo común; la comunidad LGBT es víctima de violencia, amenazas y discriminación y esto último se arraiga profundamente en las enseñanzas católica romana y cristiana evangélica.

La homofobia, el heteroxesismo y el machismo, las actitudes culturales que motivan las creencias sociales profundamente arraigadas que alimentan el odio y la discriminación en El Salvador, son las que Ríos, las organizaciones de derechos humanos, el ministerio de diversidad sexual de la Iglesia y otros activistas se están esforzando en cambiar.

“Me enamoré de esa causa”, dijo Ríos, madre de cuatro hijos, quien además de tener un empleo de jornada completa defiende los derechos de los LGBT y coordina “De la mano contigo”

Sin embargo, crear un ministerio de apoyo a la familia, independientemente de la determinación de Ríos, ha sido un proceso lento, dijo ella, porque los miembros de la familia aún prefieren reunirse con ella por separado que en grupos, puesto que ellos también quieren proteger su privacidad y, en algunos casos, sus reputaciones de familia.

A principios de julio, Ríos compartió su historia con un grupo de 12 norteamericanos que estudian los derechos de los LGBT en El Salvador como parte de una peregrinación de LGBT organizada por la Catedral Nacional de Washington y la Escuela Global de la Fundación Cristosal.

“Esta es la primera vez que Cristosal ha participado en las cuestiones de los LGBT”, dijo Ernesto Zelayandia, coordinador de la Escuela Global, cuyo currículo fomenta la ciudadanía global. “Nuestro principal objetivo es fomentar espacios de diálogo para resolver los problemas actuales”.

Creado en 2009 el ministerio de diversidad sexual de la Iglesia Anglicana Episcopal en El Salvador ofrece un lugar para que las personas LGBT se expresen libremente, encuentren una comunidad y restablezcan una relación con un Dios amoroso en lugar de con un Dios condenatorio.

Martín Barahona, el obispo de El Salvador, era el primado de la IARCA en 2003 cuando la Diócesis Episcopal de Nuevo Hampshire eligió a Gene Robinson, jubilado en la actualidad, como el primer obispo abiertamente homosexual en la Iglesia Episcopal, una elección que conmocionó a toda la Comunión Anglicana.

“Yo fui el único obispo de América Latina que asistió a la consagración de Gene Robinson”, dijo Barahona, en una entrevista con ENS en San Salvador.

Luego de la consagración de Robinson, Barahona creó ministerios pastoralmente inclusivos en tres áreas: personas con discapacidades físicas, diversidad sexual y jóvenes en peligro (La Iglesia Anglicana Episcopal desempeñó un importante papel en negociar una tregua entre las dos pandillas más notorias de El Salvador y el obispo se ha destacado por ministrar a miembros de las pandillas).

El ministerio de diversidad sexual llegó a ser parte de la congregación del Rdo. Luis Serrano en San Juan Evangelista, en una zona de San Salvador llamada “Salvador del Mundo”, donde hay una estatua de Jesucristo que se alza sobre un planeta Tierra.

“Comenzamos por abrir los corazones, las puertas de la iglesia, y luego la comunidad comenzó a tener confianza en la iglesia, y después empezaron a venir”, dijo Barahona.

Desde el comienzo del ministerio, el obispo enfatizó la integración en la vida de la parroquia, no la creación de una segunda congregación de homosexuales.

“Les expliqué que si provienen de un ambiente discriminatorio uno no crea otro grupo de discriminación en la iglesia”, afirmó. “Ustedes son miembros de la Iglesia, y en esta ocasión recibí a más de 70 personas que querían ser episcopales”.

En tanto la cultura de EE.UU. favorece la plena inclusión e igualdad de derechos civiles para las personas homosexuales y, en consecuencia, le lleva la delantera a la Iglesia; en El Salvador la Iglesia le lleva la delantera a la cultura, dijo Robinson, durante una entrevista con ENS en San Salvador.

“[En Estados Unidos] la Iglesia de muchas maneras juega a ponerse al día; de cierto modo somos los últimos en comparecer”, dijo Robinson. “Mientras aquí en El Salvador la cultura es abrumadoramente crítica y condenatoria de las personas LGBT. Y es la Iglesia aquí la que está liderando lo que creo llegará a ser un empeño nacional para expandir e incluir a las personas LGBT en la vida de la sociedad, pero eso significa que se enfrentan a mayores dificultades.

“Son en su sentido más exacto el grano de mostaza que promete florecer y desarrollarse en algo mucho más grande y contagiar la cultura de la inclusión… una tarea mucho más intimidante en una cultura que sigue siendo tan renuente a incluir a las personas LGBT en la vida de la cultura”.

Las marchas del orgullo homosexual y las celebraciones en conmemoración de los disturbios de Stonewall en junio de 1969, que se considera en gran medida como el evento que dio lugar al movimiento de los derechos de los homosexuales en Estados Unidos, tiene lugar anualmente en todo el mundo [el sábado más cercano al] el 28 de junio. Cuatro personas fueron asesinadas este año luego de la marcha [del orgullo] homosexual en San Salvador, donde más de 4.000 personas desfilaron en defensa de los derechos de los LGBT.

El Salvador tiene uno de los índices  de asesinatos más elevados del mundo y la violencia pandilleril se ensaña sobre todo con los pobres y los marginados. Entre tanto, los delitos contra miembros de la comunidad LGBT, en particular los que se cometen contra mujeres transexuales, las más visibles y las más vulnerables, por lo general se perpetran con impunidad. Los delitos de odio y la discriminación en los centros laborales obliga a muchos miembros de la comunidad LGBT a vivir con temor y en aislamiento, para algunos eso conlleva no saber lo que significa verdaderamente ser homosexual.

La mayoría de los ministerios cristianos que sirven a la comunidad LGBT en El Salvador, incluso si existen, se concentran en la terapia de conversión, en el intento de cambiar la orientación sexual de los homosexuales.

El movimiento de conversión in El Salvador encontró eco en Mike Airhart, quien dedicó cerca de una década a la verificación de hechos y a criticar al movimiento de ex homosexuales para dos cibersitios que vigilaban esa actividad.

“A posteriori, creo que —al igual que mucha gente— dediqué demasiado tiempo a criticar los tropiezos obvios de los líderes del movimiento”, dijo Airhart, que asistió a la peregrinación como parte del grupo de la Catedral Nacional de Washington. “Creo que pasé por alto, o simplemente no tuve tiempo de atender, la labor más ubicua y menos visible de las iglesias grandes. De manera que mientras éramos de los primeros en protestar de las actividades de los activistas anti homosexuales en Uganda a principio de 2009, algunos de nosotros perdíamos de vista las enseñanzas diarias de la Iglesia que afectan a 300 millones de personas en América Latina”.

Sin embargo, a pesar de los avances logrados en Estados Unidos, el matrimonio de parejas del mismo sexo sólo es legal en 19 estados y sólo el 21 de julio el presidente Barack Obama vino a enmendar una orden ejecutiva firmada en 1967 que extendía las protecciones federales en los centros de trabajo a homosexuales y transexuales.

“En demasiados estados y en demasiados centros laborales, simplemente ser homosexual, bisexual o transexual puede ser todavía causa de despido”, dijo Obama. “Creo firmemente que es hora de que todos los estadounidenses enfrenten esta injusticia”.

En El Salvador y en otros países de Centroamérica, los hombres y mujeres homosexuales con frecuencia, aun cuando se confíen en sus amigos o familiares, mantienen una identidad heterosexual en el centro de trabajo, para no arriesgarse a discriminación o despido.

“Como homosexual y cristiano nacido en Estados Unidos en [un medio de] enorme privilegio, diría que me siento encantado del progreso que estamos presenciando en nuestro país, particularmente en lo que concierne a la igualdad matrimonial”, dijo Richard Weinberg, que hace poco dejó su puesto como director de comunicaciones en la Catedral Nacional de Washington para matricularse en un seminario.

Weinberg ayudó a crear el grupo del ministerio LGBT de la catedral en 2012. En la medida en que el movimiento LGBT ha progresado en Estados Unidos, el grupo ha comenzado a buscar maneras de apoyar a movimientos internacionales. Sin embargo, dijo Weinberg, el progreso en Estados Unidos no se compara con el sufrimiento, la indignidad y las violaciones a sus derechos humanos que experimentan a diario las personas LGBT en todo el mundo.

“Estamos hablando de [problemas de] vida o muerte, de indignidades que como cristianos estamos llamados a denunciar y a socorrer tanto como podamos”, agregó.

A principios de este año, Weinberg tomó un descanso sabático y se ofreció para servir de misionero en la Iglesia Episcopal de Costa Rica donde organizó una presentación de “Ante Dios, somos todos familia”. Fue la primera vez que el obispo de Costa Rica, Héctor Monterroso, y la Iglesia [Episcopal] de ese país tomaban medidas para acoger a la comunidad LGBT en la Iglesia (Lean la reflexión de Weinberg aquí.)

Mari Carmen Aponte, embajadora de EE.UU. en El Salvador y los embajadores de Canadá y Alemania asisten a la exhibición de “Ante Dios, somos todos familia”, en el Museo Nacional de Antropología en San Salvador a la que asistieron más de 70 personas. Foto de Lynette Wilson para ENS. 

Mari Carmen Aponte, embajadora de EE.UU. en El Salvador y los embajadores de Canadá y Alemania asisten a la exhibición de “Ante Dios, somos todos familia”, en el Museo Nacional de Antropología en San Salvador a la que asistieron más de 70 personas. Foto de Lynette Wilson para ENS.

Durante la peregrinación, la Fundación Cristosal y la Campaña pro Derechos Humanos con sede en Washington, D.C., organizaron un exhibición de la película en el Museo Nacional de Antropología en San Salvador al que asistieron más de 60 personas.

El documental explora las vidas de cinco familias religiosas latinas que se sobrepusieron a las enseñanzas de la Iglesia para aceptar a los miembros LGBT de sus familias.

El filme busca abordar la injusticia y fomentar el diálogo, dijo Lisbeth M Meléndez Rivera, directora de iniciativas latinas y católicas en la Campaña pro Derechos Humanos con sede en Washington, D.C.

“Al colaborar con comunidades religiosas locales podemos mostrar una perspectiva diferente, que hable de una Iglesia inclusiva, que expande su alcance y abre sus puertas a todos en oposición a la narrativa que predomina en la actualidad, que es excluyente y que acentúa el aislamiento de las comunidades marginadas, lejos de nuestros hogares espirituales o religiosos”, dijo Meléndez Rivera.

“Ante Dios es también una forma magnífica de mostrar que nuestros parientes pueden ciertamente lograr aceptación tanto en el seno de la familia como en el medio religioso en lo que toca a nuestras complejidades, incluida nuestra orientación o identidad sexual”, añadió.

Para Ríos, aceptar la identidad sexual de su hermano la condujo a su propio activismo. Además de realizar trabajos de abogacía gratuitos, escribe un blog sobre feminismo y diversidad sexual para El Faro, un servicio investigativo de noticias por Internet.

Al final, como fue la experiencia de Robinson con sus propios padres, “el amor se impone”; sin embargo, a veces las familias necesitan tiempo. Durante una sesión de preguntas y respuestas que siguió a la exhibición de la película, Robinson instó a los presentes a darles a sus familias tiempo para llegar a persuadirse. Lea la reflexión de Robinson sobre la visita aquí.

El tiempo parece haber desempeñado un papel positivo en las otras iglesias de Centroamérica también. Durante el último sínodo de la IARCA en El Salvador, el ministerio de diversidad sexual hizo una presentación a los obispos de Guatemala, Nicaragua, Panamá y Costa Rica, las otras iglesias anglicanas episcopales de Centroamérica. La reunión indicaba un cambio de las actitudes prevalecientes in 2003, según los que asistieron.

El ministerio acoge a los salvadoreños LGBT de todas las procedencias religiosas, y estimula a los que pertenecen a otras denominaciones a compartir sus enseñanzas. Durante una reunión dominical, más de 30 personas se congregaron para compartir su experiencia de ser homosexuales en El Salvador. Un hombre, que había sido durante mucho tiempo miembro del grupo y había estado ausente durante un par de años, compartió su experiencia como diácono catolicorromano, [ministerio] en el que predicaba contra su propia identidad. Otro habló acerca de su carrera diplomática y cómo casi llegó a casarse con una mujer para conservar las apariencias y avanzar en su carrera.

Durante más de cinco años desde que el ministerio comenzó, sus miembros dicen que no siempre ha sido fácil, y que a veces ha resultado difícil atraer a una lesbiana, algunas de las cuales se sienten acogidas en sus propias comunidades de fe, así como otras que se identifican intensamente con el feminismo y rechazan la naturaleza patriarcal de la Iglesia. Sin embargo, para los que han encontrado un hogar en el ministerio, éste les proporciona un lugar seguro no sólo donde pueden responder a sus necesidades espirituales, sino también donde pueden explorarse los problemas emocionales y otros asuntos de salud, y donde las personas se reúnen en busca de modos de minimizar la discriminación y otros estigmas sociales.

El Rdo. diácono Josh Shipman y la Rda. Josefina Beecher le ofrecen la comunión a Eduardo Mazariego durante un oficio en la iglesia anglicana de San Romero. Shipman, estudiante del Seminario del Sudoeste, viajó a El Salvador para estudiar los derechos de los LGBT con ayuda de una subvención de SCOM o Consulta para la Misión del Seminario, foto de Lynette Wilson para ENS.

El Rdo. diácono Josh Shipman y la Rda. Josefina Beecher le ofrecen la comunión a Eduardo Mazariego durante un oficio en la iglesia anglicana de San Romero. Shipman, estudiante del Seminario del Sudoeste, viajó a El Salvador para estudiar los derechos de los LGBT con ayuda de una subvención de SCOM o Consulta para la Misión del Seminario, foto de Lynette Wilson para ENS.

“Vine aquí por un amigo, que me pidió que viniera… y decidí venir porque creía que era un lugar donde podía encontrar a Dios y en verdad ser yo mismo. Ésta ha sido una gran oportunidad para mí de madurar como persona, como profesional y también como miembro de la comunidad homosexual”, dijo Eduardo Mazariego, miembro del grupo que se reúne semanalmente en la iglesia de San Juan Evangelista en San Salvador.

El ministerio de la Iglesia, agregó, es importante para El Salvador porque hay muchísimas personas en la comunidad LGBT que se sienten rechazadas por la sociedad y por Dios, y que [creen que] su orientación sexual está en contra de las enseñanzas de la Iglesia.

“Este ministerio es realmente importante para mi país porque yo no sabía montones de cosas respecto a ser gay, hay muchísimas personas que no saben que tenemos razón, que realmente nacimos así porque Dios lo quiso, de manera que yo creo que este ministerio es en verdad una gran oportunidad para que El Salvador se abra a las personas homosexuales”, afirmó Mazariego. “Yo nací en una familia católica y ellos [mis familiares] creen que ser gay es un pecado”.

Antes de llegar a formar parte del grupo, Mazariego contó que él creía que el concepto de orientación sexual era, para él, una elección.

“Cuando era un niñito solía decir que yo estaba equivocado porque mi orientación sexual estaba en contra de lo que Dios quería”, dijo él. “Vine aquí en busca de esperanza, de un lugar donde pueda hablar con personas como yo y, en verdad, cuando vengo aquí entiendo realmente quién soy y lo que significa ser gay”.

– Lynette Wilson es redactora y reportera de Episcopal News Service.