San Bernabé ‘mantiene viva la esperanza’ en Pasadena

Por Pat McCaughan
Posted Feb 24, 2014

En conjunción con el Mes de la Historia Negra, Episcopal News Service publicará artículos de fondo, durante el mes de febrero, sobre varias congregaciones episcopales afroamericanas.

Materiales informativos sobre el Mes de la Historia Negra se encuentran disponibles aquí.

Michael Mims, profesor jubilado de Pasadena City College, que tomó en préstamo materiales del archivo de su familia para crear la retrospectiva. Foto de Keith Yamamoto.

Michael Mims, profesor jubilado de Pasadena City College, que tomó en préstamo materiales del archivo de su familia para crear la retrospectiva. Foto de Keith Yamamoto.

[Episcopal News Service] Ishmael Bracy había venido a experimentar el 32º. Desfile y Festival de la Historia Negra en Pasadena, California, el 15 de febrero.

A lo largo de la ruta del desfile, el joven de 24 años, que reside en Pasadena, se sintió atraído por una retrospectiva fotográfica de ocho paneles que abarca nueve décadas de la vida de la iglesia episcopal de San Bernabé [St. Barnabas Episcopal Church] que se exhibía en el jardín frontal de la histórica congregación negra.

“Me siento honrado de tener acceso al legado de sus contribuciones a la comunidad, tanto espiritual como de cualquier otra índole”, dijo Bracy, refiriéndose a la exposición. “Me gustaría ver a más personas de mi edad aquí,  asumiendo la historia que ha mantenido viva la esperanza durante tanto tiempo, y abrazando la iglesia y la comunidad”.

(San Bernabé es la segunda iglesia que se reseña en febrero en una serie de Episcopal News Service sobre el Mes de la Historia Negra que se centra en congregaciones históricamente afroamericanas. Estas congregaciones fueron fundadas por afroamericanos que no eran bien recibidos en las iglesias episcopales tradicionales en la época que siguió a la esclavitud y durante la segregación racial en Estados Unidos).

Mientras espectadores y partidarios se mezclaban con los vendedores, de helados, de camisetas, de banderas panafricanas —negras, rojas y verdes— y de globos, Michael Mims, de 75 años, profesor jubilado de fotografía de Pasadena City College y miembro de San Bernabé, estaba ofreciendo bienes y servicios de otra clase.

“Estoy aquí para responder preguntas, para invitar a la gente a que venga y eche un vistazo, para darles información”, dijo Mims, que calcula que él ha asistido a la iglesia desde que tenía tres años.

El panel que lleva el título de “Primeros Años” incluía fotos de su tía, Rosebud Mims, que junto con otras siete mujer afroamericanas fundaron la iglesia en 1923. Nueve años más tarde, fue oficialmente reconocida como una misión en la Diócesis of Los Ángeles.

La Rda. Mayra Macedo-Nolan de la iglesia de Lake Avenue mira la retrospectiva de San Bernabé. Foto de Keith Yamamoto.

La Rda. Mayra Macedo-Nolan de la iglesia de Lake Avenue mira la retrospectiva de San Bernabé. Foto de Keith Yamamoto.

Para la Rda. Mayra Macedo-Nolan y su hija Zion, de dos años, las fotos resultaron cautivadoras.

“He aprendido un poquito sobre la historia de San Bernabé y quiero saber más”, dijo Macedo-Nolan, pastora de la cercana iglesia de Lake Avenue en Pasadena.

“Vamos a hacer un vía crucis comunitario durante la Cuaresma, y queremos incluir a San Bernabé como la estación [de la Cruz] en que niegan a Cristo”, dijo. “Escogimos hacer eso aquí por la manera en que empezó San Bernabé —el modo en que se hicieron las cosas en el pasado fue la negación de Cristo— y también prestar atención a las formas en que aún lo hacemos hoy”.

Historia de la iglesia e historia de familia
Mims dijo que acudió a los archivos de su familia para crear la exposición fotográfica de la historia de la iglesia.

“Tengo fotos de mi tía abuela, que fue responsable de traerme a San Bernabé en 1941”, contó Mims. Se llamaba Laura Kennedy y llegó a Pasadena en los años treinta proveniente de Greenville, Carolina del Sur, para ayudar a la madre de Mims a criar a seis hijos.

Las fotografías cuentan la historia: de las primeras reuniones, en el hogar de Georgia Weatherton, en las inmediaciones de la calle Del Mar, donde unos 30 feligreses asistían los domingos por la mañana; de la dedicación del santuario en 1933; de un oficio de confirmación en 1947; del inicio de la construcción y la dedicación en 1972 del nuevo salón parroquial concebido como un centro comunitario; y de las veintenas de reuniones, recaudaciones de fondos, comidas y celebraciones.

De izquierda a derecha, los Rdos. Jesse Moses (tercer rector), Alfred Norman (segundo y cuarto rector), Alfred Wilkins (primer rector), e Ivor Ottley (quinto rector), quien elevó la iglesia a la categoría de parroquia. Foto de los archivos de San Bernabé.

De izquierda a derecha, los Rdos. Jesse Moses (tercer rector), Alfred Norman (segundo y cuarto rector), Alfred Wilkins (primer rector), e Ivor Ottley (quinto rector), quien elevó la iglesia a la categoría de parroquia. Foto de los archivos de San Bernabé.

También se incluía una instantánea de la iglesia en relación con la historia del país, la del primer vicario, Rdo. Alfred Wilkins (1933-1943), quien se hizo eco “del llamado de su país, incorporándose al Ejército como capellán”, según consta en testimonio escrito.

Lo siguieron [al frente de la congregación], el Rdo. Alfred Norman (1943-1946, 1951-1970), el Rdo. Jesse Moses (1946-1951) y el Rev. Ivor Ottley (1977-1990).

Ottley retó a la congregación “a encontrar su verdadera vocación como episcopales negros” y a comprometerse con una ética de mayordomía, autenticidad, educación, liderazgo, hermandad ecuménica, justicia social y servicio comunitario, “llegando a la comunidad más allá de los muros de la iglesia”, según contó Mims.

Los frutos de esos empeños son visibles en la actualidad, cuando los miembros se reunieron frente a la iglesia el 15 de febrero para aplaudir y vitorear a los que desfilaban, más de una docena de bandas de música escolares de la localidad, bailarines y tamborileros africanos, las fraternidades masculinas Omega Psi Phi y Kappa Alpha Psi y las femeninas Delta Sigma Theta Alpha Kappa Alpha; así como a jinetes y a organizaciones de servicio.

[Los miembros de la congregación] recibieron elogios y vítores de su propia gente que participaba en el desfile, como John Kennedy, concejal del municipio de Pasadena.

“Sí, San Bernabé está presente”, gritó Kennedy, al tiempo de saludar a los feligreses al pasar frente a la iglesia, casi al final del recorrido del desfile. “Gracias por estar aquí, San Bernabé”.

‘Acoger a la comunidad’
Al menos una parte de esa vocación ha sido la tradición de tomar parte en la vida de la comunidad, según el Rdo. John Goldingay, profesor de Antiguo Testamento en el Seminario Teológico Fuller, que ahora sirve allí como sacerdote encargado.

“Somos sólo una congregación pequeñita”, pero él y cerca de una docena de otros miembros de la iglesia suelen regularmente cocinar, servir y comer con miembros de la comunidad que no tienen hogar en el albergue de la Union Station de Pasadena, explicó.

Entre todos, sirven a unos 50 adultos sin hogar todos los viernes y es una oportunidad de enriquecer la vida de otros así como la de la congregación, dijo.

“Es una especie de lugar de transición para personas que están en camino de lograr volver al trabajo”, según Goldingay, que fue sacerdote de la Iglesia de Inglaterra durante 30 años. Él se mudó a Pasadena para enseñar y visitó con su esposa la vecina iglesia de San Bernabé, “sin saber que íbamos a ser los únicos blancos allí”, contó él.

“Pero recibimos una fantástica acogida, lo bastante para quedarnos… Al parecer me aceptan como ser humano, como sacerdote y como cristiano”.

Absoluta hospitalidad y sentido de pertenencia
Ese tipo de absoluta hospitalidad ha sido la manera que la iglesia ha encontrado de sortear los retos contemporáneos de cambios demográficos, envejecimiento poblacional y disminución de la feligresía y los recursos.

Con una asistencia dominical promedio de alrededor de 50 personas entre dos oficios, la congregación está sopesando “cómo podemos revertir esa tendencia”, dijo Goldingay.

A lo largo de los años, la tradicional población afroamericana de la congregación se ha ido ampliando cada vez más para incluir a miembros de todo el ámbito de la diáspora, entre ellos caribeños y centroamericanos, y también blancos como Goldingay.

Mark Bradshaw, de 32 años, seminarista que presta servicios en San Bernabé, está de acuerdo. “No soy negro”, dijo en una entrevista telefónica con ENS, pero agregó que él y su esposa Katie fueron acogidos con tanta calidez cuando visitaron la iglesia “que nos hicimos episcopales. Fuimos confirmados en San Bernabé y ésta ha sido todo lo que mi esposa y yo esperábamos y rogábamos encontrar en una congregación”.

Él y la congregación han emprendido varios proyectos, añadió. “Estoy en el proceso de reunirme con personas, de actualizar la página web, de dedicar tiempo durante la semana al parque Jackie Robinson que se encuentra enfrente”, apuntó.

“Y me he estado reuniendo con las personas de la congregación y hemos estado pensando en comenzar un nuevo oficio o en alterar uno de nuestros oficios que sería muy fiel a lo que somos y muy litúrgico, pero que podría también ser un oficio que respondiera mejor a las necesidades de personas más jóvenes”.

Él espera que otros recién llegados puedan experimentar la misma sensación de pertenencia que él ha encontrado. “Nunca he formado parte de un grupo de personas tan acogedoras”, afirmó.

“Hace dos años, el Padre John le pidió a la congregación que compartiera algunas de sus historias sobre el movimiento de los derechos civiles, y resultó increíble”, recordaba él. “Casi todo el mundo había marchado con el Dr. [Martin Luther] King o lo había conocido. La congregación se enorgullece mucho de su historia”.

Lo cual hizo que predicar acerca de la vida del Rdo. Martin Luther King Jr. resultara un poquito apabullante, pero era una oportunidad “de dialogar sobre cuánto hemos avanzado y de la obra del Dr. King y agradecerle a la congregación por la manera en que nos ha acogido”, dijo él.

“Es sorprendente”, añadió. “que esta congregación que comenzó porque [sus miembros] no eran bien recibidos, haya llegado a ser tan acogedora. Nunca antes había presenciado el tipo de amabilidad con que reciben a los nuevos que llegan. Es un don extraordinario”.

Miembros de San Bernabé se reúnen en frente de la iglesia para saludar a los que desfilan. Foto de Keith Yamamoto.

Miembros de San Bernabé se reúnen en frente de la iglesia para saludar a los que desfilan. Foto de Keith Yamamoto.

Mirar hacia delante a la nueva generación
Showna Edwards, de 31 años, sentada en una silla plegable frente a la iglesia, estaba atenta al desfile, y esperaba pacientemente ver cuando pasaban los miembros de la iglesia —entre ellos varios jóvenes, junto con Bradshaw, que llevaba la pancarta de San Bernabé.

“Es una sensación emocionante saber que la iglesia está participando del desfile, dar a conocer a nuestra iglesia en esta pequeña parte de Pasadena”, dijo Edwards, mientras mecía al pequeño August Bradshaw, de un año de edad, sobre sus rodillas.

“Somos una familia religiosa muy unida. Yo crecí aquí”, añadió Edwards, que ve señales de recuperación en la iglesia. Ahora, su hijo Kaden, de tres años, participa de los programas dominicales.

“Hemos vuelto a tener escuela dominical. Los jóvenes están aquí. La iglesia está creciendo. Es muy bonito ver eso, porque es un buen apoyo crecer con amigos en el ambiente familiar de una iglesia”.

Gail McKinnon (extrema izquierda) con Gloria Huffman (a su lado) miembros de San Bernabé que trajeron al desfile y a la iglesia a sus hermanas del capítulo Rosas Nubias del Nilo de la Sociedad del Sombrero Rojo. Foto de Keith Yamamoto.

Gail McKinnon (extrema izquierda) con Gloria Huffman (a su lado) miembros de San Bernabé que trajeron al desfile y a la iglesia a sus hermanas del capítulo Rosas Nubias del Nilo de la Sociedad del Sombrero Rojo. Foto de Keith Yamamoto.

Gail McKinnon y Gloria Huffman, que han sido miembros de la iglesia durante mucho tiempo, trajeron consigo a algunas de sus hermanas del capítulo de las Rosas Nubias del Nilo de la Sociedad del Sombrero Rojo: una sociedad internacional de mujeres que usan sombreros rojos y vestidos color púrpura y que se dedican a rehacer la manera en que las mujeres son vistas en la sociedad.

“San Bernabé es una familia”, convino McKinnon. “He estado aquí desde 1995. Me había alejado de la iglesia durante muchos años y me acogieron de regreso con tanta cordialidad que se convirtió en mi hogar. Nos amamos los unos a los otros. Hacemos muchísimas comidas. Me incorporé y nunca miré hacia atrás”.

La iglesia —localizada frente al parque que lleva el nombre del gran jugador de béisbol Jackie Robinson, hijo nativo del lugar, donde la multitud ya había comenzado a agolparse para comer, divertirse y disfrutar del festival— también celebraba una fiesta de puertas abiertas para la comunidad.

Para John y Tina (residentes de Pasadena que pidieron mantener sus apellidos en el anonimato), la jornada fue una oportunidad de hacer conexiones históricas y futuras para sus mellizos de cinco años Phoebe y Perry.

Karla Enrequez y su hijo Matthew llevan la pancarta de San Bernabé en la 32º. Desfile de la Historia Negra en Pasadena. Foto de Keith Yamamoto.

Karla Enrequez y su hijo Matthew llevan la pancarta de San Bernabé en la 32º. Desfile de la Historia Negra en Pasadena. Foto de Keith Yamamoto.

Ellos visitaron la retrospectiva fotográfica de Mims y luego observaron la participación de la iglesia en el desfile cuando Karla Enrequez y su hijo Matthew, junto con Mark Bradshaw, llevando la pancarta de San Bernabé, saludaban a la multitud.

“Esto es tan informativo”, dijo Tina, cantante profesional, mientras irrumpían los vítores y los aplausos en San Bernabé.

“Esto es toda una perspectiva histórica del pasado afroamericano en Pasadena… Esta es una comunidad pujante”, añadió Tina, quien prometió que regresará para visitar la iglesia.

Goldingay se mostró de acuerdo, haciendo notar un creciente interés entre muchos de los que estaban viendo el desfile que visitaron la iglesia. “El año próximo, queremos ver cómo podemos desarrollar lo que hemos hecho este año”, dijo.

En cuanto a Michael Mims, dedicó gran parte del día en contar historias de su familia y de la iglesia, relatos de su tía y de otros muchos que levantaron el estandarte para mantener la fe y la esperanza vivas en Pasadena y por transmitirle la tradición a las generaciones futuras.

“Ha sido un buen cimiento”, comentó refiriéndose a la iglesia. “Desde un punto de vista espiritual, comunitario y familiar, ha sido una gran parte de mi vida. No sé lo que habría sido de mí sin San Bernabé. He tenido muchísimos mentores”.

–LA Rda. Pat McCaughan es una corresponsal de Episcopal News Service radicada en Los Ángeles. Traducción de Vicente Echerri.